RENACER CULTIRAL

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sábado, 3 de septiembre de 2016

Ortega y Gasset: Entre el creer y el pensar

Ortega y Gasset: Entre el creer y el pensar


Por 
mu-kiensang[@]pucmm.edu.do 
03 septiembre, 2016
http://hoy.com.do/ortega-y-gasset-entre-el-creer-y-el-pensar/
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Cuando se quiere entender a un hombre, la vida de un hombre, procuramos ante todo averiguar cuáles son sus ideas…¿Cómo no van a influir en la existencia de una persona sus ideas y las ideas de su tiempo? La cosa es obvia. Perfectamente; pero la cosa es también bastante equívoca, y, a mi inicio, la insuficiente claridad sobre lo que se busca cuando se inquieren las ideas de un hombre –o de una época- impide que se obtenga claridad sobre su vida, sobre su historia… José Ortega y Gasset
Esta serie se ha hecho más larga de lo que pensaba. Podría escribir sobre este gran pensador por mucho tiempo. Aprendiendo de sus reflexiones, de su profunda cultura y de su sagacidad. Pero si lo hago, tendría que pedir disculpas al lector que no le gusta que dedique tanto tiempo a una sola temática. A riesgo de perderlo, le aviso que este es el penúltimo de la serie. Quizás después, cuando a algunos lectores se olviden, vuelva a retomarlo.
Decía Ortega que el ser humano es el fruto de su tiempo. Que sus ideas y creencias son el producto de su época. Esas dos afirmaciones son comunes, verdades muy evidentes más bien. Sin embargo, el pensador establece una diferencia entre las ideas y las creencias. Ahí se ubica la originalidad en el planteamiento de este gran pensador.
En su ensayo titulado “Ideas y creencias”, escrito en diciembre de 1934, José Ortega y Gasset plantea que con la expresión “ideas de un hombre” (yo digo “ideas de un ser humano” pues las mujeres pensamos también ¿no es cierto?) puede uno referirse a cosas diferentes, con grados diferentes de “verdad” y podrían incluso ser hasta disímiles. Esta conclusión la aplica el filósofo incluso a las llamadas “verdades científicas”, y ¿saben por qué? Sencillamente porque esas ideas son el producto de una mente privilegiada de un ser humano, y como obra humana que es, está condicionada al juicio de otros seres. Una idea es el producto de una vida. “Vivir, escribía el gran pensador, es tener que habérselas con algo con el mundo y consigo mismo… y ese “sí mismo” con que el hombre se encuentra le aparecen bajo la especie de una interpretación de “ideas” sobre el mundo y sobre sí mismo”.[1]
Las ideas básicas, dice Ortega, son las llamadas creencias, las cuales no surgen de la noche al día. Este cuerpo de creencias nació con nosotros, no son el producto de reflexiones, sino de herencias que constituyen el continente de nuestra vida. “No son ideas que tenemos, sino ideas que somos”[2], y conforman lo que somos, nuestro mundo y nuestro ser.
Cuando crecemos y caminamos por el mundo, ponemos en evidencia el sistema de creencias, o ideas bases, como dice Ortega. En ese transitar vamos comparando nuestro sistema de creencias, y vamos conociendo nuevas ideas, que el filósofo denomina “ocurrencias”, que no son más que pensamientos que encontramos y nos obligan a pensar, y a veces, a poner en evidencia y comparación nuestras ideas “creencias”.
Establece una diferencia entre las “creencias” y las “ocurrencias”. Las primeras son impuestas, operan como fondo, cuando nos ponemos a pensar sobre algo. Las segundas son pensadas, aprendidas y aprehendidas. Mientras más pensamos, más leemos, más aprendemos, mayores conflictos tendremos con las creencias, que normalmente son estáticas:
“Esto revela, sin más, que todo aquello en que nos ponemos a pensar tiene ipso facto para nosotros una realidad problemática y ocupa en nuestra vida un lugar secundario si se le compara con nuestras creencias auténticas. En estas no pensamos ahora o luego: nuestra relación con ellas consiste en algo mucho más eficiente; consiste en contar con ellas siempre, sin pausa.
“Me parece de excepcional importancia para inyectar por fin, claridad en la estructura de la vida humana esta contraposición entre pensar una cosa y contar con ella. El intelectualismo que ha tiranizado, casi sin interrupción, el pasado entero de la filosofía ha impedido que se nos haga patente y hasta ha invertido el valor respectivo de ambos términos”.[3]
Así pues, Ortega define que las creencias son la base de nuestra vida. Las ideas, en otras palabras, el pensamiento que tenemos sobre las cosas, no tiene en nuestra vida valor de realidad. Por tanto, sigue diciendo, nuestra vida intelectual es secundaria con relación a la vida real, que está guiada por el cuerpo de creencias.
Lo importante es lograr desarrollar las ideas para que impacten críticamente o no nuestras propias creencias. La vida intelectual, el mundo de las ideas, crece y se desarrolla cuando se coloca en el ámbito de lo público, para que pueda ser observada por otros. La idea, dice Ortega, necesita de la crítica, tanto, como el pulmón requiere del oxígeno. Las ideas, caminan por sí solas, son evaluadas, contrastadas con otras, y en ese trayecto cabalgan sobre otras formando un todo o un sistema. Logran sobrevivir cuando demuestran su solidez cuando sus críticos lanzan dardos los evade o los enfrenta.
Y vuelve Ortega a plantear de otra manera y con otras palabras su razón histórica. La historia, dice, está llamada a resolver ese transcurrir de las ideas, no solo para exponer su evolución, sino para entender las razones de su surgimiento y de su vigencia.
Nuestras creencias no son estáticas y tampoco perfectas, pues tienen enormes agujeros e inconsistencias. Esta realidad permite que se produzcan cambios en nuestro propio sistema de creencias. Y entonces aparece la genialidad humana de crear, de inventar… y en esa dinámica creativa, nacen nuevas ideas que posiblemente podrán convertirse en creencias. Concluye el pensador con un provocador razonamiento.
Lo verdadero, y aún lo científicamente verdadero, no es sino un caso particular de lo fantástico. Hay fantasías exactas. Más aún: solo puede ser exacto lo fantástico. No hay modo de entender bien al hombre si no se repara en que la matemática brota de la misma raíz que la poesía, del don imaginativo.
En la próxima entrega haremos una presentación sobre el impacto del pensamiento de Ortega en el mundo occidental de su época.
[1] José Ortega y Gasset, Ideas y Creencias, https://www.scribd.com/document/3819922/Ortega-y-Gasset-Jose-Ideas-y-creencias [2] Ibidem. [3] Ibidem.

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