RENACER CULTIRAL

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miércoles, 18 de julio de 2018

Posted: 17 Jul 2018 09:09 AM PDT





















En la primavera de 1903, una pintora americana que se encontraba de viaje por Shangai recibía una carta de su compatriota Sarah Pike Conger. Sarah era la esposa del embajador de los Estados Unidos en Pekín y había contactado con ella desde la capital del imperio chino para hacerle una proposición que no podía rechazar. Katharine Carl llevaba años pintando retratos, algunos de personalidades famosas, y ahora se le presentaba la oportunidad de entrar en la Ciudad Prohibida para inmortalizar a su emperatriz.

Katharine Augusta Carl era una pintora nacida el 12 de febrero de 1865 en Nueva Orleans. Después de graduarse en arte en el Tennessee State Female College en 1882, se marchó a Europa a continuar estudiando. En París recibió clases de pintura de la mano de artistas como William Adolphe Bouguereau y llegó a exponer en el prestigioso Salón de la capital francesa. Miembro de varias instituciones y sociedades artísticas, Katharine no dejó de viajar durante toda su vida y se especializó en el arte del retrato.











































En 1903, Sarah Pike Conger, que vivía desde hacía años en Pekín y había entablado una estrecha amistad con la emperatriz Cixi, pidió a Katharine que viajara hasta la capital china para retratar a la emperatriz. Cixi era entonces una mujer de casi setenta años que llevaba décadas llevando las riendas del poder desde su posición de emperatriz viuda. Cixi había hecho grandes esfuerzos por modernizar su país y había sufrido todo tipo de vicisitudes. Revueltas, intentos de asesinato y conjuras dentro de palacio que no frenaron su afán por abrir el país gobernado por la dinastía Qing y anclado en la tradición a una nueva era moderna.

Sarah se había convertido en una compañera de la emperatriz en sus últimos años de vida y creyó que sería beneficioso que un retrato suyo fuera realizado para mostrar al mundo la imagen de la mujer que había conducido un sinfín de reformas para acercar China a los modelos occidentales. Sarah propuso realizar el retrato para que fuera expuesto en la Exposición de San Luis de 1904.



















































Katharine no sólo pintó el retrato de la emperatriz sino que permaneció a su lado durante nueve meses en los que convivió estrechamente con Cixi. La emperatrizsintió tal estima por la artista que la honró con la Orden del Doble Dragón. Cuando Katharine regresó a los Estados Unidos tenía la orden expresa de no revelar los secretos de la Ciudad Prohibida, donde muy pocos occidentales se habían adentrado. Sin embargo, inquieta e indignada por las cosas que oía y leía en la prensa acerca de su querida emperatriz, decidió explicar su propia versión de la personalidad de una mujer que durante mucho tiempo fue tachada de insensible y despiadada.

Cuando regresé a América - explicó la propia Katharine - leía en los periódicos declaraciones atribuidas a mí que yo nunca había hecho. Decían que su majestad me había amenazado para que la pintara como una mujer joven. Eran declaraciones falsas, como que se me negó una compensación por los retratos. 

Katharine Carl escribió en 1906 Con la emperatriz viuda de China, un libro en el que plasmó su vida en la corte imperial y hizo otro retrato, esta vez escrito, de una mujer extraordinaria.

Katharine falleció el 7 de diciembre de 1938.
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 Si quieres leer sobre ella 

With the Empress Dowager Of China, Katharine

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