Título: La Historia del Sudario de Turín
Autor: Shroud of Turin Story
Original en inglés: No One Can Explain Shroud of Turin Pictures of Jesus
Traducción: Alejandro Villarreal de B&T -27 oct. 2010-
.https://bibliaytradicion.wordpress.com/2010/10/28/la-historia-del-sudario-de-turin/?blogsub=confirming#blog_subscription-3
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El siguiente texto corresponde al testimonio de un episcopalista, quien narra su propia experiencia frente al Santo Sudario de Turín, y quien pasó de la completa incredulidad a aceptar que dicha reliquia no es una falsificación de la Edad Media y que es misterioso su origen. Es interesante porque describe a grandes rasgos las pruebas que se han aplicado a esta reliquia y otras circunstancias. Es necesario apuntar, que el autor de este texto aunque acepta que la ciencia no puede explicar el origen de esta reliquia, tampoco cree que haya sido milagrosa (esta opinión no se incluye en este texto, sino en la semblanza del autor). Esto último, sin embargo, lo afirma sin evidencia material, aún así, el texto me parece un buen resumen que muestra un esfuerzo de objetividad.
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El relato del Sudario de Turín. Nadie puede explicar el origen de la imagen de Jesús en el Sudario de Turín.
Debo admitir, con alguna vergüenza, que hasta hace algunos años, no sabía nada acerca del Sudario de Turín, y cuando leí algo por primera vez, durante un vuelo hacia Miami, reí estrepitosamente, algo que raramente hago en frente de extraños. ¡Qué ridículo!, pensé, ¿cómo puede alguien pensar que el Sudario de Turín sea auténtico, que sea la mortaja con la que fue envuelto Jesús? El hecho de que el Sudario de Turín muestre una imagen en su superficie, y que se crea que corresponde a Jesucristo, me parecía bastante ridículo.
Mientras leía un libro sobre la era apostólica, de un autor del cual había disfrutado otras obras, y pensando que disfrutaría esta, repentinamente, sin alguna razón en particular, a mi parecer, el libro comenzaba a narrar una semblanza sobre el Sudario de Turín. El autor lo presentaba como un probable tesoro de la Iglesia primitiva, ahí fue cuando me carcajeé.
Recuerdo haberme sorprendido de conocer tan poco acerca del Sudario de Turín, siendo ya un cincuentón y habiendo sido un ávido lector de historia, particularmente sobre la historia de la Iglesia primitiva. No recordaba haber leído nada sobre el Sudario de Turín, y me parecía algo muy lejano a mis intereses, a lo que nunca pondría atención. Así, cuando en 1979, Walter McCrone, un renombrado microscopista forense, a nivel mundial, afirmó que había encontrado pintura en algunas fibras del Sudario, no conocía la historia del Sudario. McCrone, habiendo notado que el Sudario había aparecido repentinamente en 1356, en manos de un caballero francés, quien no explicó su procedencia, y en el tiempo en que un obispo local se apresuró a decir que un artista “hábilmente lo pintó”, y por lo tanto se declaró que era una falsificación pintada. Si hubiera conocido algo de su historia en 1979, probablemente habría aceptado esta conclusión, que me parecía que tenía mucho sentido.
Una década después, cuando tres laboratorios especializados en datación por carbono 14, supuestamente habían demostrado que el Sudario de Turín correspondía a la Edad Media, tampoco conocía su historia, pero de haberlo hecho, habría aceptado esta conclusión de todos modos, después de todo confío en la ciencia.
Adicionalmente, soy naturalmente incrédulo sobre cualquier reliquia que tenga alguna relación con la Europa medieval… Pero no sabía nada sobre el Sudario, metafóricamente hablando, el Sudario de Turín no era algo que hiciera “funcionar mi radar”. Y hubiera permanecido así si el autor del libro que leía no hubiera mencionado un hecho enigmático: la imagen del Sudario de Turín era un negativo.
Sabía algo sobre el tema de los negativos, pero lejos de maravillarme por este hecho, dudé de éste. Estaba tan convencido de que el Sudario de Turín era falso, que dudaba que la imagen realmente fuera un negativo, lo tenía que ver en persona.
Estaba muy seguro que ningún artista, artesano o falsificador de reliquias podrían haber pintado un rostro humano en negativo, hacer esto es como tratar de trazar nuestra firma al revés y de cabeza. Nuestra mente está programada para procesar las cosas como las vemos directamente en el mundo, si en el mundo algo es negro en nuestra mente es negro, si blanco, blanco. Es relativamente fácil, con algo de talento y entrenamiento, pintar una escena de lo que vemos en el mundo, y un artista, si es imaginativo, como Picasso, puede alterar esta percepción de alguna forma estilística. Pero algo que no es posible hacer fácilmente a la perfección es invertir nuestra percepción del blanco y negro, y con esto, todas las tonalidades grises implícitas, y al mismo tiempo, pintar un rostro.
Pero imagínese, tan sólo por unos instantes, que se pudiera hacer, ¿Cómo sería posible corroborar que se ha hecho bien, sin el auxilio de tecnología? Una pregunta más oportuna sería, ¿por qué se habría hecho? En una época en la que no había que esforzarse mucho para creer, ¿por qué molestarse con algo así?
La película fotográfica, inventada hace menos de 200 años, crea buenas imágenes en negativo, y es por esta invención que finalmente se descubrió que la imagen del Sudario es un negativo, cuando fue fotografiado en 1898. Junto con las nuevas fotografías de alta definición, tomadas en 1978 y nuevamente en 2002, se han descubierto extraordinarios detalles: contusiones y detalles anatómicos que sólo tendrían sentido para un patólogo moderno. Nuestras mentes no ven fácilmente los detalles a partir de negativos. El considerar que el Sudario de Turín es una pintura, va más allá de lo ridículo.
Debido a que la imagen es un negativo, algunos han especulado que el Sudario de Turín podría haber sido un ejemplo de fotografía temprana, del Medioevo. De creerse, habría que creer también que sólo fue utilizada una sola vez, para fraguar un fraude de 5.3 metros cuadrados, y que nunca se mencionó o utilizó posteriormente hasta que fue reinventada más de 5 siglos después. Tal especulación es discutible y los datos de los análisis científicos han concluido unánimemente que no se trata de una fotografía.
Tan amenazada se encontraba mi incredulidad, que me tomó aproximadamente un año cambiar mi parecer acerca del Sudario de Turín. Aprendí que las identificaciones de McCrone como restos de pintura, en realidad correspondía a un juicio subjetivo. Pruebas más elaboradas, algunas llevadas a cabo por el ‘National Science Foundation Mass Spectrometry Center of Excellence’ (Fundación Nacional de la Ciencia del Centro de Excelencia de Espectrometría de Masa) de la Universidad de Nebraska, probó, más allá de cualquier duda, que las conclusiones de McCrone fueron erróneas.
Desde 2003, comenzó a aparecer nueva evidencia de fuentes seculares, de análisis, y de fuentes científicas, como revistas, que apoyaban la autenticidad del Sudario de Turín. De estas revistas supimos que las fibras externas de la mortaja estaban revestidas de una fina capa de almidón y de varios sacáridos. En algunos lugares, este revestimiento tomaba la apariencia de una sustancia parecida al caramelo, que formaba las imágenes. Esto sugería que se habían formado por alguna reacción química. También supimos de una tenue imagen adicional, a nivel del rostro, al reverso del Sudario. Esta segunda imagen apoya la hipótesis de la reacción química y agrega más pruebas de que la imagen no es una pintura, ni una fotografía. En 2005, supimos que la datación por carbono 14 fue defectuosa, de hecho, aprendimos que la mortaja bien podría tener 2000 años.
Mientras la ciencia progresaba, nueva información histórica salía a la luz. Así es, existe evidencia de que la mortaja, llamada Sudario de Turín, realmente fue parte de un tesoro de la Iglesia primitiva, no de las comunidades paulinas, con las cuales estamos familiarizados, sino de la Iglesia de Oriente. Edesa se encuentra en la región fértil de la alta Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, y fue una ciudad importante de la ruta de la seda, e indudablemente una de las primeras comunidades cristianas. Partiendo de Jerusalén hacia Antioquía, se completaría dos terceras partes del viaje a Edesa. Yendo hacia la izquierda se llegaría a Tarso, y hacia la derecha a Edesa. Existe evidencia y una sólida tradición de que Tomás y Judas Tadeo, fueron a Edesa en 33 AD. Existe una tradición que dice que ellos llevaban consigo una sábana con la imagen de Jesús. En 544 AD, se encontró una sábana con una imagen de quien se creyó que fue Jesús, sobre una de las entradas a Edesa, en las murallas de la ciudad, una pieza textil que Gregorio Referendarius de Constantinopla más tarde describiría como de cuerpo entero y llena de sangre. Existe fuerte evidencia de que esta sábana de Edesa es, de hecho, el Sudario de Turín. Numerosos escritos, dibujos, iconos, esporas de polen y restos de piedra caliza, atestiguan esto.
Qué curiosas son las poéticas palabras de la literatura tomasina apócrifa de Edesa al respecto. Particularmente las del “Himno de la Perla”, un poema, que se dice es tan antiguo como la primera mitad del primer siglo. Como figura del poema, está Jesús, hablando en primera persona [fragmento tomado de metalog.org]:
76 de improviso, como los enfrentara, el vestido me pareció como un espejo de mí mismo,77 Lo vi todo entero en mí mismo, y a mí mismo entero en él,78 puesto que nosotros éramos dos diferentes y, no obstante, nuevamente uno en una sola forma.
Estas palabras resuenan en la doble imagen del rostro, que observamos aparentemente reflejadas sobre el Sudario de Turín: como un espejo de mí mismo… todo entero en mí mismo… a mí mismo entero en él… nosotros éramos dos diferentes… nuevamente uno en una sola forma.
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El carbono 14 y el Sudario de Turín.
La gran controversia siempre estuvo relacionada con la datación por carbono 14, que parecía haber mostrado que el origen del Sudario de Turín estaba en la Edad Media. Investigadores, quienes no eran expertos en la datación por radiocarbono, pero que estaban convencidos de la autenticidad del Sudario de Turín, trataron de explicar las razones por la que esta datación fue incorrecta. Estas explicaciones, que incluían la influencia del incendio de 1532 cambiando la edad del Sudario, y otras que un polímero bioplástico había contaminado la muestra, carecían de credibilidad científica. Los científicos expertos en datación por radiocarbono rechazaron estas objeciones.
En enero de 2005, las cosas cambiaron. Un artículo apareció en la revista científica ‘Thermochimica Acta’, era un análisis que demostraba que la datación por carbono 14 en el Sudario de Turín no era confiable, debido a que la muestra utilizada era inválida. Aún más, este artículo, de Raymond N. Rogers, un famoso químico perteneciente a ‘Los Alamos National Laboratory’ (Laboratorio Nacional Los Alamos), explicó las razones por las que el Sudario de Turín era mucho más antiguo. El Sudario de Turín era al menos el doble de antiguo de las conclusiones de la datación por radiocarbono, y posiblemente de 2000 años.
Estas revisiones analíticas de las revistas científicas son importantes, es la manera en que los científicos normalmente reportan sus descubrimientos y sus teorías. Los artículos plasmados en tales revistas se apegan cuidadosamente a las normas científicas, carecen de especulaciones y de polémica. Estas revisiones con frecuencia son anónimas, donde se comprueban fórmulas y observaciones. Este procedimiento de revisión frecuentemente toma meses para completarse, y así fue en el caso de Rogers.
Fue en la revista ‘Nature’, otra prestigiosa publicación, donde en 1989 se reportó que la datación por carbono 14 había “demostrado” que el asunto de la mortaja era un engaño. Rogers no encontró desviaciones en este artículo de ‘Nature’, tampoco en la calidad del análisis de datación por carbono 14, él defendió su integridad. Lo que Rogers encontró fue que la muestra para el análisis de carbono 14 fue tomada de una zona de la sábana correspondiente a un remiendo, y que contenía considerables cantidades de material más reciente. Esto no fue culpa de los laboratorios que llevaron a cabo el análisis, pero sí demostraba que tal análisis era inválido.
Inmediatamente después de la publicación del artículo de Rogers, Nature publicó su comentario, a través de la pluma del periodista y científico Philip Ball. “Los intentos de fechar la antigüedad del Sudario de Turín son un gran reto”, escribió, “pero no crean que convencerán a todos… Los estudios científicos del Sudario de Turín son como un microcosmos de la búsqueda científica de Dios: representan más un comburente del debate, que un sofocador del mismo”. Más adelante, Ball agregó. “Aún así, la sábana es un notable objeto, una de las pocas reliquias religiosas que merecen el adjetivo de misterioso. Simplemente no se sabe cómo fue hecha la imagen espectral y serena de ese hombre barbado”.
Ball, quien entiende el acertijo químico implícito en las imágenes del Sudario de Turín, rechazó las ideas popularizadas por los teóricos de la conspiración, quienes dicen que Leonardo da Vinci creó la imagen del Sudario de Turín utilizando alguna forma de fotografía primitiva. El calificó de endeble a tal idea. También rechazó la especulación esparcida de que tal imagen fue “impresa en la tela por alguna clase de radicación de energía nuclear”, desde el cuerpo de Jesús, ante esto, él dijo que era insensata y extravagante.
Casi todos los investigadores serios del Sudario de Turín están de acuerdo con Ball a este respecto. Cuando tales ideas endebles y extravagantes aparecen en los periódicos o en la televisión, como frecuentemente las vemos, los científicos se amilanan. Rogers se refiere a aquellos que sostienen estos puntos de vista, como integrantes de “la corriente de lunáticos” en la investigación del Sudario. Pero Rogers sólo critica a aquellos quienes, sin el beneficio de la evidencia sólida, declaran como un engaño al Sudario de Turín, ellos también forman parte de “la corriente lunática”.
La idea de que el Sudario de Turín haya sido remendado en la zona donde fue tomada la muestra para el análisis con carbono 14, ya había emergido hace mucho tiempo, pero nadie puso mucha atención. En 1998, el consejero científico de Turín, Piero Savarino, sugirió “que se habían encontrado sustancias extrañas en las muestras y la presencia de tejidos extraños (dejados ahí por un “remiendo invisible” que se llevaba a cabo normalmente en el pasado a las telas)”, y que pudieron haber contribuido a un error en la estimación de la fecha por carbono 14. Por mucho tiempo, los investigadores de la sábana, Sue Benford y Joe Marino, independientemente desarrollaron la misma idea y la cotejaron con muchos expertos en textiles y con Ronald Hatfield, de la firma de análisis por radiocarbono ‘Beta Analytic’. Benford y Marino descubrieron que el arte del remiendo imperceptible en las telas era comúnmente utilizado en la Edad Media para reparar tapices de tela, ¿por qué no iba a ser así en el caso del Sudario?, pensaron, ellos creían tener evidencia de esto.
Pero, escéptico, Rogers no estuvo de acuerdo. El ya había desestimado otros argumentos para explicar un posible error en el análisis por carbono 14. Según Ball, “Rogers pensó que sería capaz de rebatir el argumento de la hipótesis del remiendo en cinco minutos”. En lugar de esto, encontró clara evidencia de un discreto zurcido. También mostró, químicamente, que la sábana tenía al menos 1300 años. Y probó, más allá de cualquier duda, que la muestra utilizada en 1988 era químicamente diferente del resto de la sábana. Las muestras eran inválidas. Las pruebas de 1988 fueron así, descartadas.
En palabras que suenan extrañas en una revista científica y que alguna vez había proclamado que la sábana no era auténtica, Ball escribió: “Y, por supuesto, la ‘autenticidad’ no es aquí un asunto para nada científico: incluso si se reuniera evidencia de que la sábana fue hecha en el primer siglo en Palestina, esto no significaría automáticamente que tal tela corresponde a una impresión de la imagen de Jesucristo”.
Ball, quien estaba familiarizado con la evidencia, había confirmado lo que todos los investigadores de la sábana habían dicho: la imagen no es pintada. Aún más, un artículo de 2003, en una revisión científica de la revista ‘Melanoidins’, escrito por Rogers y Anna Arnoldi, una profesora de la Universidad de Milán, demostraron que la imagen estaba compuesta por una sustancia química oscura parecida al caramelo, en otras partes las fibras estaban revestidas de almidón y polisacáridos. Esto sugería un fenómeno natural como causa, si esto se demuestra, la imagen tendría una explicación científica y no milagrosa.
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La segunda imagen del rostro en el Sudario de Turín.
La imagen del Sudario de Turín podría no tener un origen milagroso, o al menos no como tradicionalmente lo imaginamos. Aunque tampoco es resultado de un trabajo humano. Estas parecen ser conclusiones contradictorias, manifestadas en un artículo de la revista científica ‘Journal of Optics’ (14 de abril de 2004), del Instituto de Física de Londres. Utilizando una tecnología de procesamiento de imágenes matemático, Giulio Fanti y Roberto Maggiolo, investigadores de la Universidad de Padua, en Italia, descubrieron una débil imagen del rostro, al reverso de la sábana. Esto ha sido confirmado por medio del uso de otro software. Las implicaciones son explosivas y excitantes.
Esto apoya la hipótesis de que la imagen del Sudario de Turín es resultado de una reacción natural química muy compleja entre aminas, derivados del amoníaco, emergiendo de un cuerpo, y de sacáridos contenidos en residuos de carbohidratos que cubren las fibras de la sábana. El color producido es debido a un proceso químico llamado reacción de Maillard. Esto se discutió ampliamente en un artículo de ‘Melanoidins’, revista de la Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas (EU, Volumen 4, 2003).
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Análisis microscópico de las fibras del Sudario de Turín.
La explicación ofrecida por el químico Raymond E. Rogers y Anna Arnoldi de la Universidad de Milán, es una hipótesis. Pero la naturaleza química y física sobre la imagen del Sudario de Turín, es un hecho científico.
Imagínese que se divide en 100 partes iguales el grosor de un cabello humano, de principio a fin; cada rebanada sería equivalente a una décima parte de un glóbulo rojo sanguíneo. La imagen del Sudario de Turín, en su parte más gruesa, es de este grosor (1/100 del grosor de un cabello); en otras zonas, como las partes claras de almidón y sacáridos, tiene un grosor de 200 a 600 nanómetros, tan delgado como la pared de una burbuja o pompa de jabón, y la cual ha experimentado, se dice, una reacción química parecida al color de un caramelo. El análisis químico y espectral ha revelado que los cromóforos del Sudario de Turín son complejos, una mezcla de enlaces de carbón.
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Cualquiera sea el origen del Sudario de Turín, no es una falsificación medieval.
Cualquiera sea el origen del Sudario de Turín, no es una falsificación medieval.
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Las creencias modernas acerca del Sudario de Turín, se pueden describir entre quienes buscan alguna prueba de la Resurrección y quienes se mantienen con una rígida incredulidad. Podría ser que la respuesta esté en ambos lados, en la aceptación razonada de hechos que implican la resurrección, pero no la demuestran o la definen. Pero para que la sábana nos haya llegado hasta hoy, el sepulcro tuvo que haber sido abierto. Existe aun suficiente misterio para preservar la libertad de creer, con alguna certeza, con fe. Si el Sudario de Turín es auténtico, se nos presenta como un misterio y como paradoja, más que como total claridad. Esto, sin embargo, no es tan confuso, como excitante, y sobre todo en una época tan turbulenta como la actual.
Las creencias modernas acerca del Sudario de Turín, se pueden describir entre quienes buscan alguna prueba de la Resurrección y quienes se mantienen con una rígida incredulidad. Podría ser que la respuesta esté en ambos lados, en la aceptación razonada de hechos que implican la resurrección, pero no la demuestran o la definen. Pero para que la sábana nos haya llegado hasta hoy, el sepulcro tuvo que haber sido abierto. Existe aun suficiente misterio para preservar la libertad de creer, con alguna certeza, con fe. Si el Sudario de Turín es auténtico, se nos presenta como un misterio y como paradoja, más que como total claridad. Esto, sin embargo, no es tan confuso, como excitante, y sobre todo en una época tan turbulenta como la actual.
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