RENACER CULTIRAL

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Solo la cultura salva los pueblos.

martes, 11 de septiembre de 2018

EL OBISPO RAFAEL LASSO DE LA VEGA

por Jesús Ángel Parra

Obispo Lasso de la Vega
EL OBISPO RAFAEL LASSO DE LA VEGA: EN EL BICENTENARIO DE SU LLEGADA A LA CIUDAD DE MARACAIBO PARA ASUMIR EL GOBIERNO DE LA DIÓCESIS DE MÉRIDA DE MARACAIBO (1815-2015)
(Conferencia dictada por Jesús Ángel Parra en la Sala Hesnor Rivera de la Biblioteca Pública del Estado Zulia, el 27 de noviembre de 2015, con motivo del bicentenario de la llegada del Ilustre Prelado a la ciudad de Maracaibo).
Esta disertación pretende ofrecer, no solo una visión de conjunto sobre la vida y obra de Rafael Lasso de la Vega —ilustre prócer de América— sino además sobre su participación política y el  cambio que significó en sus convicciones, a 200 años de su llegada a la ciudad de Maracaibo para asumir el gobierno de la Diócesis de Mérida de Maracaibo (1815-2015).
Su nombre completo era Hilario José Rafael Lasso de la Vega y de la Rosa Lombardo y nació en Santiago de Veraguas (Panamá), el 21 de octubre de 1764. Provino de una distinguida familia panameña de rancio abolengo. Era hijo del Capitán de las Milicias Reales don Nicolás Feliciano Lasso de la Vega y de doña Estefanía de la Rosa Lombardo. Según sus biógrafos era descendiente de nobles, de poetas y de altas autoridades de la Iglesia. Sus familiares fueron fieles servidores del gobierno colonial en México, Chile, Perú, Nuevo Reino de Granada y Panamá. Descendía de Juan de Lasso, cardenal del Papa Inocencio VI; de Fray Juan Lasso de la Vega, obispo de Cuba; de Garcilaso de la Vega, militar y poeta del Siglo de Oro español y de su sobrino-nieto el Inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador peruano de ascendencia española e inca. A la edad de 15 años permaneció mudo, sin pronunciar palabra. Tal vez por esta anomalía fue que tuvo dificultades al hablar en perfecta dicción hasta el fin de sus días y en pronunciar con bastante dificultad la “r”, según su biógrafo Labastidas Betancourt.  Es por ello que, tardíamente, aprendió a leer y a escribir en su ciudad natal Santiago de Veraguas, capital de la provincia del mismo nombre en el istmo de Panamá, y dependiente del Virreinato de Nueva Granada.
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El Dr. Ricardo Labastidas Betancourt, discípulo y ayudante del obispo en Mérida, quien después se convirtió en un destacado escritor, abogado, político y uno de sus biógrafos, nos lo describiría —en la época en que Labastidas era estudiante en Mérida y estuvo muy cerca del ilustre prelado— de la siguiente manera: “Era de alta y delgada estatura, color blanco rosado, con la tez tan delicada como la de una niña, cabellos rubicanos, barbilampiño, pues apenas se le notaban algunos pelos esparcidos por el bozo y barba; boca delgada, alta y aguileña nariz, el ojo azul claro; su mirada, fija, inteligente, observadora.”
Más tarde, en 1782,  Lasso de la Vega ingresó a estudiar en el Seminario Conciliar de la ciudad de Panamá y en Santa Fe de Bogotá, en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario; tenía 18 años. En ese mismo colegio obtuvo dos doctorados: en Filosofía, Teología y Cánones, y en Sagrada Teología y Derecho Canónico. Ordenado sacerdote (1792), regentó las cátedras de latinidad, sintaxis y prosodia en el mismo Colegio. Posteriormente, fue párroco de Funza y canónigo doctoral de la catedral de Bogotá desde 1804 hasta 1810.  Los hechos que se suscitaron ese último año, lo enfrentaron con la Junta Suprema de Bogotá, generadora y precursora de la independencia de América, al negarse él a prestar juramento de obediencia al régimen republicano. Por su posición de no a traicionar su fidelidad a la Corona, la Junta le prohibió la salida de la ciudad durante tres años, sin poder lograr un cambio de actitud. Por ello había sido sometido a participar en la Junta por su condición de miembro del Cabildo Catedralicio. Pero este no se doblegó. El ejercicio de su cargo evidenció su férrea oposición contra los sediciosos, que buscaban la independencia en tierras americanas, lo cual lo hacía innegable y públicamente realista. Es por eso que el Rey Fernando VII tuvo el interés y cuidado de solicitar su designación como Obispo, tomando en cuenta su prestigiosa ascendencia y su aguda inteligencia,  además de su sólida formación intelectual.
En 1813, la Junta Patriótica lo obliga a irse de Bogotá. Lasso de la Vega, firme en sus ideas, regresó a Panamá, cuyo territorio estaba bajo la autoridad del Rey de España. En esta ciudad fue nombrado Chantre de la Santa Iglesia Catedral. Luego fue enviado a desempeñar como Obispo de la Diócesis de Mérida de Maracaibo. La misión del ilustre prelado, inflexible en sus convicciones y en su fidelidad a Fernando VII, era defender los derechos de éste en América, así como su autoridad legítima en el orden colonial.
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Ocupando el cargo de Chantre, recibió una carta donde se le notificó de su elección como Obispo del Occidente de Venezuela, en marzo de 1815. En efecto, recibió el nombramiento como Obispo Ordinario local de la Diócesis de Mérida por el Papa Pío VII en 1815, gracias a la solicitud que le hizo a éste, el Rey de España Fernando VII, y fue homologado al recibir las bulas en San Cristóbal, el 3 de octubre de 1816, y fue consagrado en Bogotá el 11 de diciembre de ese mismo año. El obispo Lasso permaneció en la ciudad de Maracaibo desde el 19 de octubre de 1815, fecha de su llegada —cumpliéndose este año de 2015 el bicentenario de ese acontecimiento— hasta que recibió las bulas de su designación. Ese año se dirigió por tierra hacia Bogotá para recibir su ordenación como Obispo, apadrinado por don Juan de Sámano, Virrey de la Nueva Granada, en una vistosa y solemne ceremonia. Durante su gobierno eclesiástico se convocaron dos sínodos; el prelado visitó la diócesis y fomentó la instrucción pública.
En sus convicciones políticas fue realista, pero desde finales de 1820 se hizo patriota, como expondremos más adelante; se entrevistó con el Libertador en Trujillo en el mes de marzo de 1821, y el 20 de octubre de ese mismo año escribió al Papa Pío VII sobre la revocación de la encíclica legitimista del régimen español (1816). Asimismo, escribió su célebre panfleto donde explicaba sus opiniones anteriores. Fundó el Hospital Militar de Escuque (1823) para los soldados desvalidos del ejército patriota; fue diputado al Congreso Constituyente de Cúcuta, siendo su vice-presidente (1821). Fue firmante de la Constitución de la Gran Colombia y Senador en los congresos siguientes (1823-1826). Fue destacada su labor ante el Papa Pío VII, como introductor de la iglesia americana ante el Vaticano y, gracias a ello, se nombraron los primeros obispos de la América independiente. El Libertador lo propuso para la Sede Episcopal de Quito (1828), donde fue trasladado por el Papa León XII y destacó allí por su sabiduría, espíritu organizativo, lucha por la paz y por llevar la educación a todos los sectores.
El obispo realista
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El tiempo que le tocó vivir a Lasso de la Vega fue un tiempo de transformaciones en las diferentes corrientes de pensamiento en Europa: la llamada Ilustración, que sirvió de acicate a las grandes revoluciones del viejo y nuevo continente; la Revolución Francesa, la Independencia de los Estados Unidos y las de América Latina; sus movimientos políticos y sus sangrientas guerras, que agitaron las sociedades de estos pueblos, y el modo como estos acontecimientos fueron modelando las subjetividades y objetividades de aquellos en quienes tuvieron una decisiva participación.
A lo largo de este ensayo, observaremos y analizaremos las posiciones adoptadas por el Obispo Lasso de la Vega de acuerdo a sus convicciones frente a las políticas de la Corona Española y a los cambios experimentados en el proceso independentista de los países suramericanos.
La Diócesis de Mérida de Maracaibo no podía estar al margen de esta confrontación, teniendo al frente a un personaje como Lasso de la Vega. Para ese momento, los patriotas revolucionarios tenían una participación muy activa y violenta, tanto en la lucha armada como en el campo de las ideas, desde la ciudad de Caracas, con Bolívar a la cabeza. Inclusive, los más conspicuos intelectuales republicanos de esa Capitanía General de Venezuela habían extendido su campo de discusión de las ideas al ámbito de la Filosofía y la Teología.
Es por eso que tienen lugar los encuentros y entrevistas inminentes entre hombres preclaros del bando republicado y los más calificados representantes del Rey en tierras americanas: un debate definitivo —y vehemente— entre las posiciones ideológicas dominantes y lo que esto significaba como viraje en el rumbo de la historia de América.
Como era de esperarse, el Obispo Lasso de la Vega inicialmente enfila sus baterías en defensa del Rey y su política, convirtiéndose en el factor más importante de la Iglesia y la Corona para hacer legítima la autoridad de Fernando VII en las provincias y virreinatos de América.
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Desde la Diócesis de Mérida de Maracaibo, como superior representante de la Iglesia en suelo americano, su acción contra los insurrectos de Caracas y Nueva Granada fue implacable. Esto se repitió más tarde desde Maracaibo, aplicando preceptos contra los insidiosos diocesanos, y es por ello que publicó el Auto cabeza de proceso (1817) contra aquellos  que seguían la insurrección y que no daban prueba de arrepentimiento. Estos eran obligados a comparecer ante la autoridad de la diócesis y eran penados con prohibiciones de sus actividades eclesiales.
En estudios realizados por varios autores, se ha sostenido que el gobierno del Obispo Lasso de la Vega, al frente de la Diócesis de Mérida de Maracaibo, va a estar sellada por la llegada del militar español Pablo Morillo y su participación en las batallas por el control del territorio.
El 7 de abril de 1815, llegó a la isla de Margarita el general español Pablo Morillo, conocido como “El Pacificador”. El prestigioso general viene de participar en una treintena de batallas de España contra Francia e Inglaterra, y fue la cabeza visible de la Guerra de Independencia de España que aplastó las fuerzas napoleónicas de Francia, devolviéndole el poder de la corona a Fernando VII.
Pablo Morillo llegó a territorio venezolano con el nombramiento de Capitán General  y vino equipado con numerosos barcos, con fuerte regimiento de infantería, bien dotado. Todo con el fin de restablecer el orden colonial. Estas fuerzas superiores llegan a Carúpano, con el objetivo final de la toma de Cartagena de Indias, el 6 de diciembre. De este modo Morillo extiende su dominio por todo el territorio de Nueva Granada.
Pablo Morillo, de regreso a Venezuela en 1817, se encuentra que los republicanos mantienen combates de resistencia en la  isla de Margarita y en algunas partes de Oriente. Las operaciones de Morillo solo le permitirán recuperar un pedazo del territorio: la parte central. Bolívar, por su lado, apuntala sus fuerzas en Guayana con intenciones de reconquistar el centro.
El plan pacificador de Pablo Morillo no logró sus objetivos y le dejó amplio margen a Bolívar para el contraataque. Morillo insistió en la Campaña del Centro.
En 1819, el resultado de los combates fue un territorio dividido en dos bandos: uno realista y el otro patriota.
En 1820, el Rey ordena a Pablo Morillo, presionado por el movimiento liberal de la península, haga jurar la Constitución de Cádiz a los pobladores y autoridades de los territorios conquistados, incluyendo Caracas. De este modo, la Constitución de Cádiz entraba en vigencia por segunda vez en los territorios controlados por España.
En noviembre de ese año, ante esa situación de división, Morillo envía una comisión ante el Congreso de Angostura y obtiene como resultado una tregua por seis meses y una reunión con Simón Bolívar, la cual se realizó en Santa Ana de Trujillo. Bolívar y Morillo firmaron un Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra. De este modo, Pablo Morillo da por concluída su estadía en la Capitanía General de Venezuela y regresa a España, y queda al mando de las tropas el Mariscal de Campo Miguel de La Torre. Mientras tanto, Bolívar organiza cuidadosamente la campaña final en Venezuela.
En 1821 las fuerzas realistas, reuniendo el grueso de las tropas, se encaminan a una batalla definitiva: José Francisco Bermúdez toma Caracas y Aragua. Morales recupera el centro y se dirige a Carabobo, donde Bolívar y La Torre enfrentarán sus ejércitos el 24 de junio de 1821.
Según dos importantes investigaciones realizadas por Peña Rojas, Medina y Mora Queipo, lo que indican los acontecimientos históricos aquí descritos es que, mientras Pablo Morillo y Miguel de La Torre asumieron el liderazgo por la defensa de la monarquía en el plano objetivo, Lasso de la Vega lo haría en el plano subjetivo, utilizando los símbolos y rituales de la Iglesia. Su estrategia fue confrontar y derrotar los símbolos promovidos por los revolucionarios encaminados a crear una nueva identidad.  El obispo promovió una serie de rituales, con miras a destruir esos símbolos de una manera solemne a través de  juramentos de fidelidad al Rey, amenazas de excomunión, el incremento del número de misas en el día, la obligatoriedad de la confesión y la fundación de parroquias eclesiásticas, entre otras. Estas gestiones, enumeradas por los investigadores antes mencionados, fueron practicadas por la Diócesis bajo la autoridad eclesiástica de Lasso de la Vega, la cual tuvo un radio de acción desde Maracaibo hasta Pamplona y desde Coro hasta Barinas. El obispo fijó la norma y la conducta ejemplarizante, señalando al insurrecto como un perturbador de la religión.
Se manejó la fe como esa fuerte creencia en algo que no necesita pruebas, y como símbolo principal de virtud teologal utilizado por la monarquía, desde donde el obispo hizo un llamamiento a los que formaban parte de la Diócesis para que incursionasen en las armas contra los patriotas. Pero esto no bastó. Mientras que en Caracas crecía un fuerte movimiento ideológico y de ofensiva con el Dr. Juan Germán Roscio a la cabeza, redactor del Acta de la Independencia y de la primera Constitución, contra lo que él llamó “la teología de la tiranía”. Esta aseveración se hacía manifiesta cuando señalaba a los sacerdotes como instrumentos esclavizantes de la monarquía, tanto en Europa como en América. El Dr. Roscio acusa a los sacerdotes de utilizar el confesionario, el púlpito y otras tribunas eclesiales con propósitos indignos, como bien lo apuntan los investigadores Medina y Mora Queipo.
La iglesia católica y las monarquías europeas no todo el tiempo tuvieron una relación igualitaria. El poder real español penetró los asuntos de la Santa Sede, invadiéndola y arrebatándole funciones eclesiales, mediante la encíclica Universalis Eclesiae, y creó la institución del Patronato Real, donde la iglesia se encontraba en un estado de subordinación al poder monárquico.

La Fundación de las Parroquias Eclesiásticas en La Cañada (1817), Cabimas (1818-1820) y Valera (1818-1819)
El Dr. Rafael Lasso de la Vega, como Obispo de la Diócesis de Mérida de Maracaibo,  impulsó la creación de las parroquias eclesiásticas en La Cañada (1817), Cabimas (1818-1820) y Valera (1818-1819).  Estas fundaciones se lograron con donaciones de tierra que efectuaron los vecinos de esas poblaciones que vivían dispersos por esos campos. Luego, con la decidida colaboración de los feligreses se construyeron las calles, plazas e iglesias. De este modo se procedió a la fundación y reparto de los solares para crear en cada lugar un centro urbano. Ya hemos hablado del contexto histórico donde está enmarcada la creación de la Diócesis de Mérida de Maracaibo y su desempeño, como es todo el proceso independentista de Venezuela.  Al igual que el territorio venezolano, la Diócesis estaba dividida políticamente en realistas y republicanos. Aunque la sede natural del episcopado estaba en Mérida, el despacho del Obispo se encontraba en Maracaibo por estar en poder de los realistas, mientras que Mérida está en poder patriota, sumando cada vez más civiles y sacerdotes a la causa independentista.
En la provincia de Maracaibo se encuentra la ciudad-puerto del mismo nombre, de gran importancia. Maracaibo ofrece óptimas condiciones geopolíticas como las que vislumbró Bolívar en su Carta de Jamaica (1815), y por ello se levanta como último bastión realista.  De ahí la estratégica fundación de las tres parroquias eclesiásticas de parte del Obispo Lasso de la Vega. Podríamos detenernos a estudiar el carácter estratégico y táctico, así como la significación de su localización geopolítica, bien pesada y calculada por el obispo, donde operaba tanto el ámbito subjetivo-simbólico como material-objetivo.
Se buscaba que las fundaciones concentraran a los pobladores dispersos en centros urbanos,   dispuestos para alguna eventualidad militar, y despejar cualquier amenaza por parte de los patriotas. Esta última resistencia realista cesaría con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, llevada a efecto el 24 de julio de 1823, con la que se sella la independencia definitiva de Venezuela.
Su cambio definitivo al bando patriota
Hasta ahora, hemos abordado la posición ideológica inicial del obispo en defensa del Rey Fernando VII. El curso de la guerra se inclinó a favor de los patriotas e inevitablemente fue derrotando las fuerzas del rey. El panorama es otro: había surgido un nuevo orden y había llegado el momento de bifurcación definitiva entre lo divino y el poder monárquico.
El obispo ha experimentado una rectificación, un cambio producto de las circunstancias y del momento histórico: consideró sus ideas deben estar circunscritas a los asuntos de la iglesia, porque esta es la única predestinada a congregar a los fieles y al gran poder de Dios. Ya en 1821 no era partidario del “derecho divino de los reyes”: no creía en eso de que el rey es el “Vicario de Jesucristo”. El obispo Lasso piensa que las monarquías no son formas de gobierno eternas. Solo piensa en serle fiel a su Iglesia. La monarquía había desaparecido de tierras americanas, y no por ello debía llevarse consigo a la iglesia.
A este respecto, Juan de Dios Peña Rojas nos dice que “la postura asumida y las ideas expresadas por el Obispo Lasso de la Vega a partir de 1821, no surgieron como una simple improvisación o una reacción nerviosa ante la realidad política que estaba viviendo, sino que son el fruto de un largo proceso que se fue gestando y que le llevó a presentar un pensamiento de avanzada para su tiempo.”
Sin duda, los cambios históricos producidos le depararon momentos agradables en la vida al obispo: los patriotas encargados de liberar la provincia de Maracaibo de los realistas, fueron más indulgentes con él.
El  28 de enero de 1821, con motivo del pronunciamiento de Maracaibo o Grito de Independencia de Maracaibo, esta provincia dejó de depender del gobierno español, aunque por poco tiempo porque el 7 de septiembre de 1822, la ciudad fue tomada de nuevo por el entonces Capitán General de Venezuela, Francisco Tomás Morales, y tendría que esperarse la Batalla Naval del Lago de Maracaibo en 1823, para ser completamente libres para siempre. Estaba encargado del gobierno provincial el coronel Francisco Delgado, y Rafael Urdaneta se comunicó con él para que —secretamente— organizara una revolución popular que sería apoyada por el coronel Heras. El contacto fue María Dolores Moreno de Castro, a quien se le entregó una contraseña para la ciudad de Maracaibo y, al recibirla, el gobernador Delgado dio aviso a los demás patriotas, quienes se congregaron en la Plaza Mayor para oír el acta del Ayuntamiento de Maracaibo, donde se proclamaba a ésta República Democrática, y se incorporaba a la Gran Colombia.
Durante estos acontecimientos, las tropas y el pueblo se encontraban en las calles. Mientras tanto, al Obispo Lasso de la Vega le piden que se mantenga alejado de la confusión de los dos bandos. Muy temprano en la mañana, cuando todo ha vuelto a la calma, los insurrectos lo invitan a la reunión del Cabildo, donde se efectuará el pronunciamiento. El obispo se presentó y declaró su no participación en los sucesos, pero, del mismo modo, manifestó su deseo de continuar prestando sus servicios, y se mantenía al margen de cualquier hecho independentista. Sin embargo, expresó estar dispuesto a asistir como diputado ante el Congreso a realizarse en la Villa del Rosario de Cúcuta para ese mismo año. Allí planteó sus puntos de vista y defendió la causa independentista. En ese mismo mes y año,  las poblaciones de su jurisdicción se fueron agregando a ese pronunciamiento de manera pública y formal. Ocurrido esto, el obispo realizó una visita pastoral para constatar la situación de su Diócesis y brindar el acceso a los republicanos.
Lasso de la Vega y Simón Bolívar se reúnen en Trujillo
Finalizando el mes de febrero de 1821, el Obispo Lasso de la Vega viajó  a Trujillo y se encuentra con el general Rafael Urdaneta, quien le informa sobre la llegada de Bolívar a esa población. El obispo le pide a Urdaneta que le diga al Libertador que lo esperará a las puertas de la iglesia donde lo recibirá con los honores pontificales. Bolívar, notificado, aceptó presentarse. Y en efecto, el primero de marzo de 1821, el Libertador Simón Bolívar llegó en el momento previsto y se acercó al Obispo Lasso de la Vega, se arrodilló y besó la cruz que pendía de su cuello. Inmediatamente entró al interior del templo y, frente al presbiterio, se inclinó nuevamente hasta besar las escaleras de aquel sitio. Aquellos gestos de reverencia de Bolívar hechos frente al pueblo, demostró su humildad ante Dios y colmó de extraordinario regocijo al ilustre prelado. La visión negativa que tenía el obispo de los insurrectos quedó desvirtuada. Por su parte, Bolívar también quedó gratamente impresionado con el obispo. De hecho, escribe una carta al vicepresidente de la Gran Colombia, informándole que el dignatario viajará a Cúcuta a deliberar sobre el estado actual de la iglesia.
Luego, Lasso de la Vega y Simón Bolívar en su reunión intercambiaron diferentes apreciaciones sobre cuál ha sido la participación del Estado y de la Iglesia en tiempos pasados, presentes y futuros.  Por lo que sus visiones antagónicas comenzaron a sufrir considerables modificaciones.
El 8 de marzo de 1821, el Obispo Lasso de la Vega salió de Trujillo para continuar su recorrido de manera de ir constatando la posición de su clero y de su feligresía con respecto al cambio a una nueva vida republicana. Durante su periplo en su visita pastoral, realizada a las poblaciones de La Grita y de Pamplona, será en esta última donde se informará sobre su nombramiento y selección en Maracaibo como representante oficial de la provincia para el Congreso Constituyente de Cúcuta. El obispo responde con un oficio accediendo ser diputado por Maracaibo en el Congreso, es decir accede ser el representante oficial republicano de Venezuela, y asume frontalmente los cambios.
En el seno del Congreso Constituyente provocó la hostilidad en un número considerable de patriotas, y en otros se produjo una gran expectativa. El caso del obispo se debatió pero finalmente se reconoció su preparación intelectual, su conocimiento —no solo sobre el estado actual de la iglesia sino sobre varios temas de interés— y se reconoció su honestidad comprobada y su gran capacidad, a pesar de su anterior adhesión realista.
Una vez que llegó Lasso de la Vega al templo de la Villa del Rosario de Cúcuta como sede de las deliberaciones del Congreso Constituyente, asistió a todas las sesiones con puntualidad hasta su clausura, demostrando siempre sus altos conocimientos y su capacidad de trabajo, que lo hicieron mecedor de todos los reconocimientos.
Tres años antes de la disolución de la Gran Colombia, el Obispo Lasso de la Vega le escribió al Papa León XII solicitando su retiro por sentirse cansado. Su auxiliar, Buenaventura Arias, le sustituirá en el cargo, pero el Papa no le concedió lo que le había sido solicitado. Es por ello que mediante consistorio de fecha 15 de diciembre de 1828, se le asignó como Obispo de Quito, a petición del Libertador Simón Bolívar.
Muy triste por abandonar a sus diocesanos, salió de Mérida para Quito en septiembre de 1829, y llegó a Ecuador al año siguiente, donde fue recibido con todos los honores, y de inmediato comenzó a recorrer toda la jurisdicción en su visita pastoral.
En plena funciones episcopales, recibió la noticia del estado muy grave de salud del Libertador y lo invitó a recuperarse en Quito, pero Bolívar murió antes en Santa Marta.
A los tres meses, el Obispo Lasso de la Vega le dedicó un solemne funeral a su amigo para su descanso eterno, de quien fue además un ferviente admirador. Esta será la última misa del honorable obispo, porque morirá el 4 de abril de 1831.
Como homenaje permanente a su memoria, en la ciudad de Maracaibo una calle y el Museo Arquidiocesano llevan su nombre, considerado uno de los prelados más ilustres del continente americano.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
ANDRADE, Juan de Dios. El fundador de la parroquia de Valera. Trujillo: Ediciones del Ejecutivo del estado Trujillo, 1970.
BRICEÑO PEROZO, Mario. «El legado bolivariano de Lasso de la Vega». Boletín de la Academia Nacional de la Historia. No. 214. Caracas: Abr.-Jun. 1971, p. 364-370.
CARRILLO, Marcos Rubén. El Obispo Lasso de la Vega: Su aporte a la emancipación de América. Trujillo: Ediciones del Centro de Historia del Estado, 1973.
CASTILLERO R., Ernesto J. Biografía del Dr. Rafael Lasso de la Vega, prelado, legislador y prócer. 4ta. edición: Maracaibo: s.e., 1963, p. 44.
H.G. [Hermann González]. «Lasso de la Vega, Rafael» en: Diccionario de Historia de Venezuela. 2da. edición. Caracas: Fundación Polar, 1997, Tomo II, p. 913-914.
HERNÁNDEZ BRICEÑO, Ernesto. Ilustrísimo Sr. don Rafael Lazo de la Vega, V Obispo de Mérida de Maracaibo. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1929. (Tesis de B.F.).
LABASTIDA BETANCOURT, Ricardo.  Biografías de los Obispos de Mérida. Caracas: BANH, 1958.
MARADEI D., Constantino. Venezuela: Su Iglesia y sus Gobiernos. Caracas: Ediciones Trípode, 1978, v. p. 58-59.
MONTIEL, Hernán Segundo. «Ideas políticas del Obispo Lasso». Panorama. Maracaibo: 6-7-1992, p. 1-4.
MEDINA, Carlos Arturo y MORA QUEIPO, Ernesto. “El obispo Laso de la Vega en la confrontación de universos simbólicos de la época independentista”.  Ágora. No. 10.  Trujillo: julio-diciembre 2002, v. p. 153-177.
OCANDO YAMARTE, Gustavo. Historia del Zulia. Caracas: Editorial Arte, 1986, v.  p. 123-124, 133, 137-138, 146, 167.
PEÑA ROJAS, Juan de Dios. Conflicto de fidelidades. Lasso de la Vega de realista a patriota, 1815-1831. Mérida: Arquidiócesis de Mérida, Archivo Arquidiocesano de Mérida-AAM, 2008, p. 190. (“Fuentes para la Historia Eclesiástica de Venezuela”, No. 16).
SILVA, R.A. Documentos para la Diócesis de Mérida. 6 vols. Mérida-Caracas: Imp. de la diócesis, Tipografía Americana, 1900-1927.

EL OBISPO RAFAEL LASSO DE LA VEGA DEJÓ LAS SIGUIENTES PUBLICACIONES:
Voto del obispo de Mérida en la primera discusión del proyecto de enagenaciones de bienes raíces y muebles de cofradías y convento en cuanto a las mismas cofradías. Bogotá: M. Galarga, 1824, p. 8.
Protesta del obispo de Mérida de Maracaybo que podrá servir de continuación al manifiesto de su conducta que publicó el año pasado. Bogotá: Espinosa, 1824, p. 52.
Mis sentimientos. Papel del obispo de Mérida de Maracaibo. Bogotá: Espinosa, 1826, p. 80.
Sínodos de Mérida y Maracaibo de 1817, 1819 y 1822. Madrid: Centro de Estudios Históricos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988
https://jesusangelparra.wordpress.com/2015/12/06/el-obispo-rafael-lasso-de-la-vega-en-el-bicentenario-de-su-llegada-a-la-ciudad-de-maracaibo-para-asumir-el-gobierno-de-la-diocesis-de-merida-de-maracaibo-1815-2015/

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