“Cien años de feminismos dominicanos”, Ylonka Nacidit-Perdomo
20 de junio de 2016 - 7:00 am - 0
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La palabra escrita, el discurso del saber, es lo único que perturba al poder patriarcal, que los asume como sus más encarnizados enemigos. Si esa palabra y ese discurso son de la mujer, le molesta al poder, y acelera la opresión desde el mundo “de fuera” que es el Leviatán.
¿Qué es Cien años de feminismos dominicanos? -¿Una recopilación bibliográfica de Gineta E. B. Candelario, Elizabeth S. Manley y April J. Mayes o la Colección Candelario, Manley y Mayes del panorama feminista de un siglo? Es la pregunta que primero me hago.
No obstante, considero que designar a una obra con este título puede pensarse que, es para honrar el pensamiento que se desarrolló en una época, y que postula una labor encaminada a difundirlo. Es un título cerrado, aunque amplísimo, que viene a interpretarse como la agrupación de doctrinas escritas, opiniones, documentos que se consideran fehacientes, o una recopilación bibliográfica que se ha ocupado de ordenar los diversos pareceres y saberes del feminismo, y más aun para establecer un canon a estudiar, y, un inventario de fuentes en las cuales se incursiona para conocer el campo de erudición, la racionalización, el trabajo humanístico o intelectual de quienes en un momento pretendieron analizar desde las aulas, el periodismo, la tribuna, y la vida pública, en fin, los diversos feminismos.
Para este tesonero trabajo se requiere de un rico fondo bibliográfico, de un esfuerzo intenso, y de una sabía disposición personal para colaborar en una hazaña arqueológica de esa envergadura. Realmente, se ha tardado un siglo para que, un equipo de investigadoras-académicas, de Smith College y Pomona College, llevara a cabo con efectividad una empresa de esta magnitud. Y, el momento de los cien años de la intervención armada de los EE. UU., al parecer, provocó que los ficheros sobre este tema pudieran estar sino completos, sí lo más completo, y no sólo como notas necrológicas de documentos impresos o mecanografiados desgajados, ausentes -quizás- de otras recopilaciones anteriores, que se convierten en un nuevocanon para el estudio, entendimiento o aproximación a los feminismos de la Nación desde 1865 a 1965 producidos por Maestras Normales, escritoras, intelectuales, académicas, profesionales, periodistas ocasionales, militantes de organizaciones de mujeres; sufragistas, feministas republicanas, hostosianas, socialistas, totalitaristas, libertarias; pioneras de idearios, contestatarias, precursoras de derechos, políticas; protagonistas, participantes y testigos de excepción de luchas entre conservadores y liberales, nacionalistas, anexionistas, proteccionistas, trasnacionales, imperialistas, y servidoras auténticas de la Patria.
En fin, la nómina de autoras que encabezan e hicieron la Historia de estos Cien años de feminismos dominicanos (Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2016) es muy amplia, muchas con genealogías desconocidas, no nombradas, “burladas” o excluidas de la representatividad, de las crónicas al mejor estilo medieval para que no figuraran en la Historia, y en lo posible en el extenso “De situ orbis” de ese mapa, de esa territorialidad fragmentada que continúa aun sin inventariarse, y con el estigma peyorativo de cosas “mujeriles”, con la cual la estrategia discursiva patriarcal, desde los siglos áureos en Occidente, denomina el quehacer de la mujer, pretendiendo lanzarla por siempre a la marginalidad.
Todas sabemos que la palabra canon significa injusticia histórica, exclusión, pasar el ojo por la Historia. Las bibliotecarias más avezadas -haciendo las veces de grammaticus- podrán inquirir que, estos dos tomos de Cien años de feminismos dominicanos, son un “plan de lecturas”, una guía, un catálogo parcial de distintos fondos, una complicación para el uso de referencistas, divididos temáticamente, y que son fundamentales para la comprensión histórica, repito, de los diversos pareceres y saberes “del” y “en torno” al feminismo local.
Sin embargo, ningún libro es nonato. Nace al ritmo de las particularidades que envuelven su especialización. Un libro de documentos no es un osario o una especie de repositorio, es múltiples almas, múltiples miradas, múltiples vidas, que han quedado allí, y llegado el momento del aquelarre, despierta el libro de los sombríos depósitos de los legajos para cumplir una misión, y entonces se inicia una conjura, que no es más que el inventario del ayer, que se hace ahora, a través de la fuente documental.
Cien años de feminismos dominicanos,la recopilación bibliográfica de documentos, y posterior transcripción de sus contenidos, de Gineta E. B. Candelario, Elizabeth S. Manley y April J. Mayes, me ha permitido llegar a la certeza de que, el mundo feminista es como los demás mundos: de luces y desombras. No es un lienzo transparente, sino efervescente, de existencias, ideologías, doctrinas, capítulos ignorados, y personajes desprovistos de historias. Rotular un libro con esa categoría es separar de alguna forma esos dos mundos con sus particularidades lingüísticas, para recuperar intelectos “femeninos” que han sido castigados, despojados de su libertad, hechos un signo arbitrario.
Soñarse mujer, construirse mujer de carne y huesos, por siglos fue una utopía. Tener una visión propia de la vida, una apuesta al desafío. Narrar un imaginario, desentrañar las ataduras del exilio interior, despertar, comprender que la Historia necesita una relectura.
La Historia del feminismo local -compilada en estos dos volúmenes- viene a desanudar esos conflictos presentados, esas heterogéneas miradas de hechos, situaciones, tensiones y tratativas que las mujeres [ese sujeto afectado por la discriminación, por interrelaciones de inequidades] colocó en crisis en el siglo XIX, cuando decide no continuar anclada su existencia a los parámetros de la sumisión que trae el androcentrismo.
Un siglo es un espasmo pretérito, una memoria donde convergen distintas líneas de acción, contrastes de ideas, enunciados filosóficos y políticos, e identidades llamadas a dilucidarse. Estos dos tomos son un anhelo, y al mismo tiempo una espera, porque a través de ellos se libra la batalla más irreverente de las mujeres, que es contra el polvo del olvido. Ese olvido de otras que nos angustia, y que arroja a la soledad lo que fueron otras, que no contaron en sus libretas de apuntes o en los escapularios donde se determina la posteridad de los nombres.
Quizás sea esta recopilación una manera de rectificar a la Historia; esa Historia que se ha inhibido de la perspectiva de género y feminista, que se inquieta, que se agita, cuando se la señala, cuando se le culpa de una heredad adrede de la misoginia, del agravio malsano, de la violencia hacia aquellas que no entraron a sus capillas ardientes.
Aun subsisten décadas de velos y misterios que ignoran la condición humana de la mujer, que la hacen un ser agónico, de segunda. Esa es la Historia que lleva siglos accidentando las fronteras de la identidad genérica, gestando un relato convencional sobre nosotras, escamoteándonos méritos, lesionándonos la identidad, esclavizando a la palabra.
¿Cómo se hace la contra Historia, cómo se entabla conversación con ella? ¿Cómo lo que creemos un acto ficticio sin andamiajes, sin evidencias, dejado a la relatividad, se hace un hecho real? ¿Cómo se reconstruyen los itinerarios del pasado, y se deshacen las mentiras y las infamias? ¿Cómo se disuelven los estereotipos, y dejamos de ser personajes fortuitos o azares circunstanciales del destino en el momento de la hazaña? ¿Cómo se aguijonean los textos canónicos, y los muestrarios de nombres se convierten en un ejército de amazonas? ¿Cómo desde las profundidades de la nada, del abismo que trae el suicidio emocional de millones de memorias, se llega a la superficie, y la palabra deja de ser anónima, inaccesible, de espaldas a la dialéctica?
¿Cómo la casuística, y las rivalidades de conciencias, dejan de ser una paradoja y apariencias accidentales, y los manuscritos de enigmas vetados -en torno a la mujer- se convierten en capítulos de páginas? ¿Cómo el pensamiento derriba el alter ego de la Historia, y se provoca a la abominable diosaClío, que no se fastidia aún de servirle a los hombres?
Razonar estas preguntas dará por resultados -si se quiere- que se construya una vasta biblioteca “de” y “sobre” las mujeres, hacia donde los destinos de la humanidad se dirijan para conocer todas esas fisuras del tiempo y de la Historia, de la cual ha sido expulsada la mujer, encubriendo su ser y su existir. Cuatro destinos ha dispuesto Clío, para la mujer, por siglos: la muerte, el olvido, la soledad y la apropiación de su palabra, convirtiéndola en una amortajada que se oculta, sin ataúd ni tumba conocida.
Esos cuatro destinos son cuatro designios que nos han fastidiado y fatigado como un verdugo doméstico, como un opresor que lacera a la conciencia, puesto que la conciencia no es una evocación, sino un pre tiempo y un pre espacio, una heredad amarga si se construye desde el autoritarismo y el patriarcalismo.
Cien años de feminismos dominicanos es la mujer hecha un paradigma, no una infeliz Cenicienta. Es una obra con voz, de voces, de muchas voces. Un libro de conjunto, complejo, multiplural, de argumentos, de largas horas donde las manos actuaron para desconstruir la fragmentación del discurso. Es una recopilación documental patrimonial para problematizar a la memoria y a la desmemoria, para disolver el anonimato, para ir al encuentro de identidades desconocidas y de palabras desapercibidas por Clío. Es un triunfo del feminismo transnacional.
Ahora el reloj del tiempo no será un duende invisible, ni un mundo donde los imaginarios colectivos se graban como tatuajes psicológicos de acuerdo al poder político o a las percepciones con las cuales la sociedad es encadenada.
La Historia -con esta labor de Gineta E. B. Candelario, Elizabeth S. Manley y April J. Mayes- ahora nace desde un vientre materno, no viril, machista ni patriarcal; nace desde el Alfa & Omega, con fuentes propias, dejando a los misterios desencadenados, con una ADN que aborrece la diestra y la siniestra de quienes esquilman el discurso de la mujer, y reivindica a Safo y a Hypatia.
Esta monumental obra -que se hizo con la esperanza de que se concluyera-, es un triunfo, una cosecha del deber-ser, y del ser-en-el-mundo, que abre múltiples posibilidades de lecturas, de miradas, y de valoraciones, porque rompe con el poder fálico, con ese yo y súper-yo, que desechó la perspectiva de género, porque la ignorara, la ocultara o le temiera.
La palabra escrita, el discurso del saber, es lo único que perturba al poder patriarcal, que los asume como sus más encarnizados enemigos. Si esa palabra y ese discurso son de la mujer, le molesta al poder, y acelera la opresión desde el mundo “de fuera” que es el Leviatán.
El saber de la mujer es lo único que puede derribar al Leviatán, desprenderle sus máscaras, sus dos caras enfrentadas (la de su hipocresía de la igualdad, y la de la animalidad de la violencia de género).
Cien años de feminismos dominicanos es una apuesta a que conozcamos cien años en torno al mito de ese padrastro “bueno” que es el Estado, y cómo las mujeres se revelaron ante el peso de su falsedad.
Ahí están todos los discursos, los textos frontales, verticales, de dualidades, ambigüedades, genuflexión, contradicción, perdurables, imperdurables, de pretextos, de intertextos, retadores, de oposición, de antagonismo, que designan semánticamente lo que se nombra: un siglo de feminismos, de enfrentamientos del “yo-cotidiano” de la mujer al “yo-ancestral dominante” del hombre.
Esta compilación de documentos de Gineta E. B. Candelario, Elizabeth S. Manley y April J. Mayes, es un ágora, que reta a la otredad, que propicia desarmar, ensamblar símbolos, códigos, corpus y signos de distintas épocas; les invito a conocerlos. [1]
NOTAS
[1] Los dos tomos de Cien años de feminismos dominicanos, Una colección de documentos y escrituras clave en la formación y evolución del pensamiento y el movimiento feminista en República Dominicana, 1865-1965 de Gineta E. B. Candelario, Elizabeth S. Manley y April J. Mayes, se presentó en la Sala de Conferencias del Archivo General de la Nación (AGN) el jueves 16 de junio de 2016. El Tomo Ise titula “El fuego tras las ruinas” 1865-1931, y abarca siete apartados divididos de la manera siguiente: Sección I La educación de la mujer como conciudadana; Sección II Las Normalistas normalizando la participación femenina en la reforma social y en las profesiones; Sección III “Patria, Hogar y Escuela” y “El fin societario de la mujer” feminista; Sección IV Letras y Bellas Artes conduciendo perspectivas femeninas y críticas feministas; Sección V Nacionalismo, anti-imperialismo y participación política dominicana en las redes feministas inter-americanas; Sección VI Las feministas y los anti-feministas debaten el tema de “La Nueva Mujer”; y Sección VII Sociedad civil, ciudadanía y sufragio.
El Tomo II se titula “Las siempre fervientes devotas” 1931-1965, y abarca ocho apartados divididos de la manera siguiente: Sección I Las feministas y su visión de la sociedad civil, la ciudadanía, la soberanía y el sufragio; Sección II Feminismo, partidarismo y trujillismo;Sección III Perspectivas y agendas femeninas y feministas sobre el matrimonio, la maternidad y la participación femenina en la economía política; Sección IV Feministas y la institucionalización de la salud y previsión social estatal; Sección V Relaciones Exteriores, feminismo internacional y redes transnacionales; Sección VI Feminismo antitrujillista en el país y en el exilio; y Sección VII Cultura, Letras y Bellas Artes; y Sección VIII Política feminista y participación femenina en el pos-trujillato.
La fotografía del “Local, Consejo de Dirección y Alumnas del Instituto de Sta. “Salomé Ureña”.- Sto. Domingo”, corresponde a Abelardo Rodríguez Urdaneta, y la fechamos en 1901. Al igual que la Escuela Superior de Señoritas.- Santiago, circa 1901 a 1906, proceden de la obra de Enrique Deschamps, La República Dominicana. Directorio y Guía General (Santo Domingo: Editora Santo Domingo, 1974). Edición facsímil de la edición original de 1907, páginas números 159 y 161.
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