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miércoles, 1 de junio de 2016

La Aparición del Merengue en República Dominicana.

La Aparición del Merengue en República Dominicana.

Fuente: Boletín Núm. 28. Museo del Hombre Dominicano. Años  XXVIII Núm. 28, año 2000 / Págs. 195 y más


La versión oral  de que el merengue nació tras una batalla  que los dominicanos ganaron a los haitianos, en los inicios  de la Independencia (1844). Once años  más tarde, Juan Bautista Alfonseca (1819-1875), jefe de la banda militar y uno de los padres del merengue, compone varios. Infortunadamente, solo se conserva un fragmento de un merengue de éste llamado Juan Aquilina donde  se menciona la palabra merenguear y describe y describe fiesta en la cual una persona le rompe  el cuatro en la cabeza a un músico.

La aparición del merengue, en un  ambiente militar o social, resultó un  escándalo, por los menos para las autoridades y sectores sociales dominicanos. Quien bailaba merengue en Puerto Rico o República Dominicana a mediados del siglo XIX podía  ser criticado, multado o encarcelado. En Puerto Rico, donde se registra su primera mención, es  prohibido en 1849. En República Dominicana, el 26 de noviembre de  1856, poetas, escritores y políticos connotados inician una campaña en contra del merengue de salón llamándole “confusión, laberinto, progenie impura, hijo del diablo”. Francisco Espaillat en 1875, un año ante de ser Presidente, solicita su  extradición no solo de los salones de baile, sino también  del país.  En Puerto Rico la prohibición  del merengue, vigente hasta  el 1859, fue una medida impopular y, en  la República Dominicana, uno de los críticos aconsejo bailarlo con decencia. Todo esto indica que el merengue era un baile popular que comenzaba a tener adeptos hasta en los ambientes de clase alta.

El merengue no era el primer baile atacado por escandaloso. En el 1780, las autoridades acusaron a los estudiantes  de  excederse en las fiestas anuales de la universidad. Para 1784 estaban prohibidos los bailes llamados: holandés, damois, tango, bambulá,  y jodú. En 1809, el  inglés W. Walton decía que las danzas de negro en Haití y de los mulatos de Santo Domingo eran  “un circulo  de lascivos bacanales… repulsivos por la obscenidad”. En 1816, en Higuey  se prohíbe a personas libres admitir a negros y negras esclavos en sus fiestas, a quienes  se les permitía  reunirse solo   en días festivos y entre su misma clase

Para 1820, eran prohibidos los bailes de noche en las calles y plazas públicas y,  en las casas, solo se permitían  en días  festivos. En 1845 se prohibía hacer  fiestas profanas durante celebraciones religiosas y, para el 1878, no era permitido a los religiosos asistir a fiestas, bodas y juegos que desdicen  de la gravedad  eclesiástica” tales como los “bailes de empresas, plenas y bailes de cueros”. Para 1881, el ayuntamiento de Santiago fijaba un impuestos para  baile rural, según el Reglamento de Espectáculos Públicos (vigente desde 1971), en Santo Domingo se prohíben  bailarines que bailen  rumbas, danzas, Africana. Striptease y todos aquellos que se considerados atentatorios a la moral y al pudor público../
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En Santo Domingo, el baile es una  de las pasiones más fuerte, viva y dominante desde los tiempos coloniales en que se bailaba en las iglesias, calles y plazas públicas, hasta el presente que un pan de cada día. En 1698, el padre Labat decía que la pasión  por la danza iba más allá de toda imaginación: viejos, jóvenes, niños, “todos parecen que han bailado desde el vientre de la madre”. Las prohibiciones y críticas no impidieron que el pueblo dominicano continuara bailando merengue y otras danzas. No hay conocimiento si el 27 de febrero de 1844, día de la  Independencia  de la República Dominicana, se bailó merengue. No hay un documento que así  lo firme, aunque si se tiene conocimientos que hubo una  “larga serie de  bailes”. Mientras las tropas iban para  sur a la guerra contra Haití “se bailaba sin descanso”, el cónsul Saint-Denys, decía se peleaban y otros bailaban (Rodríguez Demorizi 1971-68)

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El merengue se formó  a partir de la  contradanza, el género que más influyó en la formación  de la mayoría de las danzas binaria de la América Española. De la contradanza francesa se originó la habanera cubana, la danza puertorriqueña, y la contradanza dominicana. Como toda música y danza de carácter popular, la contradanza recibió modificaciones en cada lugar y matices peculiares. Moreuau de Sanit Mery observó en Puerto Príncipe  a negros bailando contradanzas  en imitación  de los blancos. Para Carpentier,  en Saint Dominique, los músicos negros le  imprimieron mayor vivacidad al patrón original  “al llenar los compases de puntillos y semicorcheas”. Fueron precisamente los  inmigrantes negros quienes, después de 1791, diseminaron en  Cuba la contradanza. De acuerdo con Bernarda Jorge, no puede descartarse que en  Santo Domingo aconteciera algo similar (1982.28).
En Santo Domingo, la contradanza adquirió personalidad propia convirtiéndose en la Tumba dominicana, así llamaba para diferenciarla de la francesa y la andaluza. Según Max Henríquez Ureña, la frase melódica de la  tumba dominicana ere de sabor criollo, aunque en ella se advirtiera un eco de expresiones musicales de otras regiones del mundo, muchas  veces de España  y  de los árabes. La música criolla modifica y adapta la frase melódica dándole un nuevo sentido musical. El ritmo de la tumba tenía efectos sincopados de tipo África no marcado con precisión  por el güiro, coreográficamente, guardaba  cierta  afinidad con la contradanza francesa, un baile de cuadrilla. La tumba  francesa era diferente a la dominicana porque ésta  tenia: 1-figuras más simples (menos aristocrático) 2-influencia  innovadora de otros bailes (como el vals en boga en América) que hizo que las parejas bailaran enlazadas de rato en  rato ( in Jorge 1982: 29).

Existe un cambio substancial en la danza en Santo Domingo y el Caribe cuando se rompe la coreografía de la contradanza y el  baile de figura, se transforma en baile de pareja. El merengue en protagonista de esta trasformación, razón por la cual será criticado y rechazado cuando se introduzca  en los salones de baile de la alta sociedad y desplace a la Tumba y otros bailes de cuadrilla a partir  de 1850. La crítica elitista en contra del merengue tiene que ver  con la extracción popular de su gente y su estilo de bailes que Deschamps considera a fines del siglo XIX, “de las clases inferiores” y del Orbe en 1921, de “círculos de baja categoría”. Lo imperdonable es que lo baile “lo que dicen decentes”. A pesar de que la  crítica señala no era la forma más cómoda de bailar por su “incomodidad y confusión “ , la  coreografía del merengue es la más simple de los  bailes dominicanos. El baile de pareja simplifico la forma del baile con movimientos que podían ser imitados por cualquiera, en  contraste con los bailes de figura de complicada coreografía. De ahí su difusión nacional.
Para Fradique Lizardo no se prohíbe o critica el merengue por ser un baile de negros, sino por la “forma inmoral del baile” que chocaba con las costumbres aristocráticas de la sociedad que frecuentaba los salones de baile. Sin  embargo, el músico Julio Alberto Hernández afirma que a mediados del siglo XIX, en los países  del Caribe las danzas de origen africano no fueron repudiadas y suplantada por piezas gratas a los intelectuales y a las personas de la alta sociedad. Más tarde se compusieron cuadrillas, valses, polkas y mazurcas con  aire latinoamericano, aunque mostrando algunas influencias africanas no en el acompañamiento rítmico, a menudo sincopado y de variados acentos. De la mezcla de todos estos elementos nació quizás, junto con nuestra, nuestro hibrido merengue (1969-153).
Para 1862, las arquetas de baile tocaban danzas criollas y europeas: merengue, mangulina, valses, galops, mazurcas,  polkas,  y otros géneros. En una fiesta en Bani, Juan Bautista Alfonseca tocó vals, mazurca, merengues y mangulinas. Según  narra Francisco Henríquez y Carvajal, “Poco  antes de las 12 de la noche, al son de la improvisación de la música campestre, irrumpió en la calle y por el patio, un grupo de gente… venían tocando y cantando en coro,  un merengue…” in Jorge 31)
Para 1863, aparecía en Santo Domingo la danza, una variante moderna de la contradanza o tumba.  En el tiempo en que las habaneras enloquecían a España, aparecían en las Antillas danzas, variantes de la antigua contradanza innovada. A una parte de la danza, que se  bailaba como baile nuevo cerca del 1875, se le llamaba merengue.

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