Las Migraciones Prehistóricas Ante de la llegada de los españoles se sucedieron en la isla de Santo Domingo varios grupos de pobladores del continente americano. Generalmente provenía de Sud-América e iban trasladándose por medio de balsas o canoas a través de las pequeñas Antillas. Una cultura sucedía a la otra y a menudo la obligaba a desplazarse hacia nuevos lugares, pues los recién llegados eran más numerosos y poderosos que los antiguos pobladores.
Pero muy frecuentemente los viejos y los nuevos pobladores se unían en el transcurso de los años para dar lugar a nuevas culturas, resultado de originales situaciones. La transmisión de herencias culturales, la mezclas de las diversas culturas, los largos periodos de residencia de los grupos indígenas en las islas, así como la presencia de nuevos factores geográficos y ecológicos hicieron que las culturas antillanas adquirieron numerosos rasgos de las diferenciaban de las existentes en tierras continentales.
Los Grupos Pre- agrícolas. Todavía no se sabe con exactitud cuando el hombre pobló por primera vez las Antillas Mayores, y la isla de Santo Domingo. En todo caso, ya se conocen restos arqueológicos que atestiguan que la presencia del hombre en la isla de Santo Domingo data por los menos de 3,000 años ante Cristo, pero no es improbable que desde épocas bastante anteriores el hombre ya se hubiese instalado en la isla.
De la vida de las primeras culturas que poblaron la isla poco se puede decir en nuestros días, eran todas tribus pre agrícola que se sustentaban de la caza, la pesca y la recolección. Se encontraban, pues en la fase de desarrollo de la humanidad del salvajismo. Sus instrumentos de trabajos eran rústicos, gran parte de ellos de piedra, y variaban notablemente de acuerdo a las características de cada cultura, pero en general eran poco avanzados.
También tenían instrumentos de concha, huesos y seguramente de otros materiales, como madera. Las unidades de poblamiento debían ser bastante pequeñas porque al subsistir tan sólo a base de bienes que brida espontáneamente la naturaleza, necesitaban extensos territorios para alimentarse.
El grupo más antiguo que hasta ahora se ha localizado en la isla fabricaba sus útiles de trabajos de piedra a base del sílex, un tipo de roca que permite formar núcleos y a partir de ellos lascas de donde se hacían los instrumentos de trabajo más ordinarios, como cuchillos, hachas, puntas, raspadores, y otros. Hay grupos de esta cultura de sílex que por el tamaño de sus instrumentos, se puede suponer que se dedicaban a la caza de grandes animales, desaparecidos desde hace muchos tiempos a causa de variaciones climáticas ya la acción desparedara de los grupos humanos, mientras que otros se dedicarían a la caza de pequeños animales
Paralelamente a estos grupos, pero con cierto retraso, existieron otros a los que se designa como Siboneyes, que presentaban importantes rasgos diferentes. Tenían una tecnología de pulimentarían de la piedra para fabricar sus útiles de trabajo, manteniendo del sílex una importancia secundaria. Al mismo tiempo había grupos que poseían una tradición predominantemente chonchera, es decir, que sus objetos eran hechos de diversos caracoles.
Fabricaban variedad de objetos, sobre todo los grupos portadores de una tradición tecnológica pétrea; hachas, majadores, morteros, dagas y otros; entre los de concha los más importantes eran gubias, raspadores, picos, trompetas, vasijas. Además tenían gran cantidad de objetos cuyo uso hoy día no se pueden determinar, pero que probablemente están relacionados con ceremonias religiosas y funerarias.
Estos siboneyes, al parecer, más que de la caza vivían de la pesca y también de la recolección, y por eso se establecían preferentemente en las zonas costeras de la isla. De su organización social se sabe poco y nada de su lenguaje, creencias. Los siboneyes de Santo Domingo, que eran principalmente de tradición pétrea, llegaron a la isla ante del año 2000 A.C., y constituyeron el núcleo más importante de la población aborigen hasta inicios de nuestra era
Cuando llegaron inmigrantes provenientes de América del Sur que eran ceramistas y agricultores, los cuales dominaron a los siboneyes o los desplazaron a zonas retiradas y en general en dirección oeste.
Primeros Grupos de Agricultores – Ceramistas. El primer grupo importante que se estableció en la isla de Santo Domingo se distinguía por tener un estilo cerámico decorado con pintura. Se conoce como escultura saladoide y a sus pobladores como igneris. Hasta donde se sabe los Igneris, provenían de Puerto Rico, no continuaron en dirección oeste mucho más lejos del lugar en que hoy se encuentra la ciudad de Santo Domingo.
El desarrollo de la cultura saladoide y la llegada de nuevos invasores originarios de América del Sur, dieron lugar a un nuevo poblamiento insular conocido como sub-taino. Probablemente estos grupos se asentaron en la mayor parte del territorio de la isla entre los siglo IV Y VII de nuestra era, dando lugar a un nuevo conglomerado cultural de características locales.
Los Sub-Taínos, constituyen un su primera etapa del desarrollo histórico de la cultura taina. Algunos de los rasgos fundamentales que caracterizaron a los tainos de la época del descubrimiento se habían ido gastando gradualmente en los siglos de existencia de la fase sub-taina. La fase final fue la culminación de todo el desarrollo de siglos de las sociedades antillanas siendo difícil precisar en qué momento, dónde y cómo se empieza a producir el cambio de la fase sub-taina a la fase taina. En todo fue un proceso largo, que probablemente se empezó a gestar en la zona oriental de la Isla de Santo Domingo y que aún no había tenido su final en la postrimería del siglo XV en determinadas zonas.
En general se acepta la tesis de que los sub-tainos tenían los estilos cerámicos Ostiones y Meillac, mientras que los taninos tenían el estilo cerámico Boca Chica. A finales del siglo XV los primeros estilos existían en Jamaica, centro de Cuba y las Bahamas, mientras que el último existía en Puerto Rico, Santo Domingo y el occidente de Cuba.
Fuente; Roberto Cassá. Historia Social y Económica de la República Dominicana, Tomo I, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1985, Cap. III, págs... 19 Y २०
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