LA POBLACIÓN Y LA SOCIEDAD HISPANOAMERICANA DURANTE LA COLONIA
La sociedad colonial hispanoamericana se formó a través del proceso de conquista y colonización. A través de la conquista iniciada en la primera mitad del siglo XVI, América ( o las Indias como se le llamaba entonces), pasó al dominio de la Corona de Castilla y los habitantes locales pasaron a estar sujetos de la autoridad de los conquistadores. El establecimiento de pobladores españoles en tierras americanas fue simultaneo a la conquista y se afirmó e intensificó en la segunda mitad del siglo XVI. Los propios conquistadores fueron, a veces, los primeros en afincarse. Fueron los protagonistas del periodo más difícil y comenzaron el sometimiento de los indígenas, iniciaron una nueva explotación económica, crearon los primeros órganos de gobierno e hicieron las primeras apropiaciones de tierras.
Durante el siglo XVII, los descendientes de los conquistadores, junto con las nuevas corrientes de inmigrantes, completan el período de formación de la sociedad hispanoamericana. La población española afincada en América se sentirá cada vez más americana y menos europea por obra del medio geográfico, las nuevas costumbres y la lejanía con respecto a España.
A la población autóctona y a la población española ya que agregar la presencia de población africana, “inmigrantes forzados” que eran traídos a América como esclavos. La mezcla de estos tipos étnicos, a través de un intenso mestizaje, formó una sociedad caracterizada por su carácter mestizo.
CARACTERISTICAS DE LA SOCIEDAD COLONIAL
Aunque variaban de una región a otra de Hispanoamérica y fueron evolucionando con el paso del tiempo, hay ciertas características de la sociedad colonial que son generales para toda la región y todo el período. Entre esas características encontramos:
A) Existencia de diferencias raciales que coincidían con diferencias sociales. Los blancos constituían un grupo privilegiado diferenciándose de indios, negros y mestizos por sus ocupaciones, sus normas de conducta, sus ideales y costumbres.
B) Existencia de diferencias legales que creaban beneficios o perjuicios a determinadas personas. No todos eran iguales ante la ley. Una primer diferencia era entre libres y esclavos. Los blancos eran libres, los negros eran esclavos (por lo tanto no eran personas, sino cosas). Los indios eran considerados libres, pero sometidos a tutela del estado español, como si se tratara de menores de edad. Los mestizos estaban excluidos de ciertos derechos que tenían los blancos (no podían ocupar cargos, ni tener indios bajo su tutela, ni concurrir a las universidades, etc.). Pero había excepciones, sobretodo cuando se trataba de personas que hacían fortuna y en ese caso se dejaban de lado las exclusiones (“poderoso caballero es Don Dinero” decía un poeta español refiriéndose a como el dinero cambiaba condiciones sociales y legales).
Por diversas circunstancias, algunos miembros de la sociedad colonial gozaban de privilegios especiales. Por ejemplo los conquistadores y sus descendientes, los nobles españoles radicados en América, los altos funcionarios.
C) La Iglesia Católica ocupaba un lugar muy importante en la vida cotidiana de los habitantes de Hispanoamérica y también en todas las actividades oficiales. Era la religión oficial y la única admitida por el gobierno español. Disponía de cuantiosos bienes y tenía a su cargo escuelas, asilos, hospitales. La educación, la ciencia y las actividades intelectuales eran monopolizadas por el clero. Los sacerdotes cumplían un rol muy importante en la sociedad: eran respetados y oídos sus consejos. Las fiestas populares y las celebraciones sociales estaban relacionadas con festividades religiosas.
D) El enfrentamiento entre los españoles europeos y los españoles americanos o criollos. A medida que fueron naciendo generaciones de colonizadores en América y que la lejanía con respecto a España se hacía sentir en las costumbres, se hizo evidente el choque entre los que llegaban de Europa y los nacidos en Hispanoamérica. El enfrentamiento se profundizó en el siglo XVIII y se hizo sentir en la disputa por la ocupación de cargos.
LA POBLACION INDIGENA
La cantidad de pobladores indígenas existentes antes de la llegada de los conquistadores es desconocida, pero los historiadores manejan cifras aproximadas. Para algunos la población ascendía a una decena de millones; para otros estaba cerca de los 100 millones. Tradicionalmente se han aceptado como ciertos los cálculos de Angel Rosemblat que establece la cifra de 13 millones de indígenas. Pero los historiadores contemporáneos manejan cifras más elevadas y para eso utilizan los informes de los propios conquistadores. El propio Cristóbal Colón afirmaba haber encontrado “ islas con innumerable gente”. El padre Francisco de Bolonia refiriendose a México manifestaba: “tienen ciudades más grandes que las de Europa; existen algunas con ciento ochenta mil casas”.
Y referencias similares pueden encontrase en otros cronistas. Además la enorme extensión y dimensión de las ruinas precolombinas
corresponden a civilizaciones altamente pobladas, con mano de obra excedentaria y con condiciones que facilitaban el crecimiento vegetativo.
Esta población estaba distribuida en forma muy desigual. Las regiones altas del continente americanos, especialmente las mesetas que van desde Arizona hasta Chile, fueron las más pobladas y donde se desarrollaron más las culturas indígenas. Posiblemente esto último explique la mayor población: al desarrollar la agricultura obtuvieron más alimentos en forma estable y esto permitió una mayor natalidad. El propio trabajo agrícola requería de más brazos para trabajar estimulando los nacimientos. El desarrollo de la población debió traer como consecuencia formas más complejas de vida social, la especialización en funciones, la estratificación social, la vida urbana y la civilización. La fecundidad debió ser alta y algunos historiadores consideran que en regiones como Peru y México pudo haberse llegado a una saturación de población en relación al territorio ocupado.
El resto del continente tenía pocos pobladores que vivían en la selva, las estepas y llanuras practicando la caza, la recolección de frutos y en ocasiones una agricultura primitiva.
Después de la conquista se produce un brusco descenso de población que se mantuvo hasta el final de la colonia. Para 1825 se calcula que los indígenas no superaban los 8 millones . ¿Cuáles fueron las causas de este descenso? Fueron varias:
1) Las muertes provocadas por la conquista. A las guerras hay que agregar las matanzas de represalia realizadas por los conquistadores.
2) El trabajo forzoso y los malos tratos a que fueron sometidos. Los pueblos indígenas con menor desarrollo tecnológico, que los colonizadores vieron como “no aptos” para trabajar, fueron eliminados.
3) Las nuevas enfermedades traídas por los europeos y africanos ante las cuales los organismos de los indígenas no habían creado aún sus medios de defensa. La viruela o el sarampión provocaban epidemias mortales.
4) La ruptura de su tradicional modo de vida, provocada por el dominio español. La organización social, política y económica, las costumbres y religión, fueron profundamente trastornadas. Muchas culturas indígenas que plantaban para su consumo, se vieron obligadas a realizar trabajos para otros, debieron abandonar sus cultivos, y el hambre las asoló. Los españoles desplazaron de sus tierras a los indígenas eligiendo a las mejores, por o que los indios se vieron relegados a las tierras marginales menos aptas y cuya producción era insuficiente. Hubo familias separadas por los conquistadores y pueblos totalmente trasplantados hacia otros territorios. Hubo huidas en masa hacia regiones menos aptas para vivir, suicidios individuales y colectivos y disminución de natalidad.
5) El mestizaje fue otro factor de disminución de población indígena, porque de la relación entre los blancos y las indias ya no nacían indios, sino un nuevo tipo étnico que era el mestizo. Aunque legalmente no era permitido el matrimonio entre blancos e indígenas y socialmente no era aceptada la relación sexual entre ambos, en la práctica se dio y fue generalizada.
EL INDIO COMO UN PROBLEMA JURÍDICO, ESPIRITUAL Y ECONOMICO
A partir del momento en que fueron derrotados y sometidos, los indígenas quedaron expuestos a la voluntad de los vencedores. Se planteó entonces el problema de que destino se les iba a dar. Mientras el estado español, a través de sus leyes, estableció un trato que permitiera incorporar a los indígenas como súbditos de la monarquía, leales y fieles (y por lo tanto había que eliminar las posibles causas de descontento), los colonizadores y las empresas que se encargaron de colonizar, trataban de sacar todo el provecho posible de la mano de obra indígena.
El estado español pretendía que los indígenas pagaran tributos, colaboraran con los gastos de la administración colonial (que pagaran su propio sometimiento), que ejecutaran las obras públicas como caminos, edificación, etc, que sostuvieran los gastos de la Iglesia. Pero no estaba dispuesta a permitir la formación de feudos en América donde los conquistadores y sus descendientes disfrutaran del trabajo de siervos indígenas en forma similar a la de los señores en el feudalismo europeo.
Por su parte los conquistadores, sus descendientes y los colonos que llegaban a América con la intención de enriquecerse rápidamente para regresar a España a ostentar su riqueza, alegaban derechos originados en el mérito de someter a los indios ganando tierras para España y los riesgos corridos durante la conquista. Tenían la ventaja de que América estaba lejos de España y la conquista se había realizado más por el esfuerzo de particulares que por la acción organizada y dirigida por el estado. Por lo tanto a la Corona le era muy difícil controlar los que sucedía en las Indias. La monarquía, que además estaba muy ocupada por los asuntos europeos, no pudo imponer inmediatamente sus puntos de vista. Debió transar y conceder muchos beneficios a los colonos que iban en perjuicio de los indígenas.
La opinión general de los españoles radicados en América no era favorable a los indígenas. El racismo y la incomprensión hacia culturas tan distintas y consideradas inferiores se hacía sentir en la opinión que se tenía de los indios: se les consideraba perezosos, inmorales, infieles, incapaces de hacer uso de su libertad y con costumbres “ contrarias al orden y el buen sentido”. Los españoles juzgaban a los indígenas con una mentalidad española y de paso les servía para condenar a los indígenas a una servidumbre perpetua y asegurarse su mano de obra.
Había acuerdo en la necesidad de convertir a los indígenas a la religión católica porque para la mentalidad de la época era imposible vivir al margen de la religión (ser cristiano era sinónimo de civilizado). Se discrepaba en como realizar la evangelización, si por medios pacíficos o a la fuerza, y a que obligaciones quedarían sometidos los indígenas. Sobre este último punto las respuestas fueron variando con el paso del tiempo: la esclavitud, las encomiendas, las reducciones, etc. Aunque las formas variaron, las consecuencias fueron las mismas: el sometimiento, la marginación y la explotación económica de los indígenas.
LA ESCLAVITUD
La esclavitud fue utilizada en los primeros momentos de la conquista, empezando por la región del Caribe. Se utilizaba a los prisioneros de guerra, a los esclavos comprados a los caciques o a los condenados por delitos.
La esclavitud produjo grandes males en la población indígena. El desarraigo de los núcleos familiares, la mala alimentación, los malos tratos, el trabajo excesivo y las epidemias, provocaron una gran mortandad despoblando las islas caribeñas. Al principio la corona española no se opuso a la esclavitud de los indios, luego trató de evitar los abusos y finalmente en 1542 se aprobaron las Leyes Nuevas que prohibían esclavizarlos. Pero a pesar de esta norma, por mucho tiempo siguió existiendo esclavitud indígena.
LAS ENCOMIENDAS
Al prohibirse la esclavitud se buscó una nueva forma de utilizar la mano de obra indígena. Las encomiendas se empezaron a usar también en el Caribe, pero su mayor desarrollo corresponde a las zonas de Perú y México, donde las formas de vida anteriores a la conquista permitieron la incorporación relativamente fácil del indígena al trabajo.
¿Qué eran las encomiendas? Era un beneficio que el estado español otorgaba a un particular a cambio de ciertas obligaciones que este se comprometía a cumplir. Al particular se le “encomendaba” un grupo de indígenas, es decir debía adoctrinarlos en la religión católica, enseñarles a vivir con las costumbres españolas, protegerlos y defenderlos. A cambio de esto el particular recibía parte de los productos obtenidos por el trabajo de los indígenas. De acuerdo a las leyes el particular recibía la encomienda por un tiempo, no eran de por vida y tampoco se podían heredar. El encomendero no era dueño de los indígenas ni de las tierras de éstos. Tampoco podía prestar ni alquilar a los indios, ni apoderarse de sus bienes. El indio encomendado no era esclavo ni siervo del encomendero. Eso decían las leyes, pero la realidad no siempre coincidía con la legalidad.
Los encomenderos querían que las encomiendas les fueran concedidas a perpetuidad. El estado español no estaba dispuesto a esa concesión que en los hechos significaba crear feudos en América. Pero a veces, apremiado de dinero y ante tentadoras ofertas accedía a entregar encomiendas a un encomendero por el resto de su vida e incluso permitía que fuera heredada por sus descendientes.
En cuanto a las obligaciones de los indígenas, al principio se permitió que el indio prestara un servicio personal al encomendero, pero luego las Leyes Nuevas de 1542 sustituyeron el trabajo personal por el pago de un tributo (dinero o especie). Más adelante las leyes fueron regulando los tributos y los funcionarios del gobierno intervinieron en su tasación teniendo en cuenta diversas circunstancias (por ejemplo se excluyó del pago de tributo a los indios menores de 18 años y mayores de 50). Teóricamente el estado vigilaba los pueblos encomendados para evitar abusos y se debían oir las quejas de los indios y designar visitadores que tenían que recorrer las encomiendas para observar e investigar el trato que el encomendero daba a los indígenas.
Las leyes protectoras de los indios produjeron grandes rebeliones de los encomenderos, quienes opusieron dificultades al cumplimiento de la ley. Y aunque en España se tomaran medidas para evitar abusos, siempre quedaba el problema de que las autoridades residentes en América las hicieran cumplir. En 1718 se decretó la abolición de las encomiendas.
LAS REDUCCIONES O CORREGIMIENTOS
Las reducciones eran pueblos de indios organizados a instancias de la Corona. Se trababa de aprovechar las comunidades típicas de los indígenas (como los ayllus peruanos) y también de fijar a la tierra a los indígenas nómadas. Eran pueblos exclusivamente de indios, en los que no estaba permitida la residencia de españoles, negros o mestizos.
Los indios tenían la propiedad en común de la tierra y no podían abandonarla. El gobierno de la reducción estaba a cargo de los propios indios, quienes podían elegir a sus alcaldes. Pero por encima de éste había un funcionario español, el Corregidor, que supervisaba la actuación de los indígenas. Estos pagaban un tributo a la Corona.
Un caso especial de reducción eran las misiones organizadas y dirigidas por congregaciones religiosas. La misión de estas era evangelizar a los indígenas y evitar el abuso que de ellos se hacía. Organizaron a los indígenas en base al trabajo comunal y actuaron con bastante independencia con respecto al estado.
EL TRABAJO ASALARIADO OBLIGATORIO: LA MITA
Después de la prohibición del servicio personal de las encomiendas y como continuaba la demanda de mano de obra indígena y la resistencia de estos a trabajar, la Corona autorizó otra forma de “obtener provecho” de los indios: el régimen de trabajo asalariado pero obligatorio. El indio percibiría un jornal y su trabajo sería vigilado por las autoridades, no pudiendo negarse a trabajar. El ejemplo típico de como se puso en práctica este tipo de trabajo fue la mita que se desarrolló en Perú.
La mita era utilizada por los indígenas incaicos antes de la llegada de los españoles. Estos la adoptaron y adaptaron a las necesidades que tenían de trabajadores. Había distintas clase de mita pero la más importante era la minera. Los yacimientos mineros tenían adjudicados varios pueblos indios, cada uno de los cuales, en proporción a su número de habitantes, suministraba tandas de indígenas para trabajar en turnos de cuatro meses. Estaban obligados a servir como mitayos todos los indios, exceptuando los ancianos, mujeres, niños y enfermos, y aquellos que desempeñaban un oficio especial. Los indios podían quedar excluidos de su obligación pagando una suma de dinero que permitiera contratar a otro en su lugar.
Era frecuente que los indígenas recorrieran largas distancias en caravanas desde sus pueblos hasta las minas. En el camino solían producirse intentos de fuga y como consecuencia se producía una continúa desintegración de las comunidades indígenas. Cumplido el turno los indios eran llevados nuevamente a sus pueblos, pero, por diversos motivos se lograba alargar los tunos del trabajo que era bastante duro y agotador.
Con el tiempo este régimen de trabajo forzoso fue cambiado por un sistema donde el indio debía trabajar obligatoriamente, pero podía elegir su empleador. Los indígenas concurrían a las plazas y allí los propietarios trataban de atraer individualmente a los indios para que por su propia voluntad se contrataran en labores mineras o agrícolas. Así nacieron los laboríos mineros y la gañanía agrícola. Si bien el indio voluntariamente podía contratar con quien quisiera, era común que fueran engañados con promesas que luego no se cumplían. Además podía tener dificultades para abandonar el trabajo, porque los propietarios lograban que los indios se endeudaran (por anticipos de salario, entrega de mercancías, etc) y debían pagar sus deudas con trabajo, permaneciendo en forma indefinida al servicio de sus empleadores.
LA POBLACION BLANCA
Al nucleo formado por los primeros conquistadores y sus descendientes que permanecieron en América, se le fueron agregando en el correr de los años nuevos contingentes de españoles.
El proceso de llegada de la población blanca a América fue lento y dificultoso. En 1570 los blancos eran unos 120 mil, lo que representaba el 1% de toda la población. En 1650 había 600 mil, o sea un 7%. En 1825, cuando termina el periodo colonial, se calcula que el total de población blanca residente en América no alcanzaba el 20% de toda la población.
Había razones para esta lentitud en la llegada de colonizadores: el temor de la lejanía, los apegos familiares, el temor al cambio de ambiente. Pero también había estímulos que sedujeron a algunos a emprender la marcha: los éxitos de los conquistadores, la posibilidad de obtener riquezas y honores que parecían inalcanzables en España. La aspiración de ascender socialmente fue un motivo poderoso para trasladarse. Algunos clérigos se trasladaron a América con la idea de extender la evangelización.
La corona española procuró estimular el poblamiento de América, pero trató de controlar y reglamentar el tipo de personas que se trasladaba. Hubo una inmigración legal, con el permiso del estado, y una inmigración clandestina, que escapó al control de las autoridades. Se estimuló el traslado de agricultores y para eso funcionarios del gobierno recorrían las provincias tratando de despertar el interés y ofreciendo beneficios para los emigrantes (pasaje gratis, mantenimiento durante el viaje, reparto de tierras y ayuda de los indígenas en las labores, etc).
Las regiones que más recibieron inmigración fueron aquellas que ofrecían más posibilidad de conseguir riquezas fáciles: México y Perú. Ambas tenían riquezas minerales y abundante mano de obra indígena. En cuanto a la procedencia, lo hacían desde toda España. Sobre la condición social de los inmigrantes, lo seguro es que no viajaron miembros de la alta nobleza, pero sí lo hacían algunos segundones y nobles empobrecidos, veteranos de guerras europeas, agricultores sin tierras, artesanos, pocos intelectuales y una gran cantidad de aventureros difíciles de clasificar socialmente. La mayoría de los que se trasladaban eran hombres solteros. La presencia femenina fue muy escasa en los primeros momentos de la colonización y ello es una de las causas de el alto grado de mestizaje que hubo. Esta escasa presencia femenina y el traslado sobretodo de los hombres, nos indica que la intención de muchos no era radicarse en América, sino hacer fortuna y regresar a España. A medida que va avanzado la colonización esto cambia y comienzan a trasladarse familias o lo hacen los maridos y luego traen a sus esposas. La corona obligó a los esposos que habían viajado a América mandar a buscar a sus esposas, pero la ley no siempre se cumplió. Las esposas no siempre estaban interesadas en aventurarse en un peligroso viaje marítimo al Nuevo Mundo y a veces eran los maridos los que no querían acordarse de sus esposas y se unían a otras mujeres en América.
Estaba prohibida la entrada de los extranjeros. Tampoco podían trasladarse a América los judíos, musulmanes y herejes, que habían sido expulsados de España. Tampoco podían hacerlo los “cristianos nuevos”, es decir aquellos cuyos antepasados se habían convertido al cristianismo con un antiguedad menor a doscientos años. De esta manera el estado español se aseguraba que la única religión que llegaría a América era la cristiana católica.
LA POBLACION NEGRA
A la población indígena americana y a la inmigración española, se agregó un nuevo grupo humano: la población africana que formaba parte de una migración no voluntaria. Los negros africanos fueron traidos en calidad de esclavos y en esa situación permanecieron ellos y sus descendientes incluso terminada la época colonial.
Antes de la llegada de españoles a América ya existían esclavos africanos que eran utilizados para tareas en España. Pero la explotación económica de las colonias y la resistencia indígena a realizar trabajos, dió origen a un intenso tráfico de esclavos.
Los primeros esclavos negros que llegaron a América eran servidores de los descubridores y conquistadores. Más adelante se produce la introducción sistemática y en grandes cantidades. El estado español otorgó licencias a compañías que se encargaban de traer desde Africa los cargamentos de negros y venderlos a los propietarios americanos. Las primeras licencias se otorgaron en 1518 y en los primeros ocho años se introdujeron 4 000 esclavos. En 1528 la corona otorgó la introducción de esclavos a una sola compañía, estableciendose un monopolio (“asiento”). Como España no tenía costas en Africa, el trafico fue controlado por compañías extranjeras, siendo la más importante la británica Compañía de los Mares del Sur que se hizo cargo del asiento a partir de 1713. La obtención de esclavos estaba organizada por esas compañías. Se compraban en Africa a los prisioneros de guerra de las luchas entre las tribus, a los negros ya esclavizados por los árabes y también se practicaban razzias, es decir a salto a aldeas para capturar a sus pobladores. Los esclavos eran trasladados encadenados en las bodegas de los barcos en pésimas condiciones. Muchos morían en el cruce del Atlántico. A comienzos del siglo XVIII se consideraba “normal” que el 20% del cargamento muriera.
Al llegar a América eran sometidos a una cuarentena para evitar que contagiaran enfermedades, eran marcados a fuego y puesto a la venta. Las zonas donde se hizo más intensa la introducción de esclavos fueron las tierras bajas y cálidas, principalmente las costas del Caribe y el litoral atlántico, en las que se desarrollaban plantaciones tropicales.
Desarraigados de sus pueblos, si sobrevivían a las penurias de la travesía del Atlántico, quedaban expuestos al trabajo agobiador y al mal trato (incluyendo golpizas, azotes, etc) de sus propietarios. Los esclavos no eran personas, eran cosas que se compraban y vendían y por lo tanto carecían de derechos. Sólo recibían el mínimo de atención que les permitía sobrevivir y reproducirse para mantener el rendimiento laboral. La esclavitud era vitalicia y hereditaria por línea materna, por lo tanto un esclavo introducido en América era mano de obra hasta su muerte y lo eran sus descendientes. Pero debido a las pésimas condiciones de vida era tan corto su período de vida y tan reducida su tasa de natalidad, que era necesaria la introducción constante de nuevos esclavos. Para las plantaciones de caña de azúcar se ha estimado que la vida “útil” de los esclavos era de ocho años; vencidos los ocho años debía ser sustituido por su menor rendimiento, pero la inversión al comprarlo ya estaba pagada con los primeros años de trabajo.
Es imposible saber la cantidad de esclavos traídos a América y debe tenerse en cuenta que, además de los introducidos legalmente, también había un tráfico clandestino muy difundido.
Cabe hacer una distinción en la condición de los esclavos negros de acuerdo con las características de los lugares donde fueron introducidos. En las zonas mineras o de plantaciones su situación fue malísima; e cambio, en las zonas donde se ocupaban de trabajos domésticos o tareas de limpieza, transporte, etc, su situación era mejor. Pero en esta zona su cantidad era poca ya que no resultaba como inversión comprar esclavos para las labores ya que estas, por ejemplo la ganadería, no requería mucha mano de obra.
La única forma de que un esclavo perdiera la calidad de tal era mediante la manumisión, o sea que su amo lo declarara libre, o que el esclavo comprara su propia libertad y se transformara en liberto. Cualquiera de las posibilidades se daban excepcionalmente, e igual el ex-esclavo permanecía en una condición social inferior y con limitaciones en sus derechos.
EL MESTIZAJE
El mestizaje de población de diverso origen étnico ha sido uno de los pilares en la conformación de la sociedad hispanoamericana, a tal punto que algunos pensadores han llamado a América Latina el Continente Mestizo
El mestizaje entre la población indígena y la población blanca europea fue muy intenso. Varios factores lo favorecieron. En primer lugar la poca cantidad de mujeres que vinieron a América durante la conquista y en la primera época de la colonización. El estado español trató de regularizar la situación obligando a los españoles casados que habían emigrado que trajeran a sus esposas. Pero esta disposición fue frecuentemente burlada porque el marido no deseaba que su esposa viniera o porque esta se negaba a viajar al nuevo continente. Esta escasez de mujeres españolas favoreció la unión de los blancos con mujeres indias. Los españoles las adquirieron por robo, compra, donación de los caciques o por el simple consentimiento de ellas que se sentían atraídas por hombres de raza distinta y que socialmente eran dominantes. La corona autorizó los matrimonios entre blancos e indios pero por lo general las uniones fueron en concubinato, sin cumplir trámites legales. La superioridad social, así como las diferencias culturales, llevaron a los españoles a considerar indigno casarse con una indígena. Solamente en los primeros momentos de la conquista, donde los españoles se sintieron deslumbrados por los pueblos indígenas de México y de Perú, los conquistadores celebraron matrimonio con mujeres de la “aristocracia india”. De esa manera pensaban quedar vinculados a la clase alta y a los gobernantes autóctonos. Pero más tarde cuando los nativos fueron sometidos y relegados al trabajo, la situación cambió. A medida que los blancos aumentaban en poder y posición social, los indígenas vieron rebajada su condición. Como consecuencias las uniones, que fueron muchas, entre blancos e indias, fueron temporales y sin legitimar, porque socialmente no era bien visto ese tipo de matrimonio.
Las uniones entre blancos y negros también fueron frecuentes y casi siempre sin legitimar. Abundaron las relaciones sexuales casuales y en muchos casos forzadas dada la situación de esclavitud que tenían las mujeres negras. La relación entre blancos y negros era peor vista que la blancos e indios por tratarse de una relación entre un persona libre y un esclavo.
También hubo mestizaje entre negros e indios. De todas estas mezclas salieron tipos étnicos especiales: el mestizo propiamente dicho (blanco-indio), el mulato (blanco-negro), el zambo (negro-indio) y los correspondientes a las mezclas de estos tres. Los blancos despreciaron al mestizo e hicieron una clasificación discriminatoria de acuerdo a la “pureza de sangre” y a la cantidad de sangre india o negra que alguien podía tener. Se hablaba de segundones, tercerones, cuarterones, salta atrás, etc para referirse a los distintos “grados” de mestizaje que se daban. Esta discriminación fue más evidente donde más población mestiza había que era donde el blanco se sentía más amenazado (por ejemplo Perú y México). Donde la población blanca predominaba, la actitud discriminatoria fue menor (por ejemplo en el Río de la Plata).
El mestizaje no solo fue biológico. También hubo una importante mezcla cultural con aportes de blancos, indios y negros que se reflejan hasta la actualidad en las costumbres, la música, la vestimenta, la alimentación, etc. Los blancos, como grupo conquistador y dominante impusieron sus reglas, sus leyes, el idioma , la religión, la forma de pensar. Pero se fueron filtrando elementos culturales de origen indígena y africano. El idioma castellano recibió muchas palabras indígenas (canoa, cacique, hamaca, huracán, etc); los indios fueron obligados a adoptar el cristianismo pero mantuvieron el culto a sus dioses dentro de las iglesias y ceremonias católicas. Gran parte de la música latinoamericana está compuesta por ritmos que tienen sus orígenes en Africa y que llegaron a América con los esclavos. También los dioses y las creencias religiosas africanas se mezclaron con el catolicismo (la “santería” cubana o el candomblé brasileño entre otros).
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