Visita al Templo de Oro de Dambulla en Sri Lanka
Los templos budistas de Sri Lanka son de lo más variados. Nos podemos encontrar grandes budas en la cima de montañas, ciudades ya abandonadas como la de Polonnaruwa, o decenas de estatuas de Buda en cuevas en la montaña, como ocurre en este Templo de Oro de Dambulla, uno de los lugares más impactantes y que más me gustaron de Sri Lanka por lo especial que es, además de ser Patrimonio de la Humanidad.
No le falta detalle para ser una de las mayores horteradas que te puedes encontrar en Sri Lanka.
Menos mal que esto es sólo una modernidad de mal gusto, y los verdaderos templos Patrimonio de la Humanidad están un poco más lejos. Lo justo para no ver nada de esta construcción.
Las cuevas sagradas están en lo alto de esta peculiar montaña que se eleva 160 metros sobre la llanura, por lo que hay que dar un paseo cuesta arriba para llegar a las cuevas. No se por qué, siempre hay que sufrir un poco para llegar a los lugares sagrados. Da igual de que religión sean.
El camino es de lo más entretenido
Entre los coloridos peregrinos, los vendedores de snacks de mango y de grandes flores púrpura (una bonita ofrenda para los Budas), y los simpáticos monos que encontraremosen todos los templos de Sri Lanka, no hay tiempo para aburrirse en la subida.
Antes de entrar en el templo de Oro de Dambulla hay que descalzarse (como en todos los templos budistas e hinduistas del país), y cubrirse rodillas y hombros.
Con mis relucientes calcetines blancos, a juego con las paredes exteriores del templo, estaba listo para descubrir estas cinco cuevas de las alrededor de ochenta cavidades que se han documentado cerca de Dambulla.
Las 5 cuevas del Templo de oro de Dambulla
La primera cueva del templo de oro de Dambulla es la del Divino Rey (Dev Raja Viharaya), una pequeña cavidad con un gran buda tumbado dentro de ella. El espacio es tan reducido y la cantidad de peregrinos tan grande que el ambiente es asfixiante, muy húmedo, pero poco nos importa a los visitantes, que nos quedamos atónitos por la profusión de pinturas de las paredes.
Hasta el más mínimo rincón de la cueva está decorado con budas, motivos geométricos y vibrantes colores, predominando el rojo. Las flores púrpuras, a modo de ofrenda, le dan el toque natural a la cueva e intentan suavizar el ambiente cargado.
La segunda cueva, la de los grandes reyes (Maha Raja Viharaya), es la más grande. 52 metros de ancho, 23 de fondo y 7 de altura en los que encontraremos 50 estatuas de Buda en su posición favorita, en postura de loto. Aquí las pinturas son totalmente diferente, con representaciones de la vida de Buda y eventos importantes en la historia de Sri Lanka. Sin duda un lugar sobrecogedor.
La tercera cueva, el Gran nuevo Monasterio (Maha Aluth Viharaya) es mucho más íntima gracias a su reducido tamaño, lo que no es impedimento para las 50 pequeñas estatuas de Buda que alberga la cavidad. Aquí lo llamativo es el techo, con cientos de budas pintados en una sucesión infinita.
La cuarta (Pascima Viharaya) y quinta cueva (Devana Alut Viharaya) ya no impresionan tanto como las otras tres, ya que repiten un poco el mismo patrón de estatuas de Buda y coloridas pinturas. Al estar menos masificadas en ellas encontraremos a más personas adorando a Buda.
En total en el Templo de Oro de Dambulla hay 153 estatuas de Buda, 3 estatuas de reyes srilanqueses y 4 estatuas de dioses hinduistas, todo ello rodeado de 2100 metros cuadrados de pinturas sobre las paredes de las cuevas.
Unos números alucinantes teniendo el cuenta el reducido tamaño de la mayoría de las cuevas.
Breve historia del Templo de Oro de Dambulla
Este templo es uno de los lugares más impresionantes de Sri Lanka, con sus budas y pinturas, pero, ¿cómo surgió este lugar?
Estas cuevas ya fueron usadas como asentamientos prehistóricos, como revelan los restos encontrado, pero hasta el siglo I no empezaron a tener una connotación religiosa. El rey Valagambahu de Anuradhapura construyó el primer templo para agradecer a las deidades el haber sobrevivido a los invasores del sur de la India, al haberse refugiado en estas cuevas.
Los sucesivos reyes fueron haciendo sus aportaciones a las cuevas, hasta que en el siglo XI el lugar se convirtió en un gran centro religioso, llegando a vivir en ellas monjes durante algunas épocas.
En el siglo XVIII las cuevas fueron restauradas y pintadas por el reino de Kandy, dando forma al templo que visitamos hoy en día.
Cómo es la visita al Templo de Oro de Dambulla
La visita a estos templos es muy agradable, pues el entorno natural y la espiritualidad del lugar se nota a cada paso.
La subida se hace en unos 10 minutos, pero se puede hacer un poco larga con el calor de las horas centrales del día, por lo que es recomendable subir a primera o última hora del día. En todo momento hay vendedores ofreciendo snacks de mango fresco, recuerdos y flores para ofrendas.
Dentro de las cuevas, sobre todo de la primera, hace mucho calor, por lo que hay que tener cuidado con los golpes de calor y la alta humedad que aquí se concentra.
Todo el complejo se puede visitar en 1 o 2 horas, según lo que te entretengas con las fotos y mirando los detalles. Otro templo muy espectacular, el de Sigiriya, está cerca, por lo que se pueden ver ambos en el mismo día.
Que hacer y que no se puede hacer en el Templo de oro de Dambulla
Como en todos los templos budistas de Sri Lanka, en las cuevas de Dambulla hay que entrar descalzo, por lo que es aconsejable llevar calcetines para evitar clavarse los pequeños guijarros y para no quemarse con el abrasador suelo de piedra. Tras la visita al templo los calcetines quedan sucísimos.
En cuanto a la ropa, hay que ir con las rodillas y los hombros cubiertos. Es buena idea llevar un pareo con el que cubrirse el cuerpo dentro de los templos, o unos pantalones piratas, que son permitidos y te mantienen fresco.
Las fotos, sin flash, están permitidas, pero no podemos hacernos fotos con una estatua de Buda detrás de nosotros, ya que le estaríamos dando la espalda en la imagen y no está bien considerado. Antes de enfadarlos está bien saberlo.
En los demás lugares del templo podemos hacernos fotos sin problema, así como a los monos, que son muy monos.
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