Wed, 20 Apr 2011 15:04:00
Comando la Vega en la revolución de abril
La solidaridad del pueblo de La Vega fue total con su comando, al punto de que personalidades conservadoras ajenas a la revolución como Don Pedro Rivera, se ocupaba de que no nos faltaran alimentos ni combustibles
El glorioso Comando La Vega cuyos miembros venían trabajando desde el mismo día del golpe de Estado por el restablecimiento de la Constitucionalidad y el retorno del profesor Bosch a la presidencia, se formó el 24 de Abril de 1965 dentro del campamento 16 de Agosto, fuente de la rebelión armada donde habíamos ingresado inmediatamente después de escuchar el llamado del Dr. Peña Gómez para que el pueblo se lanzara a las calles.
Sus comandantes fueron: Domingo de La Mota y Rafael Gamundi Cordero, con un Estado Mayor compuesto por Don Pablo de La Mota, Amor Díaz, Cuquito Fernández y Arturo Mesa Beltré, quien siendo del Sur y del 1J4 se había incorporado a la sociedad vegana y al PRD con entrega sin límites. Otros, como Motica, se hicieron famosos por su valor en la contienda, todos los demás se distinguieron por su disciplina, coraje y valor.
La solidaridad del pueblo de La Vega fue total con su comando, al punto de que personalidades conservadoras ajenas a la revolución como Don Pedro Rivera, se ocupaba de que no nos faltaran alimentos ni combustibles, mientras otros nos enviaban medicinas, cartas e informaciones que fortalecían nuestro espíritu.
Al anochecer del 24 de Abril, el coronel Hernando Ramírez, considerando vulnerable el campamento ante un ataque aéreo como el que había amenazado desatar el presidente de facto Donald Read Cabral, ordenó el traslado de las tropas regulares, nuestro comando y todo el material bélico disponible hacia el kilómetro 6 ½ que ofrecía mejores condiciones para resistir la agresión.
Tan pronto llegamos al campamento citado, se hizo contacto con los demás cuarteles militares en la República, cuyos jefes expresaban con alegría su adhesión al movimiento constitucionalista, excepto San Isidro y la Policía Nacional.
Alrededor de la una de la madrugada, el Comandante Domingo de la Mota, me trajo instrucciones, para que redactara un breve comunicado que las Fuerzas Armadas dirigirían al país y que sería leído por el Coronel Emilio Ludovino Fernández (Milito).
Antes del amanecer avanzamos hacia el interior de la ciudad, iniciando el proceso de desarmar los pequeños cuarteles policiales encontrados en el camino hacia Radio Santo Domingo, que había sido recuperada por las fuerzas leales a la revolución y desde donde informaríamos al pueblo vegano sobre la situación, así como llamarlo a la lucha activa como hacían otras reconocidas personalidades con sus respectivos pueblos y familiares.
A continuación, junto al coronel Álvarez Holguín y Juan María Lora Fernández, ambos veganos, nos dirigimos al Palacio Nacional el cual rodeamos mientras las tropas regulares operaban en su interior y apresaban a los triunviros Donal Read Cabral y Cáceres Troncoso.
Del 25 hasta el 26 al atardecer prestamos servicios en el Palacio Nacional, donde se nos unió Barón Suero Cedeño, bravo combatiente natural del Este de la República. En el atardecer del 26 hasta todo el día 27 nos mantuvimos luchando en la batalla del puente, enfrentando la pretensión de las tropas del CEFA de entrar con sus tanques a la ciudad. Allí se nos unieron el vegano Persia Herrera y José Mariano Peña dirigente agrario del PRD nativo de Santo Domingo de Guzmán, participando valientemente, bajo el mando del Comando La Vega, en los sangrientos enfrentamientos que se suscitaron.
Al amanecer del 28 de abril, supimos que los yankis estaban desembarcando tropas y formando un cordón militar, que separaba a la populosa zona norte de la capital, de Ciudad Nueva, donde funcionaba el Estado Mayor del ejército revolucionario.
Entonces, a pesar de que la prensa anunciaba el fin de la lucha por el asilamiento del Dr. Molina Ureña, presidente provisional de la República, el comandante de La Mota me sugirió que avanzáramos hacia el norte, donde había armas en manos de la población civil y la lucha continuaría, lo que hicimos inmediatamente antes de que se cerrara por completo el cerco.
Ya en la zona norte, compartiendo el Comando Cucaracha 20 con Don Niño Cruz y Juan Miguel García, donde nos habían conducido Don Miguel Ángel De Camps y Pepito Bosch, participamos junto al Comando de Villa Juana en la batalla de la fábrica de clavos donde hicimos prisioneros y obtuvimos 60 granadas, armas y buena cantidad de municiones. Después participamos en la batalla del cementerio y en numerosas refriegas contra las tropas del coronel Pérez y Pérez en la sangrienta y criminal operación limpieza.
Fuimos los últimos en abandonar la zona Norte y entrar a Ciudad Nueva, porque teníamos instrucciones del Coronel Caamaño, de mantenernos firmes allí, en la esperanza de poder suministrarnos en algún momento,los elementos necesarios para reiniciar los combates en la zona, lo que no se logró.
En Ciudad Nueva ocupamos el liceo Salomé Ureña, donde se alojaron decenas de veganos que huían de la represión y venían a incorporarse a la lucha. Establecimos contacto y acción permanente con el Comando G2 que dirigía el mayor Claudio Caamaño, así como con el Comando de Seguridad cuyo titular fue Diego Guerra, donde también eran comandantes Mundito Espinal y Napoleón Núñez con quien coordinamos y enfrentamos a los asaltantes que penetraban por el muelle.
Tras firmarse la paz, en septiembre del mismo año, regresamos a nuestro pueblo donde se nos rindió homenaje en medio de una multitudinaria manifestación en el parque Duarte. Ciudadanos de todas las clases sociales nos aplaudieron delirantemente en reconocimiento a los esfuerzos y sacrificios hechos en pro de lograr el retorno a la constitucionalidad sin elecciones y a Juan Bosch presidente.
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