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El atletismo
En el ámbito del deporte, el atletismo posee la singularidad de integrar un conjunto variado de disciplinas relacionadas con habilidades y aptitudes naturales del cuerpo humano (desde las carreras de velocidad y de fondo hasta los lanzamientos y los saltos de longitud y altura) y la aureola de ser la más antigua de las manifestaciones deportivas, con ilustres precedentes en la Grecia clásica.
El Discóbolo de Mirón (siglo V a.C.)
En su renacimiento moderno, que cabe situar en el siglo XIX, el desarrollo del atletismo ha corrido paralelo al de los Juegos Olímpicos, en los que ha ocupado una posición central desde su refundación en 1896; junto a esta cita cuatrienal, sin duda el máximo acontecimiento deportivo de nuestro tiempo, en las últimas décadas han proliferado encuentros de altísimo nivel como el Campeonato del Mundo (desde 1983) que han captado también la atención de los medios. La dedicación profesional y la tecnificación de los entrenamientos ha llevado a las distintas disciplinas atléticas a niveles inimaginables cien años atrás y a una ininterrumpida superación de los récords precedentes; si como práctica el atletismo es uno de los deportes favoritos por su naturalidad, como espectáculo llena de admiración y asombro ante lo que parece una negación a los límites del potencial humano.
Historia del atletismo
Las acciones en que se basan la mayor parte de las distintas modalidades atléticas, como arrojar pesos, saltar obstáculos o correr, formaron parte de la cotidianeidad del hombre prehistórico en el ejercicio de la caza, uno de sus principales medios de subsistencia: según las circunstancias, el cazador había de perseguir a la presa o huir, salvar obstáculos, lanzar armas arrojadizas o pelear cuerpo a cuerpo. Con el paso de los siglos, el ser humano descubrió el placer de la actividad atlética, fundamentalmente de la carrera a pie, y a partir de ahí se diversificó su finalidad y comenzó la competición, ya con carácter deportivo.
Los principales artífices de este cambio fueron los antiguos griegos (Platón, por ejemplo, elogiaba con entusiasmo la carrera pedestre), y la plasmación de estas inclinaciones deportivas son los Juegos que, desde muchos siglos antes de Cristo, se disputaban en la ciudad griega de Olimpia. Los Juegos de Olimpia, documentados desde el año 776 a.C. con el triunfo del velocista Coroebus, se celebraban cada cuatro años. Sólo competían hombres (había otras competiciones aparte para mujeres, los Juegos Hereos) y las principales pruebas eran el estadio (es decir, una vuelta a la pista de cerca de 200 metros), el diaulo (dos estadios) y el dolico(prueba de fondo), además del salto de longitud y el lanzamiento de disco.
Ruinas de Olimpia
Con el tiempo adquirió mayor preponderancia el pentatlón, prueba combinada que incluía competiciones de estadio, disco, longitud, jabalina y lucha. Pero el refinado espíritu griego fue degenerando en Roma en barbarie y sangrientos espectáculos de lucha y combate, muy lejos del ideal de tregua y paz de los Juegos de la Grecia clásica. En el año 393 d.C., el emperador romano Teodosio I, influido por la Iglesia, los prohibió.
Cronológicamente, y aunque no tuvieran la trascendencia de los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, hay que citar también los Tailteann Games, que se celebraban en Irlanda ya desde nueve siglos antes de Cristo. Al parecer, eran competiciones basadas sobre todo en lanzamientos (fundamentalmente uno, precursor del actual martillo) y saltos, incluyendo el de altura. Pudiera ser que estas raíces atléticas quedasen impregnadas en el espíritu de esos pueblos, pues no en vano fue en las islas Británicas donde se impulsó el deporte moderno en general, y en concreto el atletismo, con su posterior influencia en Estados Unidos.
Ciertamente, el atletismo actual se origina en el impulso que se dio a las prácticas deportivas en algunos centros educativos ingleses. El director del Rugby College, Thomas Arnold (1795-1843), promovió la práctica de algunas de las actuales modalidades atléticas entre los alumnos, subrayando su valor educativo y favoreciendo la celebración de competiciones en colegios y universidades. El siglo XIX fue el de los espectaculares corredores de fondo, que disputaban duelos a veces inhumanos, y el de las primeras competiciones oficiales realizadas no solamente en Inglaterra, sino también en Estados Unidos (Nueva York, 1868) y Alemania (Hamburgo, 1880); tuvieron lugar asimismo los primeros encuentros internacionales.
Pierre de Coubertin
Animado por este renacer deportivo, el barón Pierre de Coubertin promovió infatigablemente la restauración de las Olimpiadas de la antigua Grecia; finalmente, en 1896 se celebró la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos, siendo elegida como sede la ciudad de Atenas para simbolizar su continuidad. Desde la refundación y hasta nuestros días, el atletismo ha sido el deporte olímpico por excelencia.
En 1903 se celebró el primer Cross de las Naciones, precursor del actual Campeonato del Mundo de la especialidad. En 1912, en Estocolmo, se fundó la Federación Internacional de Atletismo Amateur (IAAF), para acabar de definir los reglamentos, controlar el amateurismo y establecer una lista oficial de récords del mundo. Oficialmente, el nacimiento de la IAAF fue ratificado en Berlín un año después. En la actualidad, la IAAF cuenta con más países afiliados que la ONU o cualquier otra asociación internacional (más de doscientos), y en torno a ella gira la organización y regulación del atletismo mundial.
Las pruebas atléticas
El atletismo engloba dos grandes tipos de pruebas: las carreras y los saltos y lanzamientos; estos dos últimos suelen agruparse bajo la denominación de «concursos atléticos». Las carreras pueden desarrollarse en un estadio o fuera de él, como suele ser el caso de la maratón, la marcha atlética o el cross; a excepción de las carreras de relevos, en las que participan por equipos, los atletas compiten a título individual en una pista despejada o con obstáculos (como en las carreras de vallas).
Atendiendo a estos factores, las carreras suelen clasificarse en cuatro modalidades: carrera lisa, carrera de obstáculos, carrera de relevos y carrera de cross. A su vez, las carreras lisas se subdividen en tres grupos: de velocidad (100, 200 y 400 metros), de medio fondo (800, 1.500 y 3.000 metros) y de fondo (5.000 y 10.000 metros, maratón, marcha atlética). En los países anglosajones se celebran también carreras de distancias particulares, como la milla. Las carreras de obstáculos se disputan a 110 (100 en las féminas), 400 y 3.000 metros. Las de relevos se corren en las modalidades de 4×100 y 4×400 metros.
En los saltos se compite en las especialidades de salto de altura, salto de longitud, triple salto y salto de pértiga. Los lanzamientos se subdividen en lanzamiento de peso, disco, jabalina y martillo. Existen, asimismo, las pruebas combinadas o compuestas como el decatlón o el heptatlón, en las que un mismo atleta participa en un conjunto de diez o siete de las especialidades antes citadas.
La pista de atletismo
Los estadios de atletismo homologados tienen una pista de 400 metros de diámetro o cuerda (con dos curvas semicirculares y dos líneas rectas) dividida en ocho calles. Actualmente, todas las pistas importantes son de un material sintético llamado tartán, una especie de moqueta porosa que facilita el agarre de las zapatillas de clavos.
Las ocho calles tienen una anchura aproximada de 1,22 metros y, para igualar las distancias, las marcas de salida de las calles exteriores se avanzan unos 7 metros de forma escalonada en la salida de 400 metros. A esto se le llama compensación. Los últimos 10 metros de la pista o zona de meta están marcados por diez líneas transversales. En la salida de las carreras iguales o inferiores a los 400 metros, los velocistas utilizan los starting-blocks o tacos de salida para darse impulso.
Además de la pista de tartán, la competición de atletismo requiere otros espacios: zona del salto de altura, del salto con pértiga, rectas de tartán para los saltos de longitud y triple salto, zona de lanzamiento de peso con arena, un pasillo para la carrera de lanzamiento de jabalina y círculos para los lanzamientos de disco y martillo. Algunas veces, por seguridad, estos lanzamientos se desarrollan en horario diferente a las carreras en pista.
Los campeonatos en pista cubierta, que se disputan en invierno, tienen diversas particularidades. La medida más usual de las pistas es de 200 metros de cuerda, con seis calles y peralte en las curvas, más ocho calles en el interior para las pruebas de máxima velocidad. En pista cubierta se realizan menos pruebas que al aire libre. Se disputan las carreras de 50 y 60 metros vallas (en lugar de las de 100, 110 y 400 metros vallas) y de 50 y 60 metros lisos en la prueba de velocidad, en sustitución de los 100 metros lisos. Tampoco se practican en pista cubierta los lanzamientos de disco, martillo y jabalina ni las carreras de más de 5.000 metros, sean de fondo o de marcha atlética. El heptatlón sustituye al decatlón en las pruebas masculinas, y el pentatlón al heptatlón en las femeninas.
Las carreras
Carreras de velocidad
Las carreras de velocidad (100, 200 y 400 metros) han visto a lo largo de su historia una serie de evoluciones técnicas que han contribuido a una ostensible mejora de las marcas. Atletas norteamericanos potenciaron la velocidad con inventos como la zapatilla de clavos, utilizada por primera vez por William B. Curtis en 1868, o la «salida agachada» de Sheril, que no se reconoció hasta 1896. En 1934 se oficializó la sustitución de los hoyos (excavados en pista para marcar la salida) por los tacos de arranque, que permitían un mejor impulso al corredor.
Actualmente, todas las carreras de velocidad se disputan en calles. Los 400 metros fueron inicialmente una prueba de medio fondo en la que los atletas no corrían por calles diferenciadas. En los Juegos Olímpicos de Londres de 1908, tres norteamericanos encerraron, próximo a la línea de meta, al único británico que competía con ellos en la final para impedirle la victoria. El caso forzó la modificación del reglamento tras una decisión del Comité Olímpico Internacional, no exenta de polémica.
Usain Bolt bate el récord de los 100 metros lisos en el Mundial de Berlín (2009)
Los 100 metros lisos son la prueba reina de la velocidad. Para los atletas de esta especialidad, es fundamental el tiempo de reacción al escuchar el disparo de salida. En esos breves instantes, la técnica es muy importante; el centro de gravedad de los grandes velocistas no oscila en más de cuatro o cinco centímetros, y el momento del apoyo es fundamental para aplicar toda la fuerza elástica, en que la superficie se reduce básicamente al metatarso. El tronco, los brazos y la cabeza deben soportar la tensión y, por consiguiente, han de estar lo más relajados posible para no gastar un ápice de energía. El físico de un velocista se caracteriza por su gran fuerza y un sistema nervioso privilegiado, con un porcentaje de fibras musculares rápidas del 70%.
Para los corredores de 200 metros se exige velocidad y resistencia. Es necesario automatizar correctamente la técnica en la curva y aguantar el esfuerzo máximo pasados los 12-15 segundos iniciales, cuando las reservas se agotan y se acumula el ácido láctico, residuo de la combustión de energía. En los 400 metros, los corredores pueden utilizar diversas estrategias, estableciendo un equilibrio de fuerzas entre la velocidad y la resistencia. Durante la carrera de 400 metros se alcanzan altas concentraciones de ácido láctico en la sangre; esta acumulación puede provocar la descoordinación de los movimientos, dolores intensos y hasta náuseas y mareos, de los que el atleta tarda varias horas en recuperarse.
Carreras de medio fondo
Tradicionalmente se consideran carreras de medio fondo las que cubren los 800, 1.500 y 3.000 metros. En estas pruebas resultan fundamentales la correcta dosificación de la energía y la aplicación de una buena estrategia. Tras la primera curva, los atletas corren por la calle interior y reservan sus últimas fuerzas para la dura recta final, donde se decide en muchas ocasiones el resultado.
En algunas carreras, especialmente a la hora de batir récords, se utiliza un corredor de referencia, conocido como liebre, que lleva el ritmo del grupo en las primeras vueltas. Con ello se consigue reducir la resistencia del aire y, sobre todo, proporcionar un efecto psicológico para los que compiten por la marca final. A grandes rasgos se pueden diferenciar dos tipos de atletas: el explosivo, con un gransprint final, y el resistente, que intentará llevar un ritmo muy alto, con continuos cambios de velocidad y tirones, para descolgar al resto de los atletas.
Carreras de fondo
En las carreras de fondo (5.000 metros, 10.000 metros y maratón) es sumamente importante la reserva de energías y la correcta hidratación del deportista. El maratón es una carrera de 42,195 kilómetros que se instauró en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908; tal distancia es la que separa el castillo de Windsor y el estadio de White City. El francés Michel Bréal, amigo del barón de Coubertin, propuso incluir el maratón en los Juegos Olímpicos para rendir homenaje a la hazaña de un soldado llamado Filípides, que murió de agotamiento tras correr hasta Atenas para anunciar la victoria griega frente los persas (490 a.C.) en la batalla de Maratón.
Carreras de obstáculos
Los atletas deben superar en estas pruebas una serie de vallas instaladas a intervalos regulares y de distintas alturas según la modalidad. La principales modalidades son los 110 metros vallas masculinos, los 100 metros vallas femeninos, los 400 metros vallas masculinos y femeninos, y los 3.000 metros obstáculos masculinos.
Carrera de 100 metros vallas en los JJOO de Londres (2012)
En los 110 metros vallas masculinos, los corredores tienen que salvar diez vallas de un metro de altura con una separación entre ellas de 9,14 metros; la altura y distancia entre los obstáculos es algo menor en los 100 metros femeninos. Las vallas están diseñadas de manera que caigan hacia adelante si un atleta tropieza con ellas, para evitar lesiones. Estas carreras requieren una gran perfección técnica encaminada a reducir el tiempo de vuelo. Es fundamental adquirir un buen ritmo de zancada y mantenerlo, intentando que el salto sobre la valla sea como una zancada más; por lo general, los atletas dan tres zancadas entre valla y valla.
En los 400 metros hay que sortear diez vallas de 0,91 metros de altura colocadas a intervalos de 35 metros. La especialidad de los 3.000 metros obstáculos es una de las más recientes del programa olímpico. En esta modalidad es preciso superar veintiocho obstáculos (que, a diferencia de las vallas, no pueden ser derribados) y siete rías de agua de 3,66 metros de largo.
Carreras de relevos
Los cuatro corredores de las pruebas de relevos se pasan unos a otros, después de recorrer la distancia correspondiente, un objeto cilíndrico, el «testigo», en una zona de 20 metros delimitada por dos líneas trazadas en la pista. Existen varios tipos de relevos, pero en los grandes campeonatos se disputan habitualmente dos: los 4×100 metros y los 4×400 metros. Tales denominaciones indican ya el número de componentes del equipo y la distancia que cada uno de ellos debe recorrer. En los 4×100 metros, los corredores no deben salir de su calle, mientras que en la prueba de relevos de 4×400 metros, sólo el primer recorrido y los 100 primeros metros del segundo recorrido se efectúan dentro de la propia calle.
Entrega del testigo en una carrera de relevos
La coordinación en la entrega del testigo es fundamental para el éxito. En la carrera de 4×100 metros se produce la entrega a ciegas: el receptor, de espaldas, a una determinada señal, estira el brazo hacia atrás y recibe el testigo. En los 4×400 metros el relevo se hace a la vista: el receptor se encarga de coger el testigo del compañero. Si algún corredor sobrepasa la zona delimitada para el relevo, el equipo es eliminado inmediatamente.
Carreras de cross
Las carreras de cross (o cross-country) suelen practicarse en otoño e invierno, a campo abierto (bosques, campos) o en diversos terrenos (hipódromos). La distancia a recorrer varía mucho según las competiciones y países, pudiendo alcanzar los 12 o 15 kilómetros en unos casos y reducirse hasta longitudes propias del medio fondo en otros. El primer campeonato internacional, el Cross de las Naciones (organizado en Escocia en 1903), se disputó sobre un circuito de 12,9 kilómetros.
Marcha atlética
La marcha atlética viene a ser un «andar deprisa»: los atletas deben efectuar la progresión paso a paso y de manera que se mantenga un contacto ininterrumpido con el suelo, sin llegar a correr. El reglamento insiste en la norma más importante: el atleta no podrá tener los dos pies en el aire al mismo tiempo y deberá mantener siempre recta (sin flexionar) la pierna de apoyo. Numerosos jueces, situados a lo largo del recorrido de la prueba, que muchas veces se disputa en ruta, controlan el cumplimiento de las reglas, advirtiendo a los atletas con dos avisos antes de la descalificación. Las distancias más habituales en los grandes campeonatos son, en categoría masculina, los 20 y 50 kilómetros, y en categoría femenina, los 10 y 20 kilómetros.
Los saltos
Salto de altura
En el salto de altura, como en el de pértiga, el atleta elige en competición la altura en la que empieza su participación. Dispone de tres intentos en cada altura, quedando fuera de la competición al fallar el tercer intento. El listón que marca la altura mide entre 3,64 y 4 metros, y su peso es de unos 2 kilogramos.
Dick Fosbury introdujo la técnica de salto que lleva su nombre (México 68)
En la época gaélica, los irlandeses mostraban su habilidad sobrepasando con sus saltos la altura de otros hombres. En su historia competitiva, la técnica del salto de altura es la que ha registrado más modificaciones: «tijera», «tijera con vuelta al interior», «rodillo californiano», «rodillo ventral» y la más extendida hoy en día, el «estilo Fosbury». Esta técnica, que consiste en saltar el listón de espaldas, en posición dorsal, fue empleada por vez primera por el norteamericano Dick Fosbury (de quien toma el nombre) en los Juegos Olímpicos de 1968, en México.
Salto de longitud y triple salto
El atleta de salto de longitud debe alcanzar de un solo salto hacia adelante la mayor distancia posible, tomando impulso, después de una carrera, sobre una tabla, para caer en un pequeño foso con arena. La relación entre el impulso logrado por el atleta y la longitud alcanzada en el salto es directamente proporcional, lo que explica los numerosos casos en que los grandes especialistas en carreras de velocidad son también campeones en esta prueba.
El «salto del siglo» de Bob Beamon en México 68 (8,90 metros) permaneció imbatido durante 23 años
La tradición clásica del triple salto es más que discutible. Parece ser que la modalidad se practicó en Olimpia o Delfos, pero bien podría tratarse de tres saltos de longitud afrontados de modo sucesivo. En los inicios del atletismo moderno, la prueba constaba de un salto de longitud seguido de dos saltos con los pies juntos.
La técnica del triple salto, como se realiza hoy en día, consiste en hacer tres vuelos después de impulsarse dos veces con cada una de las piernas de forma alternativa; se intenta alcanzar la mayor distancia posible, impulsándose en una tabla tras la cual se halla un foso de arena, como en el salto de longitud. El triple salto es de una gran complejidad y riesgo, ya que el peso generado por la inercia del cuerpo en movimiento se apoya únicamente sobre un pie, que debe volver a despegar; la coordinación es muy importante.
Salto de pértiga
Los precedentes del salto de pértiga hay que buscarlos en Creta y España, donde se utilizó desde épocas remotas una especie de garrocha o pértiga para saltar por encima de los toros. También entre los acróbatas circenses del siglo XIX era habitual la utilización de tales artilugios. Los británicos introdujeron esta modalidad en sus festivales atléticos en 1866. La técnica del salto con pértiga también ha experimentado grandes cambios desde los tiempos del climbing, práctica posteriormente prohibida en la que el atleta prácticamente trepaba por la pértiga.
Sergéi Bubka elevó el listón hasta los 6,14 metros
En esta modalidad el saltador debe superar, con ayuda de una pértiga, un listón horizontal situado a la mayor altura posible. La carrera de impulso se efectúa hasta un «tope», en la vertical del listón, en el que los competidores apoyan su pértiga. El reglamento de competición prohíbe que durante el salto el atleta cambie de lugar en la pértiga la mano superior, y que la inferior pase a situarse por encima de la superior. Los materiales con los que se fabrica la pértiga también han ido perfeccionándose: fresno, bambú, aleaciones de aluminio o acero, nailon y fibra de vidrio, hasta llegar al actualmente preferido por los profesionales, la fibra de carbono.
Los lanzamientos
Lanzamiento de peso
Diversos documentos y fuentes nos hablan de los orígenes de la práctica del moderno lanzamiento de peso. En los remotos tiempos de la guerra de Troya, los guerreros competían entre sí en el lanzamiento de piedras. Al parecer, la soldadesca de siglos posteriores nunca olvidó del todo tal costumbre, y así, en la Francia de mediados del siglo XIX, todavía los soldados se entretenían lanzando con las manos balas de artillería. De ahí que en ciertos lugares, por ejemplo en algunos cantones de Suiza, el lanzamiento de peso se conozca todavía con el nombre de «lanzamiento de bala».
El lanzamiento de peso consiste en arrojar lo más lejos posible una bola de hierro macizo, latón u otro material de 7,2 kilogramos en la categoría masculina y de 4 en la femenina. En el momento del lanzamiento, el atleta sujeta el peso con los dedos y lo sitúa en contacto con el cuello; al lanzarlo, despliega todo el cuerpo de forma encadenada en un movimiento explosivo del brazo. Existen dos estilos de lanzamiento: el lineal, en que el lanzador toma impulso y despliega el brazo hacia adelante; y el estilo con rotación, muy parecido al lanzamiento de disco, pero con un único giro.
En las primeras competiciones, los atletas lanzaban el peso desde el interior de un cuadrado de algo más de dos metros de lado. Fueron los norteamericanos quienes transformaron en círculo el recinto de lanzamiento, norma que se oficializó en 1909. Actualmente, también los lanzamientos de disco y de martillo se efectúan desde un círculo que, por razones de seguridad, se rodea además con una red metálica alta.
Lanzamiento de jabalina
Los países nórdicos incluyeron el lanzamiento de jabalina en pruebas deportivas desde 1870. En el lanzamiento, los atletas toman carrerilla lenta y controladamente, mientras van colocando la jabalina a la altura de la cara; finalmente, tras un recorrido de unos cuarenta metros, aceleran el movimiento del brazo hacia adelante para arrojar la jabalina lo más lejos posible.
La jabalina, cilíndrica y acabada en punta como las lanzas empleadas antiguamente en la caza mayor, está fabricada con una aleación ligera. En categoría masculina mide entre 2,60 y 2,70 metros de largo; la distancia entre la punta y el centro de gravedad oscila entre 0,90 y 1,10 metros; el diámetro puede variar entre 25 y 30 milímetros, y el peso es de 800 gramos. El peso y las dimensiones son algo menores en la categoría femenina.
Lanzamiento de disco
El lanzamiento de disco ya había sido recuperado por Vittorino Ramboldini en 1414; esta modalidad atlética era eminentemente clásica y tradicional en la Giocosa, el célebre colegio de Mantua fundado por este humanista y educador italiano. En los Juegos de Atenas de 1896, el competidor debía lanzar el disco en reposo; la posterior modificación del reglamento permitió sofisticar la técnica e incrementar notablemente las distancias.
El lanzamiento se ejecuta soltando el disco después de un movimiento de rotación de todo el cuerpo. El lanzador debe dar dos vueltas en un espacio reducido y apuntar hacia la apertura de la valla de protección. El recinto desde donde se realizan los lanzamientos tiene hoy un diámetro de 2,5 metros. El disco es un objeto metálico de forma circular y ligeramente abultado en el centro; en categoría masculina tiene un diámetro mínimo de 219 milímetros, y su peso es de 2 kilogramos.
Lanzamiento de martillo
El lanzamiento de martillo se practicaba a principios del siglo XV en Irlanda y Escocia. En la actualidad, el martillo se compone de una esfera metálica o cabeza unida a un cable de 3 milímetros de grosor, que tiene en su otro extremo una empuñadura o mango constituida por un anillo simple o doble. La esfera o cabeza mide 122 milímetros de diámetroy pesa 7,2 kilogramos. El movimiento rotatorio previo al lanzamiento exige la máxima precisión técnica; el atleta debe soportar la fuerza centrífuga que genera el martillo al girar, mientras él mismo da vueltas sobre una pierna.
Las pruebas combinadas
La Grecia clásica ofrecía a los deportistas la posibilidad de competir en una combinación de pruebas que señalaba al vencedor como un «atleta total», un superhombre favorecido por los dioses. En la era moderna, los Juegos de Atenas de 1906 incluyeron ya la prueba del pentatlón (salto de longitud, lanzamientos de disco y jabalina, carrera de velocidad y lucha).
Actualmente las pruebas combinadas son el decatlón (categoría masculina) y el heptatlón (categoría femenina). Aspirando como antaño a la gloria de una especie de «pluriperfección», atletas no especializados en una determinada modalidad compiten en pruebas con requerimientos físicos y técnicos muy variados, en una admirable emulación de aquel ideal clásico.
Lanzamiento de disco
El decatlón agrupa diez pruebas que se disputan en un orden invariable y se organizan en dos días consecutivos: el primer día, los 100 metros lisos, el salto de longitud, el lanzamiento de peso, el salto de altura y los 400 metros lisos; el segundo día, los 110 metros vallas, los lanzamientos de disco y de jabalina, el salto de pértiga y los 1.500 metros.
El heptatlón consta de siete pruebas que también se celebran siguiendo siempre el mismo orden y se desarrollan en dos días sucesivos: el primer día, los 100 metros vallas, el salto de altura, el lanzamiento de peso y los 200 metros lisos; el segundo día, el salto de longitud, el lanzamiento de jabalina y los 800 metros. En ambos circuitos, cada marca conseguida se corresponde con una puntuación establecida en una tabla; resulta vencedor el atleta que, habiendo tomado parte en todas las pruebas, totaliza más puntos.
Reglamento básico del atletismo
Para las carreras en pista, el sentido de la marcha es el contrario al de las agujas del reloj. Los jueces disponen de dos aparatos para la homologación de las marcas: la cámara de la foto-finish, que marca electrónicamente los tiempos en la línea de meta y facilita el cronometraje oficial centesimal, y el anemómetro, que se coloca en las rectas de los 100 metros y del salto de longitud y se utiliza para medir la velocidad del viento. Un récord conseguido con la ayuda de un viento de velocidad superior a los dos metros por segundo no se considera homologado.
El reglamento internacional obliga a los atletas a correr dentro de los límites de su calle. Éstas se reparten previamente de acuerdo con las marcas de los atletas; las calles centrales se reservan a los mejores, ya que tienen cierta ventaja al disponer de una mayor referencia visual de los demás atletas y de la amplitud de la curva. Un atleta puede ser descalificado por los siguientes motivos: salirse de la calle asignada, molestar a un contrario o tomar la salida antes del disparo. Dos salidas nulas de un mismo atleta significan su descalificación inmediata
En las pruebas de relevo, la entrega del testigo debe efectuarse en cada una de las tres zonas de 20 metros marcadas en la pista. Si a un corredor del equipo se le cae, debe recogerlo para poder continuar, siempre que no se salga de su calle. Al llegar a meta, el último corredor de cada equipo debe entregar el testigo a los jueces.
En los saltos de altura y de pértiga, cada atleta dispone de tres intentos para superar una misma altura; si lo consigue, puede acceder a una altura superior, para la que volverá a contar con otros tres intentos. No existen reglas en cuanto a la longitud y el diámetro de las pértigas. El atleta que alcanza la máxima altura sin derribar el listón es el vencedor; a igualdad de marca, gana quien haya efectuado menos intentos nulos en la última altura franqueada.
En las competiciones de salto de longitud y triple salto, todos los atletas realizan tres saltos, pero sólo los ocho mejores tendrán opción a tres más. Un salto se considera nulo si las huellas de los clavos de las zapatillas del saltador quedan marcadas en la línea de plastilina que se encuentra en la tabla de batida. En las mediciones se toma como referencia la huella más próxima a la línea de batida que deje cualquier parte del cuerpo del atleta en la arena. Gana la prueba el que logra el salto válido más largo. Si se produce empate, se proclama vencedor el que haya obtenido el mejor segundo salto de los otros efectuados. El reglamento para los lanzamientos determina las dimensiones y los pesos de los artefactos; los atletas pueden utilizar cualquiera de los pesos homologados.
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