"Son hallazgos arqueológicos que nos dan una raigambre bíblica, nos conectan directamente con la Biblia, no hay duda de eso", dice a Infobae el historiador y especialista en Medio Oriente Sergio Prudencstein (Universidad de Belgrano), en referencia a los trabajos desarrollados por Adam Zertal, un célebre arqueólogo israelí de la Universidad de Haifa, fallecido en octubre de 2015, luego de una prolífica carrera.
Entre los muy interesantes descubrimientos del profesor Zertal se encuentran unas construcciones que él y su equipo desenterraron en las colinas situadas al oeste del valle del Jordán: se trata de una serie de llamativos vallados de piedra, formados por muros bajos, cuya particularidad es que el contorno tiene la forma de la huella de un pie humano gigante.
Las excavaciones llevadas a cabo por Zertal y su equipo en el interior y en los alrededores de estos cercos mostraron que sus muros no superaban el metro de altura y estaban construidos con piedras secas. Los restos de artefactos y huesos de animales permitieron establecer que esos sitios datan del inicio de la Edad de Hierro, es decir, en torno al siglo XIII a XII antes de Cristo, la época de la conquista. Dos de estos cercos, además, están circundados por un ancho camino empedrado.
Los cercos hallados son cinco y están ubicados en una línea de varios kilómetros a lo largo del valle del Jordán que luego se desvía hacia el oeste, hasta el monte Ebal.
"Adam Zertal determinó que estos cercos son construcciones de tipo israelita y que eran sitios de reunión; no se trata de corrales para animales sino de áreas usadas para reuniones humanas tipo asambleas y rituales religiosos", explica Prudencstein.
Zertal buscó en la Biblia una interpretación. Como el ingreso de los hebreos a Canaán se ubica a comienzos de la Edad de Hierro, los sitios pueden ser las primeras huellas de campamentos hebreos del tiempo de Josué. La disposición de los cercos, que lleva de Jericó hacia el monte Ebal, puede simbolizar la entrada y la posesión de un territorio.
Pero además, destaca Prudencstein, existen unas 30 citas bíblicas, en el Deuteronomio y en el Josué, dos de los libros del Antiguo Testamento, que hacen referencia al pie como símbolo de la propiedad. "Todo lugar donde esté la planta de vuestro pie será vuestro", dice el versículo 24 del capítulo 11 del Deuteronomio. Y en Josué 1:3, se lee: "Todo lugar que pise la planta de vuestro pie os he dado, tal como dije a Moisés".
"Zertal siempre trató de armonizar los textos bíblicos con los hallazgos arqueológicos, dice Prudencstein-. Veía la Biblia como reflejo de algo que sucedió pero posiblemente de modo simplificado. Toma el texto bíblico como fuente válida pero obviamente no literal porque está alterado por el paso del tiempo y con todas las ediciones que ha tenido presenta grandes variantes. Algunos de sus detractores, investigadores también importantes, sostienen que quizás los israelíes nunca hayan llegado de Egipto sino que siempre estuvieron en la zona de Canaán. Pero para Zertal, sea una u otra la verdad, lo que sí está confirmado es que las estructuras existen y son construcciones israelíes, de un tipo especial, diferentes de las cananeas."
Más allá de la conquista y de la propiedad, la otra significación de estas construcciones es evidentemente religiosa: los cercos tienen un altar. Nuevamente, un pasaje de la Biblia resulta llamativo a la luz de este hallazgo. Son las instrucciones a los israelíes poco antes de entrar a la Tierra Prometida: "Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las revocarás con cal, tal como te lo ordeno hoy. (…) Quemarás sobre él (el altar) ofrendas al Señor tu Dios; ofrecerás allí sacrificios de *comunión, y los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios" (Deuteronomio 27: 4-7).
Es decir que el monte Ebal es mencionado como el primer sitio donde los hebreos debian realizar ceremonias.
El camino pavimentado que rodea al menos dos de estos cercos probablemente fue usado para algún tipo de procesión. "Rodear un área por medio de una ceremonia es un elemento importante en el Oriente Próximo antiguo", explicó en su momento el profesor Zertal, para quien los orígenes del término hebreo "jag" (festival) se remontan a la palabra "hug" que en las lenguas semíticas significa "rodear".
"Según Zertal, y coincido con él -dice Prudencstein-, el término hebreo jag, que significa festival, en lengua semítica también se entiende como cercar o abrazar. Implica entonces que los festivales se realizaban dentro de esos cercos que son cercos ceremoniales".
"El descubrimiento de estas estructuras 'de pie' -decía Adam Zertal- abre un nuevo sistema de percepciones lingüísticas e históricas". Destacaba que la palabra hebrea bíblica para "pie" -"regel" – significa actualmente "festival".
"Ahora, después de estos descubrimientos, el sentido de los términos se hace claro. La identificación de los recintos 'de pie' como sitios antiguos para ceremonias israelíes nos conduce a una serie de nuevas posibilidades de explicar los comienzos de Israel y de las festividades del Pueblo de Israel", dijo Zertal,
"Las construcciones en pie evidentemente fueron usadas para ceremonias en la Primera Edad de Hierro -explica Sergio Prudencstein- y quedan como huellas permanentes de la peregrinación de este pueblo. El monte Ebal es el sitio en el cual la Biblia dice que se realizaron las primeras ceremonias. Y este significado relacionado con fiestas nos lleva directamente a celebraciones, a la primera Pascua en Tierra Prometida. La palabra del hebreo bíblico para pie es regel y se usa también para festival, porque con los pies bailamos. La Pascua evoca la salida de Egipto. Se supone que la celebraban en el desierto pero sobre eso no hay huella".
La expresión "aliya la-regel" significa "ascendiendo al pie". Se traduce por peregrinación, entendiendo la expresión como "ir a pie", sigue diciendo Prudencstein, pero en realidad es "vamos al pie" a tener el festival.
Estas ceremonias, explica, están también relacionadas con los ciclos agrarios. Lo que se ofrenda en esos altares son las primicias, los primeros frutos, que llegan en abril, por eso el vínculo con la Pascua, que coincide con el tiempo de cosechas.
"Los israelíes -dice Prudencstein- recuerdan su salida de Egipto. Por eso la cena con el cordero, con cuya sangre pintaron las puertas para que no les tocara la última plaga que cayó sobre los egipcios y convenció al faraón de dejarlos partir. Las hierbas amargas son para recordar los tiempos de la esclavitud. El pan sin levadura, llamado pan ácimo, recuerda el apuro con el cual partieron de Egipto; no había tiempo para que la masa levara. Cuando Jesús está con sus discípulos en la llamada Última Cena es esa la comida que están compartiendo y es ese el pan que Él va a partir y comer con ellos".
"Este año la Pascua judía y la cristiana coinciden. Los judíos recuerdan su liberación de Egipto. Los cristianos que fueron redimidos por Jesús", concluye.
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