El Museo Cerralbo descubre que uno de sus cuadros lo pintó Anton Van Dyck
Identifican la mano del maestro flamenco al restaurar una Virgen con el Niño que estaba atribuida al pintor burgalés Mateo Cerezo
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En el taller del Museo Cerralbo, la restauradora Elena Morotrabajaba hace año y medio en un cuadro de la colección, una «Virgen con el Niño» de 98 por 48 centímetros, atribuido a Mateo Cerezo, un pintor burgales nacido en 1637 y fallecido en 1660. Se ha pensado siempre que era la copia de un original de Van Dyck (Amberes 1599-Londres 1641). Pero no. Como ocurre en muchos casos, la intervención en una obra de arte es también una investigación científica y por tanto una puerta a grandes sorpresas. Y el estudio de este lienzo que ha acompañado los trabajos han dado un verdadero campanazo.
En lugar de un Mateo Cerezo se ha identificado la Virgen con el Niño con un original de Van Dyck cuyo paradero no estaba registrado, gracias a la colaboración de un conocido anticuario francés, llamado Phillipe Barnabé, junto con la pericia de la restauradora y los resultados del laboratorio.
Ocultada por barnices oscurecidos
El lienzo estaba ennegrecido, como ocurre con las obras de arte cuando los barnices que las protegen se oxidan. Primero hubo que eliminar esta capa, que en realidad eran varias capas de barnices superpuestas y cubiertas de suciedad, según nos cuenta Elena Moro. Después se llegó con todo el cuidado necesario a la capa pictórica, la superficie en la que el pincel de Van Dyck se deslizó con maestría para crear esta imagen allá por 1621 o 1622.
Al intervenir el lienzo se descubrieron numerosos repintes realizados en trabajos de restauración anteriores, pero ninguno de ellos muy extenso. Como es habitual en estos casos, fueron retirados para conocer la realidad de este óleo que se consideraba una copia realizada por el citado artista adscrito a la escuela madrileña. Poco a poco se fueron desgranando datos del estudio estilístico, de los análisis técnicos realizados... Pero todo cambió cuando Phillipe Bernabé pudo ampliar en las fuentes históricas lo que comenzaba a atisbarse como una nueva hipótesis.
El Museo del Louvre de París conserva los textos manuscritos del artista editados en el último tercio del siglo XVIII bajo el título de «La vie» (La vida). En ellos se desgrana la ajetreada carrera de Van Dyck y son especialmente interesantes para conocer los detalles de los años que el pintor pasó en Italia. Así podemos decir que este cuadro se sitúa en uno de los vértices del triángulo que une el Flandes español, Italia y la Corte de los Austrias, del que salió casi todo lo mejor de la pintura barroca en el siglo XVII.
Philippe Barnabé ha logrado demostrar la auténtica autoría del cuadro: se trata de una primera versión, pintada en Génova, de un total de seis cuadros realizados por Van Dyck con la misma composición entre 1621 y 1632 en Italia y Amberes. En este caso se constata de manera firme que este lienzo pertenece al primer período en el que Van Dyck trabajó en Génova. Y se ha identificado con la composición que regaló a los hermanos Lucas y Cornelis de Wael en 1625, justo antes de abandonar Génova con destino a Francia. La investigación se publicará en la revista «Estuco» del Cerralbo, y se espera que otros especialistas, puedan ratificarla.
Cuadro recortado
Otro detalle puesto en evidencia tras la restauración a cargo de Elena Moro, es que la obra original fue recortada y que sus dimensiones, algo mayores, se aproximaban al formato italiano clásico denominado «tela d´imperatore», al menos un tercio más alta. Según el laboratorio, la densidad de la tela se corresponde con el tipo de lienzo utilizado por Van Dyck en su estancia en Génova. Así mismo, el análisis químico de los pigmentos confirmó la similitud con los utilizados por el maestro en su estancia en Italia.
Barnabé expresa a ABC «la emoción y el entusiasmo» que sintió cuando la restauradora de hizo llegar los datos técnicos y le reveló «los pentimenti» descubiertos en la radiografía. Se trata de cambios que Van Dyck realizó en los dedos y los ojos de la Virgen, así como en la figura del Niño. «Todos los datos concuerdan con lo que conocemos de su técnica, recogidos en el Boletín Técnico número 20 de la National Gallery de Londres», revela Barnabé.
Es conocida la gran amistad y mayor competencia que Rubens y Van Dick se prodigaban. El primero había ido a Italia antes, con una edad similar pero con mucha menos obra, al comenzar el siglo XVII, para trabajar en la corte del duque de Mantua. Y a su vuelta a Amberes trajo un lenguaje visualmente nuevo que ipactó en el joven Van Dyck, que aprendía por entonces los rudimentos de la pintura con Van Balen.
Afamado retratista
A Italia, Van Dyck acude ya formado, con más de 300 pinturas a sus espaldas, y una merecida fama de retratista. A los 22 años, cuando en 1621 comunica a Rubens su intención de marchar, recibe como regalo un buen número de cartas de recomendación, además de un caballo. La primera de las familias destinatarias de las misivas, que lo acogió en Génova fue la de los coleccionistas -y también pintores- Lucas y Cornelis de Wael. A ellos, según figura entre sus manuscritos, fue a quienes regaló una serie de obras entre las que figura esta Virgen con el Niño que ahora ha sido por fin identificada en el Museo Cerralbo.
El artista tuvo acceso a las grandes familias de la ciudad y retrató a los Spinola, los Doria, los Durazzo... Muchos quisieron ver en él un «nuevo Rubens», pero Van Dyck no se limitó a ese papel de epígono, sino que impuso inmediatamente su estilo, que las familias nobles aprendieron a apreciar.
Viajó a Roma, donde esa fama se extendió notablemente y donde pintó alguna de las obras que han marcado su producción, como el célebre autorretrato, una de las mayores joyas del Hermitage de San Petersburgo.
Historia antes del hallazgo
Después de documentar este hallazgo histórico, conviene recordar que el lienzo llegó al palacio de la familia Cerralbo en 1884, adquirido en la testamentaria del marqués de Salamanca. Se sabe que antes había formado parte de colección del pintor José de Madrazo, quien a su vez lo compró, en la década de 1820, a la viuda del coleccionista Bernardo de Iriarte (1735-1814).
En el museo figura, por tanto desde el primer inventario de 1927, realizado por Juan Cabré, primer director de la institución. Allí está descrito como parte de los bienes que figuran en la capilla del piso entresuelo de esta casa palacio. Dicha capilla estaba ubicada precisamente en la sala en donde ahora se puede contemplar esta primigenia versión de La Virgen con el Niño.
Desde mañana hasta el 25 de febrero de 2018 se expondrá como única protagonista en un escenario concebido para que sea apreciada en todo su potencial, antes de que se acometan los trabajos de rehabilitación de la estancia en el contexto de recuperación de los ambientes originales que rige el criterio intervención en este palacio museo.
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