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viernes, 24 de junio de 2016

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La sección “En Cuba” de Bohemia Por: Juan Marrero González Fecha: 2008­03­24 Fuente: CUBARTE La sección “En Cuba” de Bohemia (Cubarte).­ La revista Bohemia, aunque nació en 1908, no adquirió verdadera relevancia hasta que en sus páginas apareció la sección “En Cuba”. Se trataba de un espacio eminentemente informativo realizado por un pequeño grupo de experimentados y avezados periodistas que vio la luz en 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial, y que marcó pautas en el periodismo nacional. La idea fue de Enrique de la Osa y Carlos Lechuga, quienes eran entonces redactores del periódico El Mundo. Ambos tenían entusiasmo y amor a la profesión periodística, y andaban también con sus bolsillos escasos de dinero. Les llegó entonces de la dirección de la revista Bohemia una propuesta de complementar con información nacional un servicio extranjero titulado “La marcha del tiempo”. Ambos pusieron corazón y talento en ese empeño. Y de ahí nació “En Cuba” que marcó pautas en el periodismo nacional. Inicialmente se iba a llamar “La marcha del tiempo…en Cuba”, pero su título quedó en esas dos últimas palabras, es decir “En Cuba”. Lo original de la sección es que, desde su comienzo, no repetía lo que publicaban los periódicos diarios o lo que decía la radio, entonces los medios de comunicación existentes, sino que ofrecía información totalmente novedosa. Poco a poco, se nutrió de sus propias fuentes de información que la convirtieron en un látigo contra asesinos y mafiosos, elementos corruptos y politiqueros. Esta sección hizo que Bohemia acrecentara el número de sus compradores, y se convirtiese en la más leída del país. Además de sus creadores, la nómina de “En Cuba”, la integraban Antonio (Tony) de la Osa, Mario García del Cueto, Juanillo González Martìnez, Benito Novas Calvo, Ángel Augier, Jacinto Torras, Diego González Martín, Fulvio Fuentes, Carlos M. Rubiera, Luis Ricardo Alonso, Manuel de Jesús Zamora, Carlos M. Castañeda, Agustín Alles Soberón, Bernardo Viera (Vierita), Lisandro Otero González, Marta Rojas, Juan David y Juan Prohías. Algunos de estos redactores estuvieron en la Sección desde su fundación hasta sus días finales luego del triunfo de la revolución; otros prestaron servicios en ella luego del asalto al Moncada, en 1953. Lechuga, por ejemplo, solo escribió para esa sección hasta 1949 cuando pasa a ser jefe de la página política del periódico El Mundo, a la vez que comienza a redactar una columna diaria de comentarios titulada “Claridades”. El éxito de la sección “En Cuba” –dijo en una ocasión el Premio Nacional de Periodismo José Martí­­, “más que por el estilo, el colorido, la ambientación que se le daba; más que los datos inéditos, las descripciones, los temas variados y amenidad con que eran presentados, lo atribuyo a la arriesgada proyección política que tenía”. La sección comenzó con una página de la revista. Estaba referida al entonces candidato presidencial Ramón Grau San Martín y su residencia. Ese reportaje provocó que Grau le mandase sus padrinos al director Miguel Ángel Quevedo para sostener un duelo, lo que se estilaba aún en aquella época para lavar el honor del ofendido. No hubo, por supuesto, tal duelo. Enriquito de la Osa fue el alma de la sección. Era un periodista culto, aunque no hacía ostentación de ello, de ideas revolucionarias y con mucha experiencia profesional. Había sido colaborador de Diario de la Marina, articulista en las revistas Atuei, Alma Máter y Cuba Libre, fundador­director de Futuro, órgano del Partido Aprista Cubano, y corrector de estilo y redactor en El Mundo. Implantó un estilo singular y único en la manera de hacer periodismo dentro de la sección “En Cuba”. Marta Rojas cuenta: “Enriquito no hacía el trabajo en la revista ni en presencia nuestra, en este caso, los reporteros. Cuando yo entré a trabajar, en 1953, lo hacía en un apartamento que está al fondo de Maternidad de Línea. Le llevábamos las notas informativas que después él decidía sobre su utilización o no. A veces, para un mismo tema, enviaba dos o tres periodistas. Su esposa Elena, que era taquígrafa y mecanógrafa, se encargaba de recogerle todo el material. Lo que se publicaba no llevaba la firma de los reporteros ni la de él que, por lo general, era quien redactaba la nota. Teníamos prohibido usar adjetivos. Quería hechos y, además, detalles descriptivos que le permitiesen armar una nota de ambiente y color. Cuando buscábamos la información no podíamos decir que éramos de Bohemia y mucho menos de la sección “En Cuba”. Yo, por ejemplo, tenía un carné que me identificaba como Prensa de Radio Reloj, por si alguien me lo exigía. Nos instruía, por ejemplo, a no sólo hablar con un dirigente político, un congresista, un líder estudiantil, un líder sindical o un empresario, sino hacerlo también con chóferes, ujieres, personal doméstico, amigos u otra gente que se movían alrededor de ellos, y recoger todo detalle que pudiese dar matiz y color a la información. Las notas no se armaban sólo con lo que los datos que los reporteros de Bohemia obtenían; otras fuentes suministraban información a Enriquito sobre el tema seleccionado. Sus informantes eran muchos para cada tema. No se casaba, pues, con una sola fuente”. Los que trabajaban para la sección “En Cuba” cobraban por una “nominilla” fija que Enrique de la Osa le pasaba al director de la revista. Por lo general, era de 50 pesos semanales, una suma digna en aquellos años, pero si la información recogida se apartaba de lo común tenía un premio material. Lo decidía siempre Miguel Ángel Quevedo. La propuesta de Enrique de la Osa debía llevar siempre al lado el OK del Director para que en la caja se hiciese efectivo el pago. En la entrevista que concedió a Luis Báez, publicada en el libro Los que se quedaron, Enrique de la Osa dice que los periodistas de la sección “En Cuba” eran bien pagados, y añadió: “No podían recibir dinero de nadie. Si alguno caía en ese tipo de falta, inmediatamente lo sacábamos…A Anselmo Alliegro le devolví un cheque con una nota en la que le decía que sólo estaba acostumbrado a recibir dinero por mi trabajo. Genoveva Pérez Dámara, quien fue jefe del ejército, me mandó un regalo similar. No sólo lo rechacé, sino que le dije horrores”. La dignidad y la honestidad caracterizaron a ese equipo de trabajo. La sección “En Cuba” hizo tanta historia que, en 1957, desde la Sierra Maestra, Fidel Castro le envía un mensaje a Enrique de la Osa, donde le dice que lee esa sección con avidez y le agradece su orientación en días tan críticos como los que vivía la nación. (Los datos de estos apuntes fueron tomados, en su casi totalidad, de testimonios ofrecidos por los periodistas Marta Rojas, Carlos Lechuga y Lisandro Otero en la UNEAC, 19 de marzo de 2007, y Marta Rojas y Max Lesnik en el Centro Cultural Hispanocubano, en ocasión del centenario de Bohemia, los días 19 y 20 de marzo de 2008) Temática: Libro y Literatura

http://archivo.cubarte.cult.cu/periodico/print/articulo/6203.html 1/1 La sección “En Cuba” de Bohemia Por: Juan Marrero González Fecha: 2008­03­24 Fuente: CUBARTE La sección “En Cuba” de Bohemia (Cubarte).­ La revista Bohemia, aunque nació en 1908, no adquirió verdadera relevancia hasta que en sus páginas apareció la sección “En Cuba”. Se trataba de un espacio eminentemente informativo realizado por un pequeño grupo de experimentados y avezados periodistas que vio la luz en 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial, y que marcó pautas en el periodismo nacional. La idea fue de Enrique de la Osa y Carlos Lechuga, quienes eran entonces redactores del periódico El Mundo. Ambos tenían entusiasmo y amor a la profesión periodística, y andaban también con sus bolsillos escasos de dinero. Les llegó entonces de la dirección de la revista Bohemia una propuesta de complementar con información nacional un servicio extranjero titulado “La marcha del tiempo”. Ambos pusieron corazón y talento en ese empeño. Y de ahí nació “En Cuba” que marcó pautas en el periodismo nacional. Inicialmente se iba a llamar “La marcha del tiempo…en Cuba”, pero su título quedó en esas dos últimas palabras, es decir “En Cuba”. Lo original de la sección es que, desde su comienzo, no repetía lo que publicaban los periódicos diarios o lo que decía la radio, entonces los medios de comunicación existentes, sino que ofrecía información totalmente novedosa. Poco a poco, se nutrió de sus propias fuentes de información que la convirtieron en un látigo contra asesinos y mafiosos, elementos corruptos y politiqueros. Esta sección hizo que Bohemia acrecentara el número de sus compradores, y se convirtiese en la más leída del país. Además de sus creadores, la nómina de “En Cuba”, la integraban Antonio (Tony) de la Osa, Mario García del Cueto, Juanillo González Martìnez, Benito Novas Calvo, Ángel Augier, Jacinto Torras, Diego González Martín, Fulvio Fuentes, Carlos M. Rubiera, Luis Ricardo Alonso, Manuel de Jesús Zamora, Carlos M. Castañeda, Agustín Alles Soberón, Bernardo Viera (Vierita), Lisandro Otero González, Marta Rojas, Juan David y Juan Prohías. Algunos de estos redactores estuvieron en la Sección desde su fundación hasta sus días finales luego del triunfo de la revolución; otros prestaron servicios en ella luego del asalto al Moncada, en 1953. Lechuga, por ejemplo, solo escribió para esa sección hasta 1949 cuando pasa a ser jefe de la página política del periódico El Mundo, a la vez que comienza a redactar una columna diaria de comentarios titulada “Claridades”. El éxito de la sección “En Cuba” –dijo en una ocasión el Premio Nacional de Periodismo José Martí­­, “más que por el estilo, el colorido, la ambientación que se le daba; más que los datos inéditos, las descripciones, los temas variados y amenidad con que eran presentados, lo atribuyo a la arriesgada proyección política que tenía”. La sección comenzó con una página de la revista. Estaba referida al entonces candidato presidencial Ramón Grau San Martín y su residencia. Ese reportaje provocó que Grau le mandase sus padrinos al director Miguel Ángel Quevedo para sostener un duelo, lo que se estilaba aún en aquella época para lavar el honor del ofendido. No hubo, por supuesto, tal duelo. Enriquito de la Osa fue el alma de la sección. Era un periodista culto, aunque no hacía ostentación de ello, de ideas revolucionarias y con mucha experiencia profesional. Había sido colaborador de Diario de la Marina, articulista en las revistas Atuei, Alma Máter y Cuba Libre, fundador­director de Futuro, órgano del Partido Aprista Cubano, y corrector de estilo y redactor en El Mundo. Implantó un estilo singular y único en la manera de hacer periodismo dentro de la sección “En Cuba”. Marta Rojas cuenta: “Enriquito no hacía el trabajo en la revista ni en presencia nuestra, en este caso, los reporteros. Cuando yo entré a trabajar, en 1953, lo hacía en un apartamento que está al fondo de Maternidad de Línea. Le llevábamos las notas informativas que después él decidía sobre su utilización o no. A veces, para un mismo tema, enviaba dos o tres periodistas. Su esposa Elena, que era taquígrafa y mecanógrafa, se encargaba de recogerle todo el material. Lo que se publicaba no llevaba la firma de los reporteros ni la de él que, por lo general, era quien redactaba la nota. Teníamos prohibido usar adjetivos. Quería hechos y, además, detalles descriptivos que le permitiesen armar una nota de ambiente y color. Cuando buscábamos la información no podíamos decir que éramos de Bohemia y mucho menos de la sección “En Cuba”. Yo, por ejemplo, tenía un carné que me identificaba como Prensa de Radio Reloj, por si alguien me lo exigía. Nos instruía, por ejemplo, a no sólo hablar con un dirigente político, un congresista, un líder estudiantil, un líder sindical o un empresario, sino hacerlo también con chóferes, ujieres, personal doméstico, amigos u otra gente que se movían alrededor de ellos, y recoger todo detalle que pudiese dar matiz y color a la información. Las notas no se armaban sólo con lo que los datos que los reporteros de Bohemia obtenían; otras fuentes suministraban información a Enriquito sobre el tema seleccionado. Sus informantes eran muchos para cada tema. No se casaba, pues, con una sola fuente”. Los que trabajaban para la sección “En Cuba” cobraban por una “nominilla” fija que Enrique de la Osa le pasaba al director de la revista. Por lo general, era de 50 pesos semanales, una suma digna en aquellos años, pero si la información recogida se apartaba de lo común tenía un premio material. Lo decidía siempre Miguel Ángel Quevedo. La propuesta de Enrique de la Osa debía llevar siempre al lado el OK del Director para que en la caja se hiciese efectivo el pago. En la entrevista que concedió a Luis Báez, publicada en el libro Los que se quedaron, Enrique de la Osa dice que los periodistas de la sección “En Cuba” eran bien pagados, y añadió: “No podían recibir dinero de nadie. Si alguno caía en ese tipo de falta, inmediatamente lo sacábamos…A Anselmo Alliegro le devolví un cheque con una nota en la que le decía que sólo estaba acostumbrado a recibir dinero por mi trabajo. Genoveva Pérez Dámara, quien fue jefe del ejército, me mandó un regalo similar. No sólo lo rechacé, sino que le dije horrores”. La dignidad y la honestidad caracterizaron a ese equipo de trabajo. La sección “En Cuba” hizo tanta historia que, en 1957, desde la Sierra Maestra, Fidel Castro le envía un mensaje a Enrique de la Osa, donde le dice que lee esa sección con avidez y le agradece su orientación en días tan críticos como los que vivía la nación. (Los datos de estos apuntes fueron tomados, en su casi totalidad, de testimonios ofrecidos por los periodistas Marta Rojas, Carlos Lechuga y Lisandro Otero en la UNEAC, 19 de marzo de 2007, y Marta Rojas y Max Lesnik en el Centro Cultural Hispanocubano, en ocasión del centenario de Bohemia, los días 19 y 20 de marzo de 2008) T



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