Trump vs Trudeau: la vieja América y el nuevo Canadá
Los dos líderes norteamericanos representan dos formas opuestas de entender la política y la sociedad en el mundo globalizado. ¿Podrán entenderse? ¿Cómo afectara la presidencia de Trump a su vecino del norte?
A medida que los números comenzaban a apuntar hacia una victoria de Donald Trump, las visitas a la web de Ciudadanía e Inmigración de Canadá se disparaban. Un fenómeno similar ocurrió en Reino Unido tras los resultados del referéndum sobre su permanencia a la Unión Europea. En julio de 2016 el volumen de solicitudes de pasaportes irlandeses se disparó en un 70% respecto al año anterior en un intento de los británicos por no perder la ciudadanía europea. En este caso, el volumen de visitas para informarse de los requisitos necesarios para emigrar a Canadá era tan alto que finalmente provocó un colapso en la web. Además, las estadísticas de Google demostraron que había habido un incremento masivo de búsquedas relacionadas con el procedimiento para mudarse al país de la hoja de arce.
Recientemente, Canadá ha ganado visibilidad también en la escena internacional y el primer ministro Justin Trudeau se ha convertido en la imagen global de una nueva forma de hacer política. Desde que llegó a Sussex Drive, el líder del Partido Liberal ha hecho de la tolerancia y el respeto a la diversidad sus banderas políticas. La formación de su gobierno demostró su compromiso por la inclusión y la equidad, nombrando un Ejecutivo paritario y que reflejara las diversas etnias y religiones de Canadá. En su primer mes en el cargo ya se hizo famoso mundialmente por recibir personalmente a 163 refugiados sirios en un momento en el que Europa daba la espalda a su acogida. Además, Trudeau ha hecho una fuerte apuesta personal por la igualdad y el respeto, siendo el primer jefe de gobierno canadiense en desfilar en el Orgullo Gay y el primero en declararse abiertamente feminista en un discurso en la ONU. El Canadá de Trudeau es, por tanto, el principal referente de una política de tolerancia, diversidad y progreso en un mundo que abraza cada vez más el populismo y el miedo al diferente. Pero, ¿puede afectar la Presidencia Trump a su vecino del norte?
El columnista John Ibbitson ya escribía en el periódico The Globe and Mail que una victoria del candidato republicano tendría importantes efectos en Canadá. En primer lugar, Ibbitson llamaba la atención sobre el rechazo de Trump a la colaboración estadounidense en instituciones y acuerdos internacionales en materia de seguridad. Ya en una entrevista con el New York Times, el entonces candidato declaró que EE UU no continuaría proporcionando asistencia militar a la OTAN, Japón o Corea del Sur si no se redistribuían las contribuciones económicas de forma más equitativa. Más allá de la pertenencia de Canadá a la Alianza Atlántica, los dos países norteamericanos también mantienen una intensa cooperación bilateral en materia de defensa y seguridad a través del Comando para la Defensa del Espacio Aéreo Norteamericano (NORAD, por sus siglas en inglés). Es de esperar, por tanto, que una reducción de la presencia estadounidense en la seguridad del Atlántico Norte y del este de Asia también implique una menor implicación estadounidense en la estructura de NORAD.
El año 2016 ha marcado un punto de inflexión en los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático. El Acuerdo de París entró en vigor en tiempo récord, siendo así el primer acuerdo medioambiental en vigor que tiene efectos vinculantes para sus partes. Además, es el primero que ha conseguido incorporar a los grandes países emisores como EE UU y China. Tras el cambio de gobierno en 2015, el nuevo Ejecutivo liberal de Justin Trudeau quiso marcar la diferencia con su predecesor y participó activamente en las negociaciones de París. Pese a ello, Trump ya expresó durante su campaña que no cree que el cambio climático sea más que una conspiración ideada por China y anunció que retiraría a su país del Acuerdo de París. Ante esta situación, los esfuerzos de Canadá por introducir políticas más sostenibles como la creación de un impuesto a las emisiones caerían en saco roto. Además, como Ibbitson indica, podrían provocar la marcha atrás de Canadá debido a que el coste de implementar estas medidas no tendría finalmente efectos reales, haciéndolo por tanto inasumible.
Otra de las claves que han llevado al Canadá de Trudeau a la primera plana internacional es su política de acogida de refugiados. Sin embargo, esto podría cambiar con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El candidato fue uno de los primeros contendientes a la carrera presidencial que anunció su rechazo frontal a la acogida de refugiados y anunció que prohibiría la entrada de musulmanes a EE UU. La política migratoria canadiense ha sido objeto de crítica desde los atentados del 11S, siendo considerada por su vecino del sur como una puerta de entrada fácil para terroristas. Con Trump al frente de la Administración estadounidense, la presión sobre el Gobierno canadiense para imponer más restricciones a la inmigración y a la acogida de refugiados podría materializarse en un férreo refuerzo de las fronteras.
Esta presión sería mucho más efectiva teniendo en cuenta otro de los grandes temas que afectarán a las futuras relaciones entre Canadá y EEUU: el comercio. El ahora presidente declaró durante su campaña que el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA por sus siglas en inglés) era el peor acuerdo comercial que Estados Unidos había firmado jamás. Pese a que sus críticas iban principalmente dirigidas hacia México, cualquier cambio en NAFTA afectaría de forma drástica a Canadá, que exporta más de un 70% de sus productos a su vecino del sur. Trump ya se pronunció en varias ocasiones a favor de un mayor proteccionismo comercial para Estados Unidos, apoyando la introducción de barreras comerciales con la intención de proteger los empleos locales. La movilidad de empresas a Canadá también se vería limitada por la intención de penalizar a aquellas industrias que relocalicen su producción. Por último, Trump también se ha pronunciado en contra de la ratificación del Acuerdo Transpacífico, que incluye también a Canadá y que representa el 40% del PIB mundial.
En definitiva, Justin Trudeau y Donald Trump representan formas opuestas de hacer política y, por tanto, podríamos encontrarnos ante el período de relaciones más distantes entre los dos socios norteamericanos en casi dos siglos. Sin embargo, las diferencias entre Trudeau y Trump no sólo deteriorarían las relaciones bilaterales, sino que también podrían tener un efecto devastador en la agenda política canadiense debido a la estrecha dependencia que el país de la hoja de arce tiene respecto a su vecino del sur. Trump acaba de ganar el acceso a la Casa Blanca, pero el terremoto que puede provocar afectará de lleno a Canadá. El dominó sólo acaba de empezar
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