La larga marcha hacia el reconocimiento del derecho a voto de la mujer en España

En España, la mujer logró el derecho al sufragio activo, es decir, a poder elegir a sus representantes políticos gracias a la aprobación de la Constitución de la II república el 9  de diciembre de 1931. En el artículo 36 de la Carta Magna española se afirmaba que:
«Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes».
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Se establecía por vez primera una verdadera soberanía popular. Este gran logro para la sociedad en general y para la mujer en particular, junto a otras mejoras como el matrimonio civil o el derecho al divorcio, hicieron que el régimen republicano fuese el primero que confiriese al sexo femenino un protagonismo político y social equiparable al del masculino.

La larga marcha hacia el reconocimiento del derecho a voto de la mujer en España.

Hay que tener en cuenta que nada más proclamarse el nuevo régimen republicano se había modificado la ley electoral vigente hasta entonces permitiendo a las mujeres ser candidatas (sufragio pasivo). Como resultado de este cambio legislativo saldrían elegidas tres diputadas en las primeras elecciones: Victoria KentMargarita Nelken yClara Campoamor, protagonista suprema esta última de una titánica lucha por la equiparación de la mujer en derechos políticos.
Sin embargo, la historia de la larga marcha por el reconocimiento del sufragio femenino está salpicada por la pelea de una minoría de mujeres que trataron de sensibilizar a la opinión pública y política de la necesidad de otorgar plenos derechos  a la mitad de la población adulta del país.  Como comentábamos,  será la abogada madrileña  Clara Campoamor, como diputada de las Cortes Constituyentes, la principal artífice de la obtención del derecho a voto para la mujer enfrentándose incluso a su propio partido (el republicano radical, de centro-derecha), defendiendo el sufragio femenino como una necesidad social al margen de la lucha ideológica del momento, incluso contando con la oposición de sus compañeras parlamentarias y buena parte de la izquierda republicana.

Un poco de historia

Lejos quedaban los primeros intentos de equiparar a la mujer con el hombre. En junio de 1877 se produjo un primer pero tímido intento con un proyecto de ley electoral por parte de siete diputados conservadores liderados por Alejandro Pidal y Mon que solicitaba el voto para las mujeres, aunque solamente para las cabeza de familia con patria potestad, es decir, las viudas.
Obviamente el proyecto fue rechazado.  También a principios del siglo XX, en el verano de 1907,  se produce el primer debate sobre este tema en el parlamento. Se trataba de reformar la ley electoral  y aparecieron algunas propuestas sobre el voto femenino pero nuevamente no se logró ningún resultado.
Entre 1907 y 1908, con el conservador  Antonio Maura como Presidente de Gobierno, durante la discusión sobre la reforma de la Ley Electoral, se presentaron dos enmiendas que abogaban por la concesión del voto a la mujer. Eran aún muy limitadas, pues restringían el derecho a casos particulares, como las viudas que hacían las veces de cabeza de familia y solteras emancipadas que pagaban impuestos, aunque solo para elecciones municipales. También se proponía la posibilidad de voto mediante el abono de un censo.Ninguna de estas propuestas prosperaron.
En 1908 un proyecto del conde de Casa-Valencia aduce la contradicción entre la potestad de la mujer para ser reina y su falta de derecho al  sufragio. También por esas fechas un grupo de diputados republicanos dirigidos por Pi i Arsuaga proponen que las mujeres mayores de edad y emancipadas puedan votar en las elecciones municipales, mas sin embargo no poder ser candidatas.
Poco a poco, la sensibilidad sobre la necesidad de la equiparación de derechos para la mujer se fue abriendo paso, sobre todo por el impulso de mujeres como Carmen de Burgos, desde las páginas del Heraldo de Madrid.  Posteriormente se creó la Agrupación Femenina Socialista o la Federación Sindical de Obreras, desde postulados católicos. Sin embargo, las publicaciones reivindicativas en este campo se remontan a 1845 con la Gaceta de las mujeres, dirigida por Gertrudis Gómez de Avellaneda, en donde se plantea la capacidad de las mujeres para gobernar, remarcando la absoluta desigualdad en este sentido. Más adelante, dentro del Ateneo de Madrid se lanzó la revista El pensamiento femenino, dirigida íntegramente por mujeres y que fue sustituida por el periódico La voz de la mujer, fundado por Celsia Regis ( alias de Consuelo González Ramos). Desde posiciones conservadoras y católicas, aunque alejadas de la jerarquía, y junto a otras mujeres de la valía de María de Maetzu o María Espinosa de los Monteros de fundó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas que impulsó el Consejo Supremo Feminista de Españaya en 1918.  En su seno nació la  Juventud Universitaria Femenina (1919).   En paralelo había surgido en Barcelona la Sociedad Progresiva Femenina y La Mujer del Porvenir, y en Valencia,  la Sociedad Concepción Arenal y Liga para el Progreso de la Mujer. También sería de destacar la Unión de Mujeres de España (UME),  que después sería UMEA (antifascistas), más a la izquierda, vinculado a mujeres pertenecientes al PSOE en dónde destacó la escritora y política María Lejárraga. Otra asociación feminista destacable fue el Lyceum Club Femenino (1926-1939) presidido por María de Maetzu y con miembros destacados como Victoria Kent o Zenobia Camprubí.
Las diversas movilizaciones condujeron a hitos como el libre acceso al funcionariado de la mujer a partir de 1918 (estatuto del funcionario). Otras reivindicaciones fueron la obtención  del derecho de la mujer a participar en las profesiones liberales o su elección para cargos oficiales. En 1921 la citada Carmen de Burgos organiza con su Cruzada de mujeres españolas la primera manifestación reclamando el derecho a voto para la mujer. Un tiempo antes, y volviendo a los intentos por lograr la equiparación en el derecho al voto es el diputado conservador Burgos Mazo el que presenta un proyecto de ley para conceder el derecho al voto para todos los ciudadanos mayores de 25 años, si bien la  mujer no podía ser elegida representante y, como curiosidad, hombres y mujeres votarían en días diferenciados.

La dictadura, la primera en reconocer oficialmente el derecho de voto a la mujer

Todos proyectos resultaron fallidos hasta la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera. En 1924 el dictador promulga un Decreto Real que otorga el derecho a voto a algunas mujeres.  En el Estatuto Municipal se reconoce legalmente, por vez primera en nuestra historia, la capacidad de votar a las mujeres en las elecciones municipales. No obstante se recogía que las casadas y las prostitutas no podrían votar, por tanto no era un derecho universal. Para la historiadora Rosa Capel:
«el sueño por el que tanto habían tenido que luchar las mujeres inglesas y americanas (…), se consiguió en España de manera inesperada». 
Será en la dictadura, en 1929, cuando se elabore un anteproyecto constitucional y orgánico que ampliaba la posibilidad de voto a todos los mayores de 18 años. Su artículo 61 afirmaba que:
  “Serán electores de sufragio directo todos los españoles de ambos sexos, que hayan cumplido la edad legal, con las solas excepciones que la ley taxativamente establezca.
El art. 55 por su parte, ya había señalado:
“Para ser elegido Diputado a Cortes se requerirá, sin distinción de sexos, ser español, haber cumplido la edad legal y gozar de la plenitud de los derechos civiles correspondientes al estado de cada cual”.
Es curioso que en 1927 la Asamblea Nacional, organismo legislativo de carácter corporativo, inspirado en el fascismo italiano, permitiera a mujeres elegidas en ayuntamientos ocupar escaño. Pese a que no se llegaron a celebrar elecciones la cámara consultiva llegó a tener trece mujeres entre sus miembros. Pero no nos engañemos: la mujer carecía de los derechos fundamentales inherentes a toda sociedad democrática. Además la caída de la dictadura y el inicio del breve gobierno del general Berenguer, conocido como “la dictablanda”, con el intento de regresar a la Constitución de 1876 atajó todo debate relativo a la concesión del derecho a voto para la mujer.
Tras las elecciones municipales convocadas por el gabinete Aznar el 12 de Abril de 1931 se proclamaría la II República Española. El nuevo régimen será el que otorgue definitivamente el derecho a sufragio de todas las mujeres mayores de edad aunque, por desgracia con la Guerra Civil todos aquellos logros se perdieron en el olvido hasta la actual Constitución de 1978
Autor: Luis Pueyo para revistadehistoria.es
Bibliografía:
-DURÁN Y LALAGUNA, PALOMA: EL VOTO FEMENINO EN ESPAÑA.
-CAMPOAMOR, CLARA: EL VOTO FEMENINO Y YO.
-Mujer y sociedad en España: 1700-1975, en colaboración con María Ángeles Durán Heras. Editores: Ministerio de Trabajo e inmigración, Instituto de la Mujer. Madrid 1986
-A. Ventura, Las mujeres y la Constitución española de 1978, editado por el Instituto de la Mujer,Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 1999, p. 69.
Foto portada: De Indalecio Ojanguren – Gipuzkoako Foru Aldundiko Kultura eta Euskara Departamentua http://www.guregipuzkoa.net/beta/photo/3494/, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6001055
Tomado de la Fuente; https://revistadehistoria.es/la-larga-marcha-hacia-el-reconocimiento-del-derecho-a-voto-de-la-mujer-en-espana/