Artículo sobre las fuentes para el estudio del Éxodo bíblico escrito por Fernan Bujedo, licenciado en Historia.
Fuentes para el estudio del Éxodo bíblico
Las fuentes literarias
En primer lugar está la propia Biblia o, más concretamente, el libro del Éxodo aunque también encontramos trazas de información en los libros del Levítico, Números y Deuteronomio, y algún que otro dato en los dos libros de Reyes.
En segundo lugar se encuentra la llamada Estela de Merneptah, de finales del siglo XIII a.C. Esta estela fue descubierta a finales del siglo XIX, mide 2,25 metros de altura y está realizada en granito negro. Son series de himnos sobre pueblos conquistados, entre los que está Israel, precedido por un signo jeroglífico que se refiere a un grupo humano. Lo único que aporta esta estela es el nombre de dicha población pero no dice nada sobre su situación socioeconómica o política, tampoco sobre si dicho pueblo estuvo en Egipto.
Fuentes arqueológicas
La gran cantidad de datos arqueológicos recogidos durante dos siglos de excavaciones no permiten dar pruebas de la historicidad del relato bíblico, es más, anuncian la llegada de nuevas incógnitas y problemas sobre ellos, a saber:
- Problemas en explicar la falta de influencia egipcia en poblaciones del centro de Palestina a pesar de haber pasado 400 años en Egipto.
- No hay ni una sola prueba material del paso de cientos de miles de personas a través del Sinaí durante 40 años.
- En Kadesh-Barnea no se ha descubierto nada anterior a los siglos X-IX a.C.
- Esión Gueber tiene restos de finales del Hierro pero nada del Bronce Reciente.
- Arad posee restos de una ciudad de unas 10 ha. del Bronce Antiguo y un fuerte del Hierro pero nada del Bronce Reciente.
Muchos otros lugares presentan los mismos problemas con la cronología, por lo que hay que explicar cuál es el origen de las narraciones y su compilación en el corpus actual.
Origen de las narraciones
En el relato hay una serie de
elementos intemporales, conocidos por el autor o autores al igual que la zona, pero no dan pruebas concluyentes de un período concreto de la historia egipcia sino que son de diversas épocas distintas. Cosas como que el faraón no tenga nombre, mientras en otros libros de la Biblia aparecen faraones históricos o que se identifique a
Ramsés II con el faraón del Éxodo cuando es consecuencia de la investigación moderna.
Para el egiptólogo
Donald Redford, el relato no va más allá del siglo VII a.C., puesto que los elementos geográficos coinciden con el panorama político de la época. Curiosamente durante esta época, el
reino de Judá se enfrenta al último período imperial de Egipto, bajo la
dinastía saíta. Durante esta época es cuando se establecen más extranjeros en el Delta, como griegos y emigrantes de Judá con sus propias comunidades en el siglo VI a.C.
Las ciudades del relato son bien conocidas durante este siglo, como por ejemplo Pitón, fundada a finales del VII a.C., Migdol es conocida por estar en la zona este del Delta y ser del siglo VII a.C., la región de Gosén debe su nombre a la dinastía de la familia real árabe qudarita, establecidos en la zona durante el siglo VII a.C., etc. Del mismo modo, los reinos transjordanos a los que se enfrentan los hebreos al intentar entrar en la tierra prometida fueron realmente estados bajo la protección asiria durante el siglo VII a.C.
Todo esto demuestra que estos relatos fueron escritos durante este siglo debido a la utilización de elementos contemporáneos para relatar la historia. Esto es algo que se ha utilizado siempre para acercar al lector al relato, como cuando en la Edad Media se representaba a la Jerusalén de la época de Jesús con elementos típicamente medievales. Ahora bien, subsisten elementos anteriores en las líneas generales que eran bien conocidos cien años antes de escribirse el texto. Donald Redford defiende que la expulsión de los hyksos fue un acontecimiento que se grabó en la memoria colectiva de los pueblos de Canaán y que sirvió como elemento de cohesión cuando Egipto tuvo ambiciones imperialistas en la zona.
El estado judaíta aprovechó y moldeó esto para crear una obra de
unidad nacional al cristalizar la formación del Estado, sin olvidar que Judá se encontraba en esa época entre dos grandes imperios con ansias expansionistas: Egipto y Asiria. Todo esto deja claro que el momento político en el que se compuso tiene eco en el texto. Egipto estuvo bajo
influencia asiria durante un tiempo; con la llegada de
Psamético I al trono egipcio, volvió a potenciar su reino a la vez que el asirio se derrumbaba; así, Egipto volvió a recuperar el vacío de poder que dejaba Asiria en la zona, alrededor del 635 a.C.
En esos momentos, Josías era el rey de Judá y vio la ocasión ideal para poner bajo su mando a los israelitas que vivían en el norte después de la caída del reino de Israel un siglo antes. La jugada sería perfecta, pues el reino estaría unificado y tendría su capital política y religiosa en Jerusalén. Con esta historia, Josías podía justificar su política apoyándose en el pasado y haciendo que la población se identificase con el supuesto hecho pretérito, poniendo se confianza en Yahweh y esperando que volviera a liberarles del yugo egipcio.
Artículo escrito por Fernan Bujedo, licenciado en Historia.
Para saber más
Fernando Bujedo Villalba es licenciado en Historia por la Universidad de Málaga (2009-2013) y “Máster en patrimonio histórico y literario” por la misma universidad (2016-2017). Trabaja de arqueólogo de urgencia en distintas obras urbanas y periurbanas. Su periodo de investigación es la Historia Antigua, concretamente la clásica y las culturas euroasiáticas como las chinas, indias y partas, así como la llamada “Ruta de la Seda”.
Fuente;https://www.historiaeweb.com/2015/07/11/rigor-historico-del-exodo-biblico-iii/
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