EL PROCESO DE INDEPENDENCIA EN AMÉRICA LATINA.
INTRODUCCIÓN.
1. AMÉRICA ESPAÑOLA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX. LOS FACTORES DE LA INDEPENDENCIA.
1.1. LA SOCIEDAD.
Una sociedad dividida y enfrentada.
1.2. LA ADMINISTRACIÓN.
El malestar criollo.
1.3. LA ECONOMÍA.
Una economía dual.
El problema comercial.
1.4. LA IDEOLOGÍA.
Los ideales de la Ilustración.
Los objetivos de los americanos.
1.5. ACTITUD DE LAS POTENCIAS ANTE LA EMANCIPACIÓN.
EE UU.
Gran Bretaña.
Francia.
Las potencias absolutistas.
1.6. LOS CAUDILLOS MILITARES.
Los jefes independentistas.
Bolívar.
San Martín.
2. LOS ANTECEDENTES.
Las primeras rebeliones.
La propuesta de Aranda.
3. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA (1808-1824).
3.1. LOS INICIOS (1808).
La crisis española de 1808.
La asunción del gobierno por los criollos.
3.2. EL CONFLICTO.
PRIMERA FASE (1808-1815).
Las juntas independentistas.
La represión.
SEGUNDA FASE (1816-1824).
Las grandes campañas militares.
La aceptación española de la independencia.
Los últimos conflictos a lo largo del siglo XIX.
4. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA.
La división política.
Una independencia criolla.
Las potencias extranjeras.
El impacto en España.
5. LA INDEPENDENCIA DEL BRASIL.
La independencia.
El Imperio.
4. INDEPENDENCIA DE CUBA Y PÉRDIDA DE PUERTO RICO.
Las últimas colonias americanas.
Filipinas.
Primera guerra de independencia (1868-1875).
Segunda guerra de independencia (1895-1898).
La guerra con los EE UU (1898).
La entrega del imperio.
INTRODUCCIÓN.
En esta UD estudiaremos las dos fases de la independencia de América Latina, la primera (1808-1824), la más importante, y la última (1898), limitada a Cuba.
Resumen.
Durante el siglo XIX se produjo la independencia (o emancipación) de América Latina. La parte española, desde México a Argentina, se independizó en dos fases: la primera (1808-1824), la más importante, en el reinado de Fernando VII y, la segunda finalmente en 1898.
Este proceso hizo que España perdiera su rango de potencia mundial y surgieran en el continente americano jóvenes naciones, cuyos pueblos se expresaban en castellano y conservaban la herencia española en sus principales rasgos de carácter. Al mismo tiempo, Portugal tuvo que conceder la independencia a Brasil.
Palmer y Godechot han incluido este proceso en las llamadas “Revoluciones Atlánticas” (1770-1850), que comenzaron con la independencia de EE UU (1783) y la Revolución Francesa (1789-1799), continuaron con las oleadas revolucionarias de 1820-1824 y 1829-1834 y terminaron con la tercera oleada revolucionaria de 1848 (la más extensa). Fue un proceso de triunfo del nacionalismo y del liberalismo burgués, mientras se deshacía el Antiguo Régimen.
1. AMÉRICA ESPAÑOLA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX. LOS FACTORES DE LA INDEPENDENCIA.
1.1. LA SOCIEDAD.
La población en la América española, de 15 millones de habitantes h. 1800, se había recuperado de las graves pérdidas demográficas de la conquista.
Una sociedad dividida y enfrentada.
Era una población de gran diversidad étnica y social:
- Unos 300.000 peninsulares españoles (que dominaban la cima del poder político y gran parte del económico).
- Unos tres millones de criollos (blancos, ricos y cultos) que habían nacido en América de descendientes de los españoles. Eran la clase dominante sustentaba su superioridad sobre el dominio económico (tierras, industrias, comercio), social (signos de prestigio, educación, vestidos, lujo) y político (participación en la administración colonial).
- Una gran masa social (16 millones) formada por mestizos (cuatro), indios (10), negros y mulatos, junto a grupos mixtos formados por todos los anteriores. Esta masa estaba dividida en castas que a menudo se despreciaban unas a otras, siendo los peor situados los indios puros y los esclavos negros. La mayoría pobre estaba descontenta por la explotación a la que era sometida por la población blanca. A menudo se rebelaron no contra la Corona sino contra los criollos.
Esta división en castas y su enfrentamiento explica que la guerra se convirtiese en una guerra civil, en la que en ambos bandos luchaban a la vez peninsulares, criollos, mestizos, indios y negros. De hecho, en los primeros años los indios y algunas minorías raciales se pusieron mayormente de parte realista, para no ser dominados por los criollos. Un caso especial fue México, en el que fueron los mestizos e indios quienes se rebelaron mientras que los criollos (grandes propietarios y alto clero) defendieron al principio a la Corona. Pero , en general, en toda América hubo una creciente participación de los criollos en el bando independentista, lo que explica su triunfo final.
1.2. LA ADMINISTRACIÓN.
Los territorios estaban divididos en los virreinatos de Nueva España (México y Centroamérica), Perú (Perú, Chile, Bolivia), Nueva Granada (Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá) y Río de la Plata (Argentina, Uruguay, Paraguay). Por debajo, una compleja estructura de Capitanías Generales, Audiencias, Intendencias y Ayuntamientos controlaba el territorio.
El malestar criollo.
En el siglo XVIII la Corona había reasignado los principales cargos públicos a los peninsulares, por lo que la minoría criolla protestaba ante la imposibilidad de participar en la vida política de sus países. Además era dañina la regulación de la actividad económica en provecho de la metrópoli.
Por contra, temían que una revolución atacase sus privilegios (fue disuasivo el ejemplo de la sangrienta rebelión de Haití) y muchos preferían la protección de la Corona española, con la que además tenían lazos sentimentales y culturales.
Las quejas las resumía en 1817 el independentista venezolano Manuel Palacio Fajardo: tiranía de las altas autoridades, injusta administración de justicia, monopolio económico, aislamiento de las colonias, desdén de la metrópoli a los criollos y su apartamiento de los cargos de la administración y gobierno.
1.3. LA ECONOMÍA.
Una economía dual.
Hacia 1800 la economía americana era dual:
- Una economía de subsistencia: agricultura indígena, haciendas autosuficientes, artesanía y comercio local. De esta economía de ámbito local vivía la mayor parte de la población.
- Una economía comercial: estaban en proceso de rápido crecimiento los sectores de la agricultura (maíz, trigo, café, cacao, caña de azúcar), la ganadería (vacuno, ovino), la minería (oro, plata), la industria (textil, astilleros, metalurgia), el comercio (intramericano y europeo). Eran las actividades más productivas y competían por su dominio los criollos y los peninsulares.
El problema comercial.
El mayor problema era la regulación del comercio, que estaba regulado por España a favor de sus intereses y estrangulaba el desarrollo económico de las colonias.
La completa libertad de comercio de los puertos de España con América fue decretada por Carlos III en 1778, con un fuerte aumento de los intercambios, de los que la industria textil de Cataluña fue la más beneficiada. Pero España no podía abastecer de suficientes productos industriales a las colonias por su débil y cara industria, por lo que el monopolio comercial español era una rémora para el crecimiento americano y los criollos ansiaban comerciar libremente con los británicos y otros.
La ruptura del Pacto Colonial (monopolio comercial de España) y la consiguiente liberalización comercial para los puertos americanos (abiertos a los barcos de todos los países, aunque sujetos a los impuestos de aduanas) llegó tarde, en 1797, precipitada sólo por la guerra contra Gran Bretaña. Mientras que el comercio directo con España sufría por el bloqueo británico, en cambio creció el comercio con el resto de Europa y EE UU, de modo que las exportaciones e importaciones aumentaron prodigiosamente, demostrando a los criollos las ventajas que tenía la libertad comercial. Las guerras napoleónicas dieron un nuevo impulso al comercio americano. El temor a un retorno a la situación anterior cuando los Borbones reasumieran el poder fue un acicate para la independencia. Que fue un motivo importante lo demuestra que cuando Fernando VII concedió a Cuba en 1818 la libertad de comercio, los criollos dejaron de desear la independencia.
1.4. LA IDEOLOGÍA.
Pueden diferenciarse dos bandos en la lucha independentista: los absolutistas (realistas, defensores de la dominación española) y los liberales (partidarios de la independencia).
Los ideales de la Ilustración.
Los dirigentes americanos tenían en sus mentes el ejemplo de la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica y conocían las ideas de los revolucionarios franceses. En los textos de los filósofos ilustrados, sobre todo la Enciclopedia , las obras de Rousseau, las leyes de la Revolución francesa, leían que los pueblos debían gobernarse por sí mismos (ya en 1793-1794 Antonio Nariño publicó en Bogotá la traducción de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, 1789).
Fue esencial el influjo de la Declaración de Independencia de EE UU, cuyos principios son reflejados, p.e. en la declaración de independencia de Venezuela (5-VII-1811, Caracas), que afirma *los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio, o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos+ y el pleno poder de Venezuela “para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos”.
Los objetivos de los americanos.
Deseaban los criollos sobre todo dos derechos:
- Acceder a los cargos administrativos.
- Comerciar libremente con todo el mundo.
Los pobres, por su parte, deseaban una revolución social en busca de:
- El reparto de tierras.
- La supresión de la esclavitud.
Era una radical contradicción, puesto que los criollos no estaban dispuestos a conceder a los pobres sus objetivos, sino que sólo querían libertades y derechos para ellos mismos (su autor favorito era el conservador Voltaire).
La pretensión de los criollos era mantenerse en la cúspide de la pirámide social americana, para lo que durante tres siglos les había interesado el apoyo de la administración española, pero en 1808 el desmoronamiento del gobierno español les obligó a afrontar ellos mismos el mantenimiento del orden social, para lo que necesitaban el poder político. Esto explica que la lucha por la independencia la dirigieran fundamentalmente los criollos.
1.5. ACTITUD DE LAS POTENCIAS ANTE LA EMANCIPACIÓN.
Las potencias europeas y EE UU aceptaban el principio general de que las colonias sólo se podían someter y mantener por la fuerza y que quienes no la tenían debían perder sus colonias. Su apoyo no fue decisivo en realidad, pero cabe distinguir entre quienes apoyaron la independencia, EE UU y Gran Bretaña, tanto por motivos ideológicos (liberalismo) como económicos (libre comercio), y quienes apoyaban el statu quo, por motivos ideológicos (absolutismo).
EE UU.
Su implicación en el proceso fue apoyo constante a la independencia, no sólo por ideología, sino también porque aspiraba a entrar en los mercados del sur, eliminar una potencia europea del continente y aprovecharse de las oportunidades para su propia expansión: p.e. la compra de Florida en 1819, tras una amenaza de invasión, y más tarde la anexión de Texas y del norte del México independiente.
La doctrina Monroe (1823) proclamó que EE UU consideraba el continente americano su ámbito de interés privilegiado y que se arrogaba el derecho de intervenir contra cualquier potencia extranjera que pusiera en discusión su hegemonía.
En 1822 reconoció a México y Colombia, y después reconoció a los demás Estados.
La intervención en Cuba comenzó ya en la primera guerra de independencia (1868-1878), suministrando dinero y armas. Finalmente, la guerra del 1898 supuso la independencia de Cuba y el dominio norteamericano sobre Puerto Rico, que continúa en la actualidad.
Gran Bretaña.
Sus intereses comerciales eran muy fuertes: durante la guerra napoleónica el comercio con las colonias españolas era más importante que el que mantenía con Europa. Estaba muy interesada en la independencia para así extender su libre comercio al mercado americano. Participó activamente con dinero, armas y barcos en el apoyo a las revueltas, sobre todo en los casos de Colombia, Chile y Argentina.
Francia.
Aunque la opinión pública liberal estaba a favor de la independencia, los gobiernos conservadores que tuvo hasta 1830 favorecieron (sólo diplomáticamente) la causa realista.
Las potencias absolutistas.
Por el contrario, los países de la Santa Alianza se pusieron de parte de España, pero su apoyo fue muy débil, pues no querían enemistarse con Gran Bretaña. Como ejemplos, a lo más que llegó Rusia fue a vender (VIII-1817) unos barcos podridos, que no pudieron transportar las tropas, y en el congreso de Aquisgrán (X-1818) se rechazó auxiliar a España.
1.6. LOS CAUDILLOS MILITARES.
No se puede entender el proceso de la Independencia americana sin conocer la importancia de las personalidades de los principales caudillos, militares y políticos a la vez, que jugaron un papel decisivo, tanto por genio militar como por la adhesión que lograron a sus ideales políticos.
Los jefes independentistas.
Los dos grandes héroes de la Independencia fueron los suramericanos Simón Bolívar (en Nueva Granada) y José de San Martín (en Argentina y Chile). Eran criollos, como lo fueron la mayoría de los generales independentistas.
Bolívar.
Simón Bolívar, titulado el “Libertador”, nació en Caracas, en una rica familia criolla con antepasados vizcaínos y había estado en dos ocasiones en España, donde recibió formación militar. Le educó un discípulo de Rousseau. Vuelto en 1807, inicialmente Bolívar no pensaba en la separación de España, sino en una autonomía garantizada por los ingleses. Pero la guerra napoleónica le empujó a defender la separación total. Al principio fue ayudante de Miranda y le sustituyó en la lucha desde 1812. Su ideal fue la formación de una gran nación en el territorio del virreinato de Nueva Granada: sería la Gran Colombia, con Venezuela, Colombia y Ecuador, que se podría unir a los demás Estados en una Federación similar a los EE UU. Pero su proyecto sufrió su división en numerosos Estados, debido a la dispersión geográfica y la heterogeneidad social de los países liberados. Pronosticó: “Sobre mi tumba florecerá una multitud de tiranos”.
San Martín.
José de San Martín era un militar criollo, nacido en Buenos Aires, educado de niño en España, donde ascendió a coronel y participó en la guerra napoleónica. Volvió a Argentina en 1811, para luchar por su independencia y la defendió con acierto en estos primeros años. Comprendiendo que sólo la expansión de la independencia a todo el continente podría garantizar la de su país, promovió una expedición, que liberó Chile (1819) y más tarde ayudó en la de Perú.
2. LOS ANTECEDENTES.
Las primeras rebeliones.
Los precedentes jalonan todo el siglo XVIII, aunque hasta la segunda mitad no aparecieron las primeras rebeliones importantes contra el dominio español:
- En Paraguay, Antequera en 1721-1725 dirigió a un grupo de comuneros, hacendados la mayoría, defendiendo ya la soberanía popular de los criollos contra los españoles. En realidad era un movimiento conservador que deseaba obligar a los indios guaranís de las misiones a trabajar en las encomiendas. La revuelta fue difícilmente reprimida y revivió en 1730-1735.
- En Perú hubo una grave revuelta popular en 1740-1741, para sustituir al rey por el jefe inca Felipe.
- En Venezuela hay en 1749 una sublevación, dirigida por Juan Francisco León.
- En Quito una propuesta separatista de los criollos apareció en 1765.
- En Perú estalló la rebelión más importante. El inca Tupac Amaru primero se proclamó descendiente de los soberanos incas y se rebeló contra Carlos III con el apoyo de las masas de indios del altiplano peruano (el Cuzco). La rebelión (1780-1781) consiguió algunos éxitos, pero finalmente fue duramente aplastada y él fue ejecutado. Sus hijos continuaron hasta 1783.
- En Chile, criollos y peninsulares pidieron una constitución en 1780.
- En Nueva Granada (Colombia primero, Venezuela poco después) los comuneros se rebelaron contra las autoridades (1781), pero sus fines eran distintos y prefiguran el futuro: los criollos querían anular los nuevos impuestos y los indios querían una revolución social, lo que llevó a que los primeros desistieran y a que los jefes indios fueran ajusticiados.
- La gran rebelión de los negros de Minas Gerais sacudió el Brasil portugués en 1789.
- Ya en el siglo XIX, Miranda fracasó en un primer intento de rebelión en Venezuela (1806). Francisco de Miranda, “el Precursor” era un general de Caracas, formado militarmente en España, que consiguió apoyo británico, pero que contó con poco apoyo de los criollos, que no deseaban sustituir el dominio español por el de otra potencia.
La propuesta de Aranda.
El conde de Aranda, un político ilustrado que ocupaba importantes cargos en el reinado de Carlos III, ante el agravamiento paulatino de la situación, comprendió que a largo plazo el ejemplo de la Independencia de EE UU repercutiría en la América español y diseñó una propuesta de independencia ordenada: en una memoria secreta (1783) propuso que se formasen cuatro Estados independientes en los cuatro virreinatos, con monarcas de la familia Borbón unidos a España mediante Pactos de Familia; España sólo conservaría Cuba, Puerto Rico, Panamá y algunos puntos estratégicos, además de ventajas comerciales y militares.
Pero esta inteligente propuesta, muy similar a la posterior de los Dominios británicos, no fue aceptada por la Corona (al poco Aranda fue sustituido por Godoy, válido del nuevo rey Carlos IV) y se perdió una gran oportunidad de transición pacífica hacia una América menos fragmentada que en la actualidad.
3. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA.
En este proceso, al triunfo de los rebeldes confluyeron además de todos los factores anteriores el debilitamiento de España por la guerra napoleónica y la distancia, que anuló los intentos de España para sofocar la rebelión.
Mapa del proceso de independencia de la América española.
3.1. LOS INICIOS (1808).
La crisis española de 1808.
Desde 1808 España se encontraba invadida por el ejército de Napoleón. Las autoridades de las provincias americanas no aceptaron como rey a José I, rechazaron a los emisarios enviados por el emperador francés y se declararon leales al rey Fernando VII.
La asunción del gobierno por los criollos.
La primera ocasión fue temprana. En 1807 los británicos, dirigidos por Beresford y más tarde Popham atacaron Buenos Aires, pero fracasaron ante la resistencia de los criollos, dirigidos por Liniers. No querían sustituir el dominio de España por el de otra potencia. En 1808 los platenses eligieron virrey a Liniers y rechazaron otra vez a los británicos en Montevideo, demostrando que podían defenderse solos y elegir a sus propios gobernantes.
Cuando unos meses después comenzó la guerra en España y se rechazaron las propuestas de sumisión de Napoleón, las clases dirigentes americanas se enfrentaron a una gran crisis. Comprobaron el vacío de poder en España con el rey Fernando VII prisionero de los franceses y el rey José I apoyado por los afrancesados, mientras que la Junta Suprema, y luego la Regencia, no se preocupaban de los asuntos de América o no lograban un control efectivo sobre toda la administración americana. Esta quedó a partir de 1808 en manos de los peninsulares en México y Perú, donde continuaron mandando los virreyes, y, en el resto del territorio los criollos.
3.2. EL CONFLICTO.
PRIMERA FASE DEL CONFLICTO (1810-1815).
Las juntas independentistas.
La caída de Sevilla ante los franceses (II-1810) y la sustitución de la Junta Central por la Regencia precipitaron la crisis. El siguiente paso fue nombrar Juntas propias a partir de abril-mayo de 1810: Caracas, Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, con miembros elegidos por los cabildos. Al principio no hicieron declaraciones de independencia sino de autonomía, con fidelidad al rey, e incluso llegaron a elegirse diputados a las Cortes de Cádiz, pero a continuación se negaron a someterse a la Regencia. La continuación de las hostilidades en España y el mismo proceso político autonómico llevaron desde 1811 al separatismo declarado en Colombia (1810), Venezuela (1811), Paraguay (1811), Quito (1812), Buenos Aires (1816)...
La rebelión triunfó con relativa facilidad sólo en Buenos Aires y su área del virreinato del Río de la Plata. Pero los rebeldes se dividieron pronto en unitarios y federales. Los unitarios pretendían mantener la unidad con un gobierno centralista (eran proclives a una solución monárquica independiente con un Borbón, pero fracasaron en 1814 en convencer a Fernando VII) y los federales querían una casi total autonomía de las provincias (eran republicanos). Entre los federalistas destaca el uruguayo José Artigas, que en 1813 ideologizó el independentismo sobre una base rural y de reforma social y consiguió ocupar la realista Montevideo (1814); en 1815 se formó una Liga Federal y Artigas fue proclamado “Protector de los Pueblos Libres”. Pero los unitarios, con los burgueses de Buenos Aires y Montevideo, se le opusieron y le vencieron. Poco después los luso-brasileños tomaron la Banda Oriental (Uruguay) y los paraguayos rechazaron en 1814 y años siguientes el ataque tanto de los unitarios como de los españoles del Alto Perú (Bolivia). Por fin, los federalistas triunfaron y se proclamó la independencia (9 julio 1816). En este proceso, así, resultaron tres países: Argentina, Uruguay y Paraguay.
La represión.
México era el virreinato más poblado con seis millones de habitantes, con una capital de 150.000 habitantes, y el más rico por su oro y plata. El virrey pudo impedir la formación de una Junta, pero la lucha independentista comenzó con una revuelta social de los campesinos indios y mestizos, dirigidos sucesivamente por los sacerdotes Hidalgo (1810-1811) y Morelos (1813-1815) que atacaban a los españoles como afrancesados e impíos. Hidalgo lanzó el “Grito de Dolores” (IX-1810), abolió la esclavitud y prometió tierras a los indios. Llegó a tomar Guanajuato, pero el temor al desorden explica que los criollos se pusieran masivamente de parte de la Corona y sofocaran la rebelión, que continuó tras la ejecución de Hidalgo en 1811. Morelos, mejor jefe militar, continuó la lucha, con el mismo programa social y proclama la independencia en 1813. Vencido por Agustín Iturbide, fue ejecutado en 1815. Sólo continuó un núcleo de resistencia, dirigido por Guerrero.
Perú, con el virrey Abascal (hasta su sustitución por Pezuela en 1816), se mantuvo fiel a España y con un fuerte ejército y el apoyo criollo (ante la amenaza de una revuelta social) fue el baluarte de la defensa española en América del Sur, desde donde se contraatacó con éxito en Chile, Ecuador y Colombia. En Chile los rebeldes estaban divididos en dos tendencias, la moderada de O'Higgins y la radical de Carreras, lo que favoreció la victoria de Abascal en 1814.
La lucha por la independencia en el virreinato de Nueva Granada fue difícil porque había una nutrida presencia de peninsulares, muchos criollos y mestizos eran favorables a la Corona y por la división interna entre los independentistas de Caracas, Bogotá y Quito. En Venezuela Miranda lo volvió a intentar en 1810-1812, pero tras ocupar parte de la costa se encontró con la resistencia del realista Monteverde y de los criollos y mestizos del interior (acaudillados por Bobes) y finalmente perdió el apoyo criollo debido a la rebelión social de los esclavos, por lo que fue detenido y entregado a los españoles (murió preso en Cádiz). En los años siguientes, sobre todo en Venezuela, se sucedieron victorias y derrotas de los independentistas, dirigidos por Bolívar, hasta que éste en el verano de 1815 tuvo que exiliarse por segunda vez. Sólo quedó un núcleo de resistencia en el delta del Orinoco.
Al terminar la guerra napoleónica y regresar Fernando VII a España se pudo enviar en 1815 como refuerzo militar a los territorios americanos una expedición de 10.000 hombres mandada por Morillo con el fin de sofocar los intentos independentistas en Nueva Granada. Gran Bretaña (aliada de España contra Napoleón) y EE UU luchaban entre sí en 1812-1815 y no podían ayudar a los rebeldes. El triunfo realista, con Morillo desde el Caribe y Abascal desde Perú, fue inmediato y a finales de 1815 sólo quedaban Argentina y Paraguay con una precaria y amenazada independencia (Uruguay estaba sometida a Brasil desde 1816-1817).
SEGUNDA FASE: GRANDES CAMPAÑAS MILITARES (1816-24).
Pero la presión independentista era muy fuerte, los problemas internos de España eran muy graves (falta de una Hacienda fuerte para pagar un ejército y una flota suficientes) y el renovado (desde 1816) apoyo de Gran Bretaña y EE UU a los independentistas era intenso, por lo que la rebelión se agudizó nuevamente. Esta vez fue decisivo el genio militar de los caudillos Bolívar y San Martín.
Las grandes campañas militares.
En Chile una expedición atravesó los Andes (I-1817), dirigida por el argentino San Martín, y derrotó sucesivamente a los realistas en las batallas de Chacabuco (II-1817) y Maipú (IV- 1818). Hacia 1819 la independencia chilena estaba asentada, aunque subsistieron guarniciones españolas hasta 1825 en la isla de Chiloé.
En Nueva Granada, Bolívar, en su tercera rebelión, volvió a desembarcar (V-1816) en la Guayana venezolana, y aunque se sucedieron las derrotas y las victorias, consiguió liberar Colombiacon la victoria de Boyacá (1819). La guerra prosiguió estancada dos años más porque los españoles dominaban la costa.
En 1819 estaba preparada una nueva expedición española a Nueva Granada, pero el pronunciamiento de Riego en Cádiz (1-I-1820) impidió su marcha y las tropas españolas en América quedaron nuevamente aisladas, mientras que los criollos realistas de Nueva Granada y México, atemorizados por el ascenso al poder en Madrid de los liberales, se pasaron de golpe al bando independentista. El debilitamiento del poder militar español fue inmediato.
En México el virrey y los altos funcionarios reeditaron en el Plan de la Profesa el viejo proyecto de Aranda de establecer una monarquía borbónica y, con esta base, los militares criollos mexicanos, dirigidos por el general Iturbide, pactaron el Plan de Iguala (II-1821) con el alto clero, los peninsulares y con el rebelde Guerrero, con tres garantías: independencia de México con una monarquía constitucional ofrecida a Fernando VII o un familiar suyo, mantenimiento de la religión católica e igualitarismo social. El virrey O'Donoju aceptó el Plan en el Tratado de Córdoba (24-VIII-1821) y se proclamó la independencia de México sin lucha (28-IX-1821), pero el rey no aceptó el compromiso y el regente Iturbide se proclamó emperador (24-II-1822), pero unas revueltas republicanas llevaron a su posterior derrocamiento y fusilamiento (1824). México se proclamó República Federal (1824).
Mientras tanto, en su dependiente Capitanía General de Guatemala (que se mantuvo pacífica en manos de España estos años) las llamadas Provincias Unidas de Centroamérica se independizaron de México en 1823, presididas temporalmente por Arce. Más tarde se dividirían, dando paso a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
Por su parte, Bolívar liberó Venezuela con la victoria de Carabobo (24-VI-1821), con lo que cortaba la posibilidad de enviar refuerzos por tierra al Perú, mientras que la escuadra independentista del británico Cochrane bloqueaba la costa del Pacífico. San Martín desde el sur invadió a continuación el último bastión español, el Perú (donde la oligarquía era realista). San Martín ocupó Lima y declaró la independencia (julio 1821) y los españoles se replegaron al interior. Por el norte, Sucre liberó Ecuador en la batalla de Pichincha (1822). Poco después, en la entrevista de Guayaquil (1822), Bolívar y San Martín acuerdan el apoyo del primero a la independencia de Perú a cambio de su inclusión en la Gran Colombia y la retirada de San Martín. Ya en 1823, las tropas de Sucre y Bolívar irrumpieron en el Perú y tras varias alternativas, vencieron en las batallas de Junín (7-VIII-1824) y Ayacucho (9-XII-1824), una resonante victoria porque fue la última batalla en Perú y la América continental, pues el virrey De la Serna aceptó la independencia a cambio de la integridad de los partidarios realistas. Bolivia, donde también los criollos eran realistas, fue liberada a principios de 1825.
Las últimas guarniciones españolas se rindieron en 1825-1826 en El Callao (Perú, 23-I-1826), Chiloé (Chile), Puerto Cabello (Venezuela) y Veracruz (México).
Se intentó todavía una débil reconquista. El Consejo de Estado español aprobó (25-IV-1828) un expediente sobre “pacificación de nuestras Américas”, recomendando que se invadiese México. Así, una expedición contra este país, mandada por el brigadier Barradas, salió de Cuba (5-VIII-1829) y desembarcó en Tampico, pero fracasó y tuvo que capitular (11-IX).
Por su parte, Uruguay cayó en manos de Brasil en 1816-17, pero consiguió su independencia más tarde, en 1828, tras la batalla de Ituzaingó (1827).
En cambio, Santo Domingo, recuperada por España en 1809 por conquista y legalmente en 1815 en el Congreso de Viena, se independizó en 1821 como República Dominicana pero al poco tiempo fue conquistada por Haití en 1822-1844. Más tarde volvió voluntariamente a España en 1861, con el consenso de la población criolla acaudillada por el general conservador Santana, para así resistir la amenaza haitiana, pero poco después el bando liberal reclamó su independencia y tras una corta lucha de guerrillas se obtuvo en 1865.
Mapa final de los países hispanoamericanos a mediados del siglo XIX.
La aceptación española de la independencia.
Sólo quedaron en América en manos españolas Cuba y Puerto Rico. A partir del triunfo liberal de 1833 España comenzó a reconocer la independencia de los nuevos Estados (México 1836, Uruguay 1841, Chile 1844, Ecuador 1849, etc.) y se reanudaron el comercio y la emigración.
Los últimos conflictos a lo largo del siglo XIX.
Aún se sucedieron varios enfrentamientos militares entre España y los Estados americanos, como la intervención en México (1861-1862) para exigir el pago de la deuda, la ocupación de las islas Chinchas en Perú (1864) seguida de la indecisa guerra del Pacífico contra Perú, Chile, Bolivia y Ecuador (1865-1871), en la que se bombardearon Valparaíso y El Callao (1866).
4. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA.
La división política.
El proyecto de Bolívar de cuatro grandes federaciones americanas unidas por pactos mutuos, en el norte con México, en el sur con Río de la Plata, Perú y la Gran Colombia, terminó con un rotundo fracaso en los decenios de 1820 y 1830. Bolivia se separó de Perú (1825, y tras la unión de 1837 definitivamente en 1839) y las dos se apartaron de la Gran Colombia en 1828. Hacia 1830 se separaron Venezuela, Colombia y Ecuador. En el Río de la Plata se separaron definitivamente Argentina, Paraguay y Uruguay. Las Provincias unidas de Centroamericana (Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Costa Rica) se independizaron de México (1823) y después la federación se deshizo en una guerra civil y estos cinco pequeños países se independizaron (1838-1839). Son ejemplos de que había muchos intereses locales contrapuestos.
En suma, con la fragmentación política se perdió una gran ocasión para un desarrollo político, social y económico más equilibrado. La debilidad política, económica y militar resultante explica, por ejemplo, que México sufriese una disgregación territorial en América central (1830), Texas (1836), la guerra con EE UU (1846-1848), con pérdida de vastos territorios, así como la intervención francesa en 1862-1865. Por otra parte la artificialidad de las fronteras (basadas en las divisiones administrativas y judiciales de la administración española) explica en gran parte las guerras entre los nuevos países, como la guerra de la “Triple Alianza” de Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay (1865-1870); la “guerra del salitre” de Chile contra Perú y Bolivia (1879-1883) y las muchas disputas fronterizas que han subsistido en el siglo XX, como la guerra del Chaco (1932-1935).
Una independencia criolla.
Para los países americanos la independencia tuvo efectos positivos en cuanto tuvieron libertad política y económica para defender sus propios intereses, pero fue una independencia al servicio de los intereses de los criollos, que formaban las clases privilegiadas: grandes propietarios, la burguesía de los comerciantes, funcionarios y militares, el alto clero. Los nuevos Estados siguieron bajo el dominio social de los criollos, que dominaban las tierras con el apoyo del ejército y la Iglesia católica. Las dictaduras al servicio de los criollos fueron la tónica general. Era un liberalismo ficticio, que generó una gran inestabilidad interna, con numerosas guerras civiles entre los “caudillos”.
Por contra, se arruinaron los artesanos e industriales criollos, incapaces de competir con la industria británica y por la fragmentación de los mercados americanos.
Los campesinos indios y mestizos vieron como su situación económica empeoraba, al perder la protección de la Corona , pese a que desaparecieron los privilegios jurídicos de casta.
Para los esclavos la situación mejoró, pues fue abolida la esclavitud, en la mayoría de los casos durante la misma guerra de independencia. Pero se mantuvo en Brasil hasta 1873 y en las colonias de España hasta 1880.
Las potencias extranjeras.
Las nuevas potencias dominantes en la América Latina fueron Gran Bretaña, con su poder marítimo, industrial, comercial y financiero, que controlaba las minas y ferrocarriles, y los EE UU que con la doctrina Monroe (1823) proclamó que se opondría a toda intervención europea en el continente.
El impacto en España.
Durante decenios España no tuvo relación con los nuevos Estados, pero se impuso la realidad y poco a poco restableció la relación diplomática y económica con ellos. Si dura fue la pérdida de las colonias en el decenio de 1820, por la decadencia comercial y la disminución de los ingresos fiscales, peor incluso fue la pérdida de 1898, pues provocó una crisis nacional sin precedentes. El “regeneracionismo” fue una respuesta ideológica positiva, pero no evitó que se entendiera como la gran crisis de la Restauración y que marcó el futuro a largo plazo de la monarquía y del sistema político.
5. LA INDEPENDENCIA DEL BRASIL.
Por ser un caso único, estudiamos aparte el proceso de la independencia del Brasil.
La población h. 1800 era de más de 3 millones de habitantes, con una alta presencia de esclavos negros (1.887.500, más de la mitad). La sociedad brasileña colonial, menos sensible al prejuicio social que la española, presentaba una estratificación social semejante a esta. En lo alto de la escala estaba el portugués, que se reservaba el derecho a la administración. El lugar más bajo correspondía al esclavo negro, reducido a una vida miserable, pero que en diferentes ocasiones estalló en rebeliones, como la de Minas Gerais (1789).
El país tenía una economía rica y expansiva, basada en la agricultura tropical (azúcar, café, cacao, tabaco, maderas preciosas...) y la explotación de las minas de oro.
La independencia.
Brasil recibió al rey Juan VI, de la dinastía portuguesa Braganza, durante su exilio (por la invasión napoleónica) desde 1808 a 1821. La Corte se instaló en Rio de Janeiro y se otorgó a Brasil el título de Imperio y luego el de Reino Unido de Portugal y Brasil. En ese tiempo se desarrolló la conciencia independentista de los criollos y Brasil se acostumbró a ser un Estado, que no quería volver a depender del débil Portugal.
En 1817 se sofocó una rebelión republicana y en 1821 se anexionó Uruguay (hasta la rebelión de 1828).
Cuando el rey volvió a Portugal en 1822 dejando como regente a su primogénito, Pedro, los criollos se unieron a este en una revolución y se declaró la independencia en el Grito de Ipiranga (7-IX-1822). Pedro I fue coronado emperador. La guerra con la metrópoli fue muy breve y terminó en 1823 con el reconocimiento de la independencia.
El Imperio.
El Imperio subsistió hasta 1889. Pedro I heredó la corona portuguesa en 1826 y la dejó a su hija María (desposeída por su tío Miguel). La amenaza de un levantamiento liberal obligó a Pedro a abdicar (1831) en su hijo Pedro II, un reformista cuyo poder fue debilitándose con el tiempo al imponer desde arriba una política liberal (sin el apoyo de los liberales republicanos): el sufragio universal (1881) y la abolición de la esclavitud en 1888 le privaron del apoyo de los terratenientes conservadores. Los republicanos aprovecharon la crisis para dar un golpe de estado y proclamar la República.
6. INDEPENDENCIA DE CUBA Y PÉRDIDA DE PUERTO RICO.
Las últimas colonias americanas.
Las colonias que quedaban, Cuba y Puerto Rico se convirtieron en fundamentales para la economía española, que tenía en ellas mercados protegidos para sus productos textiles, mientras abastecían a la metrópoli de azúcar, café, tabaco y cueros. Las islas alcanzaron una prosperidad general muy alta. El nivel de vida era superior al español, aunque mal repartido. La modernización fue intensa. Como ejemplo, el primer ferrocarril español se hizo en Cuba, en 1838 (diez años antes que en la Península Ibérica ) para transportar la caña de azúcar.
En las islas del Caribe las tierras estaban en manos de una minoría de grandes plantadores, que dominaban las plantaciones de azúcar y otros cultivos tropicales. Los esclavos africanos eran la base social de trabajo, sometidos a una explotación durísima por lo que se rebelaron a menudo (destaca la revuelta de 1843).
Políticamente había dos grandes y heterogéneos grupos:
- Un partido procolonialista y antiautonomista, formado por numerosos emigrantes españoles (los peninsulares) que habían hecho su fortuna como militares, funcionarios, comerciantes, industriales y plantadores. Los plantadores, en especial, eran partidarios de mantener la dependencia de España.
- Un partido autonomista, integrado por los criollos que protestaban ante el excesivo centralismo del sistema administrativo español. La mayoría de los criollos se contentada con lograr una amplia autonomía que mantuviera su situación de predominio social. Ante la resistencia española a las reformas, fueron derivando hacia el independentismo e incluso pensaron en la anexión a EE UU, un sentimiento que duró hasta 1857, cuando fue evidente que este país aboliría la esclavitud.
Los mulatos y negros sólo querían la supresión de la esclavitud y ayudaron a unos y otros de acuerdo con las promesas que se les hicieran. Al final, se pusieron de parte de los independentistas, que aceptaron la abolición.
Filipinas.
En cambio, en Filipinas (que aunque asiática se debe incluir por extensión en este tema) apenas hubo colonización y su importancia para España era menor, pues su dominio era básicamente comercial y se basaba más en intereses de prestigio que demográficos (sólo hubo 6.000 españoles de media, la mayoría militares y misioneros), económicos (la colonia era presupuestariamente deficitaria) y de religión (la Iglesia presionaba para defender el único foco de catolicismo en la lejana Asia Oriental).
La lucha por la independencia se redujo a unos pocos conflictos con la mayoría tagala y la minoría musulmana, como la sublevación de 1872, hasta la rebelión generalizada de 1896, que enlazó con la guerra de 1898. La represión española de los autonomistas fue dirigida con éxito sucesivamente por los generales Polavieja y Fernando Primo de Rivera, y concluyó con el fusilamiento de Rizal (30-XII-1896) y el sometimiento general de los rebeldes en Biac-Na-Bató (XII-1897), lo que impidió una solución pacífica y paulatina. La rebeldía continuó, aletargada, dirigida por Marcelo del Pinar y Emilio Aguinaldo.
Primera guerra de independencia (1868-1875).
En 1868 aún estaba vigente la esclavitud en Cuba (y Filipinas), que no podían elegir diputados, aunque en España se las consideraba parte de la nación española. La guerra de los “diez años” comenzó con el “grito de Yara” (10-X-1868), en el que se rebelaron algunos terratenientes (Céspedes, Agramonte) y muchos campesinos, esclavos e intelectuales. La mayoría de los habitantes de las ciudades se mantuvieron leales a España. El general Duce, desde 1870, intentó una pacificación con concesiones a los esclavos, que provocaron el rechazo de los plantadores y los peninsulares, por lo que se limitó a dar libertad a los recién nacidos y los mayores de 60 años.
España sufrió mucho por la guerra (fue una de las grandes causas del fracaso del “sexenio democrático”) y tuvo que enviar un ejército de hasta 200.000 hombres, que tuvo 64.602 muertos (la mayoría por enfermedad). El 31-X-1873 fue apresado el vapor Virginius, que usaba el pabellón estadounidense y era propiedad de la junta cubana exiliada en Nueva york, y que llevaba a los principales líderes rebeldes y armamento. Pese a las presiones de EE UU los independentistas fueron ejecutados, y por ello estuvo a punto de estallar la guerra entre ambos países. Poco después, la división entre los rebeldes favoreció a los españoles: en 1874 Céspedes murió en combate y Calixto García fue capturado.
La dura y larga guerra de Cuba terminó con el combate de Tasajeras y la captura del presidente rebelde Estrada (19-X-1877) y, acto seguido, con la pacificación del general Martínez Campos en el Convenio de Zanjón (12-II-1878), firmado por el jefe rebelde Vicente García. Se daban pequeñas concesiones autonómicas (similares a Puerto Rico), una amnistía y la emancipación de los esclavos que lucharon. Las concesiones fueron juzgadas excesivas por los peninsulares e insuficientes por los partidarios de la independencia, que con Maceo lucharon en la “guerra chiquita” (1880).
Por su parte, un movimiento independentista en Puerto Rico (1870) fue fácilmente dominado y en el reinado de Amadeo I se le concedió la autonomía y se abolió la esclavitud en 1873. No habrá disturbios en lo sucesivo.
La esclavitud había sido un factor fundamental en la revuelta y su abolición comenzó gradualmente en 1879 para ser total en 1880 (en 1888 se liberó al último). La guerra y la abolición arruinaron a muchos plantadores, que tuvieron que vender sus tierras a inversores norteamericanos. En 1890 EE UU absorbe el 95% del azúcar cubano y el 87% de las exportaciones totales y en estos años aumenta sus ofertas de compra de la isla, hasta por 120 millones de dólares.
En el periodo 1878-1895 surgió una corriente antiautonomista (racista y reaccionaria), que se apoyaba tanto en los españoles como en los criollos que temían un estallido social si España dejaba la colonia. En 1892 José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano (al mismo tiempo José Rizal fundaba la Liga Filipina ). En España había una pequeña minoría que apoyaba una autonomía para la isla (Maura, Sagasta), mientras que la mayoría (Cánovas) defendía la plena integración, al estilo de las islas Canarias.
Segunda guerra de independencia (1895-1898).
Nuevamente la rebelión se concentró en el campo, empujado por la caída del precio del azúcar. La inspira el escritor José Martí, que lanza el “grito de Baire” (24-II-1895), aunque pronto murió en la lucha (19-V). Los jefes militares rebeldes son Antonio Maceo (que murió en combate 7-XII-1896) Máximo Gómez y Calixto García.
José Martí, líder de la independencia cubana.
El general Martínez Campos intentó la diplomacia al principio, sin éxito, por lo que le sustituyó en 1896 el general Weyler, que reprimió duramente la rebelión, con columnas móviles, concentraciones obligatorias de la población civil (más de 300.000 concentrados, que sufrían grandes padecimientos y una elevada mortalidad, lo que causó duras críticas) y la construcción de grandes fortificaciones (trochas, alambradas). La victoria española era muy costosa: la economía cubana, desorganizada, estaba hundida. Además, las bajas españolas, sobre todo por enfermedad, fueron terribles (tal vez 100.000 muertos, más muchos heridos y enfermos crónicos), exigiendo constantes reclutamientos (la guarnición llegó hasta 200.000 hombres, aunque las enfermedades dejaban inútil a la gran mayoría).
Soldados españoles en Cuba en 1898.
Por su parte, la opinión pública norteamericana, galvanizada por la prensa sensacionalista (la cadena Hearst), pedía la intervención a favor de los insurrectos. En mayo de 1897 los EE UU reconocían a los rebeldes la condición de beligerantes y se insistió en las ofertas de compra (la última, en II-1898).
En España se rechazaban las propuestas independentistas: la inmensa mayoría de los políticos, la prensa y la opinión pública defendían la unión de Cuba a España “como un trozo más de la patria” y se azuzaba contra los EE UU, desconociendo su poder económico y militar tanto como la propia debilidad. Incluso el periódico republicano “El País” decía en su editorial “El problema cubano no tendrá solución mientras no enviemos un ejército a los Estados Unidos” (24-II-1898). Había manifestaciones pidiendo la conquista de Nueva York...
Demasiado tarde, el gobierno de Cánovas concedió la autonomía a Cuba (5-II-1897). Cánovas fue asesinado en el verano de 1887 y le sucedió Sagasta que amplió la autonomía (26-XI-1897) según el modelo de Puerto Rico, y ante la gravedad de la situación militar y política, destituyó a Weyler (9-X-1897) y nombró al moderado general Blanco, con la misión de pacificar a los últimos rebeldes. Sagasta proclamaba que defendería Cuba “hasta la última peseta”. En Cuba los rebeldes dominaban gran parte de las provincias del este, cerca de Santiago.
La guerra con los EE UU (1898).
El crucero Maine hundido en el puerto de La Habana.
La explosión fortuita del crucero Maine en el puerto de La Habana (15-II-1898) dio a los norteamericanos el pretexto para intervenir. España anunció un armisticio (9-IV), con un programa para garantizar a Cuba poderes limitados de autogobierno. Pero poco después, el Congreso norteamericano declaró (19-IV) el derecho de Cuba a la independencia, exigió la retirada de las tropas españolas y concedió al presidente la autorización para actuar militarmente. Esto provocó que España declarara la guerra a EE UU el 24 de abril.
La guerra duró muy poco tiempo (25 abril-12 agosto 1898) y tuvo dos escenarios principales: las Antillas y Filipinas.
La guerra fue muy popular en España en un primer momento, pero las derrotas españolas fueron rápidas y decisivas debido a que su flota era muy anticuada y al mal armamento del ejército.
En Filipinas la flota española de Montojo fue destruida en Cavite (1-V) y los estadounidenses desembarcaron en Luzón y sitiaron Manila, que capituló (14-VIII). La resistencia militar terrestre fue escasa, aunque prosiguió heroicamente (por ignorancia de la firma de la paz) en el reducto de Baler hasta el 2 de julio de 1899.
En las Antillas, la flota estadounidense, mandada por Sampson, bloqueó Cuba. El general Blanco intentó infructuosamente el acuerdo con el dirigente rebelde Máximo Gómez para oponerse a la invasión. La flota española, bajo el mando del almirante Cervera, atravesó el Atlántico y fondeó en Santiago de Cuba (19-V), donde la bloquearon. Enseguida las tropas estadounidenses, al mando del general Shaftner, desembarcaron en Daiquiri (21-VI), vencieron la dura resistencia hispana en El Caney y Lomas de San Juan (1-VII) y sitiaron Santiago, lo que obligó a salir a la escuadra, obedeciendo órdenes superiores del general Blanco, “para salvar el honor”, quedando totalmente destruida en quince minutos y los supervivientes hechos prisioneros (3-VII). Santiago capituló (16-VII) y los norteamericanos desembarcaron en Puerto Rico (25-VII). La derrota era completa.
España no tenía posibilidades de resistir y estaba profundamente desmoralizada. Se temía incluso un ataque norteamericano a las Canarias. Urgía poner fin al desastre.
La entrega del imperio.
El gobierno español firma el protocolo de armisticio (fin de hostilidades) el 12 de agosto y, por fin, el Tratado de paz de París (10-XII-1898). España pierde Cuba, que se independiza (aunque bajo la tutela temporal de EE UU), y entrega a EE UU los territorios de Puerto Rico, la mayor parte de Filipinas y la isla de Guam (en las Marianas).
Al poco (1899) España evacuaba La Habana y el gobierno Silvela vendía (II-1899) a Alemania las lejanas islas Marianas (menos Guam, ya cedida a EE UU), Carolinas y Palau, pues no se podían mantener en el Pacífico. En 1900 se firma el tratado definitivo entre España y EE UU de cesión de Filipinas y se le venden las últimas islas de estas (Sibutú y Cagayán de Joló).
Sólo quedaban del otrora gran imperio colonial español unas pequeñas y pobres posesiones africanas.
BIBLIOGRAFÍA.
Documentales / Vídeos.
Documentales / Vídeos.
La emancipación de Hispanoamérica | Primera parte. Academia Play. 14 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=XBfNm-X8hAM]
La emancipación de Hispanoamérica | Segunda parte. Academia Play. 14 minutos.[https://www.youtube.com/watch?v=EPzeaiL4tyQ]
Libros.
Beyhaut, Gustavo y Hélène. América Latina III. De la Indepen dencia a la Segunda Guerra Mundial. Nº 23 de Historia Universal. Siglo XXI. Madrid. 1986. 302 pp.
Chevalier, François. América latina de la independencia a nuestros días. Nueva Clío 44. Labor. Barcelona. 1983 (1977). 504 pp.
Halperin Donghi, T. Historia Contemporánea de América Latina. Alianza. Madrid. 1990. 181 pp.
Lynch, J. Las Revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826. Barcelona. 1976. 358 pp.
Tuñón de Lara, Manuel (dir.). Historia de España Labor. Labor. Barcelona. v. VI. Céspedes del Castillo, Guillermo. América Hispánica (1492-1898). 1983. 526 pp. v. XIII. Céspedes del Castillo, Guillermo (sel.). Textos y documentos de la América Hispánica (1492-1898). 1988. 478 pp.
Tuñón de Lara, M.; Andrés-Gallego, J.; Abellán, J.L. El desastre del 98. Cuadernos Historia 16. 1985. Nº 30. 31 pp.
Vicens Vives, J. Historia social y económica de España y América. Vicens-Vives. Barcelona. 1957. 5 vs.
PROGRAMACIÓN.
EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
En Bachillerato, 2º curso, Historia Contemporánea. Bloque 2. Balance del siglo XIX hasta 1914. Apartado. El origen de los Estados contemporáneos.
Está incluido en ESO, 2º ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y cambio en el tiempo. Bloque 5. Cambio en el tiempo. Apartado 3. Cambio social y revolución en la época contemporánea. La crisis del Antiguo Régimen y las revoluciones liberales burguesas.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con el tema de la Educación para la Paz , en especial la solución de los conflictos con alternativas pacíficas. Como siempre en temas de ciencias sociales, también se relaciona con la Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Tres sesiones de una hora.
1ª Exposición del profesor (las primeras independencias).
2ª Exposición del profesor (las últimas independencias en 1898) y esquemas y comentarios de textos.
3ª Comentarios de textos; debate y síntesis.
El examen final se hará junto al de otras UD.
OBJETIVOS.
Identificar a los líderes del movimiento independentista latinoamericano.
Conocer las causas últimas y cercanas de la independencia latinoamericana.
Conocer las consecuencias políticas y económico-sociales sobre los nuevos países latinoamericanos y España.
Conocer la secuencia temporal de los hechos.
Valorar los aspectos positivos y negativos de la colonización.
Valorar la solución pacífica de los conflictos nacionales.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- Latinoamérica en vísperas de la Independencia : la política, la sociedad y la economía.
- Las causas últimas y cercanas del proceso de Independencia de las colonias. Entre las últimas: el malestar de los criollos, el predominio de los peninsulares, el sometimiento de mestizos, indios y negros, la difusión de las ideas ilustradas, el ejemplo la independencia de EE UU... Entre las cercanas: la guerra de Independencia, la crisis del Antiguo Régimen, la crisis económica...
- La rebelión y la represión.
- La evolución del conflicto bélico.
- El nuevo orden político y social latinoamericano.
- La crisis del 98.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema.
Explicación multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Respeto y valoración de otras culturas.
Valorar la solución pacífica de los conflictos nacionales.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre la presencia hispana en Latinoamérica. Servirá de refuerzo de los conocimientos previos de los alumnos, que el profesor debería evaluar inicialmente con un breve diálogo.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de esquemas de las causas y consecuencias del proceso independentista.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso.
Comentarios de textos: declaraciones de independencia americana, discursos de Bolívar, artículos y discursos sobre la esclavitud y la guerra de Cuba, tratado de paz de París (1898).
Debate interno y síntesis de grupo en cuestiones: sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos; sobre las diferencias entre España y Gran Bretaña respecto al colonialismo y la descolonización; sobre la esclavitud en Cuba; sobre el derecho y las razones de EE UU para atacar a España “en defensa de Cuba”; sobre si la guerra puede ser justa…
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital (o transparencias, diapositivas y mapas).
Libros de texto, manuales, monografías.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental para la actividad de motivación.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua de todas las actividades.
Examen incluido en el de otras UD (primera mitad del siglo XIX), con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).
Antonio Boix Pons, en Palma de Mallorca (1998 y 2011).