La olvidada Gran Paz de Montreal, el acuerdo único en América que puso fin a 100 años de guerras y del que quizás no has oído hablar
"La civilización española aplastó al indio, la civilización inglesa lo despreció y lo abandonó, la civilización francesa lo abrazó y lo valoró".
Esto escribió en el siglo XIX el historiador estadounidense Francis Parkman, autor de la monumental obra -de siete tomos- "Francia e Inglaterra en América del Norte".
Parkman se refirió al período entre aproximadamente 1530 y 1760 cuando Francia tuvo la mayor colonia europea en América del Norte, un territorio conocido como Nueva Francia, que luego sería cedida o perdida a los británicos y los españoles.
Gran parte de ese período se caracterizó por la violencia entre las potencias europeas y los aborígenes y por las cruentas guerras entre las distintas tribus, en particular entre los hurones, aliados de Francia, y los iroquois, aliados primero con los Países Bajos y luego con el Reino Unido.
Se las conoce como las "Guerras de los castores", ya que su principal motivación era monopolizar el comercio de piel de castor para su venta en Europa.
Algunos historiadores consideran que estos enfrentamientos, que duraron cerca de un siglo, fueron uno de los más sangrientos en la historia de América del Norte.
¿Qué hizo Francia para obtener el elogio de Francis Parkman? Le puso fin a las guerras, utilizando un recurso que ningún otro colonizador usó con los pueblos originarios que quiso conquistar: la diplomacia.
El gobernador de Nueva Francia, Louis-Hector de Callière, invitó a los líderes de las cerca de 40 naciones indígenas de América del Norte a reunirse en Montreal.
1.300 representantes indígenas se reunieron con Callière y el 4 de agosto de 1701 firmaron un documento que es considerado único: la Gran Paz de Montreal, que logró poner fin a casi 100 años de guerras étnicas y comerciales entre las tribus, y entre los indígenas y la potencia colonizadora.
Kondiaronk
Los pocos relatos históricos que sobrevivieron de la época cuentan que el acuerdo no hubiese sido posible sin la mediación del poderoso y carismático líder de los hurones, Kondiaronk.
Kondiaronk viajó a Montreal a pesar de saber que la ciudad estaba devastada por una epidemia de influenza (gripe).
El cacique sucumbió a la enfermedad pero a pesar de su grave estado de salud, el 1 de agosto de 1701 dio un discurso a favor del pacto que, según los historiadores, conmovió a los otros indígenas.
Al día siguiente falleció y los franceses le rindieron tributo con un funeral que según algunas versiones fue "tan impresionante como el de Frontenac", el exgobernador de Nueva Francia y antecesor de Callière, quien había fallecido tres años antes.
El. 4 de agosto de 1701, Francia y las "Primeras Naciones de América del Norte" firmaron la Gran Paz de Montreal, un documento sin precedente en la historia.
Olvidado
El acuerdo "marcó un hito en las relaciones franco-amerindias", según el museo de historia y arquitectura de Montreal, el Pointe-à-Calliére.
Sin embargo, muy pocos hoy saben que existió. ¿Por qué?
"A través de los siglos este importante evento fue olvidado y quedó ausente de nuestros libros de historia y nuestra memoria colectiva", explica el museo.
Justamente el Pointe-à-Calliére, fundado en 1992, fue el primero en conmemorar la Gran Paz de Montreal, incluyendo frente a su fachada grabados en cobre de algunos de los pictogramas extraídos del acuerdo de 1701.
Es que una de las cosas que más llaman la atención de este tratado es la manera en que lo firmaron los representantes de los pueblos originarios: usando las"marcas" de cada tribu (por lo general, dibujos de animales), como puede verse en las ilustraciones de esta nota.
Si bien el documento original se perdió, aún se conserva una copia.
Vuelta de página
La Gran Paz de Montreal marcó el comienzo de una nueva era en las relaciones entre Francia y los pueblos indígenas.
Los nativos acordaron dejar que el país europeo actuara como árbitro en casos de disputas tribales. Por su parte, Francia se comprometió a bajar el precio de las mercancías que le vendía a los aborígenes.
Los iroquois prometieron mantenerse neutrales en caso de conflicto entre las colonias francesas y británicas.
La Gran Paz de Montreal se respetó durante 16 años, hasta que volvieron algunos enfrentamientos tribales.
Sin embargo, el historiador francés Gilles Havard, quien escribió un libro sobre el acuerdo, asegura que "el Tratado aún es válido y efectivo hoy, y todavía es reconocido por las tribus de las Primeras Naciones que estuvieron involucradas".
Por su parte el Pointe-à-Calliére señala que tras la firma del documento se "consolidó la vasta red de alianzas entre los franceses y los amerindios, una red que se mantuvo hasta la conquista de Nueva Francia por los británicos en 1760".
¿Egoísta y paternalista?
Aunque la Gran Paz de Montreal es un ejemplo único de diplomacia entre un colonizador y pueblos originarios, no todos coinciden con la postura de Parkman de que esto demuestra que Francia "abrazó y valoró" a los indígenas.
En su blog "Canadian History", la local Carrie Gu sostiene que "la idea de una ´Gran Paz´ fue poco ética".
Para Gu la motivación de Francia fue "egoísta": "Para aumentar sus ganancias y su influencia económica los franceses decidieron firmar un tratado con todas las tribus aborígenes para que pudieran recibir pieles (de castor) a mayor escala", escribe.
"Esto fue inmoral", denuncia.
En tanto, en el texto del acuerdo, que fue transcrito por Gilles Havard en su libro "La Gran Paz de Montreal de 1701" puede leerse el discurso que dio el gobernador Callière a los representantes indígenas, que deja trascender la actitud paternalista del francés, que llama a los caciques "mis hijos".
"Si ocurriera que uno de mis hijos golpea a otro, el que fue atacado no debe vengarse (…) debe venir a buscarme para que yo pueda hacer justicia por él".
"Si quien ofendió se rehúsa a satisfacer de manera razonable, mis otros aliados y yo nos uniremos con quien fue ofendido para obligarlo, aunque no creo que esto ocurriría debido a la obediencia que me deben mis hijos", señaló, sobre su rol como árbitro.
En el documento, la mayoría de los caciques que firmaron llaman a Callière "Padre".
En tanto, algunos descendientes de las tribus originarias de América del Norte también son críticos del pacto.
"La Gran Paz de Montreal (…) es el tratado que estableció los derechos del invasor de vivir aquí", sentencia en el Mohawk Nation News una vocera de ese pueblo, que históricamente se enfrentó con los colonizadores franceses.
Aunque en una cosa sí está de acuerdo con quienes elogian el acuerdo: "La historia de Canadá lo omite", afirma.
Conmemoración
A pesar de ello, sí ha habido esfuerzos en los últimos años para reparar este olvido histórico.
En 2001, al cumplirse los 300 años desde la firma del tratado, la ciudad de Montreal renombró en honor a este pacto una porción de la plaza D´Youville, en la ciudad vieja, donde se erige un obelisco que recuerda a los fundadores del lugar.
El nuevo sitio se llamó Place de la Grande-Paix-de-Montrèal y marca el lugar donde se firmó el acuerdo de 1701.
En tanto, en 2014 el Pointe-à-Calliére adquirió la obra "1701. La Gran Paz de Montreal", del artista Nicolas Sollogoup, que ahora forma parte de su muestra permanente.
El gigante vitral, formado por 16 paneles de 6 metros de largo y 1,5 metros de alto, ilustra el momento de la firma de la histórica -aunque bastante desconocida- "Gran Paz", y seguramente sirva para rescatar del olvido ese evento único.
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