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jueves, 17 de agosto de 2017

El fusilamiento de Eugenio Germoso de Marchena

El fusilamiento de Eugenio Germoso de Marchena

Episodios de la Historia Dominicana.

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Episodios de la Historia Dominicana.
LA EXPEDICION DEL FANITA.
El fusilamiento de Eugenio Germoso de Marchena tuvo algunas repercusiones dentro del país, de muy poca monta. Su reflejo más importante fue la huida hacia Puerto Rico del General Ignacio María González quien en esos momentos era Ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Heureaux.
El pretexto aducido por González para dar ese paso un tanto pueril puesto que era de general conocimiento la falta de veracidad de sus argumentos. Estos así porque adujo que abandonaba su cargo y el país porque había tenido noticas de que Heureaux pretendía enajenar parte del territorio dominicano a los Estados Unidos de Norteamérica lo que era cierto como lo era también que González conocía todo esos manejos desde sus inicios así como su posición en el Gobierno lo convertía en uno de los principales actuantes en dichos turbios manejos del Presidente
Lo cierto en el caso de González era que sus vinculaciones con Marchena eran demasiado íntimas lo que le hizo temer que también contra él se volviera la saña de Heureaux
Como las declaraciones del antiguo Ministro de Relaciones Exteriores fueron hechas públicamente y tuvieron alguna repercusión en los medios políticos extranjeros de la época. Heureaux echó a uno de sus expedientes favoritos para contraatacar a González.
Lo acusó ante el representante de los Estados Unidos en el país de ser el principal agente europeo y que su propósito era desplazar a los Estados Unidos del preponderante papel en la República Dominicana para colocar en su lugar a las potencias europeas. Esto es, que lo colocaba como sucesor de Marchena en esas diligencias.
Fue una doble jugada la que hizo Heureaux con esa acusación. Por un lado desacreditar a su oponente y por otro colocarse en mejor posición dentro del ánimo de los norteamericanos.
Al mismo tiempo, y para fortalecer su aserto anterior, acusó a España, que había ayudado a González en su huida, de ser la fomentadora, de la incipiente revuelta que se había escenificado cerca de la frontera con Haití. Dicha revuelta se había originado gracia a la ayuda que prestó los insurrectos el Gobierno Haitiano encabezado en esos días por el General Hippolite que se había distinguido hasta ese momento como enemigo de Heureaux, pese a los esfuerzos de éste último por granjearse sus simpatías
A pesar que dentro de los insurrectos había figuras como. Luperón, González y otros de no menor prestigio, desde los primeros choques que tuvieron con los gobiernistas comandados por el propio Presidente, sufrieron aplastante derrota. Vale mencionar que en las filas de los rebeldes se encontraba un joven que con el correr del tiempo ganaría gran prestigio en la política dominicana, se trata de Horacio Vásquez quien participará en el ajusticiamiento de Heureaux unos años más tarde y escalaría la Presidencia en varias ocasiones.
El balance no pudo ser más desastroso para los antigobiernistas. Además de la derrota sufrida, también perdieron el apoyo del gobierno haitiano puesto que el Presidente Hippolite, tan pronto se percató de que sus favorecidos habían desbandados concertó las maneras acercarse a Heureaux. Sus diligencias culminaron en una entrevista entre ambos mandatarios de la que salieron varios acuerdos. El primero de ellos, desde luego, retiro de la ayuda a los enemigos del régimen dominicano.
Los anteriores acontecimientos sucedieron en 1893. Desde ese año hasta 1898 no sucedieron ningunos intentos serios para derrocar el Heureaux. Este lapso lo pasó el dictador enfrascado en una seria de actividades en las que puso varias veces más de manifiesto el control que ejercía en todos los órdenes de la vida dominicana.
Como aquellas maniobras frente al llamado Banco Nacional, en la que solamente de dominicano tenía el nombre puesto que su capital era Francés y era dirigido en ocasiones por dominicanos que recibían instrucciones directas desde París.
No fue sino hasta el 1898 cuando se escenificó el siguiente intento de rebeldía contra la dictadura de Heureaux. Juan Isidro Jiménez Pereyra era un acaudalado comerciante de Montecristi, cuyos intereses tanto comerciantes como políticos habían chocado contra los del dictador lo que le había valido tener que salir al extranjero para poner a salvo tanto lo que pudo rescatar de sus interés como su propia vida.
Jiménez era para esos días entre los más conspicuos opositores al régimen tiránico de Heureaux, el que tenía más posibilidades de derrocarlo. Esto así porque además de contar con algunos medios económicos para organizar una empresa capaz de obtener algún buen éxito, tenía el apoyo de algunos elementos extranjeros que no comulgaban con los métodos del dictador dominicano sobre todo en lo concerniente al manejo de los negocios en que estaban involucrados con los dominicanos. Entre estos el de más efectividad era el cónsul norteamericano en Inagua.
La idea de Jiménez era hacer una invasión por Montecristi en la creencia de que el gran prestigio de que gozaba en esa región seria un aval de buen éxito. Para ello compró un vapor cuyo nombre ”FENITA” se convirtió en sinónimo de aventura política en labios de numerosos dominicanos que vieron en esa empresa una esperanza fallida más dentro de las ansias de libertad del pueblo dominicano.
La confianza en su prestigio fue tal vez una de las causas más importantes de su fracaso. Ello lo llevó a no embarcar en el Fanita una cantidad suficiente de hombres. Se concretó a transportar un número considerable de armas con la creencia de que su sola presencia sería suficiente para que le uniera un gran contingente de adeptos.
El “Fanita” desembarcó sin ningún tropiezo por Montecristi en la noche del 2 de junio de 1898. Sorprendieron al Gobernador de la provincia el general Miguel A. Pichardo, al que hicieron prisionero.
Después de ese primer triunfo las cosas no sucedieron en ese mismo sentido de ahí en adelante. El Comandante de Armas de la Plaza organizó una pequeña guerrilla y con ella atacó a los invasores causando entre sus filas una gran confusión. En medio de ella el general Pichardo logró escapar y con la misma celeridad con que fue sorprendido, organizó la defensa y cuando los insurgentes pudieron percatarse de lo sucedido fueron pronto dispersados antes de que pudieran rehacerse dentro de la confusión reinante.
Sin pena ni glorias, Jiménez logró reembarcar en el Fenita y regresar a Inagua de donde había partido. En el hecho hubo algunos muertos entre los expedicionarios.
Fuente
Julio H. Arvelo. Episodios de Nuestra Luchas Civiles. La Expedición del Fanita. Revista ¡AHORA!. No. 988 del 28 de octubre de 1982, págs. 20 y 21

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