Desierto Blanco y el Oasis de Bahariya
Estaba dentro de mi saco de dormir recobrando poco a poco la consciencia cuando oí el berrido de un camello. ¿Camello? ¡Pero si estábamos en el medio de la nada más absoluta! En ese momento me desperté de golpe y vi que ya era de día. Asomé la cabeza rápidamente temiendo que me hubiese perdido la salida del sol. Pero no, justamente quedaban unos minutos para el espectáculo. Ver el amanecer en el desierto blanco es una de las cosas más bonitas del mundo, casi más que ver todas las estrellas por la noche. Salí del saco de dormir y, sola, me dispuse a disfrutar del momento.
Una hora más tarde Imat nos preparó el desayuno (pan, queso y bizcocho), recogimos el campamento y nos pusimos en marcha. Visitamos con calma el desierto blanco. Lo más curioso son las formas que las piedras adoptan y mientras íbamos viendo formas imaginarias llegamos a uno de los puntos más famosos del desierto: la piedra que parece un árbol y un pájaro. Aunque la piedra caliza es muy frágil y se puede romper con facilidad, la gente no lo respeta y la toca y trepa por ella.
Después de las formas del desierto blanco salimos del parque natural y fuimos a la montaña de cristal, que es un pequeño cerro que está formado por piedras de cuarzo y seguimos conduciendo hasta llegar a un bar que había en uno de los pueblos del oasis. Allí coincidimos con una familia portuguesa que iba con un guía en un viaje organizado y que había visitado todos los oasis y que curiosamente esa noche dormirian en el mismo hotel que nosotros. El guía, Mahmoud, que hablaba perfecto español, era muy animado y simpático. Poco después de salir del bar, Imat nos llevó a un manantial de agua caliente en medio del desierto. Allí había un grupo de alemanes que se estaban lavando (con jabón) y nos dijo si queríamos meternos. A mí la verdad es que no me apetecía quedarme en bañador y hacer el espectáculo (Bahariya es una zona muy tradicional y sobre todo tierra de hombres), no es que me fueran a decir nada, pero prefería respetar las costumbres de allí. Además, prefería ducharme tranquilamente en el hotel y tampoco me parecía bien, ni ecológico, echar jabón en una fuente que quizás servía para regar cultivos o dar de beber a personas o animales.
Como Imat vio que no nos íbamos a bañar, nos dijo que podíamos entrar en un bar que había al lado que tenía alfombras en el suelo y un canalillo con agua que salía de la fuente corriendo por allí. Eso ya me pareció más correcto y puse los pies en el agua mientras me tomaba un zumo fresquito.
Y antes de volver a Bawiti bajamos del coche para pasear por el desierto negro y disfrutar del cambio de panorama. Luego, una vez llegamos al hotel, Peter salió a recibirnos y le dije que me sabía muy mal no haber hecho todos los oasis (por problemas al cuadrar los días con el crucero). Estuvimos hablando y planeando cómo podría ser una ruta completa y el plan, que de momento no haremos, tenía muy buena pinta. Más abajo os lo detallaré por si os interesa. Fuimos a ducharnos y comimos antes de ir a visitar el oasis y sus antigüedades.
Aunque Bawiti es un pueblo pequeño, tiene varias antigüedades que al estar allí no nos queríamos perder. Las más famosas son las momias doradas, que encontró un burro en 1996 (uno de nuestros guías nos explicó que la mitad de los restos arqueológicos han sido descubiertos por burros). Hay diez momias expuestas en lo que más que un museo parece un almacén. Las momias no fueron muy embalsamadas, así que se piensa que se hizo al finales del periodo de momificación. No hay fotos porque los guardias no te dejaban hacer, pero como en Internet encuentras de todo, aquí podéis ver una foto. Después fuimos a visitar dos tumbas que hay cerca de allí: la tumba de Zed-Amun-ef-ankh y la tumba de Bannentiu. Dos tumbas pequeñas pero que nos sirvieron de introducción al tema.
Al salir de allí fuimos al templo de Alejandro Magno, donde supuestamente pernoctó Alejando Magno de camino a consultar el oráculo de Siwa. Aunque allí se ha encontrado un relieve suyo en una pared, a mí me parece poco probable que durmiera allí cuando dicen que fue a Siwa vía marítima. Allí el vigilante nos enseñó algunos restos que estaban amontonados en el suelo al aire libre y con gestos nos explicó qué era cada cosa.
Después de la visita cultural, Imat nos llevó al pameral del oasis, que era enorme. Como era época de recolección, todas las palmeras estaban cargadas de dátiles y nos cojió unos para que los probáramos. La verdad es que eran enormes (comparados con los secos que venden aquí) y eran muy dulces. El sabor me sorprendió mucho. Cuando estaba a punto de ponerse el sol subimos con el 4×4 a una montaña que se llamaba la colina del inglés y allí vimos cómo se iba ocultando poco a poco. Estuvimos pensando en ir a dar una vuelta por el pueblo y cenar allí, pero el hotel estaba bastante lejos andando y casi no había iluminación, así que nos sentamos cerca de la piscina para descansar un poco cuando apareció Mahmoud, el guía del grupo de portugueses. Era muy divertido y dicharachero y estuvimos hablando de fútbol (todos los egipcios son fanáticos de este deporte), de Egipto y de Mubarak (el presidente perpetuo). El tiempo pasó muy rápido y nos dijo que después de cenar iba ir a tomar algo con su grupo al bar del pueblo y que si nos queríamos unir a ellos. Obviamente la invitación fue aceptada rápidamente. El pueblo no tiene nada en sí, una calle donde hay algunas tiendas y un par de bares y restaurantes muy pequeños. Los portugueses eran una pareja de nuestra edad que iban con los padres de ella. Eran arquitectos y estuvimos hablando sobre Egipto y el mundo en general mientras ellos se fumaban unas sishas. Mientras conversábamos, unos coches empezaron a dar vueltas en redondo a toda velocidad y recargados de gente. Se estaba celebrando una boda en el pueblo y esa era una de las maneras de celebrarlo.
Datos de interés:
International Hot Spring Hotel. Habitación doble con media pensión: 380 L.E./noche (46 euros)
Visita local para ver las antigüedades con conductor pero sin guía: 190 L.E. (23 euros)
Entrada sitios de interés: 45 L.E./25 L.E. estudiantes. (5,5 euros/3 euros)
De El Cairo a Luxor pasando por los oasis.
Como os comenté antes, se puede ir de El Cairo a Luxor atravesando los oasis. Nosotros no lo hicimos por falta de días, así que decidimos pasar tres días en el Oasis de Bahariya y volver a El Cairo para volar hasta Luxor. Si se quiere hacer esta ruta hacen falta unos cinco días. Esta sería la ruta:
Como os comenté antes, se puede ir de El Cairo a Luxor atravesando los oasis. Nosotros no lo hicimos por falta de días, así que decidimos pasar tres días en el Oasis de Bahariya y volver a El Cairo para volar hasta Luxor. Si se quiere hacer esta ruta hacen falta unos cinco días. Esta sería la ruta:
Primer día se va de El Cairo hasta el Oasis de Bahariya y por la tarde se visitan los lugares de interés.
Segundo día se sale dirección al Desierto Negro y Blanco y se acampa en este último.
Tercer día se visita el Oasis de Farafra y se pernocta en el Oasis de Dakhla.
Cuarto día se va al Oasis de Kharga, este trozo se puede hacer con autobús de línea en lugar de coche privado.
Quinto día del Oasis de Kharga a Luxor. Este itinerario se tiene que hacer en coche privado ya que la carretera que conecta el Oasis de Kharga con Luxor está cerrada a los autocares.
Segundo día se sale dirección al Desierto Negro y Blanco y se acampa en este último.
Tercer día se visita el Oasis de Farafra y se pernocta en el Oasis de Dakhla.
Cuarto día se va al Oasis de Kharga, este trozo se puede hacer con autobús de línea en lugar de coche privado.
Quinto día del Oasis de Kharga a Luxor. Este itinerario se tiene que hacer en coche privado ya que la carretera que conecta el Oasis de Kharga con Luxor está cerrada a los autocares.
http://www.diariodeabordoblog.com/blog/dia-6-desierto-blanco-y-el-oasis-de-bahariya-viaje-a-egipto-y-petra.html
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