Desinformación y control político durante las expediciones de junio de 1959
Foto: Una parte de los expedicionarios de Junio preparándose para abordar la embarcación que los llevaría a las costas dominicanas
Las expediciones del 14 y 20 de Junio de 1959, para derrocar por la vía de las armas al dictador Rafael Leonidas Trujillo tienen como antecedentes las actividades y la propaganda del exilio antitrujillista tanto en Cuba como en Venezuela, Puerto Rico y Nueva York. Muy temprano, iniciado el régimen de Trujillo, comenzó a organizarse bajo la orientación de Rafael Estrella Ureña, Ángel Morales y otros que habían llegado a Cuba entre 1930 y 1933, la expedición del Mariel. Más tarde, en 1947 bajo el liderazgo de Juancito Rodríguez, Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes-Grullón, se organizó la expedición de Cayo Confites, la que, aún saliendo hacia Santo Domingo, no pudo alejarse de las costas cubanas, y dos años después, con partes de las armas de la fracasada jornada y bajo el liderazgo de Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio H. Arvelo y otros exiliados, se efectuó el desembarco de Luperón, el 19 de junio de 1949.
El triunfo de la revolución cubana en 1959, como antecedente regional, exaltó las expectativas de triunfo contra la dictadura de Trujillo, contando con el apoyo de Fidel Castro, de Rómulo Betancourt y Venezuela. El sueño tanta veces postergado, de poner fin al oprobioso régimen, apuntó a unos preparativos acelerados que llevaron a la improvisación tanto en el campo militar como político, acogiéndose al ejemplo de la lucha guerrillera de la Sierra Maestra.
El liderazgo del Movimiento de Liberación Dominicana, organización responsable de las expediciones de 1959, y los cientos de combatientes que se concentraron en el campamento de “Mil Cumbres”, tenían muy en alto la moral antitrujillista, pero se olvidaron, tal vez por la prisa y por la desesperación de ponerle fin a casi 30 años de tiranía e instaurar la libertad y la democracia en la República Dominicana, de preparar la resistencia interna, y de elaborar planes propagandísticos para promover los fines del movimiento y la justeza de su causa, ante el pueblo dominicano. Además, estaban desarticulados de los núcleos y personas que podían formar parte de una estrategia militar que tomara en cuenta la resistencia interna.
Desconectados de la realidad dominicana y desconociendo los niveles alcanzados por Trujillo en la manipulación de la sociedad, olvidaron los controles de inteligencia, el miedo psicológico y las prédicas del régimen que hacían que el pueblo viera como bueno y positivo la persecución, el crimen, la vigilancia y la figura del dictador.
Para mantener la enajenación de la sociedad, el gobierno mantuvo activo, siendo muy efectivo en sus propósitos, al Partido Dominicano, el Servicio de Inteligencia Militar, el sistema educativo, la Iglesia Católica y la prensa nacional. Y aún más; todas las instituciones, sin importar su carácter político, cultural, deportivo, religioso, profesional, sindical o de género, obedecían y reproducían las líneas trazadas por el sátrapa.
Por otro lado, la táctica de los expedicionarios descansaba en la lucha guerrillera, inspirados en el ejemplo de los revolucionarios cubanos y el triunfo de Fidel Castro, y como dice el doctor Emilio Cordero Michel, pensaban que el foco guerrillero crearía las condiciones revolucionarias dominicanas, sin contar con el más mínimo contacto con núcleos de la oposición interna, asegurando de antemano el fracaso militar de las expediciones.
Además, aunque los expedicionarios eran conocedores de la importancia de la propaganda para promover la validez de su causa y las razones que lo llevaban a luchar contra la dictadura a través de las armas, no dieron importancia a la propaganda interna y sólo se apoyaron en las transmisiones de radio desde Cuba y Venezuela; transmisiones que si bien podían ser captadas en la República Dominicana, por el nivel de control de los servicios de inteligencia y el miedo a ser sindicado como antitrujillista, que en la mente del pueblo se entendía sinónimo de comunista, ateo, enemigo de la iglesia y de la propiedad privada, eran contados los que se atrevían a escuchar esas transmisiones.
Por esa razón, aunque los expedicionarios tenían un programa mínimo de reivindicaciones económicas, políticas y sociales, los fines perseguidos en ese pliego eran totalmente desconocidos por la población. Parece que los líderes del movimiento no tomaron en cuenta, como dice Regis Debray, que “la propaganda armada tiene que ver con el frente interno de la guerrilla más que con su frente externo”.
Prueba de que valoraban la importancia de la propaganda y la inteligencia, pero al momento de actual no la tomaron en cuenta, las encontramos en la “Primera Ordenanza de la Unión Patriótica Dominicana”, una de las organizaciones integrante del Movimiento de Liberación Dominicana. En ella se plantea como uno de los servicios el de “inteligencia y propaganda. Además, en una hoja impresa por el MLD, firmada por Enrique Jiménez Moya y al parecer impreso para ser distribuida en la República Dominicana, quedaba clara la intensión de que la población conociera los propósitos y fines perseguidos.
En ella se anunciaba: 1) la creación inmediata de una Junta Revolucionaria de Gobierno en el Exilio, que representaría los intereses de la revolución y del pueblo dominicano en armas; 2) “Integrar dicha Junta Revolucionaria de Gobierno en la siguiente forma: Doctor Juan Isidro Jimenes-Grullón, quien la presidirá, Doctor Luís Aquiles Mejía, Doctor Francisco J. Castellanos, Doctor Francisco Canto y señor Cecilio Grullón, miembros”.
También se llegó a preparar un manifiesto, que fue leído en emisoras cubanas y escuchado por algunos oposicionistas y oficialistas a través de la radio, informando sobre el desembarco de los héroes de Junio. Tiempo después, el Jefe de la Fuerza Armada dominicana declaró a la prensa que el día 16 de junio los servicios de inteligencia habían escuchado las informaciones sobre el desembarco, anunciado por los exiliados que se encontraban en Cuba.
Y como lo testimonia el comandante Delio Gómez Ochoa, en su libro La Victoria de los Caídos: la prensa cubana se hizo eco de informes llegados al parecer de suelo dominicano que precisaban que Enrique Jiménez Moya, Miguelucho Feliz y Mazú Peroso, comandaban grupos guerrilleros en Constanza, los cuales dominaban desfiladeros, e importantes carreteras (…). Es de suponer—dice Delio Ochoa—que este tipo de informaciones, caracterizadas por su efectismo procedieran de círculos antitrujillistas en el exilio, cuyo deseo de ver a su patria libre los aventuraba a pecar de un optimismo excesivo”.
Otro manifiesto que circuló en el exilio, denunciaba los males de la dictadura de Trujillo, y planteaba que el movimiento iniciado traducía la voluntad del pueblo: “A él se han unido hombres valerosos y dignos que pudieron quebrar el cerco establecido por la tiranía. Y a medida que se vaya extendiendo seguirán con seguridad las incorporaciones. A la postre, englobará a todos los hombres puros del país, aptos para la lucha”. (…). Diversos focos insurreccionales se han establecido en distintas zonas del país, y en ellos luchan, día y noche, con alto espíritu de sacrificio, los soldados de la libertad y la justicia. (…). Todos los países de América se hallan solidarizados con el movimiento en marcha”. Pero como sabemos, en las playas y montañas del país la situación militar era otra.
Partiendo de las debilidades de los expedicionarios, a que hicimos referencia anteriormente y partiendo del control político, de inteligencia y militar de la dictadura sobre la población, el fracaso de los patriotas antitrujillistas parecía previsible.
Del lado de la dictadura la situación se dio a la inversa y favorable para su estrategia de contrainsurgencia, pues se tomaron medidas por adelantado que tendían a evitar el triunfo revolucionario.
El régimen había infiltrado a los exiliados, conocía los planes que se estaban gestando en Cuba, tenía informaciones sobre el apoyo de los venezolanos y cubanos al Movimiento de Liberación Dominicana, y mantuvo en vigilia su maquinaria de control, inteligencia y vigilancia, poniéndola en condiciones de evitar sorpresas y responder a partir de los planes elaborados para el caso de que los antitrujillistas llegaran a las playas dominicanas. Como lo narra el historiador Emilio Cordero Michel, “Trujillo conocía todos los planes, los nombres de los que se entrenaban y hasta algunas fotografías tomadas en Mil Cumbres”.
La dictadura partía de una estrategia anti guerrillera que ya estaba siendo puesta en marcha por gobiernos antidemocráticos de la región.
Haciendo una rápida lectura de la prensa dominicana de entonces, especialmente los periódicos “El Caribe” y “La Nación”, que eran los de mayor circulación nacional, podemos identificar los aspectos más sobresalientes de la táctica utilizada por el gobierno en su lucha contra los expedicionarios: 1) mantener la población desinformada; 2) presentar la unidad de las fuerzas armadas y toda la estructura del Estado apoyando al gobierno; 3) Desarrollar operaciones de inteligencia, propaganda y militar contra los expedicionarios; 4) Evitar el contacto de la guerrilla con la población; 5) Hacer que la población denunciara y persiguiera a los guerrilleros; 6) así como denunciar a los gobiernos extranjeros que apoyaban al movimiento. Además, 7) Resaltar cualidades negativas de los líderes y de los propósitos perseguidos; 8) Aumentar el control político de la población a través de la persecución y la cárcel, y 9) llevar al ánimo de la población que todo estaba normal.
También, 10) Promover movimientos de apoyo al gobierno y repudio a los expedicionarios; 11) Destacar el rechazo de familiares a sus acciones antitrujillistas, condenándolos y apoyando el régimen; 12) Todo esto en medio de una intensa y prolongada propaganda a través manifestaciones multitudinarias que eran destacadas en los medios: mensajes, noticias y canciones de reafirmación trujillistas y de repudio a los expedicionarios a través de la radio, la televisión y la prensa escrita exaltando la derrota militar de los expedicionarios y presentándolos como traidores al gobierno de Trujillo, a sus propios compañeros de luchas y a los gobiernos solidarios con la causa dominicana. Todo para demostrar la fortaleza del régimen, la derrota de los revolucionarios, justificar sus planes contra Cuba y Venezuela, y sobre todo, mantener el control político y militar sobre la población dominicana.
Las informaciones sobre la llegada de los expedicionarios comenzaron a ser publicadas el 20 de junio, cuando el régimen presentó ante la televisión al capitán piloto Juan de Dios Ventura Simó, pero la información apareció disimuladamente en la página 5 del periódico “La Nación”.
En sus memorias, quien fuera uno de los jefes del Servicio de Inteligencia Militar, Jhonny Abbes García, describe la forma en que, a partir de las informaciones en poder de los organismos de seguridad, el gobierno comenzó a prepararse para enfrentar las posibles expediciones contra la dictadura. En conocimiento de que los patriotas habían desembarcado en Constanza y que todavía no habían sido derrotados por las tropas leales al gobierno, y como una forma de controlar la situación manteniendo al pueblo alejado de los expedicionarios, el temible jefe del SIM escribió:
“Por nuestra parte, hicimos reforzar los servicios de vigilancia interna y el personal del Servicio de Inteligencia Militar fue aumentado notablemente. Se iniciaron los sistemas de patrullas nocturnas en pequeños automóviles de fabricación europea, para hacer visible la presencia de agentes nuestros en las calles de cada población. (…). Era una medida de tipo psicológico, encaminada a crear un poco de temor popular, pues tarde o temprano el pueblo se enteraría de la invasión y era necesario que ya estuviera madura en asuntos de “intranquilidad”.
Otra forma de control político contra la población, aparece en un memorandum firmado por Candido Torres Tejeda, Capitán de Corbeta, que también fue jefe del Servicio de Inteligencia Militar:
“Memorando: 1. Experimentamos el honor de llevar al elevado conocimiento de Vuestra Excelencia, de la manera respetuosa, en relación con la comunicación marcada el No. 12633 por el señor José Núñez Mejía, que, encaminadas las investigaciones pertinentes por este Departamento, se ha podido evidenciar que dicho señor fue encarcelado militarmente por orden del entonces General de Brigada Juan Tomás Díaz, E.N., en vista de que el mismo no hizo acto de presencia por ante las autoridades competentes, como era su deber, al ser invadido el territorio nacional por Constanza, hasta que la situación en el frente quedó ampliamente definida en nuestro favor, actitud que interpretó el citado oficial, E.N., como muy dudosa, ya que en aquella ocasión no pudo Núñez Mejía justificar claramente la falta de cumplimiento a sus deberes de dominicano agradecido y trujillista a toda prueba que dice ser”.
“Por tal circunstancia fue incluido en el grupo de personas dudosas que fueron detenidas por Orden del General Díaz, E.N., por considerarlo como medida de seguridad, dados los acontecimientos que se estaban desarrollando. 2. Con igual respeto, nos permitió apuntar que las referencias obtenidas respecto de Núñez Mejía, lo señalan como persona de poca o ninguna seriedad y que no merece se le otorgue concesión alguna. De Su Excelencia, con muestras de la más alta consideración y respeto, (fodo.) Candido Torres Tejeda, Capitán de Corbeta, M. de G., Jefe del Servicio de Inteligencia Militar, 21 de junio de 1959”.
Aunque el silencio y la desinformación, además de la manipulación referentes al desembarco era la regla del régimen de Trujillo, corresponsales de agencias informativas internacionales, como es el caso del periodista Harld Milks, de Prensa Asociada, enviaron cables que no aparecían en la prensa y que en ciertos modos dejaban en claro lo que estaba pasando en el país.
Harold Miles informó a su agencia el 21 de junio:
“Las tropas dominicanas prosiguen hoy la búsqueda de invasores antitrujillistas a lo largo de la costa norte de esta nación isleña. Mientras tanto, la batalla de radiodifusiones entre Cuba y la Republica Dominicana parece traer aparejada amenazas de nuevos conflictos. Se espera en esta capital de un momento a otro, el regreso del Generalísimo Rafael Trujillo de la costa norte, donde sus tropas buscan a los restos de la fuerza de invasión, estimada en unos 200 hombres, que desembarcaron allí el 22 del actual. Trujillo ha prometido dar un informe completo al Congreso sobre la denuncia dominicana de que el ataque desde el mar esta apoyado por cubanos”.
“Los observadores en Ciudad Trujillo, donde la situación parecía hoy completamente normal, hallaron enormes dificultades para extraer los hechos reales de los rumores en la guerra fría del Caribe que, sorpresivamente, se transformó en un conflicto real. En los círculos dominicanos mejor informados y la información exterior disponibles aquí, parece convenir en que desde medidos de junio ocurrieron estos sucesos:
“—Alrededor de las 17:00 oras de la tarde del domingo 14 de junio, un avión C-46 pintado de gris, que se cree llevaba la insignia dominicana, aterrizó en la base aérea de Constanza, a unos 200 kilómetros de Ciudad Trujillo, conduciendo a más de 50 insurgentes armados. Estos se dividieron en pequeños grupos y se internaron en la zona montañosa del país. Operando como comandos, bien adiestrados, estos insurrectos irrumpieron a través de zonas agrícolas de inmigrantes húngaros, japoneses y españoles, para llegar a sus escondiste de los cuales, según afirmó el gobierno, fueron expulsados y aniquilados. El sábado siguiente, dos lanchas a motor se aproximaron a la costa norte dominicana y desembarcaron más de 200 hombres armados, después de aguardar cinco días en el mar la señal de los invasores de Constanza”.
Sigue diciendo el corresponsal de AP en República Dominicana:
“El gobierno dominicano anunció ayer que las dos embarcaciones, descritas como veloces moto-lanchas de unos 25 metros de eslora, fueron atacadas y hundidas por unidades de la marina y la fuerza aérea dominicana. Sin embargo, en fuentes bien informadas de aquí se dijo que las dos embarcaciones fueron destruidas después de desembarcar con todo éxito a sus ocupantes y huir hacia el mar. El anuncio dominicano afirma que la fuerza atacante, que parecía menos adiestrada que el grupo que llegó a Constanza, fue destruida completamente por las tropas dominicanas apoyadas por los machetes de los campesinos leales al régimen”.
“Otros informes dijeron que un número considerable de insurgentes escapó hacia el interior de la isla en grupos pequeños, pero eran acosados implacablemente por campesinos leales a Trujillo, acicalados por las promesas de una recompensa de 1,000 pesos por cada rebelde capturado. Circularon aquí informes aislados, sin confirmación oficial, en el sentido de que pequeñas bandas de infiltrados llegaron a la parte noroeste de la República Dominicana al cruzar la frontera después de desembarcar en Haití. Para combatir tal posibilidad el gobierno dominicano está reforzando sus fuerzas armadas llamando a filas a nuevos soldados”.
“Unos diplomáticos extranjeros dijeron aquí que varios gobiernos, inclusive el de los Estados Unidos, se están haciendo llamamientos a todos los países comprometidos para reducir la tensión y para que se ponga fin a las campañas de propaganda incitando a la violencia en la región. Algunos diplomáticos achacaron gran parte de la tensión a los incontrolados ataques hechos contra varios países del Caribe por estaciones de radio de otras naciones, especialmente entre Cuba y la República Dominicana”.
Como ya al régimen le era imposible mantener en secreto el desembarco guerrillero, desde el 20 de junio la campaña de prensa contra estos arropaba todos los medios informativos del país. Así aparece en una carta que José Javier Núñez envió a Trujillo, y en la que relata sus hazañas como parte de los campesinos que persiguieron a los revolucionarios. Era parte de la campaña para comenzar a dar la impresión ante la población de que todos los sectores eran leales al gobierno de Trujillo. Núñez cuenta con orgullo cómo engañó y ayudó a capturar a varios de los expedicionarios y diciéndole en su carta a Trujillo: “Aquí le doy fe y testimonio de toda mi actitud asumida en ayuda de la defensa de mi Patria, su persona y Gobierno y de todos los Trujillo”.
Debemos destacar, que mientras los expedicionarios eran perseguidos, asesinados y otros capturados, en la prensa dominicana Trujillo daba muestra de que en el país no ocurría nada y por lo tanto, la presencia de los guerrilleros no entorpecía las labores del Estado ni la suya. Tal vez por esta razón, Trujillo comenzó a aparecer la prensa Trujillo apadrinando bodas y participando en actos sociales. A la vez que hacia esto, presentaba ante la población y la prensa internacional el apoyo recibido por todos los sectores del país, cuidándose de dejar bien claro las fuerzas que lo apoyaban, como por ejemplo el gobierno de los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas, y la iglesia católica.
Logrados los propósitos del régimen, cuando ya se entendía que la expedición había fracasado, se comenzaron a destacar los detalles de lo que hasta ese momento Trujillo entendía como victoria militar definitiva, encargándose de informar sobre las bajas, aunque escondiendo que la mayoría de los expedicionarios habían muertos en las cámaras de torturas de la base área de San Isidro, la Cárcel del kilómetro 9 de la Carretera Mella, y la cárcel clandestina conocida como “La 40”.
Concomitantemente, el régimen dio continuidad al proceso para manipular la opinión pública para demostrar que la República Dominicana había sido agredida por fuerzas extranjeras enemigas de la democracia, como sucedió con Cuba y Venezuela, a la vez que se aprovechaba para presentar algunos de los sobrevivientes, dando “testimonios” sobre la responsabilidad de esos países en los preparativos y apoyo del Movimiento de Liberación Dominicana.
Ya para mediados del mes de julio de 1959 la maquinaria de prensa de Trujillo, principalmente a través de los dos principales medios informativos que eran de su propiedad, resultaba asfixiante. Junto con los trabajos de inteligencia del SIM, el encarcelamiento de personas consideradas opositoras y las muertes de los expedicionarios, el régimen comenzó a desacreditar las personas que eran consideradas como traidoras a la dictadura, como aconteció con Homero Hernández, quien había sido funcionario de la embajada dominicana en Ecuador y desertó para apoyar a los expedicionarios, y contra el doctor Emilio Cordero Michel quien desertó de la embajada dominicana de Nueva York (su hermano José Cordero Michel se encontraba entre los que ofrendaron la vida en la expedición del 14 de Junio).
Resulta edificante la carta enviada por Enrique Marchena, jefe de la Delegación de Nueva York, dirigida a Trujillo el 10 de julio de 1959, anunciando la deserción de Emilio Cordero Michel:
“Le escribo estas líneas—y le solicito sus excusas—bajo la indignación que me ha producido la conducta de Emilio Cordero Michel, hasta hace unas hora Secretario de 1ra. Clase de esta Misión Permanente, en la cual con un manto de absoluta hipocresía, cumplía funciones administrativas mientras proyectaba desertar a las filas enemigas de la Republica y de su alto credo político. Cuando le llamaba recientemente la atención hacia su abulia me prometía en vano tomar interés en nuestros asuntos, hasta llegar yo a la conclusión de que me vería forzado a solicitar su llamada al país, considerando que técnicamente no me servia en la Misión, indiferente a su trabajo, aunque las ordenes las llevaba a cabo pero de ahí, no más. (…). El tipo de traición de Cordero es de aquellos que tienen mayor relieve por la premeditación que le ha acompañado: engaño, mentiras, apariencias de lealtad y en fin, todo lo que es despreciable en cualquier ser humano, si se piensa simplemente en la generosidad que Vuestra Excelencia demostró hacia él y su familia”.
Para concluir la farsa, todo el que de una manera u otra resultaba sospechoso de ser disidente o desafecto, terminaba por lo menos enlodado por la mentira, desacreditado, y peor aún, humillado, como pasó con muchos de los padres, madres, tíos, hermanos y hasta cuñados de los expedicionarios. El fondo presidente, del Archivo General de la Nación, contiene innumerables cartas firmadas por los servicios de seguridad, pero que los familiares se veían obligados supuestamente a firmar para evitar ir a la cárcel o encontrar la muerte.
Como muestra la carta firmada por Elías Antonio Frías Rodríguez, cuñado de Enrique Belliard Sosa, uno de los expedicionarios muertos, y otra que aparece firmada por Cruz María Almonte Pacheco, madre de Gonzalo Almonte Pacheco. Al leerse estas cartas y sin hacer gran esfuerzo, encontramos que ambas, aunque firmadas y publicadas en fechas diferentes, contienen el mismo texto.
Es verdad que muchos firmaron los textos pre elaborados por el miedo que sentían, porque no había forma de evitar la presión a la que Trujillo sometía la población dominicana. Pero de todos los métodos utilizado contra la familia de los héroes de junio, para mi el más bochornoso resultó ser la humillación.
En la Prensa de febrero de 1960, cuando todavía se destacaba a páginas completas el fracaso de la expedición, Trujillo aparecía mostrando una supuesta bondad que nunca tuvo. En medios de la crisis política que resultó de las expediciones de Junio de 1959, decidió liberar los seis sobrevivientes dominicanos que todavía guardaban prisión en la cárcel de “La Victoria”. En aquella ocasión se destacó a página completa la humillación sufrida por las madres de Mayobanex Vargas y Gonzalo Almonte Pacheco. De esta última, el régimen enfatizó que además de liberar a su hijo, le regalaron mil pesos.
Sostengo la hipótesis de que si es cierto que Trujillo tuvo una victoria militar contra los expedicionarios, desde el punto de vista de la represión, la propaganda, el descrédito, la humillación, la muerte de tantas personas conocidas y la forma como en definitiva el régimen manejó el desembarco, al final saturó la conciencia nacional y todo lo que se hizo para conservar el poder bañando en sangre a la República Dominicana, se revirtió contra la dictadura, pues el tirano terminó mostrando sus debilidades.
Después de leer los periódicos “El Caribe”, “La Nación”, y parte de los documentos encontrados en el Archivo General de la Nación, con relación a las expediciones de junio de 1959 y conociendo cómo durante aquel año comenzó a organizarse definitivamente la resistencia interna que desembocó en la creación del “Movimiento Clandestino 14 de Junio”, desvelado en enero de 1960, hemos llegado a la conclusión y en esto coincidimos con otros historiadores y con el héroe nacional Comandante Delio Gómez Ochoa: la “derrota de los expedicionarios fue la victoria de los caídos”. Con su sacrificio comenzó el final de la dictadura.
(Se utilizaron como fuentes: 1) UPD, Ordenanza núm. 1, del Ejército de Liberación Dominicano; 2. Emilio Cordero Michel, La expediciones de junio de 1959, Ecos núm. 7, de 1999; 3) Fernando Frade “Guerra Psicológica contra la guerrilla”, Ahora, núm. 487, 12 de marzo de 1973, y 4) Colecciones de documentos y periódicos del Archivo General de la Nación).
https://acento.com.do/2018/cultura/8465303-desinformacion-control-politico-las-expediciones-junio-1959/
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