Dos carteles para el Centenario de la Independencia Nacional (1944)
9 de mayo de 2016 - 6:00 am - 0
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Los dos carteles, puesto a circular para la conmemoración patria, se estamparon por proceso offset litográfico con formatos de 70 x 50 cm. (cartel de Báez) y 93 x 62 cm (cartel de Hausdorf), en la imprenta Galas de la ciudad de México
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Cuando hablamos del cartel, no aludimos a las bandas delincuenciales dedicadas al tráfico de estupefacientes y al sicariato. Estamos refiriéndonos al medio de comunicación visual que deriva su nombre de la expresión italiana cartello, que encarna literalmente la definición: “papel que se fija en un paraje público para hacer saber una cosa”. Conocido en lengua inglesa como poster, vocablo que también utilizamos, aunque con mayor frecuencia solemos emplear el calificativo de afiche, derivación de la expresión francesa afficher (fijar).
Medio de comunicación visual fundamental del escenario urbano, el cartel ha sido una de las formas más concluyentes para influir en nuestra sensibilidad óptica, para ejercitarla y malearla. Es imposible recorrer el espacio urbano o rural, por ejemplo, de cara a estas elecciones, sin advertir en nuestro recorrido, la enorme cantidad de afiches políticos participando de todo un sistema de signos que denotan la educación visual de nuestra sociedad.
Ya hace más de un siglo que el pintor Toulouse Lautrec, definió el cartel como: –“Un grito en la pared”. Grito que puede ser poderoso cuando un buen diseño lo destaca y mueve a su apreciación, o apenas convertirse en un bisbiseo, cuando su mediocridad gráfica lo hace desapercibido para el sujeto de la información.
Su muerte como medio de comunicación en la publicidad ha sido reiteradamente pregonada, dado la embestida de los nuevos medios de la era digital y el mundo contemporáneo. Pero al igual que algunas especies y virus, presentes en los conglomerados humanos, ha sabido adecuarse y perpetuarse.
El cartel como expresión gráfica y de comunicación visual, mantiene vigente buena parte de los principios reflejados en los antiguos carteles de Jules Chéret (1836-1932), al margen de la naturaleza política, cultural o comercial del mensaje comunicativo. Elementos como la simplicidad del diseño, gama cromática adecuada, texto sucinto y potente e imagen impactante, siempre estarán presente en todo gran cartel de cualquier época. Independientemente de los mensajes que formule, sean culturales, políticos o comerciales, dos lenguajes: el icónico y el literario, por lo general interactúan en su espacio formato con funciones esenciales de eficacia, accesibilidad y facilidad de comprensión, opciones que determinan buena parte de su diseño.
Antes del uso de sistemas o métodos de impresiones mecánicos seriales, se utilizaron como medios para el proceso de comunicación los bandos y pasquines. Siendo los primeros, cartelones con comunicados o escritos oficiales plasmados manualmente sobre una superficie (tela, madera o papel); estos eran fijados en plazas públicas, o mostrados por porta estandartes en villorrios y ciudades. Los pasquines, realizados en menor formato que los bandos, eran dibujos y escritos no impresos, “que a falta de periódicos eran fijados en los muros de la casa más céntrica de la ciudad, a la regocijada vista de todos”.1
Santo Domingo es la tercera ciudad de América que tuvo imprenta: después de México (1535), y de Lima (1583)2 , y es a partir del establecimiento de ésta (1600), que podemos hablar de una tecnología de reproducción serial, que posibilitara la evolución de los métodos comunicativos que facilitarían el ulterior nacimiento de un cartel dominicano.
La mecanización del escrito y el desarrollo gráfico experimentado, aumento la presencia del volante tipográfico, el cual, realizado sobre papel en diferentes formatos, posibilitaba la divulgación masiva de escritos impresos, derivados del desarrollo comercial y urbano de la época.
Lamentablemente no hay referencia histórica ni documental de impresos dominicanos con las características propias del cartel moderno, que puede situarse entre 1870 y 1900.
Las reseñas más antiguas mencionan el Real Decreto del 14 de febrero de 1810, dado en la Isla de León.Al final dice: “Santo Domingo, 17 de de julio de 1810. Guárdese, cúmplase y execútese lo que S.M: en la Real Orden que antecede y Real Decreto que la acompaña relativo al nombramiento de Diputado de América para las próximas Cortes extraordinarias y al efecto publíquese por bando e imprimase para que de ella se pase un ejemplar al Muy Ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad y se circulen los demás a todos los pueblos del Distrito.–Sanche.–(Juan Sánchez Ramírez) –Del Monte (José Joaquín) – En la Imprenta de la Capitanía General – “3. También se hace referencia a un cartel tipográfico impreso por las fuerzas de ocupación haitianas (1822), en las que se establecían una serie de ordenanzas a los ciudadanos dominicanos; y muchos años después, durante el período de ocupación de los Estados Unidos (1916), circuló un cartel de muy pobre diseño de la Cruz Roja Norteamericana, hecho entre 1916- 1918, impreso a full color por procedimiento litográfico en el país del norte.
Los dos primeros afiches dominicanos estructurados con todas las propiedades del cartel moderno, fueron los diseñados por los artistas: George Hausdorf (1894-1959) y Tuto Báez (1895-1960). Sus carteles fueron el resultado del concurso convocado por la dictadura trujillista para la “Conmemoración del Centenario de la Independencia Dominicana”, en el año 1944. Hausdorf, artista judío alemán, quien se encontraba exiliado en nuestro país huyendo de la persecución realizada por los nazis, resulto ganador del primer lugar. El segundo premio fue otorgado a Don Tuto Báez, pintor y fotógrafo montecristeño, quien fuera aventajado alumno de Arturo Grullón y Abelardo Rodríguez Urdaneta.
Los dos carteles, puesto a circular para la conmemoración patria, se estamparon por proceso offset litográfico con formatos de 70 x 50 cm. (cartel de Báez) y 93 x 62 cm (cartel de Hausdorf), en la imprenta Galas de la ciudad de México. Dos ejemplares se conservan en los archivos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, de donde obtuvimos sendas replicas en formato digital.
Diseñados sus originales manualmente, los dos carteles muestran en su composición la prevalencia de lo icónico sobre el elemento tipográfico, alcanzando ambos en su delineación un conjunto armónico y equilibrado con indiscutible influencia del Art Deco y Noveau, y en donde el oficio pictórico de ambos artistas queda evidenciado.
Referencias:
1- Caricatura y Dibujo en Santo Domingo.(Rodríguez Demorizi, Emilio) pág. 7
2- La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. (Rodríguez Demorizi; Emilio) pág. 17
3- La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. (Rodríguez Demorizi; Emilio) pág. 22
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