Arquitectura Residencial en la Era de la Trujillo.
La arquitectura residencial en la Era de T encontró en Gascue y otros nuevos ensanches de la ciudad de Santo Domingo un campo de prueba para los proyectos de arquitectos e ingenieros. Unos seducidos por el Art Decó desplegado con glamur en Miami Beach, L.A., Condado en Santurce, San Juan de Pto. Rico. Otros inclinados hacia el estilo mediterráneo desarrollado en el distrito de Coral Gables en Florida o en Los Ángeles, California, que el cine de estudios de Hollywood se encargó de difundir por el mundo, aclimatando influencias hispanas, a veces mozárabes, al entorno tropical americano. Algunos con formulaciones estilísticas eclécticas que se acercaban al diseño moderno, otros claramente neoclásicos. Profesionales creativos con alto sentido de responsabilidad, interesados en ofrecer un servicio de calidad. Tales los casos de Octavio Pérez Garrido (Trene), Alexis Licairac, Tomás Auñón y Joaquín Ortiz, entre otros cuya obra enunciaremos.
Octavio Pérez Garrido (1905-1949), cuya estampa es evocada en una obra de su hija Marcelle Pérez Brown (Trene Pérez: Un Mocano Vertical), egresó de la U. de Santo Domingo y laboró en la oficina de diseño de Obras Públicas, destacándose en la construcción residencial y en edificios institucionales. Como teatros cines (Santomé, Maritza y Ercilia), un estadio de boxeo en la Arzobispo Meriño, el Obelisco conmemorativo del cambio de nombre a Santo Domingo por Ciudad Trujillo en 1936, el Cuartel de Bomberos en San Cristóbal, la Estación de Policía de La Romana, el Club Social Recreativo de Moca, reformas al Edificio de Obras Públicas de la José G. García. “Accidentado” por la dictadura a raíz del desembarco libertario de Luperón en 1949, en su corta y productiva vida sembró confortables viviendas en la con justeza llamada Ciudad Jardín.
Figuran en su bitácora el edificio a dos plantas del abogado Lic. Benigno del Castillo –primo hermano de mi padre- en la Santomé y la residencia del empresario José Armenteros e hijos, en la Ave Independencia con José Joaquín Pérez, que ocupara en 1942 la Legación de Haití y hoy, remodelada, sirve a la Clínica de Ginecología y Obstetricia. También la del coronel J. Joaquín Cocco (abuelo de Miguel, Manuel, Pedro y Patricia C. Guerrero), sita en Federico Henríquez Carvajal. La casa de Martha Brown de Pérez localizada en la Leopoldo Navarro (Atelier Gascue), la del Dr. Ramón Lovatón en la Casimiro de Moya y la de la Lic. Altagracia de Marion-Landais en la Benigno Filomeno Rojas con Jonas E. Salk, construida a dos niveles con revestimiento de piedra. La vivienda de estilo mozárabe que se erige todavía majestuosa con su cúpula de mezquita en los frentes del Palacio Nacional (Uruguay y Manuel Ma. Castillo), remedo de un tiempo en el que los arquitectos reivindicaban múltiples raíces e influencias culturales.
Marcelle Pérez Brown consigna en su obra la intervención de su padre en otras residencias. Conforme a su recuento, las de las familias Freites Pou, Mansfield Baehr, Benzo Sánchez, Cordero Michel, Menéndez García, García Trujillo, Pellerano Romano, Pol Peynado, Pacheco Perdomo, Polanco Paiewonsky, Menéndez Aristy, Santoni Robles, Hernández Mota, Socías Grullón, Alburquerque Mota y Aldebot Martínez. Trene Pérez hizo su aporte en el interior. En su Moca natal erigió un bello chalet techado con tejas españolas a Antonio de la Maza, quien devendría héroe nacional por su rol protagónico en la gesta del 30 de Mayo. Haría lo propio con la residencia a dos plantas de Juan Vicens R. en Barahona (30 de Mayo y Anacaona) y la del Dr. Mario A. Batlle en Santiago.
Otro profesional que plasmó su tesón constructivo en múltiples viviendas en Ciudad T fue Alexis Licairac Perallón (1908-46), padre de mis condiscípulos Alexis y Leo, a quien se le reputa haber intervenido en cerca de un centenar de edificaciones. En el inventario del ingeniero Enrique Penson, aparece en 1931 la casa de Francisco Martínez Alba (Paquito) ubicada en la Enrique Henríquez y la reconstrucción de la de José Borrás en la C.N. Penson con Rosa Duarte. En el 34 la residencia de dos plantas de Josefina de Latorre en la Arístides García Mella con Rosa Duarte y en el 37 la de Manuel Menéndez en la Penson. En 1939 desarrolló el proyecto de Coliseo Malecón del Lic. Félix W. Bernardino –quien aparte sus servicios al régimen era aficionado al boxeo y al jazz, siendo músico ejecutante-, en 19 de Marzo con Paseo Pte. Billini, frente al Parque San José y el Club de la Juventud. Ese año Licairac ampliaría la casa de Fedora Álvarez de Bou en la Dr. Delgado.
Dos años más tarde levantaría la casa de ladrillos y concreto de Gilberto Marion-Landais en la José G. García con Fabio Fiallo y modificaría la residencia de Ida Pardo de Escovar en Bolívar con Dr. Báez. En el 43 construiría el edificio de concreto armado de dos plantas del Balneario de Güibia, propiedad de Virgilio Gómez Pina, donde acudía desde niño de la mano de mi madre a recibir las ráfagas de salitre yodado que me oxigenaban la respiración, solar marino de entrañables piruetas juveniles.
Joaquín Ortiz y Tomás Auñón, dos republicanos españoles que arribaron a Ciudad T en 1940 en el buque Cuba, laboraron juntos y de manera individual. Ese año Auñón remodeló el Café Ariete en El Conde con 19 de Marzo, propiedad del peninsular Higinio Llames Martínez, que reabrió como el primero con aire acondicionado, famoso por sus bailables de fin de semana. Remozó el Café Paliza y el Palacio Municipal para el Centenario. Diseñó el Monumento a la Independencia Financiera (Trujillo-Hull) u Obelisco Hembra y el Instituto Escuela de don Babá Henríquez, en la Deligne con Santiago, todo en 1944. Ortiz ideó la fuente del Parque Abreu de San Carlos, como homenaje de los republicanos al Centenario, donada por un comité encabezado por don Constancio Bernaldo de Quirós, ilustre jurisconsulto abuelo de Roberto, Constancio y Beatriz Cassá BdQ. Ambos diseñaron el Edificio Santos, una casa-almacén de tres niveles en la Pina.
En el plano residencial Ortiz-Auñón aparecen como artífices de las casas de Ernesto Vitienes, de la familia Molinari en la Benito Monción con Santiago –finalmente utilizada como depósito de cable por Codetel y demolida para edificar apartamentos-, de Jesús Armenteros en la George Washington, así como de Benítez Rexach en la Penson. Auñón y Virgilio Pérez Bernal se asociaron en el proyecto de residencia-estudio del pintor Vela Zanetti en la José Contreras con Desiderio Valverde. Mientras Ortiz diseñó la vivienda de Rafael A. Ramírez en la Penson con Galván, Auñón hizo lo propio con la de Alfredo Rodríguez en la Santiago casi Pasteur y con la de Jaime Pol en Máximo Gómez y José Contreras, con su característico arco frontal que cube galería y marquesina.
Joaquín Ortiz, autocalificando su estilo un “retoño del barroco español”, fue responsable del Almacén Barceló de la Avenida Puente Ozama y del Edificio de Antonio Roselló frente al Parque Colón, hoy Hotel Conde de Peñalba (Palacio de la Esquizofrenia). En Jarabacoa ambos levantaron residencias veraniegas que combinaron “estructuras de mampostería, ladrillo, paramentos de piedra de río, madera oscura y formas modernas”, tales las casas Nadal Andreu, Ricart, Armenteros, Barceló y Ocaña, de un gusto nórdico más cercano al finlandés Alvar Aalto, como afirman Gustavo L. Moré et al en Historias para la Construcción de la Arquitectura Dominicana 1492-2008.
Otros gravaron sus firmas en nuestro perfil arquitectónico. La casa de José Olalla Gómez en El Conde, obra del ingeniero R.O. García Henríquez, la de José María Cabral Bermúdez en Santiago, de Pablo S. Pérez. La estación de gasolina de José Sanz, Mella y 30 de Marzo, del Ing. Casimiro Gómez, la reconstrucción del edificio de Barletta en la 30 de Marzo por L.S. Oviedo. La residencia de Richard Sollner en Santiago, diseño del Arq. Pedro A. de Castro y las reformas al local comercial de Fco. Caro en Padre Billini (Panadería Quico) por el Arq. J.A. Caro. En Macorís D.A. Molyneaux acometió los trabajos del Edificio Armenteros. Juan B. del Toro erigió dos plantas del Edificio de Mercedes de Cámpora en la Sánchez. Y el Ing. Amiama reconstruyó la casa de Amadeo Barletta en la Penson y Dr. Báez.
En San Cristóbal, cuna del Perínclito de la T, Diprés edificó al capitán José Pimentel dos plantas resaltantes en la Ave. Constitución. En la capital, el Ing. J.R. Báez López-Penha, el hiperactivo Moncito que abrió trochas contra viento y marea para llevar el Malecón hasta la Máximo Gómez y participó en el proyecto del Mercado Modelo junto a H. Gazón, concebía un pabellón para mendigos. El Arq. Romualdo García Vera fraguó en El Conde el Edificio a dos niveles de Nelly Dominici de Carías, que alojó la célebre Librería Nueva y vivienda familiar. Rehabilitando la casa del Lic. Julio Benzo en la 19 de Marzo y construyendo la de José Ma. Nouel en la Tirso de Molina en el Ensanche Lugo. De su lado el Arq. E.E. Paradas edificó dos casas al Dr. Raimundo Hernández en la Luisa Ozema Pellerano.
En la aristocrática Pasteur con Santiago, A. Pérez Ramírez y V. Pérez Bernal plantaron hermosísimo ejemplar residencial de José Roldán Reus (Laboratorios Roldán), levantado a dos pisos en 1944, año del festejado Centenario. Una casa que me invitaba a soñar. Cuando la T no sólo era una regla empleada por los arquitectos para trazar planos sobre papel cebolla.
https://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/arquitectura-residencial-en-la-era-de-la-t-KMDL738301
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