RENACER CULTIRAL

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Solo la cultura salva los pueblos.

lunes, 7 de octubre de 2019



ATILA, REY DE LOS HUNOS.

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Atila (llanuras danubianas, c. 395. - Valle de Tisza, 453) fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, tribu procedente probablemente de Asia, aunque sus orígenes exactos son desconocidos. Los hunos europeos pueden haber sido una rama occidental de los xiongnu, grupo protomongol o prototúrquico de tribus nómadas del noreste de China y del Asia Central. Estos pueblos lograron superar militarmente a sus rivales (muchos de ellos de refinada cultura y civilización) por su predisposición para la guerra, su asombrosa movilidad, gracias a sus pequeños y veloces caballos, y su extraordinaria habilidad con el arco.
Atila nació en torno al año 400. En cuanto a su infancia, la suposición de que a temprana edad era ya un jefe capaz y un avezado guerrero es razonable, pero no existe forma de constatarla. A la muerte de su padre, Atila se encuentra con su tío y decide acompañarlo para aprender el arte de la guerra. Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo, desde el 434 hasta su muerte en 453. Conocido en Occidente como El azote de Dios, sus posesiones se extendían desde la Europa Central hasta el mar Negro, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico.
Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos del Imperio romano, que en esta etapa final del mismo estaba dividido en dos: el Imperio Oriental, con capital en Constantinopla, hoy Estambul; y el Imperio Occidental, con capital en Rávena, puesto que Roma había dejado de ser el centro político del imperio. Atila invadió dos veces los Balcanes, estuvo a punto de tomar la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla.

Los hunos hostigaron arduamente al Imperio Romano de Oriente en un principio. Posteriormente, a partir del año 449, Atila comenzó a dirigirse a Occidente e invadió la Galia en el año 451. Un año más tarde penetró en el norte de Italia y estuvo a punto de provocar la caída del Imperio Romano. Fue la intervención del papa León I la que detuvo a Atila de continuar asesiando a cambio del pago de un tributo por parte de Roma.
Hacia 432, los hunos se unificaron bajo el rey Rua o Rugila. En 434 murió Rua, dejando a sus sobrinos Atila y Bleda, hijos de su hermano Mundzuk, al mando de todas las tribus hunas. En aquel momento los hunos se encontraban en plena negociación con los embajadores de Teodosio II acerca de la entrega de varias tribus renegadas que se habían refugiado en el seno del imperio de Oriente. Al año siguiente, Atila y Bleda tuvieron un encuentro con la legación imperial en Margus (actualmente Pozarevac) y, sentados todos en la grupa de los caballos a la manera huna, negociaron un tratado. Los romanos acordaron no sólo devolver las tribus fugitivas (que habían sido un auxilio más que bienvenido contra los vándalos), sino también duplicar el tributo anteriormente pagado por el imperio, de 350 libras romanas de oro (aproximadamente 115 kg), abrir los mercados a los comerciantes hunos y pagar un rescate de ocho sólidos por cada romano prisionero de los hunos. Éstos, satisfechos con el tratado, levantaron sus campamentos y partieron hacia el interior del continente, tal vez con el propósito de consolidar y fortalecer su imperio. Teodosio aprovechó esta oportunidad para reforzar los muros de Constantinopla, construyendo las primeras murallas marítimas de la ciudad, y para levantar líneas defensivas en la frontera a lo largo del Danubio.

No obstante, el emperador Marciano decidió dejar de pagar el tributo y el rey de los hunos planeaba volver al ataque. Sin embargo, no podría ejecutar su plan pues falleció en el año 453 durante su noche de bodas a causa de un ataque de apoplejía (aunque existen otras versiones que narran una muerte diferente). Las tribus hunas comenzaron a separarse y a perder la unión que Atila había forjado. En el año 454 fueron diezmadas por una plaga de peste y tras un ataque del ejército germánico el imperio, ahora dirigido por su hijo Elac, fue destruido. Los hunos se retiraron a la zona del Volga y no volvieron a ser una amenaza para Europa.
Para algunos historiadores Atila fue un símbolo de crueldad y destrucción, mientras que para otros fue un rey noble. Los hunos fueron un pueblo multiétnico y se cree que los húngaros proceden de ellos. Según diversos estudios, es posible que sean descendientes de dicho pueblo. De hecho, en Hungría el nombre de Atila es muy común.

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