Berseker: los sanguinarios guerreros vikingos que peleaban drogados en nombre de Odín
El cuerpo de élite más temible de esta ancestral cultura eran los combatientes más sanguinarios.
Abriéndose paso entre la niebla, el gigantesco barco vikingo, llamado drakkar, bordea las costas de un pequeño pueblo europeo. Antes de que la temible embarcación, coronada en su punta con la cabeza de un dragón con las fauces abiertas, arribe a su destino, 20 gigantescos hombres semidesnudos descienden de un salto al mar y se abren paso con espadas y escudos hasta la arena. Su aspecto es amenazante, con pieles de lobo u oso que cubren algunas partes de sus fornidos cuerpos. Algunos incluso ni siquiera van armados. En su expresión se adivinan las ansias por iniciar el combate y la ira que les produce ver que del otro lado el enemigo los espera.
Ellos son lo que en su cultura se conoce como berserker, guerreros de élite, los hombres más temidos y respetados dentro y fuera del campo de batalla.
Los fieros berserker son los primeros en entrar en combate. Rugen temibles consignas en contra de sus enemigos, quienes saben que están condenados ante la presencia de aquellos guerreros que vienen del norte del continente. El filo de las espadas los invasores atraviesa con furia la armadura y la carne de sus rivales. Aquellos que combaten sin armas, utilizan sus puños y piernas para repartir golpes que son tan letales como un escudo o mazo. Los berserker pelean como si estuvieran en un trance. Su única consigna es causar el mayor daño posible e infundir miedo entre sus enemigos. Vaya que lo hacían.
No sienten dolor ni miedo alguno. Combaten con un arrojo tan temerario que a veces llegan a asustar incluso a sus mismos compañeros, aquellos que no forman parte del grupo berserker, los que se abstienen de probar los hongos o la cerveza que estos guerreros ingieren antes de entrar en combate y que los hace volverse casi invencibles e inmunes al dolor. El trance en el que entran antes de saltar al campo de batalla se conoce como berserkgang. Cierta ocasión, uno de ellos combatió una hora entera con una lanza atravesada en su hombro. Aún así no parecía dar señales de debilidad; su espada desgarraba las entrañas de sus enemigos y el berserker no dejaba de clamar por Odín cada vez que asesinaba a una nueva víctima.
Poco a poco el campo de batalla se llena de sangre. Sólo uno de los berserker ha muerto, pero para él ha sido un honor. Pocos segundos antes de expirar tenía la certeza de que dentro de poco las valkirias irían por él para llevarlo a Asgard, la tierra de los dioses, donde se presentaría ante Odín y las puertas del Valhalla se le abrirían para encontrarse con otros compañeros muertos en batalla. Con ellos brindaría y combatiría a diario para prepararse ante la llegada del Ragnarok, la batalla final de los tiempos para defender a Odín.
Algunos berserker formaban parte de la guardia personal de los reyes o condes vikingos. Los protegían en sus viajes o en el encuentro con otro personaje importante para salvaguardar su integridad. Se cree que este cuerpo de temibles hombres vivía en lo profundo de los bosques pasando periodos prolongados en completo aislamiento y soportando los crueles inviernos del norte de Europa en un tipo de trance, que los hacía conectarse con los elementos y espíritus de la naturaleza. También ayunaban como una especie de práctica chamánica.
En este aislamiento, los berserker también tenían otro objetivo: emular los movimientos y la fuerza de dos animales a los cuales consideraban admirables, los osos y lobos. Estas especies eran una clase de tótem para ellos, buscaban impregnarse de su sabiduría y fortaleza para usarlas en la siguiente batalla. Cada vez que sus cuerpos entraban bajo los efectos de los hongos o la cerveza que bebían, literalmente sentían transformarse en los animales a los cuales admiraban.
La primera mención que se tiene de ellos proviene de un poema nórdico sobre el rey de Noruega, Harald Fairhair, que reinó desde 850 hasta 932. En el escrito se menciona a un grupo de guerreros que peleaban con pieles de animales bajo el comando de Harald. En dicho escrito se lee: «Los berserkers rugieron donde la batalla se desencadenó, los lobos paganos aullaron y las armas de hierro temblaron». Fueron personajes de otros textos épicos como La saga de Grettir: «... tales berserkers, tenían coberturas de lobo... y el hierro no las mordía; uno de ellos... comenzó a rugir y mordió el borde de su escudo... y gruñó viciosamente». En la saga de Volsung, un texto escrito alrededor del siglo VI a.C., se cuenta: «Iban sin armadura, iban tan locos como perros y lobos, mordieron sus escudos, fueron tan fuertes como osos o bueyes, mataron a todo el mundo y ni el fuego ni el hierro los mordieron; esto se llama ir desquiciado».
Fue en 1015 cuando este cuerpo de guerra comenzó su decadencia y se les trató como forajidos. La ley les prohibió participar en combates y se les desterró a lugares lejanos sin ningún tipo de reconocimiento social.
Ya fuera por su carácter natural o por estar en uno de los trances que los caracterizaban, los berserker eran los primeros en cometer violaciones en los poblados a los cuales los vikingos arribaban para saquear. El historiador danés, Saxo Grammaticus, escribió en su libro Gesta Danorum: «Tan extravagantes y desenfrenadas eran sus maneras que violaban a las mujeres e hijas de otros hombres. Tampoco se abstuvieron con las mujeres casadas ni con las vírgenes. La cámara nupcial de ningún hombre estaba a salvo; casi ningún lugar de la tierra estaba libre de las huellas de su lujuria».
En 1987, un médico llamado Armando Simon sugirió que los vikingos berserker padecían lo que él llamó el síndrome de la furia ciega y sugirió su inclusión en la lista de los desórdenes mentales. Dicho síndrome se caracteriza por una iracunda reacción ante una agresión física o verbal, amnesia durante el periodo de violencia, una fuerza física superior y una ira extrema hacia alguien o algo.
La teoría de Simon es sólo un método para tratar de comprender la rabia bajo la cual esta raza actuaba. Otra de las teorías dice que los berserker consumían hongos alucinógenos como la amanita muscaria o cerveza y pan de centeno contaminados con cornezuelo del centeno, un hongo que contiene altas dosis de ácido lisérgico, sustancia precursora del LSD.
https://culturacolectiva.com/historia/guerreros-vikingos-berserker-peleaban-en-nombre-de-odin/
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