A la hora de estudiar la primera etapa de la civilización micénica (aprox. 1600-1400 a.C.), nuestra mayor fuente de conocimiento histórico se encuentra en las tumbas y las ofrendas enterradas con los cuerpos de los difuntos. En este sentido, está siendo el contenido de dos recintos funerarios circulares destinados a familias socialmente privilegiadas el que está aportándonos mayor nivel de información sobre la Micenas primitiva. De estos dos, se cree que el círculo de tumbas más antiguo, descubierto en 1952, fue utilizado desde finales del siglo XVII a.C. hasta el final del siglo XVI a.C., mientras que el otro, descubierto por Schliemann, podría haberse utilizado desde comienzos del siglo XVI a.C. hasta el siglo XV a.C. A las sepulturas que nos podemos encontrar en ambos recintos se les llama “tumbas de fosa” porque los cadáveres eran depositados en unos pozos rectangulares tallados en la roca y de gran profundidad.
En lo que se refiere a los ajuares funerarios, el primer recinto era relativamente más pobre, al contener “solo” numerosas armas de bronce (como espadas, puñales, puntas de lanza, o cuchillos) y gran cantidad de cerámica local, en contraposición al segundo, en el que, en tan solo una tumba, se halló un arsenal de armas (incluidas 43 espadas) y centenares de objetos preciosos. A partir de estos descubrimientos se ha podido confirmar la gran calidad técnica de la artesanía micénica, así como su uso de materiales preciosos como el oro, la plata, el bronce, el marfil, el alabastro, la porcelana o el ámbar. Como es obvio, no todos estos materiales se conseguían localmente, por lo que también están evidenciando los contactos comerciales con sitios como Creta, Chipre, Egipto, Mesopotamia, Siria, Anatolia y Europa occidental.
Poco antes de finalizar el siglo XVI a.C., las élites sociales micénicas comenzaron a adoptar un nuevo tipo de tumbas, los tholos, que representan las mayores grandezas arquitectónicas realizadas por los micénicos. Consistían en grandes cámaras de piedra en forma de colmena, excavadas en horizontal en el seno de un talud, a cuya sepultura abovedada y cámara ritual se llegaba a través de un largo pasillo de piedras apiladas y de una gran puerta de bronce, todo ello cubierto con un túmulo de tierra. Por desgracia, la mayoría de estas tumbas fueron saqueadas hace muchos siglos, aunque nos han llegado intactas unas pocas, a través de las cuales tenemos unos ajuares funerarios incluso más numerosos y ostentosos que los de las tumbas de fosa.
BIBLIOGRAFÍA
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FUENTE;https://www.historiaeweb.com/2016/09/02/el-mundo-religioso-y-funerario-micenico/
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