51 años después de la masacre del 9 de febrero de 1966 ¡no a la impunidad!
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Bajo un brillante sol caribeño, aquella mañana de primavera, del 9 de febrero de 1966, frente al Palacio Nacional, fueron asesinados y heridos varios estudiantes por reclamar del gobierno provisional que presidia el Lic. Héctor García Godoy, una respuesta positiva respeto a la solicitud de reconocimiento gubernamental del Movimiento Renovador Universitario (MRU).
El reconocimiento en cuestión implicaba la entrega de los fondos correspondientes a las asignaciones presupuestarias dejadas de entregar en los meses de vigencia del MRU, fraguado en el proceso revolucionario constitucionalista y patriótico de la Guerra de abril de 1965.
Portando la Bandera Nacional y sus útiles de estudio (mochilas, lápices y cuadernos), los estudiantes conducidos por la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) y las asociaciones estudiantiles de los liceos públicos encabezadas por la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) y la Juventud Social Cristiana (JRC) marcharon desde muy temprano de la mañana desde sus respectivos liceos rumbo al palacio de gobierno.
Cerca de las 10 de la mañana alrededor de 1000 estudiantes se encontraban concentrados frente a la puerta de la sede de gobierno ubicada en la intercepción de las calles Dr. Báez y Moisés García.
Voces de jóvenes estudiantes con sus manos en alto y aferrados a las banderas lanzaban consignas de apoyo al Movimiento Renovador Universitario (MRU), al tiempo que demandaban los fondos presupuestales para la UASD.
Como medidas de seguridad, ante los febriles manifestantes, varios policías y guardias presidenciales se apostaron detrás de la verja en posición agresiva apuntando sus fusiles y ametralladoras contra los estudiantes.
Cerca del Palacio, patrullas de soldados invasores, pertenecientes a la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), se observaban en Jeep pertrechados de cañones y ametralladoras de altos calibres.
Se recuerda que la FIP fue un engendro creado por Organización de Estados Americanos (OEA), obedeciendo órdenes del gobierno de los Estados Unidos de América, luego de ocupar militarmente el país, el 28 de abril de 1965, para impedir el triunfo de la Revolución Constitucionalista.
Entre consignas y arengas improvisadas de fervientes oradores los dirigentes de la FED, liderados por Amín Abel Hasbun, escogieron una comisión con el encargo de entrevistarse con el presidente Godoy. Los escogidos fueron: Amín Abel Hasbun, Secretario General de la (FED-Fragua), Carlos Dores Cabral (Fragua), Diomedes Mercedes (Fragua) Romeo Llinaz, (BRUC), José Sosa Valentín, (Fragua), Carlos Amiama (Fragua), Pedro Díaz (UER) Jimmy Sierra (JRC), Barón Suero (JRC), Gustavo González (JRC), Juan Vargas (UER), Otto Pichirilo (UER), Jacobo Valdez (BRUC) y Arístides Martínez (Fragua).
El Presidente ausente
En el Palacio de Gobierno los comisionados son recibidos por el Secretario de Estado de la Presidencia, doctor Jaime Manuel Fernández quien les comunica que el mandatario no se encontraba en la sede presidencial pero que estaba en disposición de recibirlos en su residencia a las 3:00 P.M. Propuesta que fue rechazada por la comitiva que decide esperar al mandatario sentados en la escalinata del Palacio Presidencial, posición que les permitía observar lo que ocurría en la manifestación.
Mientras los comisionados gestionaban la entrevista con el mandatario deciden designar al Bachiller Romeo Llinas para que bajara a informar a los manifestantes los pormenores de su gestión.
Subido en el borde de una verja, ubicada en la intersección Dr. Báez con Moisés García, desde donde LLinaz se disponía dirigirse a la multitud, fue bajado violentamente por un agente policial, provocando la reacción inmediata de decenas de estudiantes que se abalanzaron contra el policía en solidaridad con su compañero.
Mientras esto ocurría otro grupo de estudiantes incendiaron una bandera de los EEUU a grito de ¡Go Home Yanquis! Fue en este instante que se escuchó la voz de un oficial policial ordenar ¡Fuego! A partir de esa orden solo se escucho el ruido aterrador de las ametralladoras y fusiles que apuntaban sus cañones contra indefensos estudiantes.
Sangre y pólvora se unieron en una atmosfera irrespirable.
Al término de la balacera, que duro por más de 5 minutos, solo se escuchaban los gritos y quejidos de los heridos tirados en el asfalto y rodeados de sus únicas armas: cuadernos, lápices, mochilas y banderas. Mientras otros despavoridos corrían por las calles aledañas gritando ¡Asesinos! ¡Asesinos! ¡Go Home Yanquis!
Héroes y mártires
La acción dantesca dejo un balance de cuatro estudiantes muertos: Antonio Santos Méndez, estudiante de Química Superior de la UASD, de 22 años, Miguel Tolentino, Luis Jiménez Mella, de 18 años y Amelia Ricart Calventi.
Amelia, de apenas 15 años, era estudiante del Instituto de Señoritas Salome Ureña, su columna vertebral fue impactada por una bala que finalmente le arranco la vida, tras ser sometida a una cirugía en los EEUU.
Brunilda Amaral, estudiante del mismo instituto también fue herida de bala en la columna vertebral, sometida a varias cirugías pudo salvar su vida igual que Antonio Pérez (Tony).
Otros de los que recibieron heridas de consideración fueron: José Ramón Casimiro, Griselda Zorrilla, Miguel Núñez, Juan Castro, José María de la Cruz, Ernesto Caamaño y Víctor Ramírez. Y entre los lesionados de heridas menores estaban: Jaime Tomas Estrella, Ciprian de Jesús Báez, Modesto Guzmán Castro, José Javier Solís, Vinicio García, José Zabala, Roberto Ramírez y Evita Germán. La mayoría de los heridos fueron atendidos en el hospital Padre Billini y en la Clínica Abel González.
Reacción Popular
La reacción popular a la masacre no estuvo espera. La comunidad educativa, religiosa, política y sindical repudio con energía la sangrienta embestida contra los estudiantes.
Ese mismo día, en horas de la tarde, se presentaron al Palacio de Gobierno el Padre Sergio Figuereo acompañado de los estudiantes Héctor Manuel Valdez, Ramón Alburquerque y Rafael Alcántara a manifestarle al mandatario su rechazo al hecho de sangre en un gesto de solidaridad con la causa enarbolada por los manifestantes.
De la misma manera, cientos de ciudadanos de todos los estratos sociales visitaron los hospitales y clínicas para conocer el estado de los heridos y darles apoyo a sus familiares. La comunidad política y sindical llamo a una huelga general en repudio a la masacre, el cumplimiento de las demandas de los universitarios y la salida de las tropas de ocupación de los planteles y del territorio nacional.
El Rector de la UASD, Andrés María Aybar Nicolás, el mismo día del hecho de sangre suspendió las labores académicas del día, al tiempo de declarar tres días de duelo oficial ante el infausto acontecimiento que enlutaba a la comunidad académica y estudiantil. En solidaridad con la causa de los estudiantes, los docentes de la Universidad Católica Madre y Maestra, de Santiago abandonaron las aulas. Situación semejante ocurrió en las escuelas públicas y colegios privados al tiempo de exhibir a media asta la Bandera Nacional en demostración de duelo.
Una huelga general fue convocada sin tiempo definido, siendo levantada a los siete días dejando un luctuoso balance de varios muertos y heridos, entre ellos tres agentes policiales. Durante esos días febriles, las tropas de ocupación fueron emboscadas por ex combatientes de la revolución que les propinaron tres bajas
En honor a los caídos, el 9 de febrero de 1966, los sobrevivientes de la masacre durante 51 años han mantenido viva la memoria de ese sangriento acontecimiento bajo la consigna de que jamás se repita.
Cada aniversario, los sobrevivientes organizados en la Fundación Héroes y Mártires de la Masacre del 9 de febrero de 1966, conmemoran la fecha con diversos actos en honor a los mártires estudiantiles. En ese contexto, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), coloca a media asta la Bandera Nacional, en señal de duelo, en una ceremonia encabezada por el rector, vicerrectores, académicos, funcionarios, estudiantes y empleados.
En memoria de los mártires del 9 de febrero, el Congreso Nacional, declaro esa fecha, Día de la Solidaridad Estudiantil.
Entre los ex dirigentes estudiantiles, sobrevivientes de la masacre están: Brunilda Amaral y Tony Pérez, ejemplos de dignidad y patriotismo, Juan Vargas, Marino Santana, Porfirio García, Ex rector de la UASD, los periodistas, Rafael G. Santana, José-Chino-Bujosa Mieses, Carlos Nina Gómez, Hugo Isalguez, Lázaro García, Tony Raful, Sagrada Bujosa, Iván Rodríguez, Emna Bujosa, Leonardo Mercedes, José Sosa Valentín. Oscar Mejía, Felicita Heredia, Benito Fernández, Milvio Pérez, Jimmy Sierra, Ramón Mella, Faruk Miguel Castillo, Radhames de Armas, Fidel Soto Guillermo Ricart Calventi, Julio Cesar Rodríguez, Eva Germán, Luis M. Fernández, Sotero Vásquez, Johnny Weber, Teresita Espaillat, entre otros.
En memoria de Amelia Ricart Calventi, la UASD creó el Liceo Experimental que lleva su nombre y que ofrece la población estudiantil del nivel medio en formación en armonía con los más avanzados criterios y principios sociales, dentro de las normas generales del sistema educativo dominicano, según explica el destacado académico Jacobo Moquete de la Rosa en su libro: Demanda y Masacre del 9 de Febrero de 1966.
A más de cinco décadas de esta masacre que dejo sin vida a cuatro estudiantes y cicatrices imborrables a 17, la justicia no se ha hecho sentir evidenciando la impunidad reinante.
Hoy que el pueblo se empodera de la lucha contra la impunidad debemos todos exigir la justicia negada y solicitar la creación de una Comisión de la Verdad que inicie un proceso investigativo que conduzca a los culpables de estos crímenes a los tribunales del país.
La Fundación de los Héroes y Mártires de la Masacre del 9 de febrero debe levantar bien en alto esta bandera justiciera, junto a todos los familiares de las víctimas, para ponerle fin a la maldita impunidad que vienen reinando en el país desde los tiempos de Cristóbal Colon.
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