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sábado, 21 de noviembre de 2015

El transfuguismo en la política

El transfuguismo en la política

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Recientemente se ha incrementado el número de políticos que olímpicamente brincan de un partido o agrupación política a otra parcela, sea por inconformidad o por obtener ventajas en el partido en el cual militan, ya que se creen merecer lo mejor. Lo absurdo de estas deserciones es que las mismas no se realizan por convicción ideológica sino por conveniencia oportunista, sea esta económica o por no haber obtenido la posición que él cree merecer.
Las definiciones que aparecen en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), versión 2014 son las siguientes: “Tránsfuga, 1. Persona que pasa de una ideología o colectividad a otra. 2. Persona que con un cargo público no abandona éste al separarse del partido que lo presentó como candidato. 3. Militar que cambia de bando en tiempo de conflicto”. De su parte: “Transfuguismo, especialmente en la vida política, actitud y comportamiento de quien se convierte en tránsfuga”.
¿Por qué se ha puesto de moda esta acción que puede interpretarse de traición al partido y sus dirigentes? Porque los cabecillas o jefes de partidos, en una medida antidemocrática han realizado acuerdos políticos a la espalda de las bases del partido. Se han designado candidatos por compromisos acomodaticios, verdaderos oportunistas que se disponen a truncar las aspiraciones de los que han sido fieles al partido sin que se efectúen primarias para determinar el más capaz y aceptado por los votantes. Esto ha traído una práctica ortodoxa, al designarse candidatos por el método de la “dedocracia”.
El principal problema del transfuguismo en estos momentos, ha sido que varios partidos políticos mayoritarios han realizado acuerdos políticos con otras organizaciones sin tener en consideración las bases del partido lo cual significa en alguno de los casos, la reelección del actual detentador del cargo por los últimos seis años otorgándole a los aspirantes, cargos de menor importancia bajo la amenaza “lo tomas o lo dejas”.
Sin querernos inmiscuir en los asuntos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), creemos que ha sido injusto el tratamiento que se le dio al diputado Manuel Jiménez, que aspiraba a Alcalde por el Municipio Santo Domingo Este. No hay dudas de su capacitación con cultura superior a su oponente, el actual Alcalde Juan de los Santos (a) “Juancito Sport”, quien fue seleccionado por el partido para repetir en el cargo, sin haberse efectuado primarias o encuestas para determinar cuál tenía una mejor plataforma en beneficio de los residentes en esa zona. En este caso se aplicó la fórmula. La misma no se efectuó por el espíritu mercurial que últimamente han desarrollado los principales directivos, los cuales consideraron que la fortuna del segundo sería decisiva para comprar los votos necesarios para su elección. Esto motivó que Jiménez renunciara al PLD escribiendo una dramática carta de renuncia dirigida al fundador del partido, el profesor Juan Bosch, enunciando además, que los principios que él propugnó, han sido echados en saco roto.
Por todo lo anterior deducimos, que mientras en nuestro país no eliminemos las lacras compuestas por políticos desalmados y corruptos que se confabulan con el narcotráfico e imponen su voluntad sobre el tren judicial para obtener, no solo la libertad de los infractores, sino una sentencia que garantiza ante la sociedad, su bonhomía y el carácter honrado y legal de sus criminales actuaciones.
En el pasado, cuando se le preguntaba a un chiquillo. ¿Cuáles son tus aspiraciones para el futuro? La respuestas eran: vaqueros, bomberos o policía. En la actualidad, observando cómo una serie de políticos detentan una riqueza espuria sin poder justificar su procedencia, responden: Políticos, porque sin tener necesidad de estudios especializados, se hacen ricos y poderosos sin que la sociedad los repudie, sino que los trata como exitosos emprendedores. Sino se le pone coto a estos políticos que han llevado al país a obtener préstamos por más de un 50% del PIB, solo queda una frase aunque vulgar pero realista: Nos jodimos.

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