Ni Acuse de recibo
Publicado el: 18 noviembre, 2017
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Dos amigos que con frecuencia debaten por la TV, decidieron abandonar en lo posible las inmediaciones y dedicar sus elucubraciones a temas mayores, fueran ellos cayendo o no por la presencia de invitados.
El debate acerca de las soluciones propuestas por el Arq. Moneo a la re recuperación de las ruinas de San Francisco, les instaló unos días en el tema de la Zona Colonial de Santo Domingo.
Satisfechos de sus disquisiciones, y atrevidos, concibieron la idea de hacer llegar esas opiniones y conceptos, por escrito, a quienes son responsables de las decisiones para el desarrollo exitoso de esos trabajos.
Así, el 26 de agosto del pasado año se dirigieron a los señores DAVID COLLADO, alcalde del DN, FRANCISCO JAVIER GARCÍA, ministro de Turismo, y GONZALO CASTILLO ministro de Obras Públicas y Comunicaciones.
A todos les anexaron ejemplares de las Edificaciones y Estampas Coloniales de María Ugarte, así como de las Ideas Urbanas para Santo Domingo, publicación del Ayuntamiento del DN (2002-2004), auspiciada por el Banco BHD, bajo la responsabilidad editorial de Antonio Vélez Catrain.
De dos de ellos se supo que recibieron las comunicaciones, del otro no ha habido noticias; ninguno ha emitido siquiera Acuse de Recibo.
En ellas se dice:
Distinguidos señores:
Muy ajenos a negocios de construcción y dedicados en plenitud a las comunicaciones, debemos atender a inquietudes que se desprenden de los debates múltiples desarrollados en los últimos tiempos en nuestros espacios sobre el tema de la recuperación plena de lo que se denomina la Zona Colonial de Santo Domingo, así como a la necesidad de un Recinto Ferial y Centro de Convenciones que llenen las necesidades de una ciudad capital en expansión, así como opción de Meca Turística e Histórico Cultural.
1.- Muralla, accesos y estacionamientos de vehículos: A nuestro entender, sustentados en recopilaciones bibliográficas que les anexamos, un trabajo de carácter estratégico en el espacio que reúne Primacías de América de valores incalculables, debe comenzar por la Recuperación Plena de una de esas Primacías, LA MURALLA que una vez definió el espacio de la ciudad y como consecuencia de esa recuperación vital a la vez que definitoria, establecer los Accesos y Espacios de Estacionamiento de Vehículos para sus habitantes y visitantes; ellos definen las penetraciones y salidas de los habitantes y usuarios, así como de sus equipamientos, necesidades y suministros.
En la parte Oeste de la Ciudad, la muralla cruza como pared medianera entre las edificaciones construidas con caras a las calles Palo Hincado y Pina, y está enunciada en los trabajos realizados bajo los auspicios del Dr. Balaguer en sus gobiernos, desde el Fuerte de San Gil hasta la Puerta de La Misericordia, y desde el Parque Independencia al Fuerte de la Concepción, pero respetando entonces un número importante de construcciones carentes de valor histórico alguno, de ningún mérito histórico patrimonial, salvo la ruta y pedazos de la Muralla Histórica que deberían recuperarse ahora plenamente por los motivos ya expresados.
Debe recordarse que ese trabajo memorable que orientó el Dr. Balaguer conllevó la desaparición de intereses como la Farmacia Esmeralda y del Restaurante Mario en Mercedes esquina Palo Hincado y, antes, de la Casa Vitienes, que estuvo en el frente de ellos, en espacios que hoy ocupa parcialmente el Parque Independencia.
Derribadas las edificaciones que sepultan la muralla en su desarrollo Oeste, los trabajos de Arqueología que deben hacerse con toda rigurosidad han de dar detalles olvidados de la vida ciudadana a través de los 500 años de la ciudad, y realizados estos, ampliado el espacio libre entre las calles Palo Hincado y Pina, proceder simultáneamente a la reconstrucción de la muralla con la definición de sus espacios recuperados y reconstruidos, al mismo tiempo que a la excavación de largos y tan hondos como sea posible estacionamientos de automóviles que se conviertan en el límite de entrada para ellos, sean convencionales o de carga.
Desde el Fuerte de la Concepción la muralla varía de rumbo y debemos denominar su Parte Norte, que, como la parte anterior discurre entre construcciones que se adosaron a su lado Norte desde lo que hoy llamamos Avenida Mella, y a su Sur Juan Isidro Pérez, todo lo cual, como en el tramo anterior, carece en términos absolutos de valor histórico alguno.
Solo dos propiedades en ese largo espacio son importantes: La Sirena y La Troya, ahora llamada Pirulín, pero todo declarable de Interés Público, sujeto a tasaciones y pagos.
En el caso de la calzada Norte de la Avenida Mella, la recuperación de la muralla habrá de dotarla de una plusvalía inconmensurable que, en el caso de La Sirena, puede compensar con creces sus lesiones ya que es propietaria previsora de grandes espacios en la manzana frente a su edificación actual.
En los grandes espacios que se recuperan con las demoliciones, al norte y al sur de la muralla, pueden desarrollarse zonas verdes y espacios de diversión, las excavaciones arqueológicas correspondientes, sus estudios e informes, grandes estacionamientos de múltiples niveles y, como al Oeste, el límite de entrada a los vehículos.
La Parte Este del viejo muro que definió por más de cuatro siglos la ciudad de Santo Domingo, muy corta, ha sido parcialmente recuperada, pero el respeto excesivo de las edificaciones recientes ha vuelto a hacer de sus espacios la zona sórdida que siempre fue una y otra vez, por lo que la cirugía tiene allí que ser implacable, conllevando además una definición clara que garantice su sostenibilidad en el tiempo. Solo pensar en el deterioro progresivo de la Segunda Parroquia de América, la Iglesia de Santa Bárbara, templo donde recibió las aguas bautismales el patricio mayor, Juan Pablo Duarte, nos muestra cómo, el respeto a los intereses de la miseria circundante tiene la capacidad de arrastrar al sumidero los esfuerzos que se realicen por el rescate parcial de los valores históricos.
El trabajo en esa iglesia es más trascendente de lo que se ha propuesto recientemente y tiene que ver, en primer lugar, con el movimiento de las aguas pluviales que pasan por sus cimientos y los deterioran hasta llegar a aspectos estructurales recientes, uno de los cuales, la colocación de un campanario simplemente apoyado y sin anclajes, amenaza con un estrepitoso desastre que ha sido previsto en más de un estudio calificado, y no es eliminar ese agregado, que puede identificarse adecuadamente, sino estabilizarlo lo que demanda.
En la parte Sur, la riqueza de ese espacio, en muchos casos deficientemente recuperado, en otros vergonzosamente recuperado y en general no recuperado, resalta el respeto al muro construido durante la dictadura de Trujillo para proteger sus ergástulas instaladas en la Fortaleza Ozama, precisamente en desmedro de la muralla histórica, instalación que ha sido sujeto de debates contra entendidos que consideran todos los períodos históricos de la ciudad de valor semejante.
En todo caso, no hay que temerle a la mandarria cuando de privilegiar los valores que Las Primacías de la primera ciudad en América se trata.
El Dr. Balaguer, quien muy joven escribió su “Guía Emocional de la Ciudad Romántica”, cuando tuvo la oportunidad política de hacerlo quiso ser fiel a aquel testimonio; sin embargo, siendo Sec. de Estado de Educación en la Era de Trujillo, en el desarrollo de su Plan Bienal de Construcciones Escolares (1952-54), dispuso la edificación de una de esas escuelas sobre los escombros del Primer Acueducto de América, al Oeste del Hospital de San Nicolás, en la calle Juan Isidro Pérez, y al mismo tiempo la demolición del edificio del Arzobispado de Santo Domingo, Padre Billini con Arz. Portes donde hoy se aloja un estacionamiento vergonzoso, mientras en su techo impera un miserable mercado artesanal.
A partir del parque donde una vez estuvo El Faro de la ciudad, que debería recuperarse de alguna manera, la Muralla Sur discurre, otra vez como medianera, entre las edificaciones esta vez hechas entre el Paseo Presidente Billini y la calle José Gabriel García, de nulo valor histórico en toda su extensión y destinada a nuestro entender al crecimiento del área verde al sur de la ciudad, dejando a la José Gabriel García mirando libre hacia el mar en toda su extensión hasta llegar a la muralla del Oeste.
Ya en la proximidad del Fuerte de San Luis, que es el inicio de este recorrido, debería contemplarse la liberación total de las edificaciones existentes en la manzana que comprenden las calles Espaillat, José Gabriel García, Palo Hincado y Arzobispo Portes, y como elemento principal del desarrollo de ese espacio colocar allí la escultura conmemorativa del Sermón de Adviento que regalara en buen momento el Gobierno de México a esta ciudad, cuna a la vez de la esclavitud en América y asiento del inicio de la larga lucha por su abolición, monumento que fue colocado en un lugar inconveniente, con vocación de urinario mientras no se prescinda para siempre del Puerto de Santo Domingo, que ya cumplió su papel histórico y del cual deberían sobrevivir solo algunas edificaciones emblemáticas, con usos renovados.
Recinto Ferial y Centro de Convenciones. Por último, en el libro Ideas Urbanas para Santo Domingo, de 2002, que les anexamos, habrán de encontrar muchas ideas útiles y muchas propuestas válidas total o parcialmente para un relanzamiento de la Ciudad de Santo Domingo, pero nos inclinamos a suscribir la propuesta de un Recinto Ferial y en nuestro criterio Centro de Convenciones del arquitecto José Pliego, de México, que aparece con el número 2 en ese texto y que involucra los terrenos envilecidos de la llamada Feria Ganadera, propiedad del Ayuntamiento de Distrito Nacional, así como los ahora no utilizados de Metaldom, propiedad de la familia Vicini, contemplando el empleo de las edificaciones desarrolladas en ellos como parte integral de la propuesta.
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