La Flota Española de 1715: Historia de un Expolio (Primera Parte)
El año pasado escribí en este mismo blog una serie de artículos sobre el expolio arqueológico y sobre la importancia de la conservación del patrimonio arqueológico; hoy voy a volver a retomar ese tema, gracias a la historia de una de las últimas flotas cargadas de tesoros que surcaron el Caribe de vuelta a España hacia el año 1715, y que por causa de un terrible huracán jamás llegaron a puerto llevándose al fondo marino una fortuna de inmenso valor económico, y de incalculable valor histórico y arqueológico; y por supuesto las almas de los pobres marinos que formaban las tripulaciones de los navíos.
Las preguntas, naturalmente surgen en nuestra mente: ¿cómo eran estas personas? ¿Qué pensaban y qué soñaban? ¿Qué les gustaba y qué les disgustaba? ¿Cómo era su mundo? Para responder estas preguntas, los arqueólogos tenemos que analizar los artefactos que esa gente ha dejado a su paso. En el contexto de la historia marítima, esto significa analizar los restos de los barcos que nunca regresaron a sus países, aquellos que se perdieron en tormentas bravísimas o a manos de enemigos implacables.
La mención de galeones españoles, cargados con tesoros, trae a la memoria imágenes de grandes barcos, deslizándose sin esfuerzo a través de mares peligrosos, con sus velas alzándose sobre grandes olas movidas por el viento, y su popa subiendo y bajando con cada ola. Crea un sentimiento de nostalgia, porque el romance y la aventura se asocian con una forma de vida irremediablemente perdida en el pasado. Ni siquiera los barcos modernos más impresionantes pueden generar el mismo sentimiento de asombro que los galeones despiertan en los corazones de los observadores aún casuales. Es que son representantes de una época en la que el mundo aún no había sido explorado y en la que cada viaje era un descubrimiento acompañado por una mezcla extraña de peligro y excitación.
Como todas las historias ésta tiene un principio, y como arqueólogo voy a empezar por situaros en el marco histórico correcto. España consiguió su status como la nación más poderosa en Europa después del viaje de Colón en 1492. El Nuevo Mundo proporcionó la riqueza necesaria para obtener y mantener esta posición durante más de un siglo.
Durante este tiempo, España estableció rutas mundiales para el comercio con puertos desde Manila a Perú y en todas las islas del Caribe. Sin embargo, este poderío no se produjo gratuitamente, ya que la flota española fue el blanco favorito de naciones hostiles y de los corsarios que ellas engendraron. El control de España sobre el Caribe fue un área de contención para las otras naciones europeas, y las guerras que se produjeron como consecuencia del mismo crearon una demanda financiera enorme, dependiente del flujo de oro y plata originado en el Nuevo Mundo.
A pesar de que se despachaban galeones con armas acompañando cada flota que contenía algún tesoro, España no podía esperar que su control sobre esta región se mantuviera por mucho tiempo. Las demandas financieras fueron demasiadas y la pérdida de varias flotas debido a tormentas y guerras finalmente dejó su impacto. El Tratado de Utrecht en 1713 marcó el fin de la última batalla, la Guerra de Sucesión Española, y también el del control exclusivo de España en la región del Caribe.
Aquí es cuando el relato de una flota con tesoros, la Flota Española de 1715 con el cargamento de plata, comienza verdaderamente. Por medio del Tratado de Utrecht, Felipe V fue reconocido como Rey de España por las otras potencias europeas. Aún cuando el tratado terminó formalmente con las hostilidades, el pasaje del Nuevo Mundo a España seguía siendo traicionero, justificando así la precaución de enviar galeones con armas como escoltas. Después de firmar el tratado, España tuvo numerosos problemas internos. La resistencia al nuevo régimen de los Borbones, de los que Felipe V era un representante, culminó en el sitio de Barcelona (1713-1714).
Cuando se produjo la rendición, tanto la ciudad como la economía de la región de Catalunya estaban en ruinas. Además, durante las guerras, había sido imposible continuar con el sistema de flotas para el transporte de tesoros del Nuevo Mundo a España, y por ello, las necesidades atrasadas habían aumentado enormemente. La situación financiera de España fue motivo suficiente para querer reiniciar exitosamente el transporte de tesoros del Nuevo Mundo, pero es probable que Felipe V tuviera otros motivos también.
Felipe V estaba plagado por problemas mentales centrados en dos obsesiones: religión y sexo. Cuando María Luisa de Saboya, su primera esposa, murió en 1714, tuvo que ser arrancado de su lecho de muerte mientras trataba de complacerse con ella, sabiendo que iba a pasar mucho tiempo antes de poder gozar de una mujer sin cometer pecado. Después de la muerte de María, las cancillerías europeas comenzaron la búsqueda de una nueva reina. Después de siete meses, Felipe V se casó con Isabel Farnese de Parma. Isabel era una mujer de gran carácter, y cuando la condición mental de Felipe evolucionó en ciclos de depresión y soledad, fue Isabel quien comenzó a gobernar España. Su dominación fue aparente desde el comienzo de sus relaciones, cuando ella se rehusó a consumar el matrimonio hasta que recibiera una dote de joyas. Es probable que fuera una porción de esta dote la que venía del Nuevo Mundo en el cargamento de plata de los barcos de la Flota Española de 1715. Esto contribuiría a justificar la urgencia con que la Corona esperó la llegada de una flota con el tesoro.
La Flota de 1715 consistía en la combinación de dos flotas, los Galeones de Tierra Firme y la Flota de Nueva España. Éstas unieron fuerzas en La Habana, Cuba, el 24 de Julio de 1715, y partieron hacia España el 27 de Julio del mismo año. Navegaron por el estrecho de la Florida y luego a lo largo de la costa Este de Florida hasta alcanzar vientos que la llevaran a través del Atlántico a su tierra natal, pero nunca llegaron.
El 31 de Julio de 1715, la flota fue arrasada por un huracán y arrojada a los arrecifes de la costa Este de Florida, en la zona actualmente comprendida entre Cabo Cañaveral y Fuerte Pierce. Se hundieron los once barcos, y casi la mitad de los tripulantes a bordo (2.500 personas) perdieron sus vidas. Aún cuando los españoles realizaron tremendos esfuerzos para el salvamento del sitio casi inmediatamente después de la tragedia, la zona por la que los restos se habían dispersado era más grande de lo que ellos podían cubrir, y el salvamento no tuvo demasiado éxito. Algunos de los barcos fueron salvados, pero la mayor parte de la carga se perdió en el mar, donde ha permanecido durante los últimos 250 años.
Bibliografía
CRAIG, A.K., Spanish colonial silver coins in the Florida Collection, Gainesville, Florida, 2000.
LORENZO ARROCHA, J.M., Galeón, Naufragios y Tesoros, Santa Cruz de la Palma, 1999.
PEZUELA, J. de la, Historia de la Isla de Cuba, T. II. Madrid, 1868.
TAULER FESSER, R., “La Flota naufragada de 1715 y sus onzas”.
TAULER FESSER, R., “Buscadores de Tesoros (I)” Gold Cobs from the 1715 Fleet.
http://queaprendemoshoy.com/la-flota-espanola-de-1715-historia-de-un-expolio-primera-parte/
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