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sábado, 26 de agosto de 2017

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA. La joya del románico aragonés.

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA. La joya del románico aragonés.



MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA. La joya del románico aragonés.

El  es uno de los ejemplos más notables del románico de la Península Ibérica y una visita inexcusable si se recorre la provincia de Huesca. Entre tan bellos parajes pirenaicos y prepirenaicos, como el fenomenal Valle de Ordesa o los no menos interesantes Mallos de Riglos, merece la pena dedicarle algo de tiempo también a las bellezas culturales que la región alberga, como la ciudad de Jaca o este interesantísimo cenobio.
San Juan de la Peña se localiza en la comarca oscense de la Jacetania, cuya capital, Jaca, no dista más de 30 minutos del monasterio. Una buena opción es dormir en la propia población de Jaca, a fin de disfrutar de su patrimonio cultural y gastronómico y aprovechar para hacer una excursión de medio día al Monasterio de San Juan de la Peña.
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MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA. BREVE HISTORIA.

Son dos los cenobios que se construyeron en San Juan de la Peña. El Monasterio Viejo que data del siglo XI, que es el más interesante, y el Monasterio Nuevo, de finales del siglo XVII aunque totalmente en ruinas y que ha sido rehabilitado a fin de dar cabida a los Centros de Interpretación del Reino de  y del Monasterio de San Juan de la Peña.
Como digo, el más importante de los cenobios y verdadera joya del románico mundial es el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña. Fue Sancho Garcés III, conocido como Sancho el Mayor, Rey de Pamplona pero Señor también de una amplísima zona que comprendía parte de Castilla, Álava o las comarcas oscenses de Sobrarbe o la Ribagorza entre otros, quien mandó erigir el Monasterio Viejo en donde ya habría existido, sin embargo, un cenobio anterior.
Ramiro I, considerado Primer Rey de Aragón y sucesor de Sancho Garcés III, amplió aquellas primitivas dependencias monacales, aunque buena parte de las construcciones que han llegado a nuestro tiempo se deben a la época de Sancho I, hijo de Ramiro I y nieto de Sancho Garcés III.
San Juan de la Peña gozó desde sus inicios de los favores reales. Según leemos en el Centro de Interpretación de San Juan de la Peña, sito en el Monasterio Nuevo, pese a seguir una observancia para nada ortodoxa de la Regla de San Benito. Parece que el buen vivir, el buen comer y otras pecados capitales se daban con mayor o menor medida en tan venerable lugar.
Monasterio San Juan de la Peña
Pese a ello, buena parte de los nobles de las comarcas aragonesas optaban por ser enterrados en San Juan de la Peña. Incluso posteriormente, se acabó construyendo el neoclásico Panteón Real que dio sepultura a buena parte de los monarcas aragoneses.
Sin embargo, el Monasterio de San Juan de la Peña fue víctima de dos importantes incendios. El primero, en 1494, de menor envergadura y del que el cenobio se recuperó con menor o mayor rapidez. Sin embargo, tras el incendio de 1675 los monjes acabaron por abandonar el Monasterio Viejo construyendo un nuevo cenobio, barroco, en lo alto de la colina, en un bonito prado conocido como Llano de San Indalencio. Es el conocido como Monasterio Nuevo.
Este Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña fue abandonado tras la Desamortización de Mendizábal, en 1835. El paso del tiempo no tardó en hacer mella en este cenobio abandonado encontrándose en un estado lamentable al cabo de no muchos años. La rehabilitación llevada a término en los últimos tiempos ha servido para dar cobijo al Centro de Interpretación del Reino de Aragón y al Centro de Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña.

VISITA AL MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA.

Tras dejar el coche en el aparcamiento sito en el Llano de San Indalencio visitamos, primeramente, lo que queda de las dependencias del Monasterio Nuevo. La verdad es que tanto el Centro de Interpretación del Reino de Aragón como el Centro de Interpretación del Monasterio de San Juan de la Peña merecen la pena ser recorridos, aunque para ello haya que pagar un pequeño suplemento.
Aquí aprenderemos un poco sobre la formación del Reino de Aragón así como sobre la vida monacal, particularmente la llevada a término en el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña. Como dije, parece que demasiado a menudo se trataba de una vida ciertamente relajada no exenta de placeres no precisamente celestiales.
Tras visitar estos dos centros de interpretación tomamos el bus gratuito que nos llevará hasta el Monasterio Viejo, que se localiza unos diez minutos carretera abajo. La verdad es que puede realizarse el trayecto a pie, pero hay que tener en cuenta que, particularmente de subida, puede ser bastante duro pues el pendiente no es precisamente suave.
Nos añadimos a una visita guiada que tiene una duración de unos 45 minutos.
Empezamos la visita del Monasterio de San Juan de la Peña por la iglesia prerrománica inferior, de dos naves y que es una de los más importantes ejemplos del prerrománico aragonés.  Varios arcos de herradura son testigo de la naturaleza mozárabe del conjunto. Se trataría, por tanto, de un remanente del templo ya existente cuando Sancho Garcés mandó erigir el cenobio románico.
Algo queda, aunque poco, de las pinturas murales que decoraban los dos ábsides de esta iglesia inferior. Son las imágenes de San Cosme y San Damián según nos explica la guía, aunque la verdad es que están bastante deterioradas.
Monasterio San Juan de la Peña
Junto a la iglesia inferior se ubica una sala más o menos diáfana, sustentada por arcos de medio punto, que es conocida como Sala de Concilios. Según parece se trataría de los antiguos dormitorios monacales, pero ya de época románica. Es decir, posterior a esta primitiva iglesia mozárabe.
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Tras la visita de la planta inferior, subimos a la superior, donde nos encontramos con la bonita iglesia románica de San Juan de la Peña, que se edificó justo encima de la prerrománica y fue consagrada en 1094.
La nave de este templo consta de tres tramos separados por arcos fajones. La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares, un poquito mayor el central, que se cubren con bóvedas de cuarto de esfera. Un conjunto de arcos ciegos sobre sencillas columnas y capiteles recorren por completo el ábside central y las dos absidiolas laterales.
Monasterio San Juan de la Peña
La iglesia se abre a un patio conocido como Panteón de los Nobles por ser precisamente esto: una suerte de camposanto, en forma de nichos, que fue utilizado por la nobleza aragonesa del momento. Como digo, las tumbas, en número de 22, están dispuestas en forma de nichos y empotradas en la misma roca. Motivos típicos de la comarca, como el ajedrezado jaqués, los decoran, junto a blasones, crismones y otras ornamentaciones.
Monasterio San Juan de la Peña
Regresamos a la iglesia superior para pasar a otra sala, conocida como la del Panteón Real. Se trata de un apéndice añadido posteriormente y que, la verdad, no cuadra mucho con el estilo general del cenobio. Nos encontramos en tiempos de Carlos III y el estilo elegido fue el neoclásico. Por suerte, este Panteón Real queda algo escondido y consigue no desmerecer al conjunto en general. La cuestión es que en este espacio están enterrados buena parte de los Reyes aragoneses, aunque originariamente lo que esta sala ocupaba no era más que la sacristía del templo románico. El traslado se realizó en el siglo XVIII y como comentaba el estilo artístico elegido fue el neoclásico. Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I, los tres primero Reyes aragoneses y mecenas del monasterio románico yacen en este panteón profuso en mármoles y estucos.

EL CLAUSTRO DE SAN JUAN DE LA PEÑA, VERDADERA JOYA DEL MONASTERIO.

El claustro de San Juan de la Peña es la auténtica joya de este cenobio. La Península Ibérica, particularmente en su tercio norte, es rica en patrimonio románico. Sin embargo, en contadas ocasiones se llegó a la perfección que reflejan los capiteles de este maravilloso claustro. Un espacio, por cierto, que tiene una disposición bien curiosa al haberse situado justo por debajo de una enorme mole rocosa que es lo que, al fin y al cabo, da nombre a este Monasterio de San Juan de la Peña.
El nivel de conservación de los capiteles de este claustro de San Juan de la Peña es, además, óptimo en dos de los 4 corredores. Concretamente, en los costados norte y oeste donde el conocido como Maestro de San Juan de la Peña alcanzó a niveles de virtuosismo difícilmente superables.
Monasterio San Juan de la Peña
En los distintos capiteles del claustro de San Juan de la Peña identificaremos, sin problemas, algunos momentos del Antiguo y Nuevo Testamento. Entre los primeros, reconoceremos con facilidad distintas escenas como la de la Creación de Adán y Eva o el  Pecado Original. Entre las escenas referentes al Nuevo Testamento identificamos el ciclo de la Anunciación, la Visitación o el Anuncio a los Pastores y célebres momentos como la Matanza de los Inocentes. Varios de los más famosos episodios de la vida pública de Jesús están también representados en los capitales del claustro, incluidos la Pesca Milagrosa, las Bodas de Caná o la Curación de Lázaro.
Se trata de un conjunto excepcional como pocos, que sitúa al Monasterio de San Juan de la Peña como uno de los más sublimes momentos de la historia del Arte.
Tras visitar el claustro damos por terminada la visita al cenobio. La verdad es que no deja indiferente este Monasterio de San Juan de la Peña que, con todo merecimiento, debe considerarse como una etapa imprescindible en todo recorrido por las comarcas oscenses.
Claustro San Juan de la Peña
Claustro San Juan de la Peña
Claustro San Juan de la Peña
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Regresamos a Jaca, donde tenemos el alojamiento. Aún dispondremos de tiempo para relajarnos un poco antes de salir a tomar unas últimas tapas por la capital de los Pirineos Aragoneses.
NOTA: si vas a visitar esta zona te aconsejamos este post sobre los lugares imprescindibles que hay que ver en Jaca.
http://milviatges.com/2017/monasterio-de-san-juan-de-la-pena

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