Memoria de un adolescente renacido: Ramón Colombo relata las andanzas revolucionarias de su generación juvenil
Se trata de la presentación que hizo Ramón Colombo del libro “Malono, cincuenta años después”, escrito y publicado por Rafael Chaljub Mejía al final de este año 2017.
PRESENTACIÓN DE “MANOLO, CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
Advertencia: En esto de presentar libros no soy nada ducho. De hecho, es la primera vez que cometo este acto de temeridad ineludible, tratándose de uno de los ciudadanos del mundo que más admiro como intelectual y luchador revolucionario de terca lealtad y a quien más merecido afecto le tengo como amigo.
Por tanto, acudo a este acto más como testimoniante activo de aquellos primeros episodios en que los de mi generación nacimos a la conciencia, que como erudito en historia y literatura (que no soy ni seré).
De antemano quiero pedirles que me permitan, con excusas adelantadas, que vaya insertando en esta especie de presentación de “Manolo, cincuenta años después” algunas vivencias que acreditan mi intención.
¿Cómo no agradecerle a Rafael este amasijo de recuerdos, que nos lleva a los tiempos en que los de mi generación éramos seres puros entregados totalmente a sueños trascendentes?
¿Cómo no celebrar este libro, emocionante homenaje al gran líder del primer parto de masas populares que se produjera inmediatamente después de la caída de la tiranía trujillista, y que tiene una dedicatoria implícita…
A los que todavía sostienen con terquedad el recuerdo. A los del premeditado olvido. A los que resisten renunciar a sus sueños de origen. A los que dicen haber desistido de soñar. A los que se mantienen despiertos. A los que se han dormido. A los que agradecen lo vivido. A los que reniegan de lo que vivieron. A los intransigentes. A los que se entregaron. A los que no se cansan. A los vencidos. A los que tienen edad. A los desgeneracionados. A los siempre esperanzados. A los anticipadamente envejecidos. A los del futuro. A los del pasado. A todos les refresco hoy en la memoria este irrenunciable canto con el que nacimos a nuestra identidad: “Llegaron llenos de patriotismo/ enamorados de un puro ideal/ y con su sangre noble prendieron/ la llama augusta de la libertad./ Su sacrificio, que Dios bendijo/ la patria entera glorificará/ como homenaje a los valientes/ que allí cayeron por la libertad./ Catorce de Junio, gloriosa gesta nacional/ tus mártires están en el alma popular./ Hermanas Mirabal, heroínas sin igual/ un grito vibrante es el grito de la Raza Inmortal”?
Y ahora sí, arranquemos con Chaljub, con la síntesis de su convicción sobre el gran significado que tuvo para nosotros la existencia, la trayectoria de lucha de este hombre sensible, firme y corajudo, procedente de las raíces más profundas de nuestra realidad…
“Manolo y sus ideales no son cosas del pasado ni menos objetos de una historia muerta. Por el contrario, en él, su partido y sus ideas, se encuentran las bases del programa y la orientación que trazan las pautas para el quehacer de hoy. Se trata de recogerlas y sistematizarlas, darles cuerpo a agregarles los elementos necesarios para actualizarlas aún más y seguir la batalla por convertirlas en realidad y en programa triunfante”.
Al cerrar la última página de esta obra cargada de nostalgia y de reiteración de esperanza, no pudimos menos que recordar con igual nostalgia y mucha tristeza por tantos compañeros entrañables que cayeron en este largo caminos, desde aquellos tiempos en que nacimos, de un día para otro, a la conciencia, cuando la adolescencia de nuestra generación, un poquito más joven que la de Rafael, quedó sorpresiva y violentamente truncada por la muerte del tirano y los hechos que se produjeron en tropel, sin darnos tiempo al conocimiento cabal ni mucho menos a la reflexión.
Como ilustrativa anécdota risible al respecto, recuerdo…
Un camión cargado de policías hacia la urgente represión pasaba frente a la memorable cafetería Sublime de El Conde, donde confluían intelectuales, periodistas y militantes de los veintitantos partidos que tenían sus locales en esa misma calle; el Sublime, con su memorable grafiti “Abajo el que suba”, símbolo de lo que ocurría y proponíamos, rumbo a la inminente revolución.
A cien pasos estaba el local del 14, donde las voces de Rubén Echavarría y Miñin Soto difundían, envueltos en el himno verdinegro, los primeros llamados a la lucha popular.
Al paso de aquel camión de cascos blancos un grupo de mozalbetes catorcistas gritamos a todo pulmón: “¡Arriba la burguesía y abajo el proletariado!”.
Por suerte, Efraín Castillo, barbudo, todo verde olivo, gorra de comando y botas negras (completamente a lo Fidel) nos corrigió de inmediato con su amplificada voz profunda: “¡Coño, la vaina es al revés!”
Pero no bastaría ese regaño de Efraín para ponernos “claros” (como nos calificábamos, ufanos, los imberbes revolucionarios), pues entonces empiezan a producirse los primeros aprendizajes, como Chaljub explica…
Ocurrió que en el transcurso de los meses siguientes a la muerte de Trujillo había entrado al país una considerable cantidad de literatura marxista, procedente de la Unión Soviética y otros países de Europa y América, principalmente Cuba. Aquellos materiales eran reproducidos y leídos con inusitada avidez. La falta de contacto con teorías distintas a las que sólo servían para lanzarle cantos de alabanza a Trujillo, había sido demasiado larga y el deseo de conocimiento se volvía apremiante. En los militantes de izquierda del país se produjo un rápido y notorio avance y a eso contribuyeron algunos de los que habían retornado desde el exilio, los miembros del PSP, que eran los que tenían una relación más larga con la teoría marxista, y los del propio 14 de Junio, que durante su exilio, su paso por países como México y Argentina, y por estudios hechos en Cuba, tenían determinados manejos de los conceptos teóricos revolucionarios”.
Sin embargo, lo que más queríamos los jóvenes que consumíamos con tal avidez la literatura marxista, que cargábamos bajo el brazo o doblada como cuaderno escolar en el bolsillo de atrás (Qué hacer…Historia de la Familia, la propiedad Privada y el Estado…El Manifiesto Comunista…Y aquello que le reventaba el cerebro a los más aventajados: 18 Brumario, el Anti-Duhring y El Capital, de los que nunca rebasaríamos la página 15), era dejarse de teorías e irse a la loma a hacer la revolución como se había hecho en Cuba.
De ahí que tuviéramos particular aprecio por las sabias enseñanzas de Botello y Botellito, que en el local del 14 de Junio de Ciudad Nueva nos ilustraban de tarde en tarde, sobre todo a partir del 20 de octubre y la matanza de la calle Espaillat, sobre cómo se preparaba una buena molotov, un tirapiedras “calibre 45”, como les llamábamos a esos poderosos artefactos hechos con un pedazo de varilla en forma de horqueta y tiras de tubos de neumáticos (armas que eran capaces de tumbar un casco blanco con el impacto de un fragmento de tapa de alcantarilla), y cómo doblar una grapa para que siempre cayera en disposición de pinchar cualquier goma de automóvil durante aquellas frecuentes huelgas….Todo esto sólo para empezar.
Estas destrezas de algo nos sirvieron la memorable noche en que estalló la huelga general (¡duró once días!) contra Balaguer, cuando los jóvenes del Comité de Ciudad Nueva peinamos la ciudad a partir del Malecón, manzana por manzana hacia la parte alta, hasta concluir, en plena madrugada, dando pasitos de son antes de cerrar El Peje que Fuma y El Bello Amanecer, en Mono Mojao, junto al mercado de Villa Consuelo, donde hicimos que cueros y chulos se sumaran a la huelga.
Y no éramos los únicos jóvenes que ejercíamos con vocación de guerra los primeros pasos de la toma de conciencia. Entre la otra acera ideológica teníamos a los jóvenes socialcristianos, conocidos mas bien como los “social pistolas” de Caíto Javier, con quienes dirimíamos nuestras diferencias ideológicas a trompadas limpias, hasta en los pasillos del Palacio de Justicia durante el juicio a los asesinos de las hermanas Mirabal, con un Fefé Valera Benítez, fiscal especial, tan catorcista encendido como todos nosotros, que con su justiciero fuego verbal aceleraba al máximo nuestra rabia.
Fue con estas ansias que nos sumamos a la multitud del parque Independencia, aquel día 14 de junio del 62, que Chaljub nos revive intensamente en estas páginas con toda su algarabía de exaltaciones y condenas.
(Desde la azotea del edificio donde funcionaba el café Uno y Cinco, frente a frente al Baluarte de El Conde, a pocos metros del Partido Nacionalista Revolucionario de Corpito Pérez Cabral y Dato Pagán Perdomo, que a todo lo largo y ancho de aquella cotidianidad disertaban, con toda propiedad intelectual, sobre las realidades del proceso, desde una perspectiva ortodoxamente marxista.
Desde allí nos tocó a muchos presenciar la multitud, consumir cada palabra de Manolo, rodeado de los “viejos” veinteañeros Fafa, Fidelio, Luis Gómez, Juan Miguel…
Desde allí también empezamos a recibir los primeros trasuntos de confrontación entre las principales vertientes de la izquierda, a través de las mantas del MPD que demandaban la formación del FUR, Frente Unido Revolucionario, primera propuesta unitaria natimuerta, como muchas cosas imperativas de entonces).
Es toda esa conjunción de emociones que allí se produjo la que recordamos en este episodio, de los 22 que componen la obra de Chaljub; emoción que llegó al máximo con estas 75 palabras del discurso de Manolo, que el autor trascribe…
Óiganlo bien, señores de la reacción, si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo, el 14 de Junio sabe muy bien dónde están las escarpadas montañas de Quisqueya, y a ellas iremos, siguiendo el ejemplo y para realizar la obra de los héroes de junio de 1959, y en ellas mantendremos encendida la antorcha de la libertad, la justicia, el espíritu de la revolución, porque no nos quedará otra alternativa que la de libertad o muerte.
¿Cómo no evocar hoy el paroxismo que provocó en todos nosotros este trozo del discurso de Manolo, que así descartaba de un plumazo la idea de pulsar por el poder en las elecciones que ya estaban planteadas para el 20 de diciembre, no obstante que hacia ellas se expresaba la voluntad popular mayoritaria.
Manolo, y nosotros con él, como escribe Chaljub, “Pasó a actuar como si hubiese hipotecado su futuro, su vida misma y el destino del partido…Para los hombres y mujeres del 14 de junio (dice Chaljub), cualquier otro método de lucha quedaba descartado, las elecciones eran cosa de otro mundo, sin importar que el país se encaminara hacia ellas; la única ruta digna de transitarse era la que conducía a las lomas”.
Y esto era así, y en aquel momento difícilmente podía ser de otro modo, como lo señala Chaljub, pues el ejemplo triunfante de la Sierra Maestra era un acicate demasiado poderoso de la lucha armada, no obstante las grandes diferencias entre nuestra realidad de atraso político crónico y social y la realidad de Cuba, con una tradición política de izquierda mucho más profunda y rica en contenidos; con una clase trabajadora organizada y con larga tradición de lucha; con una intelectualidad más ilustrada y comprometida y un campesinado con mayor motivación a integrarse al proceso revolucionario.
Y Chaljub explica sintéticamente:
La de este país sigue siendo otra historia. Un proceso particular muy diferente al de Cuba. Era improcedente pretender empezar aquí por lo que en Cuba fue la fase culminante. Pero el impacto de aquel ejemplo fue demasiado fuerte y si tuvo sus efectos en otros países en ninguna otra parte podía sentirse con más fuerza que en la República Dominicana y en la joven militancia de 14 de Junio.
Sin embargo, lejos de esa racionalidad contundente, fue a partir de aquella experiencia del parque Independencia cuando empieza a tomar concreción para muchos la idea de organizarnos formalmente para la lucha armada…y así empezamos a acercarnos, como fuera, a quienes podían viabilizar la posibilidad del entrenamiento, sobre todo que ya se sabía que habían salido a eso hacia Cuba los primeros militantes catorcistas…
(¡Diablos! No había dirigente catorcista – Jimmy Durán, por ejemplo, virtual hermano mayor mío- que no recibiera la petición clásica: “Ponme en la lista”).
El más elevado mérito de este extenso y detallado enfoque crítico de Chaljub sobre el drama del 14 de Junio es que no hace concesiones graciosas…
Valido de numerosos testimonios de importantes actores de aquel período, entre muchos Fafa Taveras, Luis Gómez y Fidelio Despradel, Chaljub desmenuza las causas de las divisiones del partido, desde los primeros meses de la legalidad, hasta su extinción, pasada la Revolución de Abril, ya en los primeros años de los 12 de Balaguer…
Nos recuerda, por ejemplo, las primeras de las grandes divisiones (tras la segregación de muchos que dieron por concluido su compromiso de lucha tras la salida de la cárcel) que causaron mucho desasosiego entre los más jóvenes, que fue cuando, al amparo del compromiso de lucha armada, es creada la Infraestructura, de hecho un selecto cuerpo dirigencial paralelo que operaba al margen de los organismos formales del partido, proyecto animado por el propio Manolo, que sin embargo queda atrapado en sus condicionantes hacia la lucha armada pura y simple, liquidándose así el flujo democrático interno, savia esencial para la permanencia de todo movimiento político.
Entretanto, como lo señala Chaljub, “el 1J4 se quedó cada vez más sin respuestas a los principales asuntos que la cotidianidad de la vida política y sus detalles requería. Manolo recorría el país, pronunciaba discursos y en sus contactos con el pueblo despertaba la admiración que su figura y sus méritos generaban; el partido crecía pero quedaba siempre un vacío de orientación ante cuestiones que ocupaban la atención del pueblo llano. La comunicación se hizo difícil.”
Ya estábamos impactados también por los impulsos del internacionalismo revolucionario, que hace del concepto de patria un infinito de voluntades igualitarias.
Para empezar a ejercer el internacionalismo en lucha estaba allí mismo Haití.
Y así nació, en junio o julio del 63, casi como órgano periférico compartido del 14 y el PSP, el Movimiento de Liberación Haitianos Libres, con Jacques Viau y Daniel Sansariq a la cabeza, al que algunos catorcistas nos sumamos, con la alucinante idea de cruzar la frontera para hacer la guerrilla contra Duvalier, lo que fue truncado por el golpe de estado de septiembre.
(¡Había que ver a Silvano Lora, con sus seis pies y pico de flacura, raneando como una larga culebra en aquel terreno de entrenamiento de Sierra Prieta!).
La segunda división del 14 se produce debido a la acelerada radicalización del discurso del partido (ya Manolo había condenado radicalmente la propiedad privada), cuando un grupo de destacados militantes desde los tiempos de la clandestinidad, encabezados por Carlos Aurelio Grisanty y Félix Germán, disienten públicamente de la línea insurreccional y se lanzan a la aventura de pretender liquidar la Agrupación Política 14 de Junio y crear el Partido 14 de Junio.
Chaljub sintetiza en pocas palabras los componentes de aquella coyuntura:
El nombrado Partido 14 de Junio murió tranquilo al momento mismo de anunciarse su nacimiento, pero la vida nacional siguió su curso, el liderazgo del 1J4 continuó reafirmando su línea de lucha armada cada vez más cerrada y radical, y el enemigo golpeando en lo político y también mediante la acción policial….
El corolario de recuerdos y revivificaciones críticas que nos presenta este libro continúa con los graves desacuerdos que se producen en el proceso de diseño estratégico de la lucha armada en tiempos del Consejo de Estado, a través de seis frentes guerrilleros que no logran definirse en sus estructuras y demandas logísticas, lo que dispara la neutralización de valiosos militantes de la propia tendencia militar…
Y hay que mencionar del libro la detallada exposición sobre la inexperiencia y precariedad de medios de una también frustrada resistencia urbana llamada a servir de soporte a la insurrección rural, con toda la falta de rigor en la selección y preparación física y táctica de los combatientes…
En fin, el magnífico ensayo de Rafael nos evidencia el insólito grado de inmadurez que en todos los planos permeaba al 14 de Junio en aquellos primeros pasos en la lucha política abierta, mientras un enemigo hábil y con todos los recursos posibles, infiltraba sus filas, tomaba nota de cada uno de sus pasos y se preparaba para aplastarlo al primer intento…Como tristemente sucedería en el levantamiento que se iniciaría el 28 de noviembre de 1963, dos meses después del golpe de estado contra el gobierno constitucional de Juan Bosch.
Este golpe de estado a muchos no nos tomó de sorpresa, pues el 14 de Junio reiteradas veces lo había advertido, aunque sí nos sorprendió el desconcierto que se produjo en las filas del partido, especialmente entre quienes no se habían organizado en los planes insurreccionales: En esos días, contrario a lo deseable, y ante la represión generalizada desatada por los golpistas, no había contacto para orientarse con cualquiera de los dirigente del partido…Simplemente se habían esfumado.
(Al ser acogido por la Embajada de México, en el amanecer del 29 de septiembre, me llevaron al salón en el que alojaban a todos los que solicitaban protección diplomática, y allí me encontré a Manolo, cuya mano estreché por única vez, muy emocionado.
Allí estaba también Jimmy Durán, a quien recordé su promesa de enviarme a Cuba en el siguiente grupo, cómo él le expresó allí mismo a Manolo, para que éste me avalara ante el Embajador de México, Ernesto Soto Reyes y se me concediera formalmente el asilo.
“Vete a México, para que de allá te vayas a estudiar a Cuba. Pero no te preocupes, que este gobierno no va a durar ni seis meses…”
Triste fue, a la siguiente mañana, despertar sin ver allí a la dirigencia máxima del 1J4, que en la madrugada había abandonado sigilosamente la embajada por su patio trasero, rumbo a su destino final, en las lomas soñadas, tres meses después).
El resto de la historia contenida en estas 279 páginas; el resto de este paquete de nostalgias, la mayoría muy tristes, que nos ofrece Rafael Chaljub Mejía en su libro número 13 me lo reservo para no seguir prolongando esta perorata y para que ustedes lo descubran directamente en sus páginas.
Y ahora me pregunto: ¿Quién iba a decir entonces que este humilde maestro de escuela y luchador revolucionario de Las Gordas de Nagua; que cogió tantas persecuciones, amenazas y cárceles, sería el más prolífico y versátil escritor de la izquierda dominicana, con un impecable ejercicio literario que se caracteriza por la precisión del dato, la exposición sin diatribas y un estilo expositivo llano y sin desperdicio?
¿Y quién nos iba a decir que hoy, cincuenta años después, íbamos a recordar tan intensamente a aquel dominicano que nos enseñó con su magnifico ejemplo el valor de la dignidad, de la honradez, de la lealtad al compromiso y del amor irrenunciable a un ideal, aunque el sostenimiento de esos hermosos valores humanos nos cueste la vida?
Por eso…
Recordamos su voz desde el baluarte. Recordamos las largas multitudes, su palabra precisa, su linaje de mártir. Recordamos las calles encendidas, los llantos en el aire. Recordamos la llama verdi-negra, la joven patria recrecida. Recordamos su mano apuntando a las lomas verticales, su limpia dignidad de líder de masas populares. Recordamos su asombro traicionado, su vehemente denuncia tempranera a la que nadie hizo caso. Recordamos su iracundo llamado, los versos del Himno Nacional en sus labios, su traje verde olivo improvisado. Recordamos su marcha a la montaña, su rebeldía irrecusable, su última voluntad testamentaria. Recordamos que lo abandonaron. Recordamos las dudas y el silencio. Recordemos por siempre a Manuel Aurelio Tavárez Justo, cuya voz sigue creciendo, a pesar de haber caído hace cincuenta años años.
Gracias, Rafael…Muchas gracias.
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