Detrás de los “Mellizos en Palma Sola” no había ningún movimiento político
Publicado el: 16 septiembre, 2017
Por: Ángela Peña
e-mail: a.pena@hoy.com.do
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“Todo el mundo está de acuerdo en que hubo un primer disparo que fue el desencadenante de la tragedia. Ese disparo se hizo en el momento que el general conversaba con los Mellizos y con algunos de sus seguidores y cuando las fuerzas policiales avanzaban hacia el caserío”.
“Ese primer disparo fue hecho desde el caserío e hizo blanco en el pecho del mayor Guzmán Acosta que avanzaba junto al coronel Caamaño y el teniente Alejandro Deñó Suero por el lado derecho”.
Alejandro Deñó Suero (Chibú, Viejo) hace esas explicaciones y pregunta: “¿Quién hizo el disparo?” porque, según él, era conocido “que en Palma Sola no había armas de fuego. Es esta una incógnita difícil de despejar. Pero lo que está claro como el agua es que quien lo hizo, y quienes ordenaron hacerlo, sabían muy bien la alta carga de provocación que tal acción tendría en medio de aquella situación de extrema tensión. Lo que sucedió inmediatamente después confirma lo que acabo de decir”.
El oficial no ofrece mayores detalles sobre la muerte del general Miguel Félix Rodríguez Reyes, de la que, según escribe, le acusa Juan Manuel García en su libro “Partidos, lucha política y el asesinato del general: 1961-1963”. Se acoge a la versión oficial en torno al caso, se defiende y desmiente a Nidio Ventura, presunto informante del periodista, quien le declaró lo que alega le transmitió su padre, Tulio Ventura.
Dice Chibú que el primero “no estuvo en el lugar de los hechos” el día de la desgracia y manifestó lo que supuestamente le dijo el papá antes de morir.
Habría que comprobar, anota Chibú, “si es cierta la versión que da Nidio Ventura, de que su padre, Tulio Ventura, no murió aquel día en Palma Sola y, pudiendo ser cierta, no responde al deseo de la familia Rodríguez Ventura de eludir la responsabilidad histórica de ser los supuestos autores de la muerte del general Rodríguez Reyes, según la acusación que en su momento les hizo el Gobierno”. Señala contradicciones existentes en torno a la muerte del militar y en los juicios del propio Nidio.
Tanto en sus testimonios como en la airada comunicación a Juan Manuel reitera su lamento por el abandono en que dejaron a Rodríguez sus acompañantes, y consigna:
“Para mí, como para muchos otros, la razón esgrimida por el entonces procurador general de la República, Antonio García Vásquez, para no asistir al sepelio del general Rodríguez Reyes, no es válida. Eso de que “no tenía tiempo” resulta dudoso; más pareciera como si se tratara de un remordimiento de conciencia por haber dejado solo, todos ellos, al general”. No cita la fuente de la aseveración de García.
Cuando salió de Palma Sola, Deñó Suero se dirigió al hospital donde atendieron a Caamaño, en San Juan de la Maguana. “Con él ya estaban su madre y otros familiares y él me dijo, al tiempo que se llevaba la mano a ambos lados de la cabeza en señal de incomprensión por lo que había pasado: “Viejo, te la debo, te la debo, Viejo”.
Narra que a Caamaño y al mayor Rafael Guillermo Guzmán Acosta los enviaron a Estados Unidos “a curarse”. Chibú era para la época “teniente de la fuerza de choque conocida como Cascos Blancos y tío y mano derecha de su comandante, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó”.
¿Fines políticos ocultos? Las memorias de Alejandro Alberto Deñó Suero no se limitan a contar la masacre. También describe sus experiencias en las dos estadías anteriores por lo que es posible conocer conductas y pareceres de los famosos mellizos y sus seguidores y enterarse de la cotidianidad en el santuario.
La connotación política que se dio a la masacre es comentada por Chibú en la carta y en sus vivencias en Palma Sola.
“Mi principal preocupación en ese tiempo, como teniente de la Policía adscrito a los Cascos Blancos, eran las continuas manifestaciones y alteraciones del orden público con los cuales teníamos que bregar, y sobre todo pensaba en las elecciones a celebrarse el 20 de diciembre de ese año. De manera que no tenía porqué inquietarme por lo que estuvieran haciendo dos o tres hechiceros en un paraje remoto, a cientos de kilómetros de la capital y con los cuales, en última instancia, tendrían que ver las autoridades de la zona”, apunta para justificar por qué jamás imaginó que se vería “envuelto en este asunto y en los hechos de sangre que terminaron con la comunidad de creyentes de Olivorio Mateo creada por los Mellizos en Palma Sola”.
En otra parte afirma que “hasta después de pasadas las elecciones de 1962 las autoridades no pudieron imputar nada diferente a los creyentes de Olivorio Mateo, “porque realmente no había nada detrás de esta actividad religiosa, tal y como lo comprobamos personalmente el coronel Caamaño y yo en el mismo lugar de los hechos”.
“¿Cómo podía yo ocultar al Gobierno algo que no había visto, constatado, en mis dos misiones de investigación?”, cuestiona.
Con batas blancas, estetoscopios, quinina, aspirinas, antigripales y otros medicamentos, Chibú y Francis iniciaron su primer viaje a Palma Sola como dos médicos “para penetrar sin sospechas”.
Plutarco Caamaño Medina, tío del coronel, los acompañó y les habló de los miles de peregrinos que acudían al lugar “buscando curación a sus males y que esa gente creía que con solo visitar la iglesia donde se encontraba “La Santa” y dar unas cuantas vueltas a los distintos calvarios, se curarían de sus males”.
Les llamó la atención una especie de casa de guardia con alrededor de 150 hombres uniformados de fuerte azul, armados de machetes, controlando el acceso. Al identificarse como familiares de Plutarco “se nos trató con toda consideración” y los tres fueron conducidos ante el mellizo “Plinio” que “nos saludó con mucho afecto y nos dijo que se alegraba de que médicos visitaran el lugar para que se dieran cuenta que allí no había nada de brujería ni ningún tipo de conspiración contra el Gobierno y que así dejarían, tanto los de Las Matas de Farfán como los de San Juan de la Maguana, de hacerles acusaciones”.
Describe lo que vieron y debieron hacer, hasta llegar a la hora de dormir cuando tuvieron que “repartirse la noche, porque si a esta gente se le ocurría investigarnos mientras dormíamos y descubrían las armas, tendríamos que liarnos a cajetazos”.
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