RENACER CULTIRAL

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domingo, 30 de septiembre de 2018

Mocanía tiranicida

Ramón Cáceres
Ramón Cáceres

29 septiembre, 2018
Por:
UBI RIVAS ubirivas30@gmail.com
e-mail:
redaccion[@]elnacional.com.do

La provincia Espaillat ha sido penacho que enaltece   la patria, sin embargo, no ha sido reconocida como la cuna de hombres que han enfrentado a los tiranos nacionales

Los mocanos son depositarios de los dos episodios tiranicidas de nuestra historia republicana, y en ese cosmos, erigieron una plaza a la familia De la Maza, empezando por los hermanos Blas y Vicente de la Maza Rosario, entre los magnicidas del presidente Ulises Heureaux, que completaron Ramón Cáceres y su primo Horacio Vásquez, Jacobo de Lara, Pablo Arnaud y Lucas Guzmán, entre otros, y Antonio de la Maza Vásquez, gestor principal del ajusticiamiento al generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, que sin su acerada obsesión tiranicida, no se hubiese producido el ajusticiamiento al déspota, y su primo Rafael de la Maza Lara, que le obsequió la escopeta Brownning, calibre 12 que usó para materializar el magnicidio.
La mocanía, que es penacho enalteciente y refulgente de la patria, empero, de ninguna manera se limita a reconocerla como la provincia tiranicida por antonomasia, porque la mocanía, además de producir la “yuca mocana prieta mejor de la bolita del mundo”, con su capa de humus de dos metros, única del país, repercute con blasones ejemplares en su discurrir histórico.
Fue en la mocanía donde los gestores santiaguenses de la Constitución de 1857 redactada por el jurista Benigno Filomeno de Rojas escogieron para pronunciar en 1858 el primer proyecto de nación, solo secundada por la del 29 de abril de 1963 del presidente, Juan Bosch, redactada por el jurista José Rafael Molina Ureña.
La mocanía del valor de José Contreras, que ciego de la vista, pero no de conciencia, produjo el grito redentorista condenatorio al Marqués de las Carreras por su accionar proditorio de anexar la patria de febrero a Isabel II de España en 1861.
La mocanía acunó al visionario empresario Gregorio Ribat Guzmán, castellanizado Riva, impulsor del ferrocarril Samaná-Moca, identificándola desde entonces como “La Ciudad del Viaducto”.
La mocanía referencial y vibrante motivó mis ponderaciones desde la mocedad vecina del amado Santiago de los Caballeros, con sus famosas galletas de manteca, los calzapollos de Fico Espejo manufacturados con lonas de camiones, y la principalía enhiesta de Cipriano Bencosme, al responder al naciente brigadier cuando le ofertó pactar que no hacía pactos con mierdas, marcando su final, asesinado igual que su hijo Donato, terruño prohibido dispuesto por el generalísimo Trujillo, de su forzada residencia en el capitalino hotel Comercial que el déspota le ofreció como dorado exilio vernáculo, muerto a palos por los hermanos Pedro Manuel y Guaroa Cabrera Ariza al desobedecer la orden de no abandonar Ciudad Trujillo.
La mocanía que genera el aforo de testosterona sin calcar por otra demarcación nacional, gravando con el buril imperecedero de la memoria a Mon Cáceres y su primo Horacio Vásquez, Jacobo de Lara, que “halaron” los parabellum de cañones largos, como los del far west del valiente marshall Wayatt Earp, acribillando a Lilas como un guayo, poniendo fin a sus crímenes, latrocinios, endeudamientos, Código Telegráfico letal, y la quiebra de los cosecheros de tabaco del Cibao por las papeletas sin valor, que era el eje nodal de la economía al sustituir la hatera del Este.
La mocanía que meció en su cuna a Juan Antonio Alix, reputado como el más prolífico y talentoso decimero, cincelando con su pluma el costumbrismo criollo.
La mocanìa donde surge Maximiliano Guzmán, que escribió las partituras del Himno a las Madres de doña Trina de Moya de Vásquez, y Lucía, con letra de un jovencísimo escritor, político excepcional y lingüista Joaquín Balaguer.
La mocanía de Jorge Taveras, recordado animador al piano del Show del Mediodía con la conducencia irrepetible de Yaqui Núñez del Risco.
Los músicos inolvidables Gabriel del Orbe, Ramón Antonio Molina Pacheco (Papa), Antonio Morel, Goyo Rivas, Cecilio Comprés, Leoncio Saint Jean, Elías Brache, Arístides Rojas, Samuel Campos Guzmán, América Guzmán viuda Rosa, Antonia Pichardo viuda Batista, Rubén de Lara, César Guzmán, Gabriel Guerrero, César Hilario, Rafael Montalvo, Félix Reynoso, Francisco Antonio Espinal, Rafael Montalvo y Antonio Rodríguez, y parar de contar por espacio.
La mocanía que vio nacer a Guillermo Pérez Chicón, el inmenso Guillo Pérez, plasmando como le dio la gana la plástica, que hizo de él “lo que le dio la gana”.
La mocanía donde surgieron los príncipes de las letras Julio Jaime Julia, su más acendrado biógrafo en su obra “Notas para la historia de Moca, Bruno y Ángel Rosario Candelier, Eduardo García Michel, José Rafael Lantigua, el más prolífico publicador de libros desde el Ministro de Cultura de la historia nacional, Adriano Miguel Tejada, historiador y periodista, Ligia Minaya, Ito Cruz Infante con su desaparecido mensuario Presencia mocana, José Rafael Vargas, historiador y político, Rubén Lulo Gitte, Juan Arìstides Taveras Guzmán (Tìtole), Alberto Peña Lebrón, Félix Jacinto Bretón, Claudio Acosta, Aida Cartagena Portalatín, su más notoria portalira, Aurora Tavárez Belliard, preclara sembradora de luces.
La mocanía que produjo maestros de la toga en Artagnán Pérez Méndez, Víctor Lulo Gitte, Dorito Acosta, Antonio Rosario, Manuel Ramón García Lizardo.
La mocanìa, conforme este apretado desglose, es un canto sublime de grandezas, vibración excelsa de la patria, conjunción de encumbrados valores, que pondero, transido de enervantes emociones de reconocimiento y astral valoración humana.
¡La mocanía eterna y grandiosa que vibra en el alma nacional!

Tomado de la Fuuente; https://elnacional.com.do/mocania-tiranicida/

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