El Museo del Prado acoge hasta el 29 de septiembre una exposición centrada en la pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y XVII. Su comisario, Alejandro Vergara, analiza los mitos históricos y la realidades artísticas de ambos países para reflexionar sobre los numerosos rasgos que los unen

En el marco de las celebraciones del bicentenario del Museo del Prado, la interesante exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines muestra la pintura española y holandesa de finales del XVI y el XVII a través de 72 obras procedentes del propio Museo del Prado, el Rijksmuseum y 15 prestadores más como la National Gallery de Londres, El Metropolitan de Nueva York, el Thyssen-Bornemisza de Madrid, el Mauritshuis de la Haya, entre otros. No solo cuenta con los tres grandes artistas mencionados en el titulo de la muestra sino que se incluyen también a Frans Hals, Jan Steen, Ter Borch, Gabriel Metsu o Carel Fabritius, entre los holandeses, y el Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo y Van der Hamen, entre los españoles.
Aunque la historiografía del arte ha considerado a las tradiciones artísticas de los Países Bajos y de España como esencialmente divergentes, Alejandro Vergara (jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado) confronta los mitos históricos y las realidades artísticas de ambos ámbitos para reflexionar sobre los numerosos rasgos que los unen.
Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, Autorretrato, por Carel Fabritius, h. 1645, óleo sobre tabla, 65 x 49 cm, Róterdam, Museum Boijmans Van Beuningen, y Jerónimo de Cevallos, por el Greco, 1613, óleo sobre lienzo, 64 x 54 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado. Arriba, de izquierda a derecha, Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, por Diego Velázquez, h. 1630, óleo sobre lienzo, 48,5 x 43 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado, y Vista de casas en Delft (“La callejuela”), por Johannes Vermeer, h. 1658, óleo sobre lienzo, 54,3 x 44 cm, Ámsterdam, Rijksmuseum.
Así, el objetivo de la exposición (que ha contado con el patrocinio de la Fundación AXA y la colaboración especial del Rijksmuseum de Ámsterdam) es poner el énfasis en los ideales estéticos que compartíanmuchos de estos artistas de la época –españoles y holandeses– por encima de prejuicios nacionalistas. Unos prejuicios, como considerar a Velázquez como “muy español” y a Rembrandt “muy holandés”, que parten de la desmedida influencia que la ideología nacionalista de los siglos XIX y XX ha tenido en nuestra forma de entender el arte y es que los estudiosos de esa época concedieron gran importancia a lo que cada nación tenía de diferente y que extrapolaban también al arte.
En el caso que nos ocupa, la pintura española y holandesa del siglo XVII, no hay que olvidar que durante siglos se ha considerado el arte de ambas naciones totalmente contrapuesto debido a la guerra de los ochenta años (1568-1648), que condujo a la independencia de los Países Bajos de la monarquía española. Sin embargo, el legado de la pintura flamenca e italiana, cuya influencia define toda la pintura europea, se interpretó de forma similar tanto en España como en Holanda. En ambos países se desarrolló en el siglo XVII una estética alejada del idealismo e interesada por la apariencia real de las cosas y la forma de representarla. Los artistas cuyas obras se muestran en esta exposición no expresan en ellas la esencia de sus naciones, sino que dan voz a ideas y planteamientos que compartían con una comunidad supranacional de creadores. Y es que como escribía José Ortega y Gasset: “La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea.”
De izquierda a derecha, Marte, por Diego Velázquez, h. 1638, óleo sobre lienzo, 179 x 95 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado, y Mujer bañándose en un arroyo, por Rembrandt van Rijn, 1654, óleo sobre tabla, 61,8 x 47 cm, Londres, National Gallery.
Alejandro Vergara ha organizado la muestra en cinco ámbitos: Imagen y moda, Ficciones realistas, Naturalezas muertas, Mecenas y Técnicas artísticas. En el caso de la forma de vestir era muy similar entre las élites de España y Holanda, así como la preferencia por el color negro, herencia de la casa de Borgoña. Las actitudes, los gestos y complementos o adornos de los personajes eran similares también entre los retratos holandeses y españoles porque ambos se inspiraron en modelos comunes creados en Italia y Flandes. La humanización de los personajes retratados es algo en lo que también coinciden estos pintores. También se muestran afinidades culturales compartidas y técnicas pictóricas similares como la pincelada suelta, el abocetamiento, heredado de Tiziano y otros venecianos que tanto y durante tanto tiempo arraigo en España y los Países Bajos.
De izquierda a derecha, Menipo, por Diego Velázquez, h. 1638, óleo sobre lienzo, 179 x 94 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado, y Autorretrato como el apóstol san Pablo, por Rembrandt van Rijn, 1661, óleo sobre lienzo, 91 x 77 cm, Ámsterdam, Rijksmuseum.
Como muestra de la idea sobre la que gira esta exposición no hay mejor ejemplo que la comparación de los cuadros Vista del jardín de la villa Medici en Roma, de Velázquez, 1630 y Vistas de casas en Delft (“La callejuela”), de Vermeer, h. 1658, y que ilustran la portada del catalogo. Los dos paisajes fueron pintados en lugares distintos por artistas que no se conocieron y, sin embargo, expresan una intención estética similar. Los dos paisajes muestran sencillez, equilibrio, pocas figuras y anónimas, muros erosionados por el paso del tiempo y técnica abocetada.
Imagen de las salas de la exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines. Foto © Museo Nacional del Prado.
En definitiva, como sostiene Alejandro Vergara, “ni Velázquez ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones, como se ha afirmado en ocasiones, sino unos ideales estéticos, sensibilidades muy parecidas que compartían con una comunidad europea supranacional de artistas”.
Lo que no hay duda que es una magnífica exposición en la que el visitante además podrá disfrutar de extraordinarias obras de grandes maestros de la historia del arte.
De izquierda a derecha, Miguel Falomir, director del Museo del Prado; Olga Sánchez, presidenta de la Fundación AXA, y Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado y comisario de la exposición, durante la presentación de esta muestra. Foto © Museo Nacional del Prado.
Carla TORRES