Conexión intercultural en Nasca (parte I)
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Tras las líneas y geoglifos de la desértica pampa peruana de Nasca se esconde la mayor obra de ingeniería hidráulica y astronómicamente alineada de todos los tiempos. Herramientas informáticas especializadas han revelado una impresionante orientación astronómica en el descomunal lienzo del desierto nasqueño. La constelación de Orión y el cúmulo estelar de las Pléyades aparecen representados con un nivel de fidelidad asombroso y una ejecución técnica difícil de explicar. El enorme sistema de recolección de agua sirvió además como calendario agrícola, así como de método de predicción del evento del Niño, instrumento que permitió anticiparse a su llegada para realizar los preparativos oportunos.
La única manera de distinguir el orden descrito es escudriñarlo a cierta altura. El medio lógico y racional para atalayar en la antigüedad era subir a los cerros cercanos o a alguna estructura construida verticalmente. Las imágenes del hombre-pájaro y el simbolismo de la pluma, así como la variedad de representaciones avícolas en los geoglifos expresan metafóricamente la capacidad del chamán para elevarse por los cielos.
Se ha comprobado que el nivel de rectitud de las líneas trazadas y el grado de precisión del acoplamiento terrestre respecto al celeste es increíblemente alto. Teniendo en cuenta que no disponían de tecnología topográfica para su ejecución es incomprensible cómo pudieron representar más de diez coordenadas en una superficie de 100 Km2 con una precisión del 95%.
Una gran parte de la iconografía simbólica recogida en los geoglifos Nascas y Paracas coincide con la empleada por otras civilizaciones que aparentemente no tuvieron contacto entre sí. Este hecho llamativo indica que las creencias, costumbres y cosmovisión particular de cada pueblo se nutren de un tronco común de donde surge el saber ancestral. Los arquetipos frecuentes representados en la cultura universal dan a entender que existe un sustrato común y arraigado en nuestra psique desde tiempos inmemoriales. El acceso al árbol de conocimiento estaba reservado al chamán o sacerdote astrónomo, el hombre sabio por el cual se manifestaba lo numinoso.
La recta ecuatorial que enlaza con suma precisión varios emplazamientos sagrados del planeta confirma la ligazón entre estas culturas. En todos estos lugares predomina un pensamiento científico-religioso que se manifiesta en los asombrosos conocimientos astronómicos, en técnicas de construcción de muros perfectos y en un sistema de creencias mítico-mágicas asentadas en técnicas de acceso a estados alterados de conciencia.
Aunque la mitología comparada insinúe la existencia de una cultura madre original, expansiva y maestra del saber primordial, no podremos incorporarla a nuestra historia hasta que hallazgos arqueológicos venideros demuestren lo contrario. El origen de la Tradición Sagrada (cuerpo de creencias y prácticas que llevan al otro lado de la conciencia) pudo ser adquirida de forma aislada por cada cultura en particular. Aunque también cabe la posibilidad que un contacto mutuo intercultural favoreciera su desarrollo y difusión.
Es imprescindible una investigación directa basada en la cooperación entre la ciencia moderna y la tradición indígena para ahondar en las técnicas que dan acceso al saber ancestral. En la actualidad, religión y ciencia aparecen como dos visiones del mundo contrapuestas, pero en el estadio original del pensamiento humano, el ámbito espiritual y el material formaban una misma entidad cognoscitiva. Para evidenciar que las prácticas chamánicas abren el camino hacia el Conocimiento Sagrado (sustrato cargado de simbología e ideas universales) cabría potenciar los estudios experimentales centrados en la conciencia y los estados subjetivos.
La mitología como fuente de conocimiento
La abundancia de literatura escrita sobre el legado arquitectónico dejado por nuestros antepasados es abrumadora. Investigadores de todos los ámbitos han expuesto sus ideas acerca del motivo y los métodos de construcción de monumentos de complicada ejecución, incluso con nuestra tecnología moderna. La lista de enigmas arqueológicos que no logran un consenso sólido acerca de su metodología y funcionalidad es extensa. A la hora de plantear una investigación seria es imprescindible valorar las fuentes primarias, o en su defecto, estudios o tesis avaladas por organismos oficiales. Valorando diferentes teorías arqueológicas y antropológicas, se ha llegado a la conclusión que las espectaculares obras constructivas de la antigüedad fueron diseñadas en su mayoría desde una conciencia mítico-religiosa y concebidas como espacios sagrados para rendir culto a sus divinidades celestes, abarcando así también su carácter social y colectivo.
Estas obras que han maravillado desde tiempos inmemoriales al ser humano, han sido descritas como “increíbles” al realizarse con herramientas supuestamente rudimentarias para el trabajo realizado, “majestuosas” por las proporciones de sus construcciones y la envergadura de los bloques de sus muros y “asombrosas” por su ubicación y orientación geográfica. Las teorías que han indagado en determinar la identidad de los constructores, la función, el momento y el modo de construcción comparten que las civilizaciones antiguas evidencian un elevado conocimiento científico-técnico en la ejecución de sus creaciones arquitectónicas. Al contemplar la huella que las antiguas culturas han dejado a su paso, descubrimos un nivel muy avanzado en ciencia aplicada en varias disciplinas: arquitectura y construcción, conciencia del tiempo cíclico, astronomía, matemáticas, ingeniería, agricultura, metalurgia, medicina…
El conocimiento científico excluye la mitología al campo de la fantasía o de la curiosidad antropológica. La ciencia no acepta la metáfora, el simbolismo, la paradoja, ni ningún código de expresión onírica o mitológica, requiere de la certidumbre de lo tangible, de los hechos contrastados y de la lógica para elaborar sus verdades. El presente ensayo se apoya en datos mitológicos sin pretender apartarse de la metodología científica y aporta pruebas de la interculturalidad existente entre diversas civilizaciones del pasado. Un recurso apropiado para acercarnos a los remotos orígenes de las civilizaciones y el de nuestros antepasados se obtiene a partir del mito. En él se recoge por vía oral, los valores, ritos, costumbres y creencias que el ser humano, desde sus inicios, ha ido elaborando a partir del contacto y conocimiento íntimo con la Naturaleza. El relato mítico narra una historia tradicional que reúne la esencia cultural de los pueblos, el sueño colectivo que conecta con la Sabiduría Ancestral acumulada desde los albores de la humanidad. Si comparamos los mitos entre diferentes culturas, comprobaremos que hay varias similitudes en la simbología empleada y en las historias narradas acerca de los orígenes del tiempo. Las escenas en las que un personaje huye de una gran inundación llegando a tierras autóctonas donde instruye al pueblo nativo en las artes y la industria son reiterativas.
Existen abundantes hipótesis que tratan de explicar quiénes fueron los responsables de proyectar y ejecutar estas obras maestras de la construcción. Las teorías oficiales procuran dar respuestas racionales y lógicas a estas preguntas, pero en algunas ocasiones, estos argumentos o interpretaciones no convencen a algunos investigadores porque no siempre lo que resulta lógico es lo más probable. Se ha especulado mucho sobre los orígenes de los fundadores de la civilización, aunque se han barajado diversas teorías, las de más éxito mediático apuestan por dioses venidos del cielo, extraterrestres o antiguos astronautas. Otras versiones defienden que el éxodo de una civilización madre destruida por grandes catástrofes pudo ser la diáspora que germinó en tierras primitivas. La respuesta más lógica y oficialmente aceptada defiende que el paso del nomadismo al sedentarismo provocó la aparición de los primeros asentamientos agrícolas. Los pobladores vivieron en harmonía con la naturaleza y la sabiduría obtenida de la atenta observación del entorno les llevó al desarrollo de las diferentes técnicas de subsistencia diaria. Ninguna de estas dos últimas aserciones se descarta en el presente trabajo y se consideran ambas como vías paralelas del desarrollo evolutivo del conocimiento humano.
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