En busca de un Tartessos verosímil
La colonización
Hemos visto recientemente los falseamientos que circulan sobre Tartessos, y el hecho de que sean tan dispares nos podría dar a pensar que la información de que disponemos no es ni muy extensa ni muy concluyente. Pero realmente la información basada en el registro arqueológico con el que contamos en este periodo –siglos X-VI a.C.- no es mala en ningún sentido, simplemente se le han querido atribuir cosas que no son.
Es un vicio del que es complicado deshacerse, estudiar este registro sin pensar en ese Tartessos maravilloso -como si hubiera que ser imperio para serlo-, atenerse a los hechos que conocemos tras décadas de estudios en busca de otras historias es difícil. Pero se ha hecho y se ha conseguido construir una posibilidad verosímil. Y sí, se basa en interpretaciones del registro de que disponemos, pero siempre con honestidad.
Tartessos y fenicios
El Tartessos verosímil está enormemente ligado a la colonización fenicia, por esto es imperativo conocer someramente la presencia de los fenicios de Tiro en la Península Ibérica, a la que vamos a ir relacionando con los pueblos tartesios.
Según el mito, Gadir, primera ciudad de Occidente, fue fundada 80 años tras la guerra de Troya, es decir, en el 1104 a.C. Demasiado pronto para un registro arqueológico que muestra asentamientos que no pasan del siglo VIII a.C. A pesar de la evidencia arqueológica, no quiere decir que no hubiese presencia fenicia anterior. Que existiese una ciudad asentada en este momento, e incluso la hubiese en Doña Blanca en la misma fecha, nos indica que antes ya debió existir algo. Puede ser que cerca de ese 1100 los fenicios fondearan en aguas gaditanas, reconocieran la costa, y poco a poco, fueran entablando un comercio estacional.
Al mismo tiempo, en el interior fue aumentando la cantidad de asentamientos en valles, especialmente en torno al golfo tartésico. Nos vamos a encontrar objetos orientales en diferentes yacimientos de la costa Mediterránea y del golfo que nos interesa, algunos de estos objetos son bastante anteriores a la colonización, como el cilindro-sello de Vélez-Málaga –que dejó de usarse tiempo antes del siglo X, por lo que quizás no llegó mucho más tarde–.
Estos asentamientos funcionaron de intermediarios entre los fenicios y los extractores de recursos, asentados en los sistemas montañosos donde había vetas de minerales. Esta situación es mucho más evidente en el IX a.C., cuando el comercio con los fenicios probablemente ya es constante y están en fase de crear colonias que, por no pillarnos los dedos, terminan de configurarse en el VIII a.C.
En este tiempo no existe rastro alguno en las costas o el interior de una gran ciudad tartesia, ni mucho menos hay noticias de haber ningún tipo de estado. Sólo poblados muy poco desarrollados, con urbanismo muy pobre y asentamientos fortificados en zonas de serranías. Esta población era de rasgos parecidos a los celtíberos, todos ellos con la cultura de Cogotas –muy del bronce final, que llegará hasta finales del siglo IX a.C. en esta zona, con cerámicas boquique, estelas de guerreros…–. La gran ciudad era Gadir, fenicia.
Etapa de esplendor y nacimiento de los mitos
Durante el siglo VIII estos pueblos costeros y ribereños se orientalizaron, y se produjo lo que conocemos como periodo orientalizante. No es el mejor término, ya que se refiere realmente a la orientalización de Grecia, también por influencia fenicia, pero es bastante bueno para entendernos. Estos pueblos adquirieron el torno y finalmente la escritura en el VI. Conforme pasan estos siglos, la presencia fenicia aumentó y así mismo ocurrió con los asentamientos costeros y ribereños. Y todos se enriquecieron. Aparecieron cerámicas con claras muestras de transculturaciones, ganando esta calidad y adquiriendo rasgos orientales. También surgieron asentamientos dedicados en exclusiva a la extracción de minerales y zonas importantes de intercambio, como el Carambolo.
Se expandió mucho el gusto por el lujo, especialmente entre los reyezuelos de las serranías. Estos pueblos no se orientalizaron, mantuvieron sus estructuras fortificadas, aunque buscaron controlar las rutas y las vetas y atesorar objetos de lujo llegados de Oriente. El lujo se convirtió en la fuente del poder y se adquiría gracias a la venta de minerales a los fenicios a través de los pueblos orientalizados.
En este contexto, quizás uno de estos reyezuelos consiguió dominar varios asentamientos, vetas y rutas y hacerse especialmente rico, llamándose Argantonio, “el hombre de la plata”. Explicaría por qué este nombre es indoeuropeo, y la posibilidad de que surgiera un tipo de pequeño reino. El hecho de que según el mito viviese más de 100 años se explica a través de una dinastía que durase ese periodo de tiempo. De aquí nace la asimilación de Tartessos con un gran rey.
Mientras tanto, la verdadera autoridad en la zona era Gadir, que es dependiente de Tiro hasta el siglo VII a.C., cuando la metrópolis sufrió una invasión de Asiria y los lazos se rompieron. Hay estudios que apoyan con fuerza la creación de una liga de colonias y ciudades fenicias cuya prima inter pares sería Gadir. A esta organización se la ha llamado Círculo del Estrecho o de Gadir, y se basa en una normalización de ánforas en diferentes ciudades y otras cuestiones cuidadosamente estudiadas por Oswaldo Arteaga. Ahora es cuando el comercio en esta zona adquiere su máximo esplendor y es cuando Coleo de Samos viaja a este lugar y vuelve a Grecia con grandes riquezas. Es decir, es cuando nace el Tartessos literario como un lugar que nada en plata.
Todo esto sirve de explicación verosímil a lo que ocurre en esta zona de Andalucía. Pero, ¿cómo podemos explicar lo orientalizante en Extremadura y Portugal? Con la llegada de los fenicios hasta el río Mondego y el desarrollo de un proceso parecido al tartesio.
El declive de Tartessos, no la desaparición
Un siglo después, la riqueza de la zona decae, como ya adelantamos en el anterior artículo, y aquellas teorías de la gran civilización hablan de desaparición abrupta. De algún modo tienen que cubrirse las espaldas si no encuentran nada, así que alguien o algo los machacó hasta los cimientos. ¿Alguien los borró del mapa y Gadir continuó en pie, y no sabemos absolutamente nada al respecto?, ¿un tsunami protohistórico los barrió, y a Gadir no? Puede parecer tonto, pero no cuadra, ¿verdad?
No existen evidencias de grandes guerras ni registro alguno de ellas, así como tampoco sabemos nada de desastres naturales. La realidad suele ser más comprensible y natural: sí sabemos que la creciente competencia griega en el Mediterráneo probablemente sentó bastante mal a estas colonias fenicias, y seguramente los métodos de extracción de mineral comenzaron a ser insuficientes –en estos momentos todavía la extracción era muy superficial–, creando un conjunto de factores que empobrecieron la zona. Como respuesta a este empobrecimiento las poblaciones de las que venimos hablando comienza la búsqueda de otras salidas económicas orientadas a la pesca del atún, las colonias de salazones, e incluso las explotaciones agrícolas, como en Guadalhorce.
La zona, por tanto, deja de tener relevancia hasta la entrada de Cartago y la llegada de Roma, cuando volvemos a saber de los turdetanos, también muy ligados a lo fenicio. Estos turdetanos vivían en los mismos lugares atribuidos a los tartesios, tenían un urbanismo mucho más desarrollado y expresiones artísticas desarrolladas, en especial la escultura. Resulta lógico pensar que, en lugar de una abrupta desaparición, la misma gente siguiera su camino y su desarrollo hasta llegar a lo que conocemos como Turdetania.
Cabe decir, como apéndice, que el mundo de Tartessos es un panorama en continuo estudio, en el que a cada año aparece algo nuevo, salen nuevos estudios y continuamente se encuentran nuevos datos, pero buena parte de las investigaciones discurren por este cauce, del que esperamos haber expuesto una panorámica comprensible y satisfactoria.
Fuente; https://reasilvia.com/2014/09/tartessos-teoria-verosimil/
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