LA BACHATA O (MUSICA DEL AMARGUE)
Señalan
los diccionarios de americanismo que “bachata”, es jerga, jolgorio, parranda.
El
filólogo dominicano Manuel Patín Maceo, define a la “bachata” como
“un baile de poca más o menos” y el vegano Julio Arzeno en su obra “Del
Folklore Musical Dominicano, dice que “la bachata es un bolero repentizado.
Dice
Don Julio Alberto Hernández, decano de los compositores dominicanos, que “la
bachata” ha sido siempre una música alegre y bailable, inventada en gran parte
sobre la marcha por los músicos populares en las fiestas de los barrios y de
las zonas rurales del país.
En
Cuba se le llama “bachata” a una especie
de guaracha teatral cultivada en Santiago de Cuba por Pepe Sánchez (1856-1918) de quien se dice
compuso el primer bolero que se conoce (1885). Siempre, tanto aquí en la
República Dominicana, como en Cuba, “hacer una bachata”, ha sido reunirse en
ambientes privados, generalmente pobres,
alrededor de músicos improvisados, tocadores de guitarras, panderos, maracas,
marimbas con flejes de acero y claves,
donde la espontaneidad era el elemento común de esas fiestas.
Después
de la muerte de Trujillo, en 1961, se desencadenó un éxodo masivo de campesinos
hacia la capital. Al desligarse los aldeanos de su mundo rural, fueron
acordonando la ciudad en donde
mantuvieron y mantienen, algún modo, su vida campesina. Este nuevo proletario
urbano, se expresaba musicalmente como lo hacía en el campo, con textos
sencillos, cargados de quejas y denuncias, que acompañó con elementos rasgueos
de guitarras.
Mientras
los medios de difusión artística del país veían con desdén estas modestas expresiones del arte popular,
un hábil empresario dominicano Radhamés
Aracena, creador de Radio Guarachita (1964), se ocupó de recogerías en discos y
crearles el contexto necesario para su difusión masiva, convirtiendo el producto
estigmatizado, en uno de alta rentabilidad comercial.
A
la hora de ponerle nombre, el pueblo la llamó despectivamente “bachata” a la
vez que sus intérpretes, en su mayoría cantautores, la llamaron “: canción de amargue”. Los representativos
de la “bachata”, fueron: José Manuel Calderón, Rafael Encarnación, Leonardo
Paniagua y Luis Segura (el añoñaito).
Simultáneamente
con el proceso de expansión comercial de
la “bachata” o canción de amargue, se produjo en la República Dominicana
una sensible transformación socioeconómica que se dejó sentir también en los esquemas
tradicionales de la música popular, creándose entonces las condiciones propicias para que los intérpretes de “bachatas” pasaran a
ocupar posiciones importantes en el mundo del espectáculo y al fin tuvieron acceso a la televisión ,
centros nocturnos de diversión , salones privados de la sociedad y hasta en las
universidades.
Las
canciones de amargue, “bachatas”,
dejaron tras de sí inquietudes en artistas jóvenes que acercándose a la bachata, buscaban entusiastamente muevas posibilidades. Gina D’alessandro,
ambientada en el Cabaret de Cambumbo hizo el video clip “Cama”, Vickiana
lanzo en 45 RPM con la popular “bachata”
La Sufrida, de Melida Rodríguez. Juan Luis Guerra grabó en el año 1989, con su
grupo 4-40 “Como Abeja al Panal” y luego
“Burbujas de Amor” en 1990, otorgándole a la bachata lirismo y rendimiento.
La bachata romántica de Juan Luis Guerra
fue grabada hasta por The Royal Philharmonica Orquesta para Philis en el albún “Soy Gitano” con el cantor español Camerón
de la isla y Ana Belén. Luis Diaz, consciente de todo el camino recorrido por
la Bachata, desde su humilde origen campesino hasta el realce que le diera Radio Guarachita en la
década de los 60s, lo lleva a introducir
en sus composiciones todas las células rítmicas de América, desde la salsa, el
rock, el calipso, hasta el limbo, cuyas polirritmicas, al ser
interpretadas con modernos instrumentos electrónicos y hasta con batería programada que hacen que la bachata
se denomine “tecno-amargue”.
Entre
la “bachata tecn-amargue”, de Luis Díaz, se destacan “Quiero Andar” y “Mi
Watchiman” popularizadas por Sonia Silvestre, quien logró con ello un vigoroso
repunte. Quizá la “bachata” de hoy no sea más que la reformulación isleña del bolero tropical, como repuesta
al desgate de la balada, modalidad ésta
que nunca reflejó las raíces auténticas del Caribe.
De
toda formas esta es la “nueva bachata
dominicana” y lo innegable es que estamos ante la consolidación de una innovadora y pragmática expresión
musical que engloba bajo un mismo concepto a toda una gama de posibilidades
aparentemente disimiles, pero que ya hay
no son más que variantes de la sensibilidad del pueblo domincano.
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