5 curiosidades sobre el semen que quizás no conocías (incluyendo que se llegó a pensar que transportaba adultos pequeñitos)
Aunque sea difícil de creerlo, todavía hay mucho por descubrir acerca del semen y los espermatozoides.
Pero también es cierto que mucho se ha avanzado desde el inicio de su estudio, hace unos pocos siglos, cuando la sola idea de interesarse en el tema era considerada indecente.
Pero tú, ¿qué tanto sabes acerca de este líquido viscoso fundamental para nuestra reproducción?
En BBC Mundo, te contamos cinco aspectos que quizás halles curiosos sobre los espermatozoides y la sustancia que los contiene: el semen.
1. Se pensaba que transportaba adultos miniatura
En su fascinante reportaje "The Long, Winding Tale of Sperm Science… and why it's finally headed in the right direction" ("La larga y sinuosa historia de la ciencia del semen y por qué finalmente se enrumbó hacia la dirección correcta"), Laura Poppick se adentra en el siglo XVII y XVIII para conocer las primeras teorías sobre el semen.
En el artículo, publicado en la página web del Instituto Smithsonian de Estados Unidos, Poppick dice que fue gracias al entonces revolucionario microscopio que los biólogos pudieron ver el semen "en toda su gloria".
"Estos primeros científicos del semen se encontraron a sí mismos con la tarea de responder las preguntas más básicas, por ejemplo: ¿Los espermatozoides son animales vivos? ¿Son parásitos? Y ¿cada espermatozoide contiene un pequeño humano adulto preformado acurrucado en su interior?", señala la escritora.
De acuerdo con la investigación de Poppick, el primer científico que se concentró en estudiar el semen fue el holandés Anton van Leeuwenhoek, quien pasó a la historia como el padre de la microbiología por su trabajo pionero en ese campo.
Van Leeuwenhoek desarrolló el primer microscopio compuesto y lo usó para analizar piojos y muestras de agua de lagos, a mediados de la década de 1670. Sin embargo, sus amigos lo urgieron a enfocar su instrumento a algo más.
"Pero preocupado porque escribir sobre el semen y el coito podría ser indecente, no avanzó. Finalmente, en 1677, cedió. Al examinar su propia eyaculación, quedó inmediatamente impactado por los pequeños 'animálculos' que encontró retorciéndose adentro", indica la autora.
No quiso compartir lo que descubrió con sus colegas. Pero decidió informarle a la Royal Society de Londres (la institución científica más importante de Inglaterra) sobre sus hallazgos.
"Si su Señoría cree que estas observaciones pueden molestar o escandalizar a los eruditos, le ruego encarecidamente a su Señoría que los considere privados y que los publique o los destruya como su Señoría lo considere oportuno", escribió el científico.
El presidente de ese órgano los publicó y de esa manera nació un nuevo campo de estudio de la biología.
Antes de eso, había muchas teorías sobre la reproducción.
Como indica el biólogo Bob Montgomerie, de la Universidad de Queen en Canadá -quien es citado por Poppick- se llegó a pensar que "el vapor emitido por la eyaculación masculina de alguna manera estimulaba a las mujeres a hacer bebés, mientras que otros creían que los hombres en realidad fabricaban los bebés y los transfería a las hembras para su incubación".
Tras los hallazgos de van Leeuwenhoek, "pasaron aproximadamente 200 años antes de que los científicos se pusieran de acuerdo sobre cómo se formaban los seres humanos".
Algunos creían que cada espermatozoide tenía un diminuto ser humano completamente preformado.
2. La ropa interior afecta su calidad
Si lo que quieres es mejorar la calidad de tus espermatozoides, piensa en usar más bóxers.
Y es que un estudio de la Escuela de Salud Pública de Universidad de Harvard publicado el 8 de agosto parece confirmar que el uso de calzoncillos más holgados podría ser una forma sencilla para que los hombres mejoren su conteo de espermatozoides y las hormonas que los controlan.
En el estudio, participaron 656 hombres y los que vestían bóxerscortos tenían una concentración de esperma 25% mayor que los hombres con ropa interior ajustada.
Se cree que esto se debe a las temperaturas frías alrededor de los testículos.
Y los expertos dicen que este simple cambio de estilo de vida podría mejorar la fertilidad de los hombres.
La producción de esperma se ve afectada por temperaturas superiores a 34 °C, que es la razón por la cual los testículos cuelgan del cuerpo.
Algunos estilos de calzoncillos, los más ajustados, acercan el escroto al cuerpo, lo que provoca que los testículos se calienten, mientras que otros, como los bóxers, son más sueltos y fríos.
En el estudio más grande de este tipo hasta la fecha, los investigadores encontraron que los hombres que asistían a una clínica de fertilidad con calzoncillos holgados tenían una concentración de espermatozoides 17% más alta, y que estos eran 33% más ágiles (capacidad para nadar) que los de los hombres que vestían ropa interior ajustada.
3. Lo que comes influye en su calidad
Los frutos secos pueden ayudar a tener un semen sano, de acuerdo con un estudio de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragano, en España.
Los hombres que comieron alrededor de dos puñados de almendras, avellanas y nueces mixtas a diario durante 14 semanas mejoraron su conteo de espermatozoides y tuvieron más "nadadores" viables, dijeron los investigadores.
El estudio, que se publicó en julio, se produjo en medio de lo que fuentes científicas han llamado una disminución en el recuento de espermatozoides en todo el mundo occidental, debido, en parte, a la contaminación, el tabaquismo y la dieta.
Los investigadores dijeron que había una creciente evidencia de que una dieta saludable podría aumentar las probabilidades de concebir.
Los científicos dividieron aleatoriamente a 119 hombres sanos entre las edades de 18 y 35 años en dos grupos:
- A un grupo se le añadió 60 gramos de frutos secos diarios a su dieta normal
- Al otro no se le hizo ningún cambio a lo que suelen comer
Aquellos en el grupo que comieron nueces mejoraron los espermatozoides:
- El conteo en un 14%
- La vitalidad en un 4%
- La movilidad en un 6%
- La morfología (forma y tamaño) en 1%
Todos estos son los parámetros que la Organización Mundial de la Salud enumera como mediciones de la calidad del esperma y están asociados con la fertilidad masculina.
Los expertos dijeron que el estudio respaldaba otros que mostraban una dieta rica en ácidos grasos omega-3, antioxidantes y el ácido fólico de vitamina Bmejoraba la fertilidad.
"La evidencia se está acumulando en la literatura de que los cambios en el estilo de vida, como seguir un patrón dietético saludable, podrían ayudar a la concepción", dijo el doctor Albert Salas-Huetos, quien dirigió el estudio.
4. No siempre transporta la misma cantidad de espermatozoides
La cantidad de espermatozoides que producen los hombres varía ampliamente.
"En general, se dice que los hombres pueden producir entre 2 mililitros y 5 mililitros de semen cada vez que eyaculan,", explican el biólogo Mike Leahy y Hilary MacQueen, profesora del departamento de Vida, Salud y Ciencias Químicas de la Universidad Abierta de Inglaterra.
"Y cada mililitro puede contener de 20 millones a 300 millones de espermatozoides", agregan en el artículo "The science of sperm" ("La ciencia del esperma"), disponible en la página web de la Universidad Abierta.
Según los investigadores,eso significa que un hombre fértil "puede producir entre 40 millones y 1.800 millones de espermatozoides en total, aunque la mayoría produce entre 40 y 60 millones de espermatozoides por mililitro, dando un total promedio de 80 a 300 millones de espermatozoides por eyaculación".
5. No naces produciéndolo
Los hombres no nacen con la capacidad de producir semen.
Esta capacidad se desarrolla cuando comienza la pubertad, cuando el semen empieza a fabricarse en unos pequeños vasos dentro de los testículos que se conocen como túbulos seminíferos.
Cuando se producen los espermatozoides, estos empiezan a madurar en el epidídimo, un tubo estrecho y alargado situado en la parte posterior del testículo, y el conducto deferente. Desde allí pasan a la uretra.
"Todo el proceso de producción y maduración dentro del cuerpo masculino lleva hasta 74 días, pero el promedio habitual es de alrededor de nueve semanas", indican los investigadores de la Universidad Abierta.
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