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viernes, 12 de agosto de 2016

Rebelión De Francisco De Roldán

Rebelión De Francisco De Roldán

 A las rebeliones de Bernal Diaz de Pisa y de Pedro de Margarit hay que sumar una nueva, y tan sólo en 5 años de gobierno de los Colón

http://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2010/08/rebelion-de-francisco-roldan-y-tercera-parte/ ( I-II-III partes)

. Esta vez fue una persona de confianza del almirante, Don Francisco de Roldán, natural de Torredonjimeno (Jaén-España). Trabajó en su servicio doméstico durante muchos años, y poco a poco gracias a su astucia y dedicación fue ocupando distintos cargos, siempre bajo el paraguas protector del almirante, hasta llegar al tercer cargo más importante entre los españoles de la isla: alcalde mayor de la Española.

La situación en la ciudad era desastrosa, llevaban más de un año sin recibir ví­veres y no habí­a noticias del almirante ni de ningún barco español. Tras el disgustado regreso de Boyl y Margarit se pensó que las acusaciones de éstos contra Colón habrí­an provocado su condena y su más que probable ejecución. Con más razón pensando en las pesquisas que hizo el juezJuan de Aguado en las que el almirante no quedaba muy bien parado.
En la isla estaban al frente el adelantado Bartolomé Colón como gobernador y Francisco Roldán como alcalde mayor de la Española. La forma de llevar las cosas y la dureza con que trataba a los españoles levantó muchas protestas y desencantos. Ante este estado de cosas Roldán comenzó a recabar la opinión de distintas personas de su confianza con la idea de salir de la isla lo antes posible o por lo menos de emprender medidas que mejorasen la situación, siendo una de las primeras la de retirar del poder a los Colón.
El detonante de la rebelión fue la solicitud de Roldán de reflotar una carabela que habí­an sacado del mar los Colón en la Isabela, probablemente como medida de precaución para que no fuera tomada por los rebeldes, y así­ volver a Castilla.Diego Colón denegó la petición argumentando que el buque no tení­a cuerdas ni el equipo necesario para el viaje. Lo curioso es que dicho barco acababa de regresar de Xaragua de recoger el tributo (algodón y cazabe)  de Behechio y de transportar estas mercancias hasta la Isabela.  Esta situación de encierro y de no poder salir de la isla les convenció definitivamente de que habí­a que hacer algo. Diego Colón se los quiso quitar de encima enviándoles a la Vega para exigir un tributo a unos indios que se negaban a pagarlo. Para Roldán ésta fue la excusa perfecta para perderse por la isla y buscar apoyos.
Estos apoyos los buscó entre los indios prometiéndoles que si se aliaban con ellos les quitarí­a el tributo que les habí­an impuesto. También recorrió los distintos fuertes construidos por los españoles ofreciéndoles un cambio en la isla. Donde más insistió fue en la fortaleza de la Concepción, la más fuerte y mejor situada,  cuyo gobernador, Miguel Ballester, no le permitió la entrada y no quiso escucharle. Despachó varias notas a la Isabela para que el adelantado fuese en su ayuda a pesar de que Roldán tan sólo fue a negociar con él y no a luchar.
rebelionRoldanAl llegar Bartolomé Colón envió un mensaje a Roldán invitándole a reunirse con él en la Concepción. La entrevista tuvo lugar desde la ventana del fuerte. En ella éste le expuso sus razones para rebelarse contra el poder de los Colón: hambre, pobreza y maltratos. El adelantado le convidó a entregarse a las leyes castellanas y a la fidelidad a los Reyes Católicos. Pero Roldán le contestó que él y sus seguidores no se habí­an levantado contra la autoridad real ni las leyes de Castilla sino contra unos malos gobernantes que les llevaban a la ruina y a la muerte.
En vista del desacuerdo Roldán partió hacia Xaragua donde establecerí­an su residencia hasta ver qué se podí­a hacer aunque previamente pasaron por la Isabela en donde se hicieron con armamento, enseres, alimentos y ganado que los Colón guardaban en sus almacenes. Marcharon y en su camino fueron obteniendo numerosos apoyos entre los caciques locales.
Pero un hecho inesperado iba a cambiar el rumbo de las cosas: la llegada a Santo Domingo de los dos barcos comandados por Pedro Hernández Coronel que habí­an partido de Cádiz antes de que Colón pudiese salir en su tercer viaje y que transportaban alimentos, soldados y, lo más importante, noticias de España y del almirante.
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Las dos carabelas al mando del capitán Pedro Hernández Coronel llegaron a Santo Domingo el 3 de febrero de 1498. Traí­an algo que todos los españoles necesitaban desde hací­a tiempo: noticias de Castilla. Y éstas supusieron el reforzamiento de la autoridad del adelantado con confirmación de su tí­tulo y poder, saber que el almirante también habí­a salido momentáneamente bien parado de las acusaciones que iban llegando desde la isla, la certificación de que estaba muy próximo su regreso a la Española, ví­veres, municiones y tropas.
Con estos argumentos intentó Bartolomé negociar de nuevo con Roldán prometiéndole, a través de Hernández Coronel, el perdón si volví­a bajo su disciplina, pero el alcalde mayor no se fiaba y rechazó tan lisonjeras propuestas. Le respondió que tan sólo obedecerí­a al almirante cuando llegase a Santo Domingo. Bartolomé Colón entró en cólera y partió hacia Jaragua para convencer a sus seguidores de que le abandonasen, pero por el camino se encontró con más problemas, sus tropas fueron atacadas por el cacique Guarionex así­ como la fortaleza de la Concepción. La descoordinación del ataque indí­gena contra el fuerte puso en alerta a los soldados del reducto y consiguieron repelerles. Guarionex huyó con su familia y sus más cercanos colaboradores hacia las montañas de Ciguay, donde solicitó ayuda y acogimiento al cacique local, Mayonabex, que encantado le aceptó pero no sabí­a que estaba cometiendo un grave error, ya que esta huí­da hizo que Bartolomé Colón acudiese a su zona al nordeste de la isla provocándose un nuevo enfrentamiento con los indios que terminó con el encarcelamiento de ambos caciques y la destrucción de sus poblados.
Mientras tanto Roldán se encontró de repente con la fortuna cuando en la Jaragua observaron que tres carabelas navegaban cercanas a la costa y parecí­an perdidas o con ciertas dificultades para navegar. Al principio pensaron que quizás les estaban buscando para apresarles pero enseguida percibieron que no era así­, sino que estaban buscando el puerto de Santo Domingo.
Se trataba de las tres carabelas que capitaneadas por Alonso Sánchez de Carvajal se habí­an separado del convoy de Colón en las Islas Canarias mientras éste continuaba navegando hacia el sur en busca de las islas de Cabo Verde. Roldán les recibió y no les contó nada de la rebelión pero a los pocos dí­as el secreto no pudo ser guardado y descubrieron el embrollo. De los tres capitanes dos marcharon a Santo Domingo, Arana y Juan Antonio Colombo, pariente del almirante,  y Carvajal se quedó para tratar de convencerlos de que depusiesen su actitud pero no lo consiguió, los rebeldes se mantuvieron firmes en su plan de justificarse y negociar únicamente con el almirante.
rebelionRoldan2ColonA finales de agosto de 1498 Cristóbal Colón, tras un largo viaje por el norte del continente sudamericano, llegó a Santo Domingo. Fue recibido por su hermano y le informó de lo acaecido en esos dos largos años en los que el almirante habí­a estado fuera. Le puso al corriente de la rebelión de Roldán y de su establecimiento en la Jaragua. A Colón le sorprendió ver que no habí­an llegado las tres carabelas de Carvajal, aunque casi mejor que no hubiesen llegado.

La primera reunión importante tuvo lugar en la Concepción con Miguel Ballester al que Roldán exigió la liberación de los caciques apresados y de los indios que iban a ser llevados a España como esclavos, así­ como que tan sólo aceptarí­a como intermediario a Sánchez de Carvajal, rectificando sobre su intención de reunirse con Colón personalmente.
Este cambio de rumbo desconcertó a Colón que inmediatamente ordenó a todos los habitantes de Santo Domingo se presentasen armados para pasarles revista y así­, de primera mano, conocer de qué efectivos disponí­a para un posible enfrentamiento militar con Roldán. Esta llamada a revista fue interpretado por los colonos, con toda razón,  como que se estaba preparando una misión contra Roldán a lo que prácticamente todos se opusieron y con variadas escusas rehusaron alistarse, quedando las tropas en un número aproximado de cuarenta hombres, mientras que Roldán podrí­a disponer de más de doscientos  efectivos, que no paraban de aumentar,  además de las tribus indias que se quisiesen aliar con ellos.
Colón rápidamente se dispuso de muy buen talante a negociar antes de que la situación empeorase más para sus intereses.
Finalmente tras un tenso carteo Roldán acudió a Santo Domingo a reunirse con el almirante, así­ lo hicieron y tras otras varias reuniones y cartas completaron unas capitulaciones por las que Colón se comprometí­a a:
– Armar en dos semanas un par de buques para que los rebeldes que lo deseasen volviesen a España.
– Un certificado de buen comportamiento para todos.
– Cobro de todas las pagas impagadas hasta el dí­a del embarque.
– Podrí­an llevarse consigo a sus mujeres indias al igual que sus hijos, que serí­an hombres libres.
– Regalo de varios esclavos por persona.
Estas capitulaciones fueron firmadas el 16 de noviembre de 1498  por Roldán y el 21 en Santo Domingo por Colón.  Sin embargo, el almirante escribió una carta dirigida a los Reyes Católicos manifestando todo lo contrario, sobre todo en lo referente al buen comportamiento de los rebeldes, y que debí­a de ser llevada a España por alguien de confianza para que fueran sometidos a la justicia. Algo tramposo el señor almirante.
Esta fue la primera gran derrota de Cristóbal Colón en la isla Española frente a las rebeldí­as de los propios españoles. El mal gobierno, las injusticias, los maltratos de los que fueron ví­ctimas y la sensación de verse abandonados en aquel supuesto paraí­so del que le hablaron en Castilla  no les dejaron otra alternativa.
Pero iban a producirse nuevas sorpresas, si las capitulaciones fueron firmadas a mediados de noviembre las carabelas prometidas en las capitulaciones no llegaron a donde se encontraban los rebeldes hasta finales del mes de marzo del año siguiente y en bastante mal estado debido a una serie de tempestades que sufrieron. Esto fue considerado por los seguidores de Roldán como un incumplimiento de la capitulación y rehusaron regresar a Castilla. Habí­an cambiado de opinión.
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mapaAzuaComo comentaba en la entrada anterior, los seguidores de Roldán quedaron a la espera en la Xaragua de las carabelas prometidas por el almirante para regresar a Castilla, pero fueron pasando los meses y no llegaron hasta abril de 1499. Dicha tardanza fue debida a una serie de tempestades con las que se encontraron en su camino desde Santo Domingo, lo que les dio tiempo para replantearse muchas cosas y finalmente decidieron quedarse en la isla y no volver a España. Además, el mal estado de las naves precisamente no les invitaba a ello haciéndoles sospechar que Colón querí­a hundí­rles en medio del Océano.
Se organizó una reunión con Colón para llegar a un nuevo acuerdo. Se encontraron en Azúa, villa situada a mitad de camino entre Xaragua y Santo Domingo. El almirante envió varias cartas a España en las que contaba todo lo que estaba ocurriendo con Roldán y su lucha por pacificar la isla, pero tan sólo recibió una frí­a respuesta del obispo Fonseca en la que se le anunciaba el enví­o de un juez para analizar la situación y tomar las medidas pertinentes. El crédito de Colón volví­a a estar por los suelos en España, ya no se fiaban de sus testimonios y tení­an que recurrir a otros para conocer de forma subjetiva lo que ocurrí­a, tal y como ya se habí­a hecho con Juan de Aguado
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La reunión entre Roldán y Colón tuvo lugar en la bahí­a de Ocoa a bordo de una carabela del almirante frente a las bellas costas del sur de la Española y se llegó al siguiente acuerdo:
– Libre elección de los rebeldes de regresar a España cuando quisiesen, pero siempre en flotas normales, no en barcos preparados únicamente para ese cometido (no vaya a ser que les ocurriese algo).
– Concesión de tierras de cultivo a los partidarios de Roldán en vez del sueldo real, que no llegaba nunca.
– Retirada de todos los cargos contra Roldán.
– Restitución de Roldán como alcalde mayor.
– En caso de incumplimiento de estos preceptos Colón estarí­a sometido a la justicia de Roldán.
Es decir, los rebeldes querí­an llevar a cabo una forma de vida más adecuada y conforme a lo que les habí­an prometido, poder cultivar sus propias tierras para generar riqueza y desarrollar la zona.
Con la recuperación del puesto de Alcalde Mayor de Roldán, la satisfacción de las necesidades de sus seguidores y la vuelta a España de algunos de ellos se puso fin a esta rebelión que no hizo sino impartir algo de justicia al mal gobierno y los excesos de los Colón sobre los engañados colonos.


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