Reconociendo un hijo del Pueblo: al “Brujo” Cuco Valoy llamado también “El Pupi de Quisqueya”
Pupo Valoy, mejor conocido como Cuco Valoy, el “Pupi de Quisqueya” y “El Brujo”, que todos son nombres con los que lo conoce el pueblo, acaba de recibir el Gran Soberano, máximo galardón para premiar la labor artística en el ámbito de la música, el cine, el teatro, la televisión y la locución dominicana. Con el reconocimiento, más que una premiación, se exalta el aporte de un hijo humilde de la República, que se ha entregado a la música popular desde muy joven.
Sus aportes abarcan más de sesenta años de vida artística de un hombre que vino desde abajo, desde la extrema pobreza, pero que fruto del trabajo y el amor a lo que hace, ha llegado a ocupar un espacio destacado, encontrándose entre los más populares cantantes y músicos del país.
Aunque nació en la comunidad de Manoguayabo, el 6 de enero de 1937, se trasladó a la ciudad de Santo Domingo y se enraizó en la barriada de Villa Francisca y otros sectores populares, desde 1952. Hijo de Cleotilde Valoy, que falleció cuando él tenía 4 años de edad, trabajó en postreros, fue vendedor de naranja-chinas en una esquina de la capital y dormía en un zaguán, “por no tener dónde hacerlo”. Fue jardinero en las residencias de Lea de Castro, en la avenida Independencia y con la familia Freites.
Junto a su hermano Martin, que aprendió a tocar la guitarra primero que él, posteriormente siguió trabajando de día como jardinero, mientras de noche lo hacía como cantante, además de aprender a tocar la guitarra. En aquellos tiempos—dice él—“solo cantaban canciones románticas”, como lo contó al periodista Frank Natera de la revista Ahora!.
Cuco Valoy es uno de los más destacados cantantes de boleros, sones y bachatas posteriores a la muerte de Trujillo. Aunque solo se le reconoce como sonero, sus presentaciones se iniciaron desde antes de 1958.
Con el nombre de “El Pupi de Quisqueya” debutó en un espectáculo artístico, el sábado 31 de mayo de 1958, y lo hizo junto a su hermano Martin Valoy bajo el nombre del dúo “Los Ahijados”, en el teatro Arelis del Ensanche Benefactor (Ensanche Ozama), situado en la avenida Venezuela esquina Presidente Vásquez. Pero antes, en 1957, ya se había dado a conocer en la televisión con su participación en el programa “Buscando Estrellas” que se transmitía por La Voz Dominicana y para 1958 trabajaba con Radhamés Aracena, el primero en especializarse en grabar bachatas y sones, quien lo contrató para grabar en su casa disquera y fue responsable de proyectarlo “a nivel nacional” como sonero, con en el nombre de Los Ahijados. En 1971 se presentó en la ciudad de Nueva York por primera vez. El 27 de febrero de 1975 Los Ahijados dieron paso a la agrupación musical Los Virtuosos, presentándose con ese nombre, por primera vez, en Teatro Agua y Luz, junto a Johnny Ventura.
De acuerdo a la crónica del periódico “El Caribe” en julio de 1958, la agrupación de Cuco Valoy era conocida “por sus grabaciones”, entre las que se destacaban los sones de moda al estilo de “Los Compadres”. Tiempo después lanzó las canciones “yo no tengo quien me quiera” y “En la copa de licor”. Otra canción que se hizo popular en su voz fue “El Amargado”, cantada originalmente por el “Inquieto Anacobero” Daniel Santos.
El “Brujo”, se autodefine como amante de la música afro-antillana, por lo que sus canciones están muy influenciadas por el Trio Matamoros y el Dúo Los Compadres. Sus canciones, que son emblemáticas en el gusto popular, van desde boleros interpretados con guitarra al estilo de música de bachata o de amargue, hasta las interpretaciones hecha con orquestas en las que sobresalen instrumentos clásicos como el piano y otros más modernos.
Las letras de sus canciones, que van desde el “Amargado” que se popularizó primero en la voz de Daniel Santos, nos llevan al lamento del hombre terriblemente enamorado y sin esperanza de alcanzar la mujer amada: “Estoy tan amargado que no quiero ni la vida, abriendo una herida a este amante corazón, así tuve que irme con el alma partida, no quiero ni la vida de tanto padecer…. Así pasan los días y sin poder mirarte, mi corazón cantante de pena moriré”.
Y nos remiten también a las “Lágrimas negras” que popularizaron Los Matamoros a principios de los años treinta: “Aunque tú me ha dejado en el abandono, aunque tu ha muerto todas mis ilusiones, en vez de maldecirte con mucho encono, en mis sueños te colmo, en mi sueño te colmo de bendiciones”.
Pero entre las canciones de mayor existo, adoptadas por el pueblo como símbolos de luchas y resistencia social y política, se encuentran “Adelante soldado valiente“ y “Paginas Gloriosas”, con las que asumió posiciones políticas que lo acercaron a las ideas revolucionarias y democráticas durante la revolución de 1965 y en los posteriores 12 años de Balaguer.
En la primera de esas canciones, que los simpatizantes con la revuelta cantaban y repetían de memoria, se siente el interés para motivar a los combatientes de los Comandos Constitucionalistas: “Adelante, soldado valiente, adelante, porque muy pronto se acerca la hora. Pon tu fe y esperanza en tus armas, porque muy pronto obtendrá la victoria. Mantente firme vigilante en acecho, echa parlante acecha al enemigo; no permitir avanzar un momento, es hombre cruel, criminal y asesino. Si te durmiere siquiera un instante, habrá vencido porque es de cuidarse, y entonces si se pierde la esperanza, y quedara el dolor en tu alma. Echa palante, soldado valiente, echa palante que no eres cobarde. Demuestra al mundo que eres quisqueyano, y que eres hijo de Juan Pablo Duarte”.
De las dos canciones citadas, es “Paginas Gloriosas” la que sigue en la memoria de los jóvenes de los sesenta, y que todavía se tiene como himno antiimperialista. En 1973, año en que se radicalizaban las protestas contra Balaguer, Cuco Valoy interpretó esa canción por televisión, acompañándola de una introducción hablada en la que advertía a los comerciantes y a los ricos sobre el momento que se estaba viviendo. Esas palabras pueden dar una idea sobre su forma de pensar:
“Un panorama sombrío cubre en este instante la salud de la nación. El galeón se metió en mi tierra y nos trajo la epidemia terrible de la inflación. Gobernantes y gobernados hay que salvar el país de este terrible mal que nos agobia y hacerlo es un sacrifico de todos. El que se sienta ser buen hijo de esta tierra; este pueblo que ama la paz y que ha esperado con paciencia promesas que no se cumplen, juramentos que nunca llegan, un día perderá la calma y ese día Dios no lo quiera, nadie podrá detenerlo ante sus verdugos, ese día Dios no lo quiera, repito, hablaran los mudos, oirán los sordos, y verán los ciegos, porque la paciencia tiene un límite; muchos se enriquecen, lavando oro en las aguas tenebrosas de este rio revuelto, donde el galeón abrió el canal para ahogar a los humildes de este pueblo y esos serán los primeros que lloraran lágrimas de sangre por no oír, por no escuchar el clamor de los hambrientos. Y a usted “compatriota” culpable de la especulación, que penas, que después de 23 años de sangre, lágrimas y llantos, tenga que cantar al pueblo las notas de esta canción. “Mientras hayan hombres machos y patriotas, habrá patria. En ellos vive el porvenir de su pueblo, en ellos está la esperanza de la patria”.
La verdad, que con el reconocimiento en que se le entregó el Gran Soberano a este hijo del pueblo, se estaba premiando y reconociendo a la música popular dominicana y eso, así lo sentí la noche del martes, es motivo para celebrar.
(En este artículo se usó como fuente “Presentan artistas criollos en reapertura de Teatro”, El Caribe, julio de 1958 y el escrito del periodista Frank Natera, “Cuco Valoy, el “Brujo” no cree en brujería”, revista Ahora 724 de 1977).
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