Rutas de la muerte: el negocio de armas europeas en Oriente Medio
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Armas por valor de 1.200 millones de euros se han enviado desde Europa Central y del Este a conflictos como las guerras civiles de Siria y Yemen. Arabia Saudí, Jordania y otros países compradores se encargan de una posterior desviación ilegal de estos recursos que, a veces, desemboca en el armamento de grupos terroristas como el Estado Islámico.
Desde hace meses cientos de miles de refugiados llaman a las puertas de Europa en busca de un lugar seguro en el que poder vivir. Huyen espoleados por guerras y persecuciones, de la muerte y del caos. La mayoría son sirios, pero también los hay iraquíes y afganos; incluso miembros de minorías religiosas y etnias amenazadas, como yazidíes y hazaras. Las puertas de la tierra prometida, no obstante, suelen estar cerradas. Es la galopante crisis migratoria, consecuencia del empeoramiento de conflictos salvajes como la guerra civil siria o las atrocidades genocidas en los territorios que comprenden el califato del autoproclamado Estado Islámico.
Desde muchos puntos de esa idealizada Europa se oyen voces de rechazo hacia los migrantes, a la vez que se señala la responsabilidad de los países de origen como germen de la crisis. Pero mientas la mayoría de los gobiernos de Europa Central y del Este cierran a cal y canto sus fronteras, esos mismos Estados sacan tajada de un provechoso canal de venta de armas edificado sobre los conflictos que se identifican como origen de todo mal.
Un reciente informe elaborado por el Balkan Investigative Reporting Network (BIRN) y el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) ha destapado los pingües beneficios que varios países europeos consiguen con la venta de material bélico, cuya última etapa es alguno de los conflictos que azotan Oriente Medio. BIRN es una red de ONG locales ubicada en los países balcánicos compuesta por analistas, activistas y periodistas, asociada a la OSCE y la Comisión Europea, que desde 2004 vela por los derechos humanos y la libertad de expresión en su zona geográfrica; por su parte, el OCCRP es un consorcio de más de 24 instituciones a favor de los derechos humanos, agencias de información y periodistas que actúa en Europa del Este y Asia Central. Tiene su base en Maryland, Estados Unidos, y está asociada, entre otros, al Departamento de Estado de EE UU, a la Fundación Knight o al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Según la investigación conjunta, desde 2012 hasta 2015, ocho países europeos han vendido todo tipo de material militar por un valor de 1.200 millones de euros. La investigación aporta documentos contrastados que demuestran la continua venta de rifles de asalto, granadas, morteros, lanzacohetes, antitanques y ametralladoras pesadas por parte de países como Bosnia-Herzegovina, República Checa, Montenegro, Serbia, Bulgaria, Rumanía, Croacia o Eslovaquia. Aunque el volumen es, a buen seguro, mucho mayor, pues las licencias de exportación analizadas no contemplan la actividad de algunos países en 2015 y lo que llevamos de 2016, cuando se sospecha se están firmando las operaciones más cuantiosas.
Los compradores principales son Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, aunque las pruebas evidencian que los consumidores finales son las facciones protagonistas en los conflictos de Siria y Yemen. Los propios Ejércitos de los países se encargan de la derivación de las armas, la cuales responden a certificados de compra. Documentos gráficos de reporteros o de los propios grupos armados subidos a redes sociales, demuestran que son los mismos rifles adquiridos al poder identificarse los números de serie.
Y no sólo el Ejército Libre Sirio (ELS), apoyado por Occidente en su lucha contra Bashar al Asad, sino también organizaciones terroristas como Ansar al Sham, Jabhat al Nusra, o el propio autoproclamado Estado Islámico. En Yemen, son las fuerzas aliadas al presidente Al Hadi las que reciben las armas.
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Las rutas de los cargamentos son por aire y, en menor medida, por mar. Un análisis detallado de documentos, registros, horarios y controles de tráfico aéreo demuestra que en sólo trece meses al menos 68 vuelos transportaron armas desde Europa del Este (sobre todo desde Serbia, Bulgaria y Eslovaquia) hasta Oriente Medio. Los modelos de aviones más utilizados son el ruso Ilyushin II-76, con capacidad para transportar hasta 50 toneladas de carga, el equivalente aproximado a 16.000 fusiles Kalashnikov, y los Boeing-747, que puede hasta doblar la capacidad del anterior.
Las armas normalmente no se dirigen al país comprador, sino a instalaciones secretas dedicadas a la posterior distribución. Se sabe que, al menos, existen dos centros logísticos: uno en Jordania y otro en Turquía. Son gestionados por personal turco, jordano, emiratí e incluso estadounidense. Washington se preocupa de apoyar y distribuir armas al ELS. Seguidamente, desde estos centros, las armas se distribuyen por carretera hasta Siria o a través de entregas aéreas por aviones militares. Esta misma práctica se ha detectado en Yemen por parte del Ejército saudí, quien suministra a sus aliados rifles de fabricación serbia.
Y es que la participación de Riad es más que notable. Por ejemplo, unos documentos de transporte aéreo implican al Ejército saudí con una empresa moldava, que realizó seis vuelos en el verano de 2015 con al menos 250 toneladas de municiones para ser entregadas en bases militares en Arabia Saudí y en el aeropuerto internacional Esenboga de Ankara. En el informe del BIRN y el OCCRP, un comandante del ELS en Alepo declaró: “No nos importa el país de origen de las armas, sólo sabemos que son fabricadas en Europa Oriental”.
El propio papel de Estados Unidos es controvertido. También se cita en el informe las declaraciones de Robert Ford, embajador estadounidense en Siria entre 2011 y 2014. “El comercio es coordinado por la CIA, Turquía y los Emiratos, aunque muchas veces en la práctica los interesados se saltan el proceso”. Ford asegura que, si bien él no participó durante su mandato en las negociaciones con Serbia, Bulgaria y Rumanía para el suministro de armas a los rebeldes sirios, cree que la CIA sí tomó parte. “Es difícil pensar que en operaciones de esta magnitud no participen los servicios de inteligencia de los distintos países. Quizás EE UU no hayan participado de facto en la entrega de armas, que han destinado 500 millones de dólares a la compra y entrega de material de Europa del Este a la oposición siria”, explica el ex diplomático. Los documentos analizados confirman el envío por mar de grandes cantidades de material militar previamente adquirido por Washington.
En cualquier caso, el Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (SOCOM) ha enviado desde diciembre de 2015 tres buques con 4.700 toneladas de armas y municiones con destino Siria desde los puertos de Constanza, en Rumanía, y Burgas, en Bulgaria. Estas operaciones no se confirman desde Washington. Según los documentos en poder de los periodistas del BIRN y el OCCRP, en el envío se encontraban ametralladoras pesadas, lanzacohetes, armas antitanques, morteros, granadas, explosivos y balas. Aún por confirmar, todo parece indicar que son de fabricación balcánica. Incluso varios grupos de kurdos apoyados por SOCOM han publicado imágenes en redes sociales de estas mismas armas.
Otros registros de compra revelan cómo el SOCOM compró equipo bélico entre 2014 y 2016 a Bulgaria y Serbia para operaciones secretas y su apoyo a los rebeldes sirios.
Un buen cliente
Si hay un Estado preponderante en esta ecuación, ése es, sin duda, Arabia Saudí. Tanto por la animosidad de sus iniciativas en el mercado como por el presupuesto invertido (más de 800 millones de euros de los 1.200 totales proceden de Riad). Y no deja de resultar llamativo que antes de 2012, es decir, previamente al enquistamiento de la guerra civil siria, los saudíes apenas habían comprado un arma a los países europeos ahora implicados, al igual que tampoco lo hicieron turcos, jordanos y emiratíes (Qatar, firmemente alineado en el mismo frente anti Al Asad, no consta en ninguna transacción de esta índole).
Pero ahora la presencia de la casa de Saud es notoria incluso en el mismo origen de esta ruta de armas. Fue en Zagreb, Croacia, cuando en 2012 decenas de aviones repletos de armas y logística militar de la era soviética partieron con destino Jordania. Entonces Arabia Saudí pagó por unos recursos que poco después terminaron en los campos de batalla sirios.
Antes de ese envío, según reflejan los documentos, un alto funcionario del Gobierno croata se reunió en Washington con representantes de Riad para ofrecerles las reservas de armas del país balcánico. Estos financiaron la compra y, con la ayuda de la CIA, se aseguró el puente aéreo para que las armas llegaran a los rebeldes anti Al Asad, el enemigo común de todas las partes.
Fue sólo el comienzo. Esa pequeña carretera se convirtió en una autopista con la entrada del resto de países europeos y orientales interesados en el provechoso negocio. Por ejemplo, Jordania importó armas procedentes de los Balcanes por valor de 155 millones de euros desde 2012; los EAU, 135 millones y Turquía, 87 millones. Los propios documentos públicos de los países implicados, de Naciones Unidas y la UE sobre la compra-venta de armas entre los países confirman estos números.
El informe del OCCRP y el BIRN detalla reuniones con representantes de los gobiernos de Croacia, República Checa, Montenegro, Serbia y Eslovaquia, quienes respondieron de forma similar a las preguntas sobre el papel de sus Estados en el negocio. Aseguran que cumplen escrupulosamente con los tratados internacionales firmados y que, además, Arabia Saudí no está en ninguna lista negra que impida venderle armas; ellos no se consideran responsables del posterior desvío de estas.
Ante esta situación, Países Bajos dio un paso al frente y se convirtió en el primer país de la UE que canceló cualquier acuerdo con los saudíes, especialmente tras la explosión del conflicto en Yemen. Su gesto se completa con una petición formal a toda la Unión para el embargo de armas a Riad.
Un negocio en auge
Lejos de vislumbrar una solución sostenible en Siria y Yemen, la situación global parece enquistarse, lo que se traduce en un mercado de armas cada vez más floreciente. Las relaciones públicas de Riad no se han limitado a Croacia. También existen evidencias que colocan al Ministerio de Defensa de Serbia en unas reuniones en 2013. En aquel momento, Belgrado declinó la propuesta de negocio saudí alegando una creciente preocupación por el devenir de los acontecimientos en Siria. Sin embargo, esa postura cambió radicalmente sólo un año después, alegando los serbios una oportunidad de mercado en pos del interés económico nacional. El propio primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, se jactó de que su país podría ser capaz de quintuplicar la cantidad de armas que entonces producía. Según sus propias declaraciones, “por desgracia en algunas partes del mundo hay cada vez más guerra, y todo lo que produce esta industria se puede vender”. Por su parte, en Bosnia las fábricas trabajan a pleno rendimiento y con horas extra, obligando incluso a desestimar pedidos por falta de capacidad.
Ante estos obstáculos, Arabia Saudí ha realizado negocios con vendedores más pequeños para que el flujo de armas no se vea interrumpido.
El negocio florece, y cada vez más vendedores (hay pruebas de acuerdos de negocio en Ucrania, Bielorrusia e incluso Reino Unido) quieren formar parte de él.
También es negocio para otros países europeos
Sería demasiado ingenuo pensar que países occidentales no hayan cerrado jugosos tratos con clientes tan poderosos. Reino Unido, por ejemplo, exportó a Arabia Saudí material por valor de 3.300 millones de libras durante los doce meses posteriores al comienzo del conflicto yemení. Por su parte, Alemania, cuarto exportador de armas del mundo, exportó 3.500 millones de euros sólo en la primera mitad de 2015 a países de todo el mundo, entre los que se encuentran también los saudíes, Jordania y los Emiratos.
Mientras tanto, España mantiene su tradicional posición de fortaleza en el mercado mundial de exportación de armas e incluso las ha incrementado un 16% en 2015. En la actualidad, ocupa la séptima posición global con el 3% del mercado mundial, y entre 2011 y 2015 ha exportado armas, munición y logística a Arabia Saudí por valor de más de 1.100 millones de euros. No existen evidencias de que el material español se haya derivado a conflictos como el sirio o el yemení, pero ONG e institutos de monitorización de armas muestran su preocupación por que hayan podido utilizarse directamente en Yemen por parte de Riad. Amnistía Internacional, por ejemplo, demanda para este caso concreto “que el Gobierno (español) incluya en su informe anual los datos esenciales de la evaluación de riesgo de las operaciones […] e informe de las medidas cautelares”.
Papeles mojados
El comercio de armas está regulado en tres estadios interconectados: la propia legislación nacional de los países, la de la UE para los miembros de la Unión, y los tratados internacionales. No existen, como tales, mecanismos formales de castigo a los países que violen las leyes. Es más, actualmente no existe ninguna sanción al suministro de armas a la oposición siria, ‘bendecida’ por los Estados occidentales, con EE UU a la cabeza.
Bosnia, Bulgaria, Croacia, República Checa, Montenegro, Rumania, Serbia y Eslovaquia son firmantes del Tratado sobre el Comercio de Armas de la ONU, en vigor desde diciembre de 2014, y que tiene como uno de sus objetivos evitar y prevenir el tráfico ilícito y el desvío de armas.
Por otra parte, los miembros de la UE se rigen por la legislación propia del organismo europeo sobre exportación de armas, que establece una lista de requisitos para la compra-venta. En otros, se debe garantizar que el comprador respete los tratados sobre Derechos Humanos o que cumpla la no desviación del material vendido. Para ello se le exige un certificado al importador que garantice que las armas no se desviarán.
Bosnia y Montenegro no son miembros aún, pero aspiran a serlo y han modificado sus leyes ad hoc; Serbia aún no lo ha hecho, pero ha manifestado su intención.
Pero a pesar de estas garantías y de la supuesta importancia de la legislación, así como las evidencias sobre la desviación de las armas, todo indica que la ingente cantidad de dinero y los cada vez más fuertes incentivos del negocio son razones de sobra para seguir alimentando un negocio tan lucrativo. Mientras tanto, sigue vigente la paradoja que los refugiados son rechazados en países que inflaman los mismos conflictos de los que huyen.
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