RENACER CULTIRAL

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sábado, 29 de junio de 2019

Otras incidencias de la noche del golpe a Bosch y días posteriores.

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Publicado el: 22 junio, 2019
PRIMERA PARTE
En la edición del valioso suplemento cultural “Areito” de este periódico, correspondiente al sábado 8 de junio 2019, pág. 5, publicó el prolífico historiador Bernardo Vega el interesante artículo titulado “La noche en que Bosch renunció a la Presidencia” en el cual cita de forma pormenorizada la versión de al menos ocho documentos en los cuales se consigna la decisión del profesor Juan Bosch de presentar su renuncia ante el Congreso Nacional en la madrugada del 25 de septiembre de 1963, dada la negativa de la cúpula militar a su decisión de destituir al coronel Elías Wessin y Wessin a la sazón director del poderoso Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA).
Otro testimonio que hace referencia a lo ocurrido aquella fatídica noche y días posteriores al golpe y que puede incluirse en el riguroso repertorio documental presentado por el Lic. Vega, es el que ofreciera al Lic. Víctor Gómez Bergés el general Antonio Imbert Barreras en entrevista que le concediera el 14 de junio del año 2009. Las relevaciones de la misma las incluye el Dr. Gómez Bergés en su libro “Verdades Ocultas del Gobierno de Juan Bosch y de la Guerra de Abril”. Editores Asociados, 2011. Págs. 214-217.

Cito in extenso el testimonio del general Imbert: “Alrededor de las 12 de la noche el general Belisario Peguero, quien vivía frente a mi casa, se apersonó aquí y me llamó, me levanté, informándome la gravedad de lo que ocurría en eso momentos en el Palacio Nacional y me invitó a ir a ver al Presidente, cuando llegamos y entramos al despacho lo encuentro sentado en su escritorio, escribiendo algunas notas acompañado a distancia de los generales Viñas Román y Hungría Morel, ministro de las Fuerzas Armadas y jefe del Ejército y del coronel Calderón Fernández, jefe de los ayudantes militares.
Mi saludo fue: ¿Cómo se siente Presidente?, respondiéndome: los jefes militares no aceptan que yo destituya a Wessin y si yo como Presidente no puedo cancelar un coronel prefiero no seguir gobernando, repitiendo varias veces la misma expresión, a lo que le respondo: ¿Y porqué Ud. no convoca las Cámaras para mañana y se presenta y somete la destitución del coronel Wessin?, de esa manera estarán obligados a aceptar su decisión.
No hubo respuesta, quedó pensativo unos instantes revoloteando el lápiz entre los dedos. En su rostro enrojecido se podían leer sus pensamientos, lo decía todo con la mirada.
En ese instante, el general Hungría apoya sus manos sobre el escritorio presidencial, acerca su cabeza a la de Bosch inclinado en gesto de ruego y en tono humilde, casi arrodillado, le suplica: Presidente, por favor, reconsidere su decisión, su renuncia le va a hacer un gran daño al país, busquémosle a este problema una salida honorable para todos. El silencio presidencial invadió el ambiente, fue tan rígido con su larga mirada posada en mí.
Al observar que se mantenía firme en su decisión, como lo conocía, no insistí y opté por retirarme sin pronunciar palabra e ir a mi casa y volvía a acostarme.
Al salir de la casa de gobierno no vi un oficial de alto rango, todos estaban acuartelados en sus respectivos campamentos, sólo se percibía un ambiente que parecía sereno, como de control de la situación, era una calma tensa, que se reflejaba en los cansados rostros la mirada atenta de los militares de servicio en aquel centro de poder, reducido en esos momentos a cárcel del primer presidente constitucional libremente elegido después de la larga noche de la dictadura”.
Es, precisamente al general Imbert, en una inteligente decisión política encaminada a preservar su vida, a quien el profesor Bosch, pide la tarde del viernes 27 de septiembre que le acompañe hasta Point-a-Pitre, Guadalupe, donde iría expatriado por los militares golpistas, hecho que se produjo la noche del sábado 28 por el puerto de Sans Soucí en la fragata Mella, ocasión en la que Imbert designó como sus asistentes acompañantes a los coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó y Arturo Bordas Betances, de la Marina de Guerra, fungiendo como comandante de la nave el comodoro Moisés Eleodoro Puente Cordero (Lolito).
Don Juan iría acompañado de su fiel esposa doña Carmen, por lo que el general Imbert decidió que en la travesía fuera también su esposa de entonces doña Guarina Tessón, según confesara a Gómez Bergés.
Respecto a doña Carmen, la historia habrá de reconocer su gallardía y entereza al lado de su esposo en aquellos días aciagos para la patria. Un interesante artículo del periodista del Miami Herald Al Burt, titulado “Todavía soy Presidente”, que recoge en un valioso libro el destacado intelectual Cándido Gerón, describe los pormenores de su recia y consecuente actitud.
El jueves 26 de septiembre, doña Carmen decidió abandonar su casa, poniendo en riesgo su vida, y acogerse, como amiga, no como exiliada, a la protección de la Embajada de Chile. Temía que “su seguridad pudiera ser aprovechada para influir en su esposo”. (Cándido Gerón. Juan Bosch, el golpe de estado de 1963 y la revolución de abril de 1965. Editora Centenario, Santo Domingo, 2008. Pág. 166.).

En horas tempranas del viernes 27, doña Carmen recibe una llamada de un coronel en la que le informa que podría ver a su esposo ese día a las 9: 30 a.m., trasladándose sin demora a la sede del Palacio Nacional en un vehículo de la Embajada Chilena.
Fueron dos horas y media de larga e infructuosa espera, pues finalmente los golpistas le impidieron ver a su esposo. Al retornar a la Embajada, y a pesar de las reservas encontradas, doña Carmen logra comunicarse vía telefónica con don Juan a través de la central del Palacio. El periodista Burt tuvo acceso a aquella memorable conversación a través de una cinta magnetofónica, legando la misma a la posteridad, y que transcribimos íntegra del valioso texto de Gerón(Op. Cit, págs. 166 y 167):
Sra. De Bosch. – Comencé a caminar, alejarme de la casa y el oficial me dijo: “voy a disparar”. Le contesté “ dispare”.
Bosch. – ¿Te amenazó?
Sra. De Bosch. – Sí.
Bosch, exclamando, -¡Bueno, hombre…! ¡Qué bárbaro!
Sra. De Bosch. – Entonces le di la espalda.
Bosch. – ¡Qué valiente!
Sra. De Bosch. – Tendrá que dispararme por la espalda y me fui.
Bosch. – ¡Qué valiente!
Entonces la Sra. De Bosch le pidió un mensaje para el mundo y él le comunicó su negativa a reconocer al nuevo gobierno.
Sra. De Bosch. – Tus amigos, tu pueblo, todos reconocerán tus méritos, tu dignidad y tu democracia.
Sra. De Bosch. – Hasta luego.
Bosch. – Hasta luego, mi amor.

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