RENACER CULTIRAL

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sábado, 12 de mayo de 2018

Mayo del 68, una experiencia de transformación.

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Publicado el: 12 mayo, 2018
e-mail: d.deliablanco@hoy.com.do

En este mes de mayo de 2018 se celebra el aniversario del Movimiento de Mayo del 68. Pasaron 50 años para nuestra generación de este acontecimiento fundamental que durante dos meses sacudió la sociedad europea y americana, por lo que no podemos obviar los sucesos paralelos de Méjico, de Checoslovaquia y de Estados Unidos. El nacimiento y la fuerza de este movimiento arrancaron en París, pero no podemos despreciar los ecos de amplitud y solidaridad en el mundo.
Mayo del 68 logró abrir amplios debates intelectuales cuestionando el papel y la función de los ciudadanos, de los intelectuales y de los artistas frente al autoritarismo, logrando que los jóvenes que reivindicaran un espacio de expresión propio a su generación, impulsados por salir de la herencia de las dos guerras, de la postguerra, de la colonización y descolonización que capitalizaba entre los años cincuenta y setenta un discurso perteneciente a nuestros padres y abuelos. Se buscaba una autonomía de pensamiento para salir del poder moral y político que pesaba sobre los jóvenes que teníamos entonces entre 15 y 25 años. Influía en estas generaciones el sentimiento de haber heredado de un mundo el cual ya no era el nuestro. Éramos las nuevas generaciones inspiradas por la paz, por la cultura pacifista, por el famoso eslogan “Está prohibido prohibir”.
Los Beatles, los Rolling Stones, “la beat generation”, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Joan Báez, abrieron una renovación ética y estética que inspiró y legitimó una nueva identidad generacional. Si bien pensamos en los acontecimientos de Mayo del 68 en París, es obvio que la juventud de aquellos años quiso romper con el poder de las ideologías dogmáticas y cerradas y deshacerse del totalitarismo protestando contra los abusos del stalinismo y cuestionando el marxismo en sus aplicaciones políticas. De ahí surgieron muchas perspectivas críticas buscando desesperadamente nuevos caminos para una nueva izquierda a veces inspirada del maoísmo y otras veces del anarco-sindicalismo y del situacionismo, tratando siempre de caer en esquemas represivos. De un movimiento alimentado por una gesta ingenua y poética en búsqueda de libertad incondicional, de sueños infinitos bajo el eslogan: “Haz que mis sueños sean más largos que la noche”, vinieron a sumarse intereses ideológicos como los partidos comunistas, los sindicatos, con ansias de apropiación y protagonismo que no encontraron eco suficiente y que sobre todo, no supieron escuchar la profundidad del espíritu crítico de las nuevas generaciones para cuestionar todo totalitarismo que viniese de Stalin, de Brejnev, de Mao Tse Tung o de cualquier líder centralizador de autoridad y poder. Sin embargo, más allá de la herencia anarquista y situacionista del movimiento juvenil, a través de esta nueva esperanza, infundíamos ideas societales profundas que sembramos y nacían, como fueron la solidaridad con los países del Tercer Mundo recientemente liberados del colonialismo y de dictaduras trasnochadas.
Es importante destacar a los intelectuales que acompañaron a la juventud en esta gesta, no obligatoriamente en las barricadas, pero que fueron capaces de escuchar el clamor de las calles y marcaron su solidaridad como Vladimir Jankélévich, Francois Chatelet, Jean-Paul Sartre, Simoine de Beauvoir, Jean Cassou, Raymond Aaron, Rolland Barthes y tantos más, significaron una presencia intelectual que reposicionaba la función intelectual como parte de gran participación activa en los nuevos giros de una sociedad con compromisos específicos como la amnistía de los presos políticos, las libertades sexuales, el derecho a la contracepción, la defensa de los emigrantes, la solidaridad y acogida a los perseguidos políticos del mundo, abriendo el derecho de asilo para todos y la lucha contra el racismo y la xenofobia.
Muchos analistas actuales se plantean las consecuencias y los aportes en estos años y lo analizan bajo el prisma del contexto del 2017, debemos entender que la juventud de mayo del 68 no pretendía hacer una revolución dialéctica mundial, pero sí tomar el espacio de un nuevo pensamiento crítico e imponer en los estamentos del poder la configuración de lo que nuestra juventud representaba llamando al diálogo intergeneracional con reivindicaciones de la descentralización universitaria, de la ampliación al derecho de becas, de la suspensión voluntaria o no del servicio militar, de la convivencia mixta en los campus universitarios, de la disminución del tiempo u horario laboral, de los reajustes del tiempo vacacional y de las jubilaciones; en fin, un conjunto de peticiones que respondían a los nuevos tiempos.
La falta de posiciones dialogantes por el poder provocó la politización y la radicalización del movimiento a partir del momento en que los partidos políticos y los sindicatos intentaron dirigir y apropiarse de la filosofía generacional y convertirla en un movimiento revolucionario con intereses ideológicos, lo que nuestra generación repudió en sus principios. Cierto es que los obstáculos de una democracia plural y participativa con renovaciones de ideas al día y participación ciudadana siguen siendo amenazadas por un pensamiento que nos divide entre ciudadanos de derechas o de izquierdas, lo que no significa nada en la actualidad globalizante, porque las derechas y las izquierdas siguen sin cuestionarse, y no proyectan espíritu crítico y constructivos. Por este fracaso e inadaptación de los partidos políticos con los cambios del mundo muchos creen que el Movimiento Mayo 68 no sirvió. Lo que refutamos vehementemente los ciudadanos y ciudadanas que participamos en la búsqueda de “un mundo mejor”, donde imperen los valores humanitarios, tales como el pacifismo, el respeto del Tercer Mundo, la solidaridad y la tolerancia de los valores ecológicos y humanísticos, ideas y huellas de ese Movimiento del 68, y que hoy día podemos encontrar en asociaciones sin fines de lucro, movimientos mundialistas, defensa de las tres causales, derecho a la planificación familiar, igualdad de género, luchas antinucleares, respeto del planeta y por el cambio climático, en fin, ideas fundamentales que se manifestaron en Mayo del 68, con aperturas visionarias reflejadas en esa generación que hoy cuenta entre 60 y 75 años, y que han aplicado en su cotidianidad y vida ciudadana, familiar y personal, esos valores de libertad renovadora y moderna, que también, en las artes y en las letras proyectaron nuestra generación en sus obras, como el cineasta suizo Jean-Luc Godard, Julia Kristeva, filósofa, Luz Irigaray, Lacam, Gilles Deleuze, todos supieron leer el clamor del 68 y renovar el discurso filosófico y la postmodernidad en las artes y las letras. Este es el patrimonio de Mayo del 68, que no tiene nada que ver con el oscurantismo partidario político, que todavía persiste y que continúa sin escuchar las nuevas generaciones, por todo lo expresado continuaremos con algunos artículos específicos dentro del campo de las artes visuales y la literatura, para mantener en alto un sueño más alto que la noche…

http://hoy.com.do/mayo-del-68-una-experiencia-de-transformacion/

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