La naturaleza esencial del oráculo de Delfos, Parte I, Peter Green
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Instituto de Historia Antigua y Medieval
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
DOSSIER: ENCRUCIJADA DE HISTORIADORES
(Hugo Zurutuza Comp.)
POSESIÓN Y PNEUMA:
LA NATURALEZA ESENCIAL DEL ORÁCULO DÉLFICO *
Possession and Pneuma: The Essential Nature of the Delphic Oracle
Peter Green
University of Iowa
RESUMEN
El deseo de traspasar el velo del futuro está profundamente arraigado en la psiquis humana y varios rituales, más o menos mágicos evolucionaron a lo largo del tiempo para hacerlo. La principal narración sobre los orígenes del oráculo délfico desde la antigüedad es la que escribió Diodoro Sículo en el primer siglo aC. Los estudiosos nunca dejaron de trabajar sobre el tema.
Es en este contexto de fenómenos temporales y mortales que sirven como agentes de la iluminación divina, que nos acercamos al oráculo délfico. Aquí nuestras propias creencias son inmateriales. Lo que importa es entender percepciones, bajo un largo milenio, sobre los propios griegos, como ellos las comprendieron.
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* Versión original en inglés publicada en: Arion, Journal of Humanities and the Classics, vol.17,2, Fall 2009, Boston University. Traducción: Gabriela Monezuelas (Universidad de Buenos Aires)
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Ancient Greece – Mythology - Oracle of Delphi – Beliefs
La persistencia del mito (mythos) en la fase de la razón (logos) ha sido el fenómeno más fascinante de la historia griega. Ambos a menudo se unieron completamente, como se puede apreciar no solamente en la retórica política de los oradores del siglo IV, sino, más asombrosamente, en la literatura médica. Los médicos hipocráticos podrían expresarse sobre la naturaleza racional de la así llamada enfermedad sagrada, la epilepsia (si bien ellos mismos dieron una espléndida explicación esporádica de esta enfermedad, como la flema descendiendo desde el cerebro); sin embargo, trabajaron en cerrada cooperación con el físico-sacerdote Asclepsio en un santuario de curación como el de Epidauro, e intercambiaban tanto, ideas como pacientes. Pero quizás el más extraordinario ejemplo del mythos persistente, siglo tras siglo, codo a codo con logos cada vez más refinados, es el oráculo de Delfos. Por lo menos desde el siglo VIII aC y más sorprendentemente desde los días de Midas, Giges y Creso, ricas dedicatorias manifiestan las creencias, tanto públicas como privadas, de que las sacerdotisas Pythias de Apolo dieron voz al más que humano conocimiento: ellas fueron, en efecto, en un sentido muy literal, la Vox Dei, el instrumento a través del cual la divinidad se expresaba en la tierra.
¿En qué consistió este conocimiento especial y cómo se ganaba el privilegio de acceder a él? El deseo de traspasar el velo del futuro está profundamente arraigado en la psiquis humana y varios rituales, más o menos mágicos evolucionaron a lo largo del tiempo para hacerlo: la interpretación de los sueños (“por un sueño también llega Zeus”, como las notas del Aquiles de Homero [II.1.62], la adivinación por cualquier elemento, desde el vuelo de los pájaros al estado de los hígados sacrificados o los pronunciamientos oraculares). Sin embargo, lo que emerge de aquellas operaciones no eran tanto las predicciones, en lo que nosotros podríamos llamar el sentido Nostradamus, sino más bien, el asesoramiento, basado en lo que era considerado como la voluntad de los dioses, canalizada a través de sus intérpretes. Al mismo tiempo, el valor del asesoramiento especial estaba directamente condicionado por el hecho que su dador, como el vidente homérico Calchas, estaba ocupado en conocer “el presente, lo que estaba por llegar y lo que había sido antes” (Il. 1.70). Ciertamente por lo menos desde el final de la Edad Arcaica -y en muchos aspectos, hasta bien entrado el siglo V-el miedo humano y la ignorancia por lo desconocido confrontados con la impredecible desconfianza de los dioses (phthonos) y el temor a la contaminación (miasma, tanto psíquica como espiritual), necesitaron desesperadamente de la línea vital de comunicación psíquica o de orden sobrenatural y quizás, de la sensación que había una omnisciencia divina, de la cual, con suerte, se le podía conceder a la humanidad ocasionalmente una visión privilegiada.
El conocimiento de Delfos sobre el presente era famosamente reivindicado por el monarca lidio Creso, quien desafió a los sacerdotes a enunciar lo que estaba haciendo cierto día: “Hirviendo un cordero y una tortuga en un caldero de bronce”, la respuesta correcta llegó unida a la exigencia por conocer “el número de granos de arena y la medida del mar” (Hdt. 1.47.1–3).
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El futuro era otra cuestión. Heráclito (citado en Plut. Mor. 404e) expresó sucintamente: “El señor cuyo oráculo está en Delfos ni habla ni oculta, da signos. De igual manera, Theognis (805-10) recordaba su joven amigo Kyrnos que: “el hombre a quien la sacerdotisa en Pytho en su respuesta daba signos de la voz profética de dios desde su rico santuario” tuvo que desentrañar su declaración tan meticulosamente como un carpintero con su regla y escuadra; pone adicionando o sustrayendo desde la suma del mensaje por la satisfacción del deseo, del consultor a los ojos de dios. Esto también es prueba que – ciertamente para mediados del siglo VI, y con toda probabilidad unos cien años antes– la Pythia estaba en el lugar, el famoso método del oráculo bien establecido (completo con trípode y ómfalos) y el santuario délfico ya era altamente exitoso.
Huellas y conjeturas, como T.S.Eliot dijo: huellas seguidas por conjeturas. Los hombres anhelan reforzar sus propias proyecciones mortales sobre el futuro a través de un llamado a deidades omniscientes como Zeus o Apolo y ansiosamente siguen signos crípticos de agentes inspirados de los dioses y que pueden proporcionar su prophetai -esto es, originalmente, intérpretes-. Las predicciones, por razones obvias, son muy pocas veces específicas. Delfos conoció alrededor de siete tipos de ambigüedades mucho antes que William Empson las popularizara: ellas forman parte de los dispositivos azarosos, especialmente un lenguaje inusual, común a la adivinación mundial. Un adivinador entrenado puede decodificarlas; no puede manipularlas otro agente humano1. Como Walter Burkert señala sabiamente, "el aumento de la confianza que los signos brindan como una ayuda para la toma de decisiones es tan considerable que la falsificación ocasional a través de experiencias no habla contra ellos”2.
Esto es más cierto en la pronosticación privada que en la pública. Delfos ciertamente vio por medio de Creso, precisamente cuando Herodoto dijo más tarde: “He was the millionaire who both believed wealth tobe the summum bonum, and used it indiscriminately to bludgeon golden opinions out of the world”3 y con seguridad servía de base para impulsar evidencias ambiguas en la dirección que buscaba. Dijo que si cruzaba el río Halys podría destruir un gran imperio, que fue lo que hizo. El imperio era Lydia, y lo hizo suyo. Pero cuando regresó de las guerras persas, el pronóstico para Atenas era, comprensiblemente sombrío: “Vuela hasta los confines de la tierra”, habían dicho los consejeros. Sin embargo se las arreglaron para conseguir un segundo oráculo un poco menos sombrío (y altamente ambiguo), como una concesión de que nadie podría reclamar que la presciencia délfica había previsto una victoria griega desde el comienzo. El dios, en la cara, había aconsejado simplemente lo que el sentido común dictaba en ese momento.
Esto puede explicar parcialmente por qué las consultas al oráculo, cívicas y especialmente político-militares, sufrieron un lento declive durante el siglo V y fueron virtualmente letra muerta a mediados del siglo IV.
Directamente las predicciones, en lo que respecta a asuntos públicos - nunca el tipo más característico de declaración del oráculo- comenzaron a desaparecer del el repertorio de Delfos. Aquellos que sobrevivieron, tendieron
1 MAURIZIO L., “Anthropology and Spirit Possession: A Reconsideration of the Pythia’s Role at Delphi,” JHS 115 (1995), 82–83.
2 BURKERT W., Greek Religion (Cambridge, ma 1985), 111.
3 GREEN P., Classical Bearings (London 1989), 96.
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más tiempo, no sorpresivamente, a tener un ángulo religioso; por ejemplo, laPythia siguió siendo abordada regularmente para declarar un lugar asylon, quees una imperceptible zona desmilitarizada protegida por su inviolabilidad (de allí nuestro término “asilo”).
Pero el fenómeno fue algo más general, el cambio más asociado al control del hombre lentamente regulable de su medio ambiente. Magia y ciencia experimental comparten, a menudo, indistintamente, la lenta disipación del caos y la ignorancia, pero es la última la que gradualmente gana ventaja. Todos los dioses del tiempo son reducidos por la meteorología. Cuanto más conocimiento poseen los seres humanos, menor será la necesidad que sienten de apelar a que el conocimiento divino primordial sea el funcionamiento del mundo natural. Pero la naturaleza de las cosas, públicas, especialmente políticas y militares, importan, siendo abordadas por una minoría más o menos sofisticada, que se desviará de la dependencia sobrenatural lo antes posible. Los individuos privados, por otra parte, son completamente otro tema, en Grecia o en cualquier otro lugar. Su necesidad nunca ha sido totalmente erradicada, como aquellos que, muy conscientes, consultan su horóscopo diariamente en el periódico.
Lo interesante es que ni las guerras persas, ni la caída política que siguió durante los siguientes dos siglos en ningún sentido afectaron el prestigio de Delfos, o disminuyeron su reputación internacional. Como Eric Dodds señala, “la rareza de escepticismo abierto sobre Delfos antes de la época romana es muy llamativa”4. Mientras adivinos y videntes, en general, se convirtieron en objetivo de vigorosos ataques (nadie había olvidado las profecías prediciendo el éxito de la malograda expedición a Sicilia), Aristófanes se burla de los falsos traficantes de oráculos que dejaron a Pitia gravemente sola. Nadie, ni siquiera los tempranos Padres de la Iglesia, cuestionaron la autenticidad de las expresiones de Delfos, dijeron que eran obra del diablo, algo muy distinto. Delfos era un serio rival y lo trataron como tal. Si el dios era menos consultado por los principales problemas de este mundo, sus pronunciamientos proféticos siguieron siendo buscados en el culto, la adoración y en miles de imponderables de la vida privada. Delfos incluso parece haber tenido sentido del humor. Para un consultor que pregunto: “Oh, hijo de Zeus y Leto, ¿cómo puedo obtener riqueza?” el oráculo respondió impasible: “Con la adquisición de la tierra entre Corinto y Sicyon” (Athen. 5.219a).
Un corolario de esto, bien apoyado por la evidencia –Plutarco, entre otras cosas, fue un sacerdote délfico que gran parte de su vida, dio su testimonio, si no objetivamente, por lo menos como una forma para hablar en nombre de la casa- es que los operadores del oráculo claramente creían en lo que estaban haciendo y tomaron como dada la idea de que Apolo canalizaba la expresión divina a través de Pitia. No eran, a pesar de las suposiciones de algunos racionalistas modernos, bien establecidos artistas de la estafa .Como es claro por numerosas referencias en Platón (por ejemplo, Apol.22c, Ion 533c, Phaedrus244a, y Leyes 719c; cf. Maurizio , citado en la nota 1, 76-79), la influencia y la inspiración (pneu`ma) de lo divino en los poetas, como de idéntica forma en videntes o adoradores orgiásticos, fue un hecho en la antigua sociedad griega, como dice Maurizio, “el comportamiento de la pitonisa de
4 DODDS E. R., The Greeks and the Irrational (Berkeley 1951), 74.
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Delfos cae perfectamente en la tipología de Platón acerca de los efectos de la posesión en la conducta humana”(79). En las Leyes, Platón compara incluso inspiración poética con lo que hace Pitia: “Cada vez que un poeta se sienta en el trípode de las Musas, no está en sus sentidos, es como un resorte que permite que el agua fluya fácilmente”. Por el contrario, la fluidez y la poesía son algunos de los regalos de Pitia, cuando se poseía.
La Pitia, se decía, entraba en éxtasis o en estado de trance, durante el cual se convertía en el vehículo para las declaraciones del dios. De alguna manera su función estaba relacionada con un misterioso vapor de inspiración opneu`ma. Sin embargo, por lo que podría explicarse, la condición era aceptadacomo lo que pretendía ser: posesión divina. Cabe destacar en este punto que tal trance, -a menudo autogenerado, sin un equivalente de pneu`ma implicado-era característico de la emisión en todo el mundo oracular. El racionalismo moderno, contando con logos sólo ha tendido a sesgar las pruebas y tergiversar las actitudes antiguas (Maurizio, 69-71). Me gustaría echar un vistazo más de cerca a las condiciones de generación de expresiones de la Pitia, en relación con los tradicionales relatos del origen del oráculo. Encontramos un tejido apretado, y llamativo, nexo de elementos físicos, psicológicos y emocionales y esto no debe sorprendernos. Estudiosos del antiguo miasma (ritual de la contaminación) conocido como una infección, una plaga en el aire que podría atacar el cuerpo o el alma indistintamente, rompieron las distinciones artificiales entre lo corporal y lo espiritual. El mismo tipo de bromas ambiguas nubla todas las discusiones sobre el pneuma délfíco. Lo que pretendo mostrar es que el mayor elemento que soporta el hecho en el enthousiasmos délfico era -como tan a menudo en casos mundiales similares, la participación en el éxtasis y la posesión- un fenómeno físico identificable, y que el mundo antiguo aceptaba como un modo de facilitar expresiones acreditadas de la inspiración divina.
La principal narración sobre los orígenes del oráculo délfico desde la antigüedad es la que escribió Diodoro Sículo en el primer siglo a C. No hay indicación de sus fuentes y del título usado especulando sobre él (sin embargo, por supuesto, los estudiosos no dejaron de trabajar sobre el tema).
Habiendo hecho mención al trípode (escribe), creo que no es inapropiado en este momento insertar el relato antiguo sobre ello. El relato dice que el templo fue descubierto, hace tiempo por las cabras, y es por lo que los délficos usan cabras cuando consultan el oráculo (Plutarco [Mor.437a]: explica que cuando una cabra fue sacrificada antes de la consulta, se virtió agua de la libación sobre ella, y que cuando el agua que se vertió sobre ella y solamente si se estremecía o temblaba, era considerada auspiciosa y se daba una respuesta oracular.)
La manera de su descubrimiento, se nos dice, fue como sigue. Hay un abismo en el sitio del santuario llamado adyton (santuario interior), alrededor del cual las cabras pastaban, antes que Delfos fuera habitado.
Una ciudad micénica existió en el sitio de Delfos durante la Edad de bronce, en el área del último templo de Atenea Pronaia, pero fue destruido, (como tantos otros) en el siglo XII a C5. Diodoro se refiere al período anterior al reasentamiento de Delfos, ca. 875-860.
5 AMANDRY P., La mantique apollinienne à Delphes (Paris 1950), 204–11; ROUX
G., Delphes:son oracle et ses dieux (Paris 1976), 35–51.
TOMADO DE LA FUENTE;https://jossoriohistoria.blogspot.com/2018/05/la-naturaleza-esencial-del-oraculo-de.html
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