El niño que se enfrentaba a la crucifixión en Arabia Saudí permanecerá entre rejas hasta 2022
El caso de Murtaja Qureiris, que fue detenido por participar en una protesta cuando sólo tenía 10 años, saltó a las portadas la semana pasada. Finalmente ha sido condenado a 12 años de cárcel
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Murtaja Qureiris, detenido por participar en una protesta con diez años, no será finalmente ejecutado ni se enfrentará a la exhibición pública de su cadáver. Una semana después de que su caso saltara a las portadas, el tribunal que le juzgaba le ha condenado a 12 años entre rejas y podría ser puesto en libertad en 2022.
"Aunque recibimos informes la semana pasada de que su juicio fue aplazado hasta este jueves, se confirma que ha sido ya condenado y que no será ejecutado. Se enfrenta a 12 años entre rejas", han avanzado en conversación con EL MUNDO fuentes de ALQST, una ONG con sede en Londres que ha seguido de cerca el caso.
Murtaja tenía apenas diez años cuando -en una concentración de menores con bicicletas en la provincia oriental de Arabia Saudí, donde se concentra la maltratada minoría chií del país- lanzó megáfono en mano una súplica: "El pueblo reclama derechos humanos".
No fue detenido hasta septiembre de 2014, tres años después. Sin embargo, la fiscalía general saudí solo presentó cargos en su contra tres años después. Entre las acusaciones, figuran participar en protestas antigubernamentales, asistir al funeral de su hermano, estar en posesión de armas de fuego, arrojar cócteles molotov contra una comisaría, y enrolarse en una organización terrorista. Murtaja, trasladado a un centro de detención juvenil, pasó su primer mes entre rejas en confinamiento solitario.
La corte que le juzgaba, especializada en delitos de terrorismo, le ha impuesto doce años de cárcel. A la espera de juicio, ha cumplido ya cerca de un lustro. El tribunal deja en suspenso otros cuatro años, en los que deberá estar bajo vigilancia policial, por la edad en la que cometió su supuesto delito. Podrá recobrar la libertad en 2022. La sentencia puede ser recurrida.
Precisamente, según la Organización Saudí Europea para los Derechos Humanos, se ha fijado otra vista del juicio para esta semana en la que los fiscales podrían solicitar un veredicto más duro mientras que la defensa exige una rebaja de la condena.
La presión mediática que ha suscitado su calvario, denunciado durante la última semana por organizaciones de derechos humanos internacionales, ha cancelado la petición de la fiscalía. El pasado miércoles el Gobierno austríaco anunció su intención de clausurar un centro de diálogo religioso en Viena, financiado por Riad, después de que su Parlamento instara a evitar la ejecución de Murtaja.
A finales de abril Riad ejecutó a 37 presos en seis ciudades del reino. Las víctimas eran, en su mayoría, miembros de la minoría chií y habían sido condenados por espionaje, violencia, terrorismo y participación en las manifestaciones que estallaron en 2011, al abrigo de la truncada Primavera Árabe. Entre los enviados al cadalso, se encontraban seis súbditos que fueron arrestados cuando eran menores.
Las recientes ejecuciones han concitado la condena internacional para un país que aún arrastra el descrédito por el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul. Según Human Rights Watch, 139 personas fueron ejecutadas en el reino el pasado año. En lo que va de 2019, 110 personas han corrido la misma suerte. Riad alega que la aplicación de la pena capital "solo puede ser impuesta para los delitos más graves y tras someterse a los controles más estrictos".
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