Entre dos credos, Irène Némirovsky (1903-1942)
Una niña alejada de su madre
Irène Némirovsky nacía el 11 de febrero de 1903 en Kiev, Ucrania. Su padre era un banquero judío llamado Léon Némirovsky. Su madre fue una mujer hedonista y narcisista demasiado preocupada por su propia hermosura y por detener el paso del tiempo en su cuerpo. Irène reflejaría en alguno de sus relatos de manera indirecta el odio y rechazo que sintió siempre por aquella mujer que no dudaba en esconderla en los actos públicos o vestirla con atuendos de niña pequeña para que nadie pudiera deducir su propia edad.
Irène creció en San Petersburgo donde fue educada por una institutriz francesa de la que asumió esta lengua como si fuera su lengua natal. Además del francés, Irène aprendió inglés, polaco, ruso, vasco, yiddish y finés, idioma con el que se toparía en la primera huida de su vida.
Huida de la Rusia revolucionaria
En 1918 la familia Némirovsky huyó de Rusia al estallar la revolución y se refugió durante un tiempo en Finlandia. En 1919 llegaban a Francia, país que se convertiría en su patria de adopción. Allí, Irène, que tenía entonces dieciséis años, pudo reemprender sus estudios que terminó en la universidad de la Sorbona donde se licenció en Letras en 1926.
Ese mismo año Irène contrajo matrimonio con un banquero llamado Michel Epstein. De aquel matrimonio nacerían dos niñas, Denise y Elizabeth.
Aquellos fueron unos años tranquilos para la pareja, un tiempo en el que Irène se dedicó con gran entusiasmo a escribir. Su primera novela se publicó en 1929, titulada David Golder. Temerosa de que su texto fuera rechazado, Irène lo envió de manera anónima a la editorial Grasset. Uno de los miembros de la editorial quedó tan impresionado por la calidad de la novela que no paró hasta encontrar a su autor real, llegando a poner un anuncio en un periódico. Al descubrir que era una mujer quien había escrito una novela de tan alta calidad, la sorpresa fue doble. Empezaba entonces una carrera literaria exitosa para Irène. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. A pesar de llevar tiempo viviendo en Francia y de haberse convertido al catolicismo en 1939, le fue derogada la nacionalidad francesa por sus orígenes judíos.
El final de un sueño
La situación empeoró con la instauración del Gobierno pro nazi de Vichy que en 1940 promulgó una serie de leyes antisemitas. Mientras su marido tuvo que abandonar su trabajo en el banco, ella sufrió un veto definitivo a sus obras, que no pudieron seguirse publicando.
Viendo que la situación estaba lejos de mejorar, la pareja se unió a sus hijas en Issy-l'Évêque donde se habían refugiado junto a su niñera. Allí permanecieron poco más de dos años, tiempo en el que Irène continuó escribiendo a pesar de saber que ya no podría publicar.
El sueño de una familia como la de Irène, que simplemente deseaba tener una existencia tranquila, se truncó definitivamente el 13 de julio de 1942 cuando Irène fue detenida y trasladada al campo de Pithiviers. De nada le sirvió a ella ni a su marido haber renegado de su fe. Poco después fue deportada a Auschwitz donde falleció de tifus el 17 de agosto de 1942. Pocos meses más tarde, su marido seguiría sus pasos y sería asesinado en la cámara de gas del mismo campo de exterminio.
Suite francesa
Denise y Elizabeth permanecieron escondidas al amparo de su niñera quien las ayudó a huir del país. En su difícil periplo, las pequeñas que tenía entonces trece y siete años respectivamente, arrastraron consigo lo único que les quedaba de sus padres, un baúl repleto de recuerdos. Entre aquellos recuerdos, las pequeñas encontraron años después escritos inéditos de su madre que decidieron donar al Instituto de la Edición Contemporánea. Antes quisieron hacer una copia para quedársela. Al repasar el contenido, Denise y Elizabeth descubrieron que las palabras de su madre eran el relato de la Francia ocupada, posiblemente la primera novela de ficción en la que se aludía a aquel tiempo.
Los textos de Irène fueron finalmente publicados bajo el título Suite Francesa. Irène quería que su obra fuera como una suite, compuesta por cinco partes, de las que sólo pudo terminar dos. Suite Francesa, a pesar de estar inacabada, se ha publicado en varias ocasiones y supone un relato excepcional, no sólo por su contenido, sino por la historia del mismo.
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