La Reina Semíramis
“La naturaleza me dio forma de mujer. Mis hazañas han superado las de los hombres más valientes. Goberné el imperio de Nino, que se extendía por el este hasta el río Hyhanam, por el sur hasta la tierra del incienso y la mirra, y por el norte hasta el país de los escitas y los sogdianos. Antes de mí, ningún asirio había visto el gran mar. Yo vi con mis propios ojos cuatro mares, y sus riberas reconocieron mi poder. Obligué a ríos poderosos a fluir según mi voluntad, y llevé sus aguas para que fertilizaran tierras que antes habían sido yermas y desiertas. Erigí torres inexpugnables; construí carreteras en caminos no hollados hasta entonces excepto por las bestias de los bosques; y en medio de estas grandes obras encontré tiempo para el placer y la amistad.”
El nombre se Semíramis, reina de Asiria, pertenece a los gloriosos días de Nínive y Babilonia. Los estudiosos no se ponen de acuerdo con respecto a la época de su reinado. Algunos incluso expresan dudas con respecto a su existencia, y sostienen que su historia fue una leyenda. Si lo es, está tan entretejida con episodios históricos que su figura merece ser rescatada.
El relato recogido por Diodoro de Sicilia cuenta que nació en Ascalon, hija de la diosa Dereeto y de un bellísimo joven asirio. Abandonada por su madre, fue alimentada por palomas en el desierto, y estaba a punto de cumplir un año cuando un pastor llamado Simmas la encontró y la adoptó. Él fue quien le dio el nombre de Semíramis.
Al crecer se convirtió en una joven de gran belleza, dotada de una inteligencia poco común. Menones, gobernador de Nínive, la conoció durante el transcurso de un viaje y, cautivado de inmediato, se casó con ella. Semíramis ejercía una enorme influencia sobre su esposo, cuyo mayor afán era complacerla. Él apreciaba tanto su opinión que le pedía consejo en todas las cuestiones.
La misma leyenda hace reinar por entonces a Nino, que había subyugado a casi todas las naciones de Asia. A él se atribuye la fundación de la ciudad de Nínive, a orillas del Tigris, si bien algunas versiones mencionan como fundador a su padre Nimrod, quedando para Nino la labor de terminarla y embellecerla.
Semíramis ha sido tema de inspiración para grandes pintores. El cuadro que encabeza el texto, obra de Mengs, representa a la reina recibiendo la noticia de la revuelta en Babilonia. Este segundo cuadro es de Christian Köhler y lleva por título "Semíramis".
Nino decidió marchar contra los bactrios, que aún se resistían su poder, y logró capturar todas las ciudades excepto la capital. Mientras la sitiaba, Menones, que permanecía a su lado como uno de sus principales consejeros, hizo llamar a su esposa. Ella acudió vestida de un modo tan peculiar que nadie podía adivinar si se trataba de un hombre o de una mujer, un estilo que se impondría posteriormente entre medos y persas. Apenas llegar, Semíramis se percató de que el ataque estaba dirigido principalmente contra la parte de la ciudad que ocupaba la llanura, y no contra la ciudadela, debido a lo cual las fortificaciones allí estaban menos vigiladas. Eso le dio la idea de seleccionar a un grupo de hombres que fueran buenos escaladores y conducirlos personalmente al ataque de la ciudadela. La ofensiva fue un éxito, y los bactrios, al ver que la ciudadela había sido ocupada, flaquearon en su resistencia hasta que finalmente la ciudad fue conquistada.
El rey Nino quedó tan admirado con el coraje de esta mujer que decidió convertirla en su esposa. Para ello ofreció a Menones a su propia hija a cambio de Semíramis. Pero el marido no deseaba renunciar a quien le resultaba tan preciada, y el monarca empleó entonces un procedimiento mucho más duro: amenazó con sacar los ojos a su consejero si no le cedía a su mujer. Menones, desesperado, se ahorcó, y de ese modo Nino pudo casarse con la viuda.
Según algunas versiones, el rey falleció al cabo de 52 años de reinado, dejando como regente a Semíramis durante la menor edad de su hijo Ninyas. Hay una historia que cuenta cómo al resultar Nino fatalmente herido por una flecha, Semíramis se disfrazó para hacerse pasar por su hijo y engañó al ejército haciéndole seguir sus instrucciones mientras creían estar siguiendo las de Ninyas.
Semíramis - Matteo Rosselli
Otras fuentes mencionan que Nino, a petición de su esposa, le concedió el gobierno de su imperio durante cinco días. La joven reina aparecía sentada sobre el trono real con el sello en el dedo, y todas las provincias estaban obligadas a rendirle pleitesía y obedecer sus decretos. Pero Semíramis, obtenido su propósito, utilizó su poder para encarcelar a su esposo y hacer que fuera condenado a muerte. Luego se declaró su sucesora y reinó en solitario durante el resto de su vida. Eso sí, la reina habría erigido para él una fabulosa tumba, adornándola con estatuas de oro macizo.
La reina inmortalizó su nombre construyendo maravillosos monumentos en los que hacía inscribir alabanzas hacia su persona, y llevando a cabo complicadas empresas. Decidida a sobrepasar la fama de Nino, se dice que embelleció Babilonia, una labor en la que emplearía a dos millones de trabajadores. También se afirma que hizo erigir otras ciudades a orillas del Tigris y el Éufrates. Construyó enormes acueductos, conectó ciudades mediante carreteras, extendió el imperio con nuevas conquistas y marchó al frente de un gran ejército contra Media. Allí, junto a la ciudad de Chauon, hijo un jardín en medio del cual, sobre una gran roca, construyó un espléndido palacio en el que residió mucho tiempo.
Semíramis siempre estaba alerta y mostraba gran valor. Se cuenta que una mañana, mientras se estaba preparando recién levantada del lecho, fueron a decirle que había estallado una revuelta. Inmediatamente salió corriendo a medio vestir, con la cabellera colgando despeinada y se enfrentó a los rebeldes. Su presencia y elocuencia pronto apaciguaron los ánimos, y una vez recuperada la calma en la ciudad, regresó a sus aposentos y terminó de acicalarse.
Como curiosidades, se le atribuye la invención del cinturón de castidad, cuyo objetivo habría sido impedir que las servidoras de palacio sedujeran a su hijo, y el historiador romano Amiano Marcelina afirma que Semíramis fue la primera persona en castrar a un hombre convirtiéndolo en eunuco.
Semíramis recibe noticias de la revuelta en Babilonia - Adriaen Backer
Uno de sus proyectos fue someter a la India, algo en lo que empleó dos años. Como el enemigo era célebre por el gran número de elefantes que empleaban en batalla, y que se consideraban prácticamente invencibles, la reina ideó una estratagema: ordenó que se cubrieran cien mil camellos con pieles de bueyes negros imitando elefantes, y que cada guerrero montara un animal. Hizo construir dos mil barcos para cruzar el Indo, unas naves que después deshacía, transportando los pedazos a lomos de los camellos mientras viajaba por tierra.
Estabrobates habían reunido un gran ejército para salirle al encuentro. Cuando Semíramis se aproximaba a su reino, le envió mensajeros a preguntarle quién era quien así invadía su reino y por qué le hacía la guerra. La reina respondió altivamente:
—Id a vuestro rey y decidle que yo misma le informaré de quién soy y por qué he venido hasta aquí.
En el primer combate Semíramis resultó victoriosa e hizo cien mil prisioneros. Pero el rey de los indos, fingiendo huir, atrajo en su persecución al ejército enemigo. La reina, con sus elefantes de atrezzo, persiguió a los soldados que se batían en retirada. Al principio la estratagema funcionó y logró engañarlos con los falsos elefantes, pero Estabrobates descubrió la añagaza, dio la vuelta y atacó a Semíramis con los suyos verdaderos. Puso a su ejército en fuga y ella misma resultó herida por una flecha y una jabalina lanzadas por el rey de la India, montado sobre el mayor de los elefantes.
Semíramis y lo que quedaba de su ejército cruzaron precipitadamente el Indo. Como Estabrobates había sido advertido por augures sobre la conveniencia de no cruzar el río, en lugar de perseguirla se firmó la paz y se procedió al intercambio de prisioneros. La reina regresaba a Asiria con tan solo un tercio de los hombres que la habían acompañado en la expedición.
Semíramis recibe noticia de la insurrección en Babilonia - Guercino
Cuando alcanzó las fronteras de su reino, recibió la inquietante noticia de que su hijo conspiraba contra ella. Y resulta que un oráculo en el templo de Júpiter Amón había vaticinado que cuando su hijo conspirara en su contra, Semíramis desaparecería de la vista de los mortales y sería recibida entre los inmortales. La reina comprendió que había llegado su hora, y, antes que desafiar al destino y dirigirse contra Ninyas, prefirió abdicar. Dicen que después de eso se quitó la vida, cumpliendo así la voluntad de los dioses expresada en el oráculo. Tenía 62 años, y había reinado durante 42. Las leyendas pretenden que se convirtió en paloma, y que salió de palacio volando en compañía de una bandada. Desde entonces los asirios consideraron inmortal a Semíramis, y la paloma era un animal sagrado.
Aquellos que suponen que su existencia es tan solo una leyenda, afirman que nació en los poemas que cantaban los juglares medos y persas. Los asirios adoraban a una divinidad femenina que era al mismo tiempo diosa de la guerra y del amor. Las palomas eran los animales a ella consagrados, y en los templos había estatuas de esta diosa con una paloma de oro en la cabeza. Se la invocaba con el nombre de Semíramis, que significaba “alto nombre”. De acuerdo con esta teoría, los poetas habrían cambiado a la diosa por una heroína, y no al revés.
Es difícil decidir si Semíramis fue leyenda o realidad, pero lo cierto es que la mayoría de los historiadores especialistas en Asiria y Babilonia conceden a la reina un lugar preponderante entre los personajes históricos, remontando su reinado al siglo IX a. C. De acuerdo con estas doctas opiniones, primero habría existido la mujer, que pasaría después a ser divinizada. Sus hazañas, al menos en parte, son legendarias, pero existió una reina asiria llamada Shammuramat (Semíramis), esposa de Shamshi-Adad V, y a la muerte de su esposo fue regente en nombre de su hijo. Sus victoriosas campañas militares, y el hecho poco común de que fuera una mujer quien gobernara tan vasto imperio, hizo surgir en torno a su nombre el encantador adorno de mil leyendas.
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