DARIO I EL GRANDE REY DE PERSIA ( entre 521 y 486 a.C.).
Uno de los monarcas más poderosos de la antigüedad, el gobernante de la dinastía persa aqueménida se destacó como un administrador, guerrero y por las grandes campañas de éxito contra los griegos.
Tras la misteriosa muerte de Cambises, a su regreso de Egipto (552 a. C), Persia conoció un período de disturbios. El hermano de Cambises, Bardis, desapareció también en circunstancias extrañas; entonces se desencadenó una crisis, a la vez social y religiosa, en donde un sacerdote llamado Gaumata, haciéndose pasar por el difunto Bardis, se adueñó del poder, pero pronto fue descubierto. Luego de este suceso, según Herodoto, la elección del próximo rey se lo confiaron al azar.
Cuenta una leyenda que Dario fue designado rey por un relincho Decidieron que se reunirían al amanecer, y que aquél cuyo caballo relinchara primero sería el nuevo rey. El caballo de Darío, hijo del gobernador de Persia, fue el que antes lo hizo, e, inmediatamente, sus compañeros se arrodillaron y lo reconocieron como su señor legítimo.
Un trueno retumbó entonces en el cielo, que, sin embargo, estaba sereno, y esto acabó de confirmar a Darío en su reciente poder. Según algunos rumores, él había ayudado un poco al azar en esta difícil elección.
Además De Someter Las Rebeliones De Babilonia, Susa Y Egipto. Pronto Retomó La Dinámica De Expansión De Sus Predecesores Envió Expediciones Al Punjab Y A Las Costas Del Golfo Pérsico (hacia El 512). Su guerra contra los Escitas le permitió anexionarse Tracia y someter al rey de Macedonia; pero no consiguió llevar sus conquistas más allá del Dniéster. Espoleadas por el relativo fracaso de Darío ante los escitas, las ciudades griegas de Jonia se rebelaron contra la dominación persa y llamaron a Atenas en su ayuda (499). La revuelta fue reprimida con dureza, pero Darío creyó necesario prevenir nuevos estallidos llevando la guerra hasta el corazón de Grecia; el primer intento fracasó por el naufragio de la flota persa durante una tormenta (492). El segundo parecía tener más garantías de éxito, pues el oro persa garantizó la neutralidad de la mayoría de las ciudades, dejando aisladas a Atenas y Esparta; sin embargo, los atenienses consiguieron derrotar al ejército persa en la batalla de Maratón (490 a. C.). Cuando, cuatro años más tarde, murió Darío, los ecos de aquella derrota en el extremo occidental del Imperio animaron nuevas insurrecciones en Egipto y Babilonia, que su hijo y sucesor, Jerjes I, tardaría en reprimir. Sin embargo, junto con estas dificultades militares, Darío le legó un Imperio sólidamente organizado desde el punto de vista político y militar, en torno a la figura del sátrapa, gobernador provincial con amplias atribuciones políticas y militares, vigilado por un secretario real; la monarquía absolutista que implantó iba acompañada de un respeto exquisito por los cultos religiosos de los pueblos conquistados, que convivían con el culto oficial a Zoroastro.
Durante su gobierno construyó una carretera de más de 2000 kilómetros, que unía las costas del mar Egeo con las del golfo Pérsico. En esta carretera, siempre había preparados caballos, correos y numerosos hospedajes. Quisó conquistar Grecia, aunque no lo logro al ser vencidas sus tropas en Maratón. Falleció en el año 486 a J.C.
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